Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA CUMBRE HEMISFERICA SOBRE DESARROLLO SOSTENIBLE

7 de diciembre de 1996 - Santa Cruz de la Sierra, Bolivia


No puedo menos que comenzar estas palabras expresando mis congratulaciones al Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, a cuya constancia y clarividencia debemos el que en esta mañana estén aquí los presidentes, primeros ministros, y delegados especiales de los países de América, así como los representantes de diversas instituciones, para manifestarnos sobre un tema difícil y complejo: el desarrollo sostenible en el continente. El camino que ha debido recorrerse para llegar hasta los acuerdos que se han obtenido, ha hecho necesario un intenso ejercicio de concertación entre las naciones del hemisferio, aquí representadas. El resultado fue un trabajo que contiene elementos constitutivos comunes, al igual que las estrategias, políticas e instrumentos para hacerlo operante en las naciones de las Américas.

Es cierto que en la Cumbre de la Tierra que se celebró en Río de Janeiro en 1992, la casi totalidad de los Jefes de Estado del planeta consagraron el desarrollo sostenible como la meta hacia la cual se deben dirigir en forma colectiva y solidaria los países del orbe. No obstante, en los años siguientes se ha demostrado los difícil que es convertir los propósitos de ese momento en una realidad. La ruta compleja y difícil que nos ha traído a Santa Cruz de la Sierra, así lo comprueba.

No existe ninguna nación del hemisferio que pueda afirmar que ya se encuentra en la senda del desarrollo sostenible, aún frente a experiencias tan interesantes como la Alianza Centroamericana que ha representado un enorme esfuerzo pedagógico y un significativo paso adelante para mejorar la calidad de las decisiones públicas y privadas. En general hasta hoy la mayoría de los países sólo cuentan con experiencias sectoriales encaminadas en esa ruta. Y tal vez lo que indica cuan difícil es nuestra tarea reside en la dificultad de introducir la sostenibilidad en los modelos de desarrollo actuales, en un mundo en el cual la ciencia económica tiene tanta importancia en la conducción de nuestras sociedades.

En estos tiempos, se ha demostrado que hay apreciables diferencias sobre el tema, que aún dividen a la sociedad. La concepción misma del desarrollo sostenible tiene un inconfundible sesgo ambientalista para buena parte de la opinión pública, para muchos de los responsables de la dirección del estado y para mas de un líder del sector privado. Pero del lado opuesto y de manera más preocupante, no faltan hoy ciudadanos, funcionarios públicos y empresas que bajo el lema del desarrollo sostenible, incurren en atropellos contra la naturaleza y el medio ambiente.

Por eso es tan significativo que los gobiernos hayan respondido de manera positiva a la convocatoria del Presidente Sánchez y del gobierno y el pueblo bolivianos, para estudiar un tema tan complejo, evasivo y problemático. Un análisis simple de las circunstancias actuales de nuestros países indica que los modelos de desarrollo imperantes, con sus patrones de producción y consumo, no son ambientalmente viables. Sabemos con certidumbre que si insistimos en las formas presentes de uso de los recursos naturales renovables y del medio ambiente, en último término estamos atentando contra la fábrica misma de nuestra existencia

A lo largo de este año y medio de deliberaciones nos hemos apoyado en tres pilares principales: la Cumbre de la Tierra en Río, la Conferencia Mundial sobre el desarrollo sostenible de los Estados Insulares en vía de desarrollo, en Barbados, y la Cumbre de las Américas, en Miami, en 1994. Con base en los compromisos que tomamos en esas tres reuniones hemos dado un gran paso adelante. Nuestra región es la primera en el mundo que realiza una Cumbre Presidencial sobre Desarrollo Sostenible, como seguimiento a la Conferencia de Río y para abordar la puesta en marcha de algunos temas consignados en la llamada Agenda 21 y en el programa de desarrollo sostenible de Barbados. Es necesario tener claro, sin embargo, que el presente es un elemento muy importante en este proceso, pero que la labor que los países tienen ante sí, apenas está comenzando. Todavía nos queda por recorrer un largo camino pero hemos comenzado a convertir sus propósitos, principios y criterios en políticas, acciones y programas específicos.

Dentro ese esfuerzo común, los países han trabajado sobre los conceptos y propuestas relativos al medio ambiente y al desarrollo, contenidos dentro de la Declaración de Miami y su Plan de Acción. Se han ampliado esos conceptos y agregado a la agenda regional muchas áreas de acción nuevas. Hasta cierto punto, se ha logrado construir un puente sobre las bases de las Cumbre de Río, Barbados y Miami. Gracias a ello los países de las Américas se encuentran mejor equipados de cara al próximo milenio para enfrentar los enormes retos que este presenta.

Como ya lo he dicho la negociación de los acuerdos no sido tarea fácil. No solamente por las dificultades inherentes con la concepción del desarrollo sostenible y sus formas de hacerlo operante, sino también con aquellas que se derivan de la diversidad misma de los países de nuestro Continente. Debemos tener presente que en las Américas se ubica desde la sociedad que consume la mayor proporción de recursos por habitante en el mundo, hasta países donde buena parte de sus pobladores se debaten entre la pobreza absoluta y la desesperanza. Son realidades tan diversas y complejas que con frecuencia hacen que sea especialmente difícil encontrar unas bases comunes para el entendimiento.

Pero al mismo tiempo debemos reconocer que en los preparativos de la Cumbre de Bolivia, nuestros países han venido trabajando con creatividad e imaginación en la búsqueda de nuevas formas de acción colectiva y de cooperación hemisférica. Cuatro años después de la Conferencia de Río hemos avanzado en forma sustantiva en nuestra aceptación de los principios y criterios acordados sobre el desarrollo sostenible, aunque también hay que advertir que hemos fallado en términos del cumplimiento de los compromisos allí adquiridos y en la definición de algunas políticas e instrumentos para alcanzarlos.

La solidaridad de los países desarrollados que debía expresarse en provisión de recursos nuevos y adicionales y en la transferencia de tecnologías en términos concesionales y preferenciales, no se ha concretado. En contraste muchos de los países latinoamericanos y caribeños han adelantado esfuerzos dirigidos a poner en marcha buena parte de los acuerdos de la Cumbre de la Tierra.

A partir de ese reconocimiento, en la Cumbre de Santa Cruz estamos buscando impulsar la concreción de las obligaciones programáticas que nos impusimos en la Declaración de Río y su expresión en la llamada Agenda 21. No obstante, es bueno señalar que en la Cumbre de Bolivia los países no se han propuesto enfrentar todos y cada uno de los temas que se trataron en Río, Barbados o Miami.

Al leer la Declaración y el Plan de Acción uno no puede evitar impresionarse por el énfasis que se le da al intercambio de información y experiencias entre los países de la región. Prácticamente cada sección del Plan de Acción contiene una propuesta específica para que se continúe con el diálogo interamericano sobre el desarrollo sostenible y para que se establezca una red electrónica para facilitarlo. El proceso conducente a esta Cumbre nos ha ayudado a darnos cuenta de la necesidad crítica de intensificar el intercambio de información y experiencias, y lo relativamente fácil que esto se puede lograr en esta era moderna de la información.

La Organización de Estados Americanos se siente orgullosa de haber contribuido a facilitar el diálogo que condujo a que se realizara esta reunión de presidentes. Apoyamos las reuniones del Grupo de Trabajo sobre la Cumbre de Bolivia, las de Expertos y la de plenipotenciarios, que elaboraron la propuesta de Declaración y el Plan de Acción, que estarán a la consideración de los señores mandatarios. En este esfuerzo tuvimos la inmensa suerte de contar con el liderazgo del Canciller Antonio Aranibar Quiroga, del Viceministro Aparicio, de Fernando Romero y del Embajador Carlos Casap, quienes con una dedicación admirable fueron fundamentales en este proceso. Todo lo hecho ha permitido comprobar una vez más que la OEA es el foro político por excelencia en el continente y que ha adaptado sus prioridades a las nuevas realidades del hemisferio. En la concreción de este trabajo hay que reconocer también el aporte de entidades como el Banco Mundial, el BID, la OPS, el PNUD, el PNMA, la CAF y otros, en una Comisión Técnica encargada por el gobierno de Bolivia de preparar la documentación técnica básica para la Cumbre.

Al reflexionar un poco sobre el proceso que nos condujo aquí, quisiera hacer así mismo un reconocimiento especial al papel que ha jugado la sociedad civil para apoyar y alimentar el diálogo. Sin duda, fueron inmensas y muy valiosas las contribuciones positivas de los organismos no gubernamentales a la Reunión Especial del Grupo de Trabajo de la OEA sobre la Preparación para la Cumbre de Bolivia que se realizó en nuestra sede el pasado mes de julio.

La OEA se complace en que le haya sido delegada la responsabilidad de formular una Estrategia Interamericana para la Promoción de la Participación Pública tendiente a promover el intercambio de experiencias e información entre los gobiernos y la sociedad civil, con respecto a la formulación y ejecución de políticas y programas de desarrollo sostenible.

Al aproximarnos al final de este largo camino a Santa Cruz, tenemos derecho a sentirnos satisfechos con el progreso que hemos logrado al comprender y ponernos de acuerdo en algunos elementos claves para el desarrollo sostenible en las Américas. Y podemos sentirnos alentados por el espíritu de consenso y por el entusiasmo, que existe para que continúe el diálogo interamericano sobre desarrollo sostenible.

Pero debemos estar conscientes de que, a no ser que convirtamos rápidamente las buenas intenciones en acciones concretas, esta Cumbre no será vista con buenos ojos por aquellos que nos siguen. El Plan de Acción en particular, si bien contiene propósitos importantes y concretos, no ha avanzado suficientemente en la asignación de responsabilidades de ejecución a organismos internacionales para apoyar a los gobiernos en la ejecución de los mandatos, especialmente en aquellas áreas que suponen acción colectiva por parte de los estados miembros.

Esta tarea la vamos a iniciar con la reunión de seguimiento que se ha programado y la deberemos continuar a la brevedad posible al convocar reuniones interagenciales coordinadas por la OEA, bajo la autoridad del Comité Interamericano de Desarrollo Sostenible. En tal sentido, esperamos que se nos den mandatos tan precisos como sea posible. Los queremos así para estar en capacidad de desarrollar las tareas de coordinación y seguimiento en términos de los resultados que se busquen y para que los gobiernos estén en capacidad de evaluar nuestro desempeño.

Además un mandato claro nos permitirá hacer los arreglos institucionales que sean pertinentes y las asignaciones presupuestarias requeridas. Es evidente que en el proceso de seguimiento, la Comisión Interamericana de Desarrollo Sostenible de la Organización debe jugar un papel crítico y que la Secretaría debe aportar toda la capacidad técnica disponible en el desarrollo de las tareas que los gobiernos nos asignen.

Es la esperanza de todos que con el vigoroso impulso que esta Cumbre da para la afirmación de los principios y la definición de acciones en pos del desarrollo sostenible, podamos hacer posible que el ejercicio de los derechos por los americanos de hoy no se haga con menoscabo de los derechos de las futuras generaciones que vivan en este Continente.

Señor Presidente Sánchez de Losada, distinguidos mandatarios y jefes de delegación, señoras y señores:

Ha pasado ya más de medio milenio desde que la vieja Europa se estremeciera con la noticia de que más allá de los mares conocidos, había un tierra pródiga y generosa, en la cual un navegante genovés tildado de loco colocó las banderas de Aragón y de Castilla.

El nuevo continente resultó ser todo lo que las más febriles imaginaciones llegaron a pensar. Fueron muchas las arcas y los cofres que se llenaron de todas la riquezas. Fueron muchas las gentes de todas las naciones que llegaron con una semilla de esperanza, para sembrarla en la tierra americana.

Sin embargo, con el paso del tiempo, quedó claro que ni siquiera esta tierra prometida tenía consigo suficiente para satisfacer el apetito voraz de tantos sueños reunidos. Las flores y la fauna, el agua y los bosques, empezaron a desaparecer del Jardín del Edén del planeta.

Pero hoy, por fin, al cabo de esta alocada carrera de 500 años, la tierra herida recibe otra semilla. Hoy, con esta reunión en Santa Cruz de la Sierra, los países de la región están regando con mano decidida una planta que apenas ha nacido. Es la promesa a las generaciones venideras de que en las postrimerías del siglo XX, los gobernantes de América decidieron darle una segunda oportunidad a la tierra, para empezar a devolver parte de lo ya recogido y proteger lo que queda en el suelo, para que el progreso futuro tenga un sitio donde pueda crecer y echar raíces.

Muchas Gracias.