Intervención de la Ministra de Relaciones
Exteriores
de El Salvador, Licenciada
María Eugenia Brizuela de Avila,
durante el diálogo de Jefes
de Delegación del trigésimo segundo período ordinario de sesiones de la
Asamblea General
Barbados 2 al 4 de junio de
2002
Señor Secretario General
Señor Secretario General Adjunto
Señores Observadores e Invitados Especiales
Permítanme iniciar dando la más cordial bienvenida
a los colegas que por primera vez se nos unen en este foro. Habiendo sido el primero al cual yo asistí
hace tres años, espero que a todos ellos demostremos la solidaridad y el compromiso que
a mí me estimuló.
Complace sobremanera a la delegación que encabezo que nos encontremos
congregados en su acogedor país, señora Presidenta, con el objetivo de
analizar, discutir y concertar, en el buen sentido de los términos, sobre
aspectos fundamentales de la agenda interamericana, y, por ende, propios a la
inserción externa de nuestros países, en función de los temas: un enfoque
multidimensional de la seguridad hemisférica, el seguimiento y desarrollo de la
Carta Democrática y la triple vinculación OEA-democracia-comercio.
En la óptica del hilo conductor que dichos
temas guardan con los que hemos considerado en los últimos años, y reconociendo
que existen ámbitos específicos de discusión para cada uno de ellos, el reto
cualitativo que se plantea, desde el punto de vista de nuestra delegación, es
establecer las pautas comunes, la correspondencia entre mandatos, recursos,
actores, metas y visiones integrales de los tres temas planteados, a la luz del
desarrollo y la cooperación entre los Estados de América.
Los marcos de referencia para nuestro
accionar colectivo están dados.
Hace poco más de un año, los jefes de
Estado y de Gobierno aprobaron en la Cumbre de Quebec un nuevo mapa de progreso
para nuestros pueblos.
Entre los hitos marcados en ese entonces, se incluye la celebración de la
Conferencia Especial sobre Seguridad. En el presente período de sesiones
habremos de aprobar lineamientos más precisos sobre la preparación de dicho
encuentro, que marcará un proceso de mayor entendimiento político en relación a
una temática que en otras coordenadas tuvo un tratamiento extremadamente
sensible.
Ahora podemos inclusive no temer al disenso en relación a ciertas
aristas de dicho asunto, ya que los Gobiernos aquí tan dignamente representados
cuentan con las credenciales y la mejor disposición propositiva para construir
una nueva arquitectura de seguridad en el Hemisferio.
El imperativo reside en continuar
desarrollando los enfoques comunes más apropiados que permitan abordar los
diversos aspectos de la seguridad internacional en las Américas, y lograr así
que la seguridad en cuestión sea cada vez más colectiva y se condiga de forma
plena con los propósitos y principios consagrados en la Carta de nuestra
Organización.
En
esa línea de pensamiento, y superada por el propio peso de la historia la
concepción tradicional de la seguridad que enfatizaba el componente militar y
de seguridad del Estado, propio del enfrentamiento bipolar, el Continente ha
advertido la solidez de propósito de los pequeños Estados insulares por que sus
preocupaciones especiales de seguridad sean tomadas debidamante en cuenta en la
nueva arquitectura de seguridad.
Dichos
países, han sabido reiterar su vivencia y su percepción de que su seguridad
comporta asimismo aspectos económicos y medioambientales, a la vez que involucra
agentes estatales y no estatales, para sólo subrayar ciertos aspectos de una
problemática que se encamina a contar con un modelo propio de gestión ante las
amenazas a su viabilidad y los riesgos de vulnerabilidad.
El
istmo centroamericano se identifica con ellos, a partir del reconocimiento de
que los costos en vidas, producción e infraestructura que nos ocasionan, al
parecer cíclicamente, los desastres naturales, son un obstáculo más a superar
para el proyecto de región que las fuerzas vivas de nuestros países nos
encontramos empeñadas en impulsar hacia la integración, como respuesta y
mecanismo de inserción en un mundo cada vez más globalizado.
De la misma manera, Centroamérica comparte
el interés en la lucha contra el VIH/SIDA y no solo en el carácter preventivo
de nuestros esfuerzos, sino que también buscamos maneras que permitan a los
países en vías de desarrollo optar por precios más accesibles para el control y
tratamiento de esta enfermedad. Fue ese el propósito con que presentamos
nuestra iniciativa en la recién celebrada Asamblea Mundial de la OMS.
Estamos conscientes que debemos ser
proactivos, si se ha de responder a la altura de las expectativas que
crecientemente se depositan en la Conferencia Especial de Seguridad, cuyos
resultados percibimos como de naturaleza política, en cuanto a las diferentes
vertientes que alimentarán el proceso de toma de decisiones que sancione la
nueva arquitectura de seguridad que se está perfilando.
Interesan los resultados, no las
teorizaciones, pues no es un ejercicio puramente conceptual y esotérico. El
tratado Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica desarrolla un modelo
acorde con las especificidades de nuestra subregión, basado en la gradualidad,
y sobre cuyo programa de medidas de fomento de la confianza y de la seguridad
informamos periódicamente a los Estados miembros de la OEA, a fin de contribuir
así, con transparencia, al intercambio de información y experiencias.
La
seguridad en Centro América se refiere a aspectos políticos, económicos,
jurídicos ciudadanos y otros.
Las
nuevas "reglas del juego" posibilitarán que se evidencie con
meridiana claridad la interrelación entre democracia, desarrollo y seguridad.
El
Salvador propone que conviene a la sistematización de lo anteriormente expuesto
que la Conferencia Especial de Seguridad sea también un punto de partida y no
únicamente la formalización de un proceso negociador. Para esos efectos,
planteamos la hipótesis de trabajo de que, en la práctica, la Conferencia sea
un referente permanente, institucional, del nuevo sistema de seguridad en las
Américas.
Advierto que el calificativo “permanente”
despierta interrogantes, pero lo cierto es que si el que nos ocupa ha de ser un
proceso sostenible, deberá sistematizar los elementos de la nueva seguridad, la
cual no es un fin en sí misma, sino un recurso que deberíamos considerar
orgánico, es decir, propio y adecuado para canalizar el apoyo político que su
éxito requiere y el seguimiento de sus acuerdos demanda. Por eso, la
Conferencia, en el marco de la OEA, debería contar con una periodicidad a
mediano plazo entre 3 ó 5 años que revigorice sus resultados y le dote con una
estructura permanente de seguimiento: la OEA.
Es una cuestión que alude a la
jerarquización de los factores en una realidad hemisférica. Por lo anterior, la
asumimos como una Conferencia especializada sobre Seguridad y Cooperación
Hemisférica.
Señora Presidenta:
La seguridad democrática en el mundo, en
general, y en el Hemisferio, particularmente, sufrieron cambios indelebles el
11 de septiembre pasado, como sabemos. Nuestros Estados han profundizado su
cooperación desde ese entonces. Para defender y promover la gobernabilidad
legítima de los sistemas políticos, adoptamos la Carta Democrática.
Lo cierto es que la realidad dinámica y
compleja de los Estados miembros nos convoca a impulsar la difusión y
aplicación de la Carta Democrática, siendo que sus titulares son los pueblos
americanos.
Me refiero a la necesidad de fortalecer la
institucionalidad y de potenciar el estado de derecho mediante el equilibrio
entre los órganos del Estado, que contrarreste cualquier centralización de
poder y que se exprese igualmente en una pronta y cumplida administración de
justicia.
Nuestros régimenes no son puramente
democracias formales. Con particularidades según la región y el país de que se
trate, lo cierto es que nos moviliza el
mandato de generar en mayor profundidad las condiciones para el ejercicio de
los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de nuestros
pueblos.
A lo largo del proceso de negociación, las
posiciones y propuestas de nuestra Delegación se basaron en los siguientes
postulados:
1-
La Carta
Democrática es más un disuasivo que una sanción, que permite subsanar un vacío
en cuanto a la reacción de la comunidad interamericana de naciones frente a las
amenazas, carencias y rupturas al orden interamericano de convivencia
democrática en un Estado en particular.
2-
Tampoco es
la Carta un instrumento de intervención en los asuntos internos de los Estados.
3-
La
sustentabilidad de la democracia implica potenciar la vigencia de los derechos
humanos.
4-
La Carta
consagra compromisos, prácticas y valores en un instrumento de naturaleza
política, ante todo, el cual conlleva consecuencias jurídicas. Es un mecanismo
que hace prevalecer la convivencia y la solidaridad hemisféricas.
En ese orden de ideas, resta también
concentrarnos en las actividades preventivas, al contemplar la misma opciones
de asistencia para el fortalecimiento y la preservación de la institucionalidad
democrática.
Así, aun cuando el escenario político en
determinados países se caracterice por el enfrentamiento y la ausencia de
espacios para el diálogo cívico, recae
en el Gobierno respectivo la responsabilidad de visualizar con ecuanimidad los
medios para romper cualquier círculo vicioso y emprender acciones de apertura
para el diálogo, recurriendo al Secretario General o al Consejo Permanente para
complementar esfuerzos internos con las actividades propias de la solidaridad
hemisférica, en aras de la promoción de la cultura democrática y la
reconciliación política en las sociedades.
De lo que se trata precisamente es de
disuadir comportamientos y actitudes reñidas con los propósitos y principios de
la Carta, más que de adoptar medidas posteriores a la consumación de los
hechos.
Señora Presidenta:
El Salvador cree fervientemente en el
ciclo virtuoso de paz-democracia-desarrollo.
En ese contexto, estamos comprometidos con
la adopción y ejecución de las acciones necesarias para la creación de empleo
productivo, verdadera estrategia para la reducción de la pobreza. Es a través del sistema de libertades que
conlleva la apertura de mercados que la creatividad de nuestros pueblos nos
impulsará
Una reflexión sobre la OEA, la democracia
y el comercio se impone en esa perspectiva, dada la vinculación entre un
sistema de vida -la democracia- la
dinámica del intercambio de bienes, servicios y capitales base del desarrollo –
comercio – y la institucionalidad al servicio de ambos en el Hemisferio, la
Organización de los Estados Americanos.
Por supuesto que nuestra visión es muy
ambiciosa, ya que va de la mano con la profundización de procesos de
integración en el Hemisferio, lo que incluye mayor movilidad de los factores de
producción, entre ellos la natural migración de personas cuyos derechos humanos
son prioridad.
La trilogía que consideramos se apoya en
las iniciativas bilaterales y multilaterales de negociación de acuerdos
comerciales que constituyen una preparación y un complemento del Area de Libre
Comercio de las Américas que esperamos tener en el 2005.
Estos elementos contribuyen a perfilar una
más acabada identidad hemisférica, región que cuenta con todo tipo de contrastes
y asimetrías pero que es en sí misma una comunidad de pueblos y un proyecto de
región; tomar en cuenta el trato especial y diferenciado a las economías más
pequeñas es una manifestación adicional de coherencia. Por ello, la OEA es el foro por excelencia
para que se tengan debidamente en cuenta las necesidades específicas de las
economías de menor desarrollo relativo.
El Salvador es prueba fehaciente que la
concertación nacional de paz y democracia, con la modernización del estado, la
apertura al exterior, el saneamiento de las políticas macroeconómicas y la
inversión social constituyen los requisitos para viabilizar la integración
subregional y hemisférica, y mejorar la inserción externa en los procesos de
globalización que caracterizan al sistema internacional.
Por ello, en nombre del pueblo y gobierno
de El Salvador, en esta cita me uno a ustedes, colegas, para suscribir la
Convención Interamericana contra el Terrorismo. Próximamente haremos lo propio
con la Convención Interamericana de Asistencia Mutua en Materia Penal, que
vendrá a potenciar la cooperación en materia judicial tan necesaria para
consolidar la seguridad hemisférica.
Continuemos forjando nuestra alianza
interamericana.
Muchas gracias.