Discursos

PRESIDENTE DE COLOMBIA, ALVARO URIBE VÉLEZ
AL FIRMAR CON LA OEA, EL ACUERDO MARCO DE COOPERACIÓN Y ASISTENCIA PARA LA ERRADICACIÓN DE MINAS ANTIPERSONALES

5 de marzo de 2003 - Bogotá


“Ayer, tres jóvenes soldados de la patria, Emilio Cudris Castillo, Pedro Antonio Reyes y Fabio Castañeda, adelantaban un operativo para rescatar a un conciudadano de las garras del secuestro. Murieron destrozados por minas antipersonales sembradas por los secuestradores. Anteayer, el joven teniente Elver Rodríguez perdió sus miembros inferiores. Se debate entre la vida y la muerte y además perdió uno de sus ojos. El cabo Camilo Daza sufrió quemaduras en el rostro. Los soldados Héctor Fabio Vallejo y Bonis López Jiménez se recuperan de heridas con esquirlas de minas antipersonales.

Esa es la realidad y la tragedia del mal llamado conflicto colombiano: unos grupos armados que financian sus actividades criminales con el secuestro y el tráfico de drogas, se atrincheran detrás de la peor expresión de la cobardía, los campos minados y el terror de las bombas.

Las minas antipersonales son una tragedia para Colombia: en el año 2001 hubo 201 víctimas. El 21 por ciento murió en el lugar de los hechos, el 64 por ciento de los heridos o muertos pertenecía a la Fuerza Pública, el 26 por ciento eran civiles, de ellos el 19 por ciento menores de edad. Los sobrevivientes presentaron pérdida de piernas, brazos, genitales.

Las minas son sembradas indiscriminadamente, con el propósito de hostigar a la Fuerza Pública y aterrorizar y desmoralizar a la población. Las zonas minadas no son señalizadas ni cartografiadas y muchas ponen en riesgo a niños de escuelas rurales y a campesinos que utilizan caminos secundarios para sus actividades cotidianas.

La humanidad dio un paso decisivo en Ottawa cuando determinó la prohibición definitiva de las Minas Antipersonales. El Tratado, firmado por más de 120 países el 3 de diciembre de 1997, exige no almacenar, exportar, fabricar y utilizarlas. Fijó como fecha máxima el año 2002 para la destrucción, por parte de los Estados firmantes, de todo el arsenal bélico de este tipo.

Colombia ha cumplido fielmente las obligaciones y el cronograma del Tratado. Las Fuerzas Militares suspendieron la fabricación y uso de esa arma ilegítima y repudiable para la conciencia universal. Sólo se conservarán las minas necesarias para el estudio y formación de aquellos técnicos que, valerosamente, ponen en juego su vida para garantizar que los niños de Colombia puedan caminar y jugar en paz.
La criminalidad organizada es insensible al dolor de los ciudadanos. Contrario a la tendencia universal expresada en el Tratado de Ottawa, sigue sembrando nuestros campos con esos artefactos crueles y cobardes. Centenares de niños, jóvenes soldados, campesinos laboriosos, resultan mutilados irreparablemente por el odio convertido en dinamita traicionera.

Cuánto nos duele oír el llanto de dolor y ver las miradas sin esperanza de aquellos que por la infamia fueron desmembrados y privados para siempre de la alegría de practicar sus deportes, de correr con los brazos abiertos a abrazar a la madre que los espera, de mirar con ojos iluminados el verde de los campos de Colombia.

Quienes, contra la conciencia universal, siguen sembrando las minas terroristas, prolongan la violencia en el tiempo. Además de su alevosía y crueldad, las minas antipersonales prologan en el tiempo los efectos mortíferos y el sufrimiento de los pueblos. Decenios después de finalizada la contienda, campesinos y niños siguen siendo sus víctimas, pues la ubicación y desactivación de los diabólicos artefactos es tarea no sólo difícil sino altamente riesgosa y muchas veces incierta en el éxito.

El Acuerdo Marco de Cooperación y Asistencia que firmamos hoy con la Organización de Estados Americanos es expresión del compromiso solemne del Gobierno y el pueblo colombiano con las normas jurídicas internacionales que regulan los enfrentamientos.

Quisiéramos cumplir la meta de destrucción de todas las minas en el plazo de diez años fijado por el Tratado. Dependerá ello, necesariamente, de la efectividad y cumplimiento de nuestra política de Seguridad Democrática. Si el Gobierno y la Fuerza Pública, con la estrecha y decidida cooperación de los ciudadanos, derrotamos el crimen, evitaremos que se sigan sembrando las minas y seremos eficaces en la destrucción de las que ya están instaladas y que constituyen un peligro latente para millones de colombianos.

El Gobierno de Colombia aplaude y agradece el trabajo decidido de las numerosas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y personalidades públicas que efectúan intensas campañas para lograr la proscripción de las minas. Al Gobierno Suizo, a la Campaña Internacional contra las Minas Antipersonales, fundada por la señora Jody Williams, organización reconocida con el Premio Nobel de Paz en 1997, al Centro Internacional de Ginebra para el Desminado Humanitario, a la Organización Internacional de Migraciones, al Observatorio de Minas del Comité Internacional de la Cruz Roja y a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

La firma de este Convenio, entre la Organización de Estados Americanos, orientada por el ilustre ex presidente de Colombia doctor César Gaviria Trujillo, es un premio al esfuerzo de todos los hombres y mujeres que vibran con la defensa de los derechos de la humanidad. La lucha contra las minas antipersonales es un paso más en el combate mundial al terrorismo. Cuando se tolera el terrorismo, se enquista en la sociedad. El terrorismo tiene altibajos estratégicos, estratégicos repito, pero nunca desaparece. La decisión que tiene que tomar Colombia, acompañada por la comunidad internacional, es una, solo una: derrotar el terrorismo.
¿Quién quiere negociar con el terrorismo? Quien toma la decisión de albergar el terrorismo, termina de víctima del terrorismo. Lo repito al oído de todos mis compatriotas, fraternamente al oído de la comunidad internacional: cuando se le da albergue a un terrorista, cuando se le dan espacios de apaciguamiento al terrorismo, se termina de víctima del terrorismo. Frente al terrorismo no hay sino un camino: derrotarlo, mientras más temprano menos grave.

Al terrorismo no se le puede contemplar. A la arrogancia, a la ceguera del terrorismo no se le puede tener consideración. El mundo no puede venir a Colombia a pedirnos consideraciones con el terrorismo. Toda discusión para excusar acciones drásticas contra el terrorismo es leguleyismo que favorece al terrorismo.

Necesitamos todo el compromiso fáctico, más allá de las palabras del mundo democrático para ayudarnos a derrotar el terrorismo. Necesitamos permanentemente las Naciones Unidas, la OEA, los países amigos en su tarea de ayudarnos a derrotar el terrorismo.

Este Acuerdo Marco que hoy firmamos con la OEA es un buen paso en esa dirección, porque necesitamos la tecnología de los países democráticos, sus recursos técnicos y financieros, sus sistemas de transporte, para que ayuden a nuestra Fuerza Pública y a nuestra Fiscalía a derrotar los terroristas. El mundo tiene que reaccionar, lo está haciendo. Esta tragedia colombiana de los campos sembrados con minas asesinas, no es simplemente una noticia. La comunidad internacional con actos como el de hoy, está tomando decisiones de verdad para ayudar a Colombia.

Las últimas acciones de apoyo a Colombia por parte de los grandes foros universales y regionales, muestran que hay todo el propósito de no ser condescendientes con el terrorismo. Aquellos que en algún momento creyeron que el terrorismo colombiano era una expresión política para favorecer a los pobres están ya convenciéndose que la verdad hay una separación profunda entre un discurso social y una acción destructora de lo social.

Nada más grave para los pobres de Colombia que el imperio del terrorismo en los campos y ciudades de Colombia.
El mundo necesita que derrotemos el terrorismo, que lo derrotemos en Colombia y necesitamos una permanente determinación de todos ustedes. El mundo que ha ayudado a financiar a los terroristas con el negocio de la droga, el mundo que les ha guardado su dinero en los bancos internacionales, ese mundo ha cambiado y se está poniendo del lado de las autoridades y del pueblo de Colombia para derrotar el terrorismo.

Tenemos que mostrar hechos, cuentas de terroristas embargadas, terroristas de más renombre y de menos renombre capturados. Para derrotar el terrorismo no hay soberanía de naciones, sino soberanía democrática. La lucha es la soberanía de los estados y de las naciones democráticas contra la soberanía del terrorismo, la lucha es de todos contra el terrorismo.

No incurramos en el error de alegar cuestiones de soberanía con los viejos conceptos de nación para crearle caminos al terrorismo. El terrorismo es el gran destructor de la soberanía y por eso hay que oponerle la soberanía de la comunidad internacional democrática.

A esta hora la señora Ministra de la Defensa y los Altos Mandos Militares y de Policía instalan en muchas ciudades de Colombia los primeros soldados campesinos, un paso en la política de Seguridad Democrática para reestablecer el orden y a esta hora aquí en la sede de la Vicepresidencia asistimos a este acuerdo.

¿Qué significa esta coincidencia? Que la política de Seguridad Democrática va para adelante pero soportada en los derechos humanos. Colombia para derrotar el terrorismo seguramente va a tener que librar esta lucha durante años. Para hacerla sostenible necesita del permanente respaldo del pueblo y para que el pueblo la respalde permanentemente esta lucha tiene que ser eficaz, tiene que mostrar con los hechos que es para proteger a todos los ciudadanos y tiene que soportarse en los derechos humanos.

Quiero agradecer inmensamente a la Organización de Estados Americanos su esfuerzo. Cómo es de útil para Colombia la comprensión del ex Presidente Gaviria de nuestra problemática y su decisión irrestricta de ayudarnos. Cómo es de útil para Colombia ese consenso que se ha logrado en la OEA para calificar los hechos violentos de Colombia, de manera simple y llana, como hechos terroristas. Cómo es de útil para Colombia que el señor Vicepresidente Santos esté al frente de la tarea para que este país le diga al mundo que hay tanta firmeza para derrotar el terrorismo como tanto compromiso para enseñorear en el territorio de la Patria el imperio de los Derechos Humanos.

A todos, muchas gracias”.