Discursos y otros documentos del Secretario General

SESIÓN PROTOCOLAR DEL CONSEJO PERMANENTE PARA RECIBIR AL PRIMER MINISTRO DE DE SAN VICENTE Y LAS GRANADINAS, RALPH E. GONSALVES.

4 de noviembre de 2015 - Washington, DC

Somos conscientes que la historia oficial de las Américas ha sido escrita a espaldas de los sectores minoritarios, en especial de los afrodescendientes y pueblos originales. Desde la trata esclavista, los colonizadores quitaron "el alma" a estas personas para tratarlos como propiedad, minimizaron su cultura y trataron de eliminar todo vestigio de las mismas para ejercer su dominación.

El racismo y la discriminación racial han sido parte de los últimos cinco siglos en nuestro Continente, en especial, desde el inicio de la denominada trata negrera. Este penoso comercio tiene su punto de partida en Portugal, cuando el rey Juan I delega la tarea de búsqueda de nuevas rutas hacia las Indias a su hijo Enrique “El navegante”; es así que los portugueses, para llegar a las Indias, bordean las costas africanas.

El llamado “Descubrimiento de América” fue un precedente importante para que se intensificara la trata negrera. El contagio de enfermedades y la explotación a la que eran sometidos los indígenas causaron una reducción importante en la población local, otorgándose las primeras licencias para la introducción de las primeras decenas de esclavizados. Estas licencias fueron llamadas “Licencias de Merced o de Servicios”, lo que permitía la introducción de esclavizados durante su comercialización.

Las grandes potencias de la época se dieron cuenta que la trata negrera era más lucrativa de lo que se pensaba e incentivaron la exportación de esclavizados a sus colonias, ya que se pagaban impuestos por dicho concepto; mientras más esclavizados eran llevados a las colonias, se generaban mayores ingresos a las arcas reales. Pero no sólo las potencias se dieron cuenta de lo lucrativo de la trata, sino también los contrabandistas de esclavizados.

La trata legal e ilegal tuvo como consecuencia, en primer lugar, la interrupción del progreso y evolución de los imperios africanos, imperios que tenían una compleja organización; en segundo lugar, el África subsahariana fue saqueada y despoblada de sus habitantes en edad productiva; en tercer lugar, los esclavizados sufrieron una vejación e humillación, siendo utilizados como mercancías y dejándolos en la base de la pirámide social.

No se sabe exactamente cuántas personas esclavizadas vinieron a las Américas. Se manejan cifras que establecen los documentos oficiales empero no existen documentos del inicio de la trata como tal. Menos aún se sabe el número de esclavizados que fueron vendidos a raíz del contrabando; se presume que las cifras van entre 20 y 60 millones de africanos, pero para la historiadora mexicana Luz María Martínez, la cifra alcanza los 100 millones de africanos.

Es un crimen contra la humanidad; las condiciones en que eran trasladados (el hacinamiento, la falta de comida y agua, falta de higiene, las enfermedades) originaba que en los mejores de los casos sólo el 60% de los esclavizados lleguen con vida a las Américas, esto sin contar con las torturas, las violaciones y las humillaciones que tuvieron que soportar por su condición.

Los sobrevivientes de esta travesía de la muerte y sus descendientes aportaron significativamente a la construcción de los Estados Americanos, utilizaron su inteligencia, su fuerza y su cultura en diversos campos de su “expertise” como la arquitectura, la ingeniería, la medicina, la minería, la agricultura, la ganadería, entre otras.

Entrando a lo jurídico, en el año 2000 se celebró la Conferencia Regional de las Américas, la cual fue la Conferencia Preparatoria de la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y sus Formas Conexas de Intolerancia, también llamada Conferencia de Santiago.

Como resultado de dicha conferencia se aprobó la Declaración y Plan de Acción de Santiago. Dicha declaración y plan de acción son históricos para la población afrodescendiente por muchos motivos.

Los Estados americanos, en ese instrumento de derecho internacional, reconocen que el legado de la esclavitud ha contribuido a la permanencia del racismo, a la discriminación racial, a la xenofobia y a las formas conexas de intolerancia contra los afrodescendientes a través de la región.

Los Estados americanos reconocieron que la esclavitud y otras formas de servidumbre de las personas de origen africano y sus descendientes y los pueblos indígenas de las Américas, así como el tráfico de esclavos, fueron moralmente reprochables y en algunos casos constituyeron crímenes conforme al derecho internacional. Eso, definitivamente, sigue vigente hoy día.

Los Estados americanos exhortaron a adoptar medidas para remediar las desigualdades que aún persisten debido al oprobioso legado de la esclavitud y a facilitar la participación de los afrodescendientes en todos los aspectos de la vida política, económica, social y cultural de la sociedad; en el progreso y el desarrollo económico de sus países; y a promover un mejor conocimiento y respeto por su herencia y cultura”.

Se establece una definición jurídica de afrodescendiente , se reconocen derechos, se reconoce la importancia de la participación de la sociedad civil… Es un instrumento jurídico muy fuerte, nos falta todavía muchísima acción al respecto.

Nosotros invitamos a los Estados de las Américas a comprometerse con este decenio de la afrodescendencia. Nos falta muchísimo y tenemos muchas cosas que concretar todavía.

Quisiera también hacer un reconocimiento a algo que para mí siempre queda olvidado en los trasfondos de la Revolución Francesa y de la Revolución Americana: la primera revolución en el mundo que reconoció la igualdad de todos los hombres fue la Revolución Haitiana, fue un centro de libertad en un continente que estaba rodeado por prácticas esclavistas. Definitivamente la reivindicación empieza por allí, por ese centro de libertad creado en el medio del continente.

Muchísimas gracias