Discursos Secretario General Adjunto

CONFERENCIA SOBRE LOS MECANISMOS DE ATENCIÓN, RESPUESTA Y MANEJO DE DESASTRES EN LA OEA:

11 de mayo de 2016 - Washington, DC

Los Mecanismos Subregionales y el Sistema Interamericano
Comité Interamericano para la Reducción de los Desastres Naturales (CIARDN)


• Cuando nos referimos a los mecanismos subregionales y aquellos del sistema interamericano de atención y respuesta a situaciones de desastres, estamos hablando de aquellas reglas, protocolos y procedimientos comunes acordados entre los Estados para coordinar la solidaridad.

• La experiencia nos indica que en situaciones de emergencia los protocolos, procedimientos y reglas de funcionamiento colectivo quedan muchas veces subordinados fundamentalmente a los mecanismos de carácter bilateral entre las instancias nacionales de los Estados oferentes de ayuda y las autoridades nacionales coordinadoras del Estado afectado.

• El uso de los canales bilaterales se explican naturalmente pues constituyen la forma más rápida y directa de canalizar la ayuda y asistencia humanitaria en el marco de la urgencia post-catástrofe. Sin embargo, en muchas ocasiones nos hemos encontrado que la ausencia de una coordinación efectiva genera duplicación de esfuerzos; sobreoferta de ciertos insumos en detrimento de otros; falencias logísticas para la distribución de alimentos, agua, medicinas, así como especialistas en salud, rescatistas, etc.

• Desde la OEA estamos convencidos de la importancia de fortalecer aquellos mecanismos subregionales y los de carácter hemisférico pues el valor agregado de estos arreglos institucionales es precisamente aportar un sistema consensuado y homologado de reglas y procedimientos, una red de comunicaciones con un idioma común, y una coordinación logística en apoyo a las autoridades nacionales del país afectado, que maximicen la eficacia y eficiencia en los momentos críticos en los que la ayuda es determinante para salvar vidas, pero también en las etapas posteriores de reconstrucción.

• Para explicar nuestra concepción en términos sencillos: trabajar muchos sobre la misma cosa al mismo tiempo no es tan eficaz como hacerlo juntos, al mismo tiempo y con la misma estrategia.

• La tarea de los mecanismos subregionales y hemisféricos es por definición una tarea de anticipación. Y toda esta tarea no tiene mayor sentido si no es que sirve para esclarecer la acción en los momentos claves de las emergencias.

• Estas son las principales razones que nos han motivado a convocar esta importante conferencia. El primer objetivo es reunirnos a dialogar a partir de las lecciones aprendidas en el terreno para generar ideas e insumos que nos lleven a mejorar nuestra capacidad colectiva de gestión y respuesta a desastres y catástrofes naturales o antrópicas.

• Sobre esta materia sin duda que los mecanismos subregionales han demostrado altos niveles de coordinación, de ayuda mutua y de respuesta rápida en las regiones del Caribe, Centroamérica y el área andina suramericana. Es por eso que creemos que estos actores subregionales deben tener una silla en la mesa continental del sistema interamericano.

• El segundo objetivo de este encuentro, en mi opinión, sería avanzar en una definición más precisa de roles y funciones de los mecanismos a nivel nacional, subregional y continental. En cada nivel existen capacidades específicas, ventajas comparativas y valores agregados para contribuir a un todo sin solapamientos ni redundancias. En ese sentido, el papel de los mecanismos asociados a la OEA no tienen por objeto la ejecución operacional de la ayuda humanitaria, como muchas veces se confunde, sino la articulación consensuada de aquellos principios, reglas, metodologías y objetivos comunes que en definitiva consagren el corpus legal que regule y facilite la eficacia de la acción colectiva en la canalización de asistencia humanitaria a un país hermano afectado por una catástrofe o emergencia.

• El terremoto de Pedernales del 16 de abril próximo pasado es una nueva llamada de atención de la necesidad de aumentar la resiliencia de nuestros estados, y en particular de nuestras comunidades más vulnerables. Con cerca de 700 personas fallecidas, más de 50,000 personas con necesidad de atención médica, más de 5,000 familias y cerca de 22,000 personas en albergues, serias afectaciones en el abastecimiento de agua potable, energía eléctrica, comunicaciones, transporte, e infraestructura crítica, incluyendo escuelas y hospitales, y pérdida de medios de vida , el terremoto ha conmovido a Ecuador y al mundo entero.

Sin embargo, en la tragedia, el evento ha resultado en una nueva manifestación de solidaridad, tanto del pueblo ecuatoriano como de los Estados del hemisferio. El Gobierno de Ecuador ha registrado más de 50,000 voluntarios de diferentes instituciones del país que trabajan bajo la coordinación de mesas sectoriales, las cuales se establecieron inmediatamente después de ocurrido el terremoto bajo la estructura de los Comités de Operaciones de Emergencia, o COEs, Nacionales, Provinciales y Cantonales que coordina la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos .

Al mismo tiempo, y según el mandato que le confiere la ley, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos ha demostrado idoneidad y capacidad en el manejo del evento, sistematizando la información a nivel nacional a través de su Dirección de Monitoreo, y emitiendo Informes de Situación con datos actualizados, tanto de impacto y afectaciones, como de los trabajos de búsqueda y rescate, atención y respuesta, rehabilitación de infraestructura vital, y necesidades de asistencia.

El desempeño del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos de Ecuador, y particularmente su capacidad para evaluar e identificar necesidades de asistencia, y manejar el desastre, ha sido ejemplar, demostrando que sólo fortaleciendo las capacidades nacionales y locales para auto evaluar los daños y necesidades de asistencia y manejar sus propios desastres se logrará una asistencia internacional efectiva y eficiente, y se evitará la asistencia no deseada que resulta en emergencias aún más complejas. El modelo de gestión descentralizada e integrada a través de todos los sectores, tanto económicos y productivos, como sociales, es asimismo un modelo a seguir y ejemplar en la región.

Escucharemos luego los detalles de la experiencia del terremoto de Pedernales por parte del propio Gobierno Ecuatoriano que esperamos sirva para avanzar en recomendaciones hacia una mejor coordinación de la asistencia humanitaria internacional, y muy especialmente aquella que proviene de los Estados Miembros de la OEA y de las agencias del Sistema Interamericano.

• Pero aún con los avances en políticas de estado e institucionales, tales como las que Ecuador y otros Estados de las Américas llevan adelante, la tendencia de aumento en la recurrencia de desastres, cada vez de mayor magnitud e impactos catastróficos, con la fatiga de los sistemas nacionales de preparación y atención de desastres que resulta de los efectos acumulativos de los mismos, demandan una acción colectiva, coordinada y solidaria de los Estados de las Américas. El aumento de la oferta de asistencia humanitaria internacional, tanto de actores no tradicionales como de los propios Estados de las Américas –según así lo reconoce el diagnóstico elaborado por el Grupo de Trabajo Conjunto del Consejo Permanente y el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral, CIDI, sobre “Los Mecanismos Existentes sobre Prevención, Atención de los Desastres y Asistencia Humanitaria entre los Estados Miembros” en 2012, sólo hace esta situación más urgente.

• Poco más de una semana antes del terremoto de Pedernales, el 8 de abril próximo pasado, el Embajador Andrés González Díaz, Representante Permanente de Colombia y Presidente del CIDI, nos convocaba para revisar los instrumentos y mecanismos existentes en el Sistema Interamericano con el fin de explorar formas de mejorar la coordinación en el Sistema.

Decíamos entonces que en las Américas la población urbana se ha duplicado entre 1950 y 2010, con un 80% de la población viviendo hoy en ciudades y una tendencia creciente . Que la mayoría de los 600 millones de habitantes en Latinoamérica viven en zonas costeras o planicies de inundación; y en EEUU, casi el 40% de la población vive en zonas costeras, en una superficie menor al 10% de la superficie total continental . Estas tendencias demográficas sugieren que tendremos más personas expuestas a eventos súbitos como terremotos y maremotos, huracanes y deslizamientos, como así también erupciones volcánicas, con consecuencias cada vez más graves dados los niveles de vulnerabilidad de algunos segmentos de nuestras sociedades. Sí sumamos ahora eventos de origen climático, tales como inundaciones y sequías, cada vez más frecuentes y más intensos y extensivos, y accidentes industriales, químicos y otros de origen antrópico, la capacidad de atención y respuesta se ve seriamente comprometida, mientras que el riesgo aumenta en cada evento al aumentar la vulnerabilidad y disminuir la capacidad, incluyendo la vulnerabilidad que resulta del costo fiscal y de la pérdida de medios de vida y recursos naturales.
Decíamos además que nuestra región alberga algunos de los países más expuestos y vulnerables. En 2015, Guatemala estuvo entre los diez países donde se registraron más muertes y más personas afectadas, y los EEUU y Chile entre los diez con mayores pérdidas económicas .

• Es por ello que debemos prepararnos mejor y hacer uso pleno de los instrumentos que el Sistema Interamericano tiene a disposición en el seno de la OEA.

En el marco del Comité Interamericano para la Reducción de Desastres Naturales, instancia que tiene por fin coordinar las acciones de las agencias del Sistema Interamericano y avanzar un pensamiento estratégico común, también contamos con el Comité Interamericano de Asistencia para Situaciones de Emergencia. Me complace compartir con todos ustedes que este comité interamericano fue activado en respuesta al terremoto de Pedernales y se ha venido reuniendo para que sus miembros compartan información, a la vez que hagan un análisis crítico de las funciones y alcances del Comité a la luz de las capacidades y responsabilidades diferenciadas de los miembros del Sistema.

En ese sentido se destaca la labor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la cual opera una sala de situación permanente para monitorear las amenazas en la salud y los impactos que los desastres le ocasionan, al igual que las necesidades que resultan en emergencias complejas para ese sector. Según la decisión del Comité Interamericano para la Reducción de los Desastres Naturales que consta en la ayuda memoria de la última reunión del 25 de noviembre de 2014, dentro del Sistema Interamericano es la OPS la responsable del Sub-comité de Preparativos y Respuesta de Desastres y Asistencia Humanitaria.

• El Sistema Interamericano cuenta con instrumentos y mecanismos diseñados específicamente para facilitar una acción colectiva, coordinada y solidaria en caso de desastres. El Plan Interamericano para la Prevención, la Atención de los Desastres y la Coordinación de la Asistencia Humanitaria, adoptado por la Asamblea General en 2012, como resultado de un proceso de construcción de consenso de más de dos años que contó con la participación de más de 35 expertos de los Estados Miembro, establece las bases para la cooperación multilateral en el hemisferio en cuestión de gestión de riesgo de desastres, y muy, particularmente, llama a la colaboración inter-institucional entre la OEA y los organismos intergubernamentales subregionales especializados, tales como el Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres Naturales en América Central, CEPREDENAC; la Agencia Caribeña de Manejo de Emergencias de Desastres o Caribbean Disaster Emergency Management Agency, CDEMA; la Asociación de Estados del Caribe; y el Comité Andino para la Prevención y Atención de Desastre, CAPRADE.

• En ocasión de la sesión del CIDI del 8 de abril próximo pasado, nuestro Secretario General exhortaba a los Estados Miembros que aún no hubieran ratificado la Convención Interamericana para Facilitar la Asistencia en caso de Desastres, a que lo hicieran; y a los Estados Observadores, a que se adhirieran a la misma. Hoy los exhorto en su nombre, destacando que la Convención es el único instrumento regional legalmente vinculante en materia de desastres y asistencia humanitaria, y que hoy más que nunca representa el mecanismo idóneo para avanzar una acción colectiva, coordinada y solidaria en las Américas.

• Desde su adopción en 1991, las subregiones de las Américas han desarrollado una serie de instrumentos, manuales y protocolos que de incorporarse a la Convención Interamericana extenderían su alcance al resto del hemisferio y el mundo, a la vez que atenderían las características y condiciones específicas de cada subregión.
En América Central, por ejemplo, los Estados Miembros cuentan con un Plan Regional de Desastres y un Mecanismo Regional de Ayuda Mutua ante Desastres que establecen procedimientos de coordinación, encargando a las cancillerías la gestión de la llegada y distribución de la asistencia, y estableciendo Centros Coordinadores de Asistencia Humanitaria, como parte de los Centros de Operaciones de Emergencias, COEs, como responsables de la administración de la asistencia humanitaria nacional e internacional. Y aunque cada cancillería tiene su propio manual de cooperación, los procedimientos se basan en el Mecanismo de Cooperación Coordinada para la Respuesta ante Desastres del Mecanismo Regional de Ayuda Mutua, lo cual permite trabajar sobre la base de un lenguaje común y procedimientos homólogos.

En la Comunidad Andina, CAPRADE adoptó un manual que informa y coordina la asistencia humanitaria. Igual que en el caso de América Central, son las cancillerías las responsables de la aplicación de los manuales, en coordinación con los Sistemas Nacionales de Gestión de Riesgos, como es el caso de Ecuador.

Y en el Caribe, tanto CDEMA como la AEC ofrecen un espacio para coordinar la asistencia humanitaria en la región. Dada la particular vulnerabilidad de los Estados Insulares del Caribe, la ratificación de la Convención Interamericana podría resultar en beneficios adicionales al usar un texto homologado que permita incorporar procedimientos particulares, tales como el de la designación de la Autoridad Nacional de Coordinación cuando la misma no está en condiciones de asumir las funciones, y entonces los Estados Miembros de CARICOM podrían designar un alterno mientras que se restituye el control y comando institucional en el Estado afectado.

• Nuestra Secretaría General, a través de la Secretaría Ejecutiva para el Desarrollo Integral, SEDI, se propone además establecer una Red de Sistemas de Voluntariado con base en el programa OEA – Cascos Blancos que SEDI y la Comisión Cascos Blancos de Argentina llevan adelante. Y nos proponemos explorar la posibilidad de reestructurar el Fondo Interamericano de Asistencia para Situaciones de Emergencia, conocido como FONDEM, de manera que pueda efectivamente financiar el despliegue de voluntarios de los Sistemas Nacionales, según las capacidades diferenciadas de cada uno. Y con ese fin, invitamos al Banco Interamericano de Desarrollo, como miembro del Comité Interamericano para la Reducción de los Desastres Naturales, a que asista en esta tarea.

• Y mientras que avanzamos en una coordinación más eficiente de la atención y respuesta de desastres, y asistencia humanitaria, no perdemos de vista la necesidad de atender las causas raíces de los desastres, y avanzar en la reducción de la vulnerabilidad y el aumento de la resiliencia, en especial, de los segmentos más vulnerables y marginados de nuestra sociedad. Por eso, tal como anunciáramos semanas atrás, nuestra Secretaría General se enfoca en atender las pre-condiciones de vulnerabilidad que yacen en las construcciones sociales y estructuras de gobierno, potenciando el trabajo de todas las secretarías, oficinas, órganos y dependencias de la Secretaría General.

El 25 de abril próximo pasado, nuestro Secretario General firmó una orden ejecutiva, la 16-04, para profundizar la política institucional de la Secretaría General para integrar de forma transversal la Gestión de Riesgo de Desastres. Nuestra Organización, más que ninguna otra en el hemisferio, trabaja en el fortalecimiento de las instituciones democráticas como base fundamental de la buena gobernabilidad para la reducción del riesgo; y en el avance de más derechos para más gente, eliminando inequidades que ponen en condiciones de mayor vulnerabilidad a algunos segmentos de nuestra sociedad, tales como mujeres y niñas, ancianos, personas con discapacidades, e indígenas, entre otros. Sólo aumentando la capacidad de gobierno, con la participación activa de toda la ciudadanía en ejercicio pleno de la democracia, eliminando inequidades y otorgando derechos a todas y a todos por igual, podremos construir sociedades más resilientes, y la OEA representa la instancia idónea por excelencia en esta materia.

En las próximas semanas, comenzaremos un programa de capacitación y de internalización de esta política en cada secretaría, oficina, órgano y dependencia de la Secretaría General, a cargo de SEDI y su Departamento de Desarrollo Sostenible, en coordinación y colaboración con el Departamento de Planificación y Evaluación.

• Por último, confío en que esta conferencia arroje recomendaciones para mejorar la coordinación inter-institucional del Sistema Interamericano y entre los Estados. En ese sentido, me permito proponer algunas acciones inmediatas:

• 1. Que los Estados informen a esta Secretaría General sobre la designación de la Autoridad Nacional de Coordinación responsable por la aceptación, solicitud y ofrecimiento de ayuda. Esta información será publicada en el sitio Web de SEDI y de la Red Interamericana de Mitigación de Desastres para que los Estados hagan uso de ella;

• 2. Que el BID inicie, en coordinación con nuestra SEDI, una evaluación del FONDEM y analice alternativas para su restructuración con vistas a establecer un mecanismo financiero viable para apoyar las operaciones de los Sistemas Nacionales de Voluntariado en el hemisferio, en el marco de la Iniciativa Cascos Blancos y la Red Hemisférica de Sistemas de Voluntariado que se propone; y

• 3. Que se convoque una reunión del Comité Interamericano para la Reducción de los Desastres Naturales, invitando a los organismos intergubernamentales subregionales especializados, incorporándolos como miembros plenos del Comité, y proponiendo una revisión de los estatutos que permita una descentralización de las tareas del Comité en las subregiones.

• Les agradezco su atención y les deseo el mayor de los éxitos en las discusiones que mantendrán en los distintos paneles en esta conferencia.