Contexto


Discurso del Secretario General de la OEA en la Inauguración VII Cumbre de las Américas

  10 de abril de 2015

Agradezco al Presidente de la República de Panamá, a su gobierno y al querido pueblo panameño por su hospitalidad y por la excelente organización de esta Cumbre.

Le agradezco sobre todo, Presidente Juan Carlos Varela, por haber sido quien, como lo hizo casi dos siglos el Libertador Simón Bolívar, dio el paso definitivo para que todos estemos aquí. Por eso, esta Cumbre de Panamá, sede del Congreso Anfictiónico, tiene un contenido tan especial. Es la primera vez en la historia de América que se reúnen en torno a la misma mesa los Jefes de Estado y de Gobierno de las 35 naciones independientes de nuestro Hemisferio. Debo manifestar, a nombre de todas las instituciones del Sistema Interamericano y del Grupo de Trabajo Conjunto de Cumbres, todos presentes aquí sus dirigentes, nuestra alegría por este momento histórico que vivimos hoy.

Realizamos esta Cumbre cuando se encuentran en pleno desarrollo eventos de gran trascendencia, que cuentan con el pleno respaldo de todos los estados de América: la negociación de la paz en Colombia, las conversaciones entre Cuba y Estados Unidos para reanudar sus relaciones diplomáticas y luego –esperamos- normalizar plenamente los vínculos entre ellos, el proceso electoral que se inicia en Haití para que concluya este año con una democracia legitimada y estable, los acuerdos suscritos entre Belice y Guatemala en Diciembre pasado para avanzar hacia la superación de su diferendo territorial, todos eventos que nos muestran una vez más que el diálogo es el mejor camino para resolver diferencias internas y externas.

Tenemos un compromiso con la paz. Hace casi un siglo que las naciones de América no se hacen la guerra entre ellas, eso más que ningún otro continente. Tenemos, en cambio, una Zona Libre de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe y uno compromiso de que esa misma Zona avance hacia ser una Zona de Paz. Estos son logros que debemos cuidar. Nuestra región puede tener muchos problemas y aún no pocas divergencias. Pero coincidimos todos en que ellos nunca deben resolverse por la vía del conflicto.

Nuestro hemisferio ha tenido cambios sustantivos en los últimos años, que hacen imposible sostener las políticas del pasado. En este Siglo XXI el Sistema Interamericano solo puede funcionar como un sistema inclusivo, formado por países soberanos, diversos y legitimados por la democracia, que actúan sobre una misma agenda hemisférica, en plena igualdad.

A veces, en la vida real, nuestros compromisos simultáneos de respeto a la igualdad soberana, plena inclusión y respeto de la democracia y los derechos humanos nos plantean dilemas difíciles de resolver. Pero la intervención, la exclusión, la represión política y la confrontación no son aceptables ya en las relaciones interamericanas. El camino para avanzar hacia la plena democracia en nuestros países soberanos está en el diálogo, el respeto a la libertad, la inclusión y la cooperación.

La agenda que nos ha proporcionado esta vez el Gobierno de Panamá nos señala un amplio espacio para esa cooperación. Centrada en el gran tema de la prosperidad con equidad, nos permite revisar algunos de los principales asuntos pendientes en nuestro hemisferio en lo económico, lo político y lo social.

Los pueblos de América esperan de nuestros gobiernos el cumplimiento de compromisos de paz, crecimiento económico, creación de empleos decentes, servicios públicos adecuados, seguridad y mejor distribución de la riqueza. Este continente ha crecido de manera importante en la última década, ha conseguido superar la recesión global, aunque las tasas de crecimiento no sean hoy las que buscamos. La aplicación de políticas sociales adecuadas han permitido sacar de la pobreza a más de 70 millones de habitantes. La democracia se practica en nuestra región más que nunca antes en su historia.

Pero tenemos aún muchos problemas pendientes, en materia de crecimiento, equidad, seguridad y gobernabilidad democrática. América no es un continente pobre, pero aún es pobre uno de cada cuatro de sus ciudadanos y la mitad de los americanos presenta ingresos insuficientes y vulnerabilidades incompatibles con la democracia. Aún tenemos deficiencias en nuestra infraestructura, en nuestra educación, en nuestra salud, en nuestra competitividad, en nuestra gestión energética. Nuestra producción agrícola es superavitaria, pero tenemos aún muchos americanos en condiciones de desnutrición. La corrupción sigue siendo una amenaza para nuestras democracias y las cifras de violencia criminal son inaceptables en algunos de nuestros países; el narcotráfico, el lavado de dinero, la proliferación de armas, la trata de personas, generan sensaciones crecientes de inseguridad en nuestras sociedades.

Aún es insuficiente el cumplimiento de los preceptos de nuestra Carta Democrática Interamericana y de nuestros compromisos en materia de derechos humanos, libertad de expresión, igualdad de género y no discriminación.

Desde luego, existen en muchas de estas áreas progresos importantes que debemos reconocer. Pero en el ambiente que hoy se vive en la región, las demandas se hacen cada vez más precisas y urgentes. Los ciudadanos y ciudadanas de América perciben nuestros progresos, pero también sus carencias y vulnerabilidades y esperan de sus gobiernos, no el cielo en un día, pero si avances concretos y tangibles.

El trabajo preparatorio de esta Cumbre no se ha centrado en nuevas definiciones, sino en la búsqueda de soluciones concretas para problemas conocidos. Los Compromisos Para la Acción elaborados por nuestro Grupo de Trabajo de Cumbres, que el Gobierno de Panamá está entregando a los Países

Miembros y a los organismos del Sistema Interamericano, constituyen herramientas de trabajo útiles para orientar a nuestros organismos y países en compromisos concretos, realistas y verificables. El diálogo de los Jefes de Estado y Gobierno puede basarse en este sólido trabajo que sus representantes han concordado en los últimos meses, así como en los importantes aportes que surgen de las Cumbres Empresarial, de la Sociedad Civil, de los Jóvenes, de los Rectores de Universidades, de las Mujeres y Sindical, llevadas a cabo en estos días, en el marco de esta Cumbre.

Sres. y Sras. Presidentes, Sras. y Sres. Primeros Ministros, Sres. Sras. Cancilleres y Embajadores.

Dentro de pocas semanas dejaré mi cargo como Secretario General de la Organización de Estados Americanos. El doctor Luis Almagro, recientemente elegido por la Asamblea, nos acompaña en esta ocasión y le deseo el mayor de los éxitos en su gestión. Quiero agradecer a todos ustedes por la confianza y apoyo que me han brindado a través de esta década, no exenta de dificultades, pero creo más llena de realizaciones y promesas para las naciones de América.

Quisiera haber tenido la oportunidad de visitar a cada uno de ustedes personalmente. No pudiendo hacerlo, nada mejor que esta gran cita de las Américas para manifestarles mi respeto, aprecio y reconocimiento y desearles a todos y todas y a los pueblos que representan un futuro de paz, democracia, libertad y justicia.

Que Dios los bendiga, muchas gracias.

Referencia: D-008/15