Discursos

ALEJANDRO MIRÓ QUESADA C.
LA PRENSA ESCRITA Y EL BUEN GOBIERNO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, PRESENTACIÓN ANTE LA OEA, PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD INTERAMERICANA DE PRENSA (SIP)

28 de junio de 2005 - Washington, DC


I. La prensa escrita está aquí para quedarse

Sucedió durante una reunión del IPI en Ginebra a principios de los 60: Un joven ‘yupi’, flamante presidente de la NBC, se paró en silencio delante de la más selecta audiencia de directores de diarios del planeta. Alargó el brazo y apuntando insolentemente a la desconcertada audiencia recorrió la sala de lado a lado. Luego, sin dejar de apuntar a los periodistas, rompió el silencio y con todo desparpajo sentenció: “Because all of you are going to dissappear” (porque todos ustedes van a desaparecer).

Mi padre, a la sazón director de El Comercio, recuerda aún el desconcierto y hasta indignación de la mayor parte de los presentes. Fue uno de los panelistas, Hubert Beuve-Mery, director de “Le Monde”, quien, sabiamente, rebatió su tesis. Le señaló que su profecía dejaba de lado que cada medio cuenta con su propio espacio: “la radio informa, la televisión muestra y la prensa explica”.

Ha transcurrido casi medio siglo y la vigencia de la prensa escrita, especialmente como medio de referencia, evidentemente no ha desaparecido ni creo que desaparezca en algún futuro previsible. Y es que la perennidad del texto escrito le da una solidez al mensaje superior al de cualquier otro medio.

Tampoco ha decaído su importancia como gran orientador de la ciudadanía y autoridades en la consecución del buen gobierno, responsabilidad que hoy comparte con otros medios de comunicación.

Eso sí --nadie puede negarlo—la prensa escrita es un sector que requiere atención constante para continuar en la brega.

Paradigmas

En ese perseverante reto para mantener su presencia, muchos paradigmas del negocio periodístico están teniendo que ser revisados; por ejemplo el del precio de tapa, que tiende a bajar (se suele aplicar la reducción del precio en las suscripciones) o hasta desaparecer (en el caso de los diarios gratuitos).

Y es que debemos de enfrentar la realidad: las nuevas generaciones asumen que el informarse es una práctica que se satisface de manera gratuita.

La televisión

No podemos tampoco dejar de considerar que la televisión ha ido mejorando cada vez más sus programas informativos. Incluso ha incursionado, y con éxito, en el campo del análisis y la investigación periodística, cotos tradicionales de la prensa escrita. Sin embargo, tiende a banalizarse para convocar audiencias masivas.

Internet

Pero si bien la prensa escrita ha podido aguantar a pie firme la embestida de la televisión con toda su magia a cuestas, creo que son los diarios electrónicos los que más pueden llegar a afectar su lectoría en el futuro. Y es que, aparte de su inmediatez y globalización, también ofrecen la perennidad del texto escrito. Como dato: en el 2004 la lectoría de sitios web en el mundo se incrementó en 32%, según la WAN.

Es previsible, en todo caso, que, en su continuo avance, Internet llegue a tener –si es que no lo tiene ya-- la predominancia de la información puntual. ¿Sin embargo, hay acaso mejor manera de informarse que cuando se está cómodamente instalado en un buen sofá con su periódico en la mano? ¿O hay mejor manera de leer artículos de fondo, ya sea para entretenerse o culturizarse, que no sea a través de un periódico impreso?

En concreto, en Internet el lector va hacia la noticia, en la prensa escrita, la noticia va hacia el lector. Podemos entonces concluir que cada uno ofrece una forma distinta de satisfacer el deseo de estar informados.
Claro, lo negativo es que, con cada nuevo medio que se inventa, la prensa escrita ve paulatinamente mermado su tradicional ámbito de dominio. Lo positivo es que la prensa escrita continúa encontrando sus espacios propios.

La credibilidad

Sin embargo, se da en la prensa escrita una pérdida de presencia aún más crítica que la ocasionada por la radio, la televisión o Internet: la pérdida de credibilidad. De acuerdo con el Pew Research Center, la credibilidad de los diarios en Estados Unidos ha decrecido 13 puntos porcentuales entre 1998 y el 2004. Y en América Latina puede ser aún mayor.

Lo más preocupante del tema es que la pérdida de credibilidad en la prensa es un problema que provendría, en muchos casos, de ella misma. Así las cosas la solución deberá venir de dentro.

La prensa escrita seria, aquella que tiene como misión orientar e informar y no propalar el escándalo o el chisme tiene, por ejemplo, en los diarios populares informales un pérfido demoledor de su credibilidad. Y es que las eventuales malas prácticas de estos diarios informales trasuntan a toda la sociedad que tiende, desapercibidamente, a englobar a toda la prensa cuando la juzga.

No digo con esto que no deba existir una prensa popular que atienda a un mercado que busca ese tipo de producto, pero siempre y cuando no se aleje de los valores periodísticos. Por eso diferencio la prensa popular formal, la que cumple con los estándares éticos, de la informal que no lo hace.
Durante una presentación de Arthur Sulzberger, publisher de “The New York Times”, hace unas semanas en Seúl, refería que lo que más le impactó del caso Jayson Blair, ex periodista del NYT, fue que, cuando le preguntó a la familia afectada por qué no denunciaron el hecho al diario cuando leyeron la información fabricada por Blair, le contestaron que era porque entendían que “esa era la forma como la prensa informaba”. ¡Y si eso se piensa de “The New York Times”, qué no se pensará de los demás!

Venta de ejemplares

¿Y, dentro de este complejo marco, cómo va la circulación de los diarios en el mundo?

La encuesta de la World Association of Newspapers (WAN), presentada en mayo último en Seúl, señala que en el 2004 la venta de diarios en el mundo se incrementó en 2,1%. Los títulos publicados aumentaron en 4,6% durante los últimos cinco años.

Sin embargo, el resultado global debe de ser analizado con más detenimiento. Y es que la subida de las cifras está, más que nada, generada por mercados en expansión como, por ejemplo, China que creció 26,5% en los últimos cinco años; o la India que durante el 2004 subió un 14% o Mongolia que lo hizo en un 31%.

En Estados Unidos, durante el año pasado, la venta de diarios matutinos se mantuvo, según la WAN, prácticamente estable: -0,09%. Mantiene un incremento de 0,25% en los últimos cinco años.

En América Latina, donde los datos deben de asumirse solo como referenciales, pues en pocos países hay sistemas de verificación, la tendencia de la venta de ejemplares durante el 2004 habría sido a la alza. No se ofrecieron cifras para el Caribe.

Para concluir, unas anécdotas proporcionadas por la WAN: En Guinea Ecuatorial no hay imprentas tradicionales, los periódicos se fotocopian. En la India se publican diarios en 18 idiomas distintos, algunos son hasta trilingües. En Mozambique los diarios tienen solo cuatro páginas, incluyendo la publicidad. ¿Por qué? Se distribuyen por fax.

La publicidad

En el campo de la publicidad en diarios, la WAN mostró cifras esperanzadoras. Un aumento del 5,3% en el 2004, el mayor en los últimos cinco años. En Estados Unidos el incremento fue de 3,93%.

Tenemos entonces, como conclusión de esta primera parte de mi presentación, que el joven ’yupi’ presidente de la NBC no tenía razón. Los periódicos podrán haber visto reducidos sus espacios propios, se enfrentarán a cada vez más competidores, pero, se los puedo asegurar, nos seguiremos defendiendo como leones para mantener nuestra presencia. Por ello, los periódicos continúan aquí y están para quedarse... por lo menos por un muy buen tiempo más.

II. ACCIONES PARA MANTENER SU PRESENCIA

¿Qué deben, entonces, hacer los diarios de referencia para mantener su presencia? ¿Cómo servir a la comunidad adecuadamente y continuar siendo negocio? ¿Cómo mantener incólume su misión de propugnar el buen gobierno?

1) Mantener una continua mejora del periódico.

Debemos de partir de la base de que los medios que compiten con la prensa escrita tienen cualidades específicas que los periódicos no pueden ofrecer: no pueden alcanzar la inmediatez de la radio o mostrar en vivo las imágenes del hecho noticioso. La prensa escrita no suele ser tampoco gratuita, como Internet, ni ofrecer todo un mundo, literalmente hablando, de información. Sin embargo, tiene a su favor la perdurabilidad del texto escrito y su más que centenaria tradición de servicio a la comunidad y preocupación por el buen gobierno. ¿Qué hacer entonces?

Aunque es indiscutible que los diarios han mejorado sustancialmente --y de ahí que hayan mantenido su presencia--, creo que puede hacerse aún más en esa dirección. Y es que, mientras, por un lado, los canales de televisión y la radio han ido gastando cada vez más en mejorar su calidad periodística, los medios de prensa buscan, por lo general, lo contrario: reducir los costos de sus salas de redacción.

En concreto: creo que solo mediante la mejora de la calidad podrá la prensa escrita compensar sus limitaciones frente a otros medios. Después de todo la información es su ‘core business’.

En cuanto al formato –otro de los grandes temas del momento-- se ha demostrado que, en términos generales, los diarios compactos ofrecen una lectura más amigable y tienen mayor acogida especialmente entre los jóvenes y mujeres. Durante el 2004 compactaron su formato 56 diarios en el mundo, casi el doble de los que lo hicieron el año anterior.

2) Generar sinergia con los medios electrónicos.

Un viejo refrán dice: “Si no puedes con el enemigo, únete a él”. Acorde con ello, los periódicos deberán recuperar en su edición electrónica a los lectores que, eventualmente, puedan ir perdiendo en la edición impresa.

Por ejemplo, el diario impreso debe usar la sinergia para ofrecer en el diario electrónico textos complementarios a sus informaciones mientras que en el servicio de celulares pueden irlos actualizando minuto a minuto. Por su parte los blogs deberán ser uno de los más grandes aliados para acercarnos a los lectores.

3) Defender los principios democráticos

Entramos ahora a temas un tanto más políticos.

Menos llamativa pero igual o más crítica resulta la necesidad de los medios de apoyar decididamente el mantenimiento de los principios democráticos.

Esto, que en países desarrollados suena elemental, no lo es tanto en la prensa escrita de los países en desarrollo. La desesperación para solucionar los problemas ciudadanos, muchos de ellos primarios, lleva a las masas populares a priorizar el cortoplacismo y los atajos democráticos y, en ese desvarío, arrastra muchas veces a sus medios.

Un ejemplo que tengo cercano se dio con el autogolpe de Fujimori en 1992. Tuvo un apoyo de alrededor de 80% de la población incluyendo a gran parte de los medios. Algunos años después recién se hizo patente que, con el autogolpe, se inició la autocracia en el Perú —pues a raíz de él Montesinos y los militares afianzaron su poder—.

Las necesidades primarias en países de Latinoamérica facilitan también la labor de políticos demagogos y líderes sindicales especialmente de izquierda. Bajo el disfraz de lemas encandilantes, muchos líderes les venden a sus seguidores mensajes antidemocráticos de fácil consumo.

Frente a este facilismo político, defender la institucionalidad democrática no es siempre fácil ni popular para los medios de comunicación.

Por ejemplo en El Comercio de Lima —y disculpen que mencione ejemplos propios— hemos asumido la difícil tarea de apoyar la continuidad democrática y que el presidente Toledo complete sus cinco años de período de gobierno.

Sucede que Toledo cuenta con sólo un 10% de aceptación popular. Si esto se complementa con el mal ejemplo de las constantes defenestraciones de mandatarios en Ecuador y Bolivia —vecinos nuestros— se comprenderá que la misión de mantener a Toledo ha sido complicada.

Y es que no siempre entienden los ciudadanos que, cuando un medio de comunicación actúa para defender principios, su actitud no implica que esté tomando posición editorial a favor del gobierno. Lo que está haciendo, como en este caso, es defender editorialmente la gobernabilidad en el país por encima de las consideraciones partidistas; lo hace para mantener la estabilidad democrática y económica del país, no para apoyar al gobierno de turno.

En otras palabras, en apoyo del buen gobierno y el consecuente mejor nivel de vida, los medios de comunicación deben asumir líneas editoriales que orienten a los ciudadanos a mantener los principios democráticos y no al facilismo de acomodarse a las circunstancias. A la corta o a la larga la democracia reportará los beneficios que todos ansiamos.

4) Apoyar al buen gobierno y la consecuente calidad de vida del ciudadano.

Los periódicos solemos estar tan compenetrados con la cobertura del cotidiano quehacer político y económico, que no siempre le damos la debida prioridad a algo que es fundamental para nuestros lectores: apoyar al mejoramiento de su nivel de vida.

Entiendo esa misión desde dos niveles. La primera es básica y los periódicos suelen atenderla. Por ejemplo, brindarle al lector información que le depare alegrías y satisfacciones (dónde ir a divertirse el fin de semana o a dónde viajar en vacaciones).

El segundo nivel es más complejo. Se centra, por un lado, en la necesidad de apoyar a las autoridades en el logro de un buen gobierno que eleve el nivel de vida de los ciudadanos. Por el otro lado, la prensa debe orientar a los ciudadanos en su labor de exigir efectividad al gobierno.

Una vez más, no debe confundirse este concepto con el de apoyar políticamente al gobierno de turno. Nada de eso. Se trata de orientar editorialmente a las autoridades con ideas, aportes de terceros o críticas para que puedan servir mejor a su comunidad. Por ejemplo, promover en sus páginas un esclarecedor y plural debate sobre una futura ley; o criticar, con fundamentos y nuevos aportes, los errores en la conducción económica del país o, claro está, analizar la proyección de las relaciones exteriores del país y aplaudirla o criticarla.

5) Denunciar hechos corruptos

En muchos casos la misión de defender la democracia o el buen gobierno nos lleva a la necesidad de criticar acciones negativas o denunciar las delictivas.

En América Latina y algo también en el Caribe , esta misión fiscalizadora de la prensa escrita se torna prioritaria para la sociedad, pues a falta de instituciones sólidas, es la prensa escrita la que, en muchos casos, debe reemplazarlas.

Sin embargo, el periodismo de investigación tiene muchas complejidades. Debe contar, por un lado, con un alto grado de rigor y, por el otro, no arrogarse tampoco la calidad de juez. Debe estar también dispuesto, por un lado, a enfrentar valientemente a poderes de todo tipo: políticos, económicos y hasta mafiosos, y por el otro, a reconocer errores y rectificarse adecuadamente.

6) Practicar el periodismo pro activo

Así como la prensa escrita debe denunciar irregularidades, debe también practicar un periodismo pro activo. Ese periodismo que busca solucionar los problemas y no crearlos, aquel que, en concreto, procura el mejor nivel de vida de sus ciudadanos.

El periodismo pro activo debe ser transparente y justo, basado en una estructura ética sólida que contemple elementos como:

Pluralidad: ese abrir las páginas del medio a todas las posiciones y tendencias sobre el punto en debate. Es a veces compleja de manejar, puesto que suele haber lectores que se desconciertan ante la publicación de puntos de vista distintos a la línea tradicional de su medio.

Veracidad: tema complejo pues parte del hecho de que la verdad es subjetiva –suele haber ‘mi verdad’ y la de mi contrincante--. Por ello, lo que la doctrina periodística suele exigir es que se publique solo lo que el periodista tiene la convicción de que es cierto. La convicción termina siendo entonces el eje del tema.
Por su parte, la convicción se basa en la introspección del periodista, quien deberá autosustentarla en sus propios principios éticos.

Para mí, por más complejo, subjetivo y polémico que sea el tema, es uno de los cimientos del periodismo pro activo.

Equidad: guardar la mesura en la crítica y en el aplauso. Pasa también por el respeto al derecho de rectificación: la obligación de aclarar cuando alguna información publicada contenga error. Y también de la réplica, tema más complejo pues no se trata ya de hechos inexactos sino de rectificar una opinión publicada por el diario. Por ello, legalmente suele no existir la obligación de publicar réplicas.

Sin embargo, al amparo del principio de equidad, el editor puede voluntariamente contemplar la publicación de la réplica. Ello si, a su juicio, esto aportará a que el lector tenga un mejor discernimiento sobre el tema.

Independencia: el medio de comunicación debe ser ajeno a todo otro interés que no sea el de sus lectores. Así planteada, la independencia implica tener la obligación de no dejarse influir por los distintos poderes: ya sean políticos, económicos, religiosos, mafiosos, etc.

Por ello suelo sustentar que la prensa debe también entenderse como un poder. Y es que de lo contrario nunca podría enfrentar a otro. Ahora bien, debe entenderse el concepto de poder en el buen sentido de la palabra. Como el poder que tiene, por ejemplo, un juez probo para sentenciar con justicia.

El concepto de independencia incluye también el ser independiente de sí mismo. Es decir, antes de escribir, el periodista debe de dejar de lado las pasiones, los afectos y simpatías, los odios y, claro está, los intereses personales.

Esta estructura ética sólida se complementa con la aplicación de la regla de oro de Jack Fuller: “Trata a tu entrevistado de la misma manera que quisieras que te traten a ti”.

7) Importancia de mantener los principios éticos.

Tengo ya 40 años en la profesión y cada año me convenzo más de la importancia de los valores periodísticos para lograr la fortaleza de los medios. Esta es también una prioritaria preocupación de la SIP.

Y es que los principios éticos son el cimiento sobre el que se construye toda la teoría de la libertad de prensa.

Veamos, la libertad de prensa se sustenta, entre otros principios, en que el periodista se autorregula y que es su audiencia quien lo controla. Así, las normas éticas regulan al diario y, cuando no las cumple, su audiencia lo castiga alejándose de él.

Claro, muchos dirán: “Bueno, eso no funciona tan así”. A ellos les pido que recuerden lo que sucedió en el Perú: los videos de Montesinos hicieron públicos los momentos en que diferentes dueños de medios recibían rumas de dinero a cambio de venderse al gobierno. La sanción pública fue inmediata. Los canales de televisión implicados prácticamente quebraron, pues se alejó la audiencia y con ella la publicidad. El otrora segundo diario de Lima bajó sus ventas a menos de diez mil ejemplares. Hoy, casi toda la prensa financiada por Montesinos ha cerrado. En concreto: con sus más y sus menos, el sistema sí funciona.

Como vemos, el cumplimiento de los valores periodísticos no es solo una obligación ética para los medios, es parte de los requisitos para lograr su sólido y perdurable éxito financiero. La ética genera credibilidad y esta atrae a lectores, los que a su vez incrementan la venta de ejemplares y ello permite captar publicidad lo que produce rentabilidad, que permite contar con buenos periodistas, que a su vez, generan credibilidad y así se da el ciclo virtuoso del buen periodismos.

Pero, para la prensa escrita, el cumplimiento de los principios éticos resulta una carga aún más pesada que para los demás medios. Creo que la comunidad le otorga a los periódicos, especialmente a los de referencia, un nivel de responsabilidad social mayor que a los otros medios. Les exige más rigor, más calidad.

Quizá la razón se encuentre en que, la prensa escrita es asumida como exclusivamente informativa mientras que la televisión se concibe más como medio de entretenimiento que de información.

Otra consideración importante es que la responsabilidad de lo que queda escrito es evidentemente mayor que la de lo efímero –como la imagen y el sonido--.

Por ello, la prensa escrita es más severamente vigilada por los ciudadanos. Una prueba de ello es la cantidad de cartas que llegan a los medios escritos en las que se critica su actuación.

Conferencia hemisférica

Sustentado en este tipo de reflexiones es que durante mi gestión como presidente de la SIP he apoyado la preparación de una Conferencia Hemisférica sobre valores periodísticos por realizarse el próximo año. Su gestor es Jack Fuller, ex presidente de la SIP y de la Tribune Publishing Company en Chicago.

Partimos del hecho de que es esencial enmarcar los criterios que los periódicos deban tener presentes para servir adecuadamente a la comunidad y propugnar el buen gobierno.

Creemos que ha llegado el momento de considerar el contar con un documento tipo Credo que nos oriente hacia las exigencias deontológicas que demanda la calidad de los diarios en el siglo XXI. Máxime si vemos en el incremento de calidad una de las principales herramientas para ganar presencia frente a los medios electrónicos.

Nos impele también --como decíamos al principio de esta presentación-- el ser conscientes de que el problema de

credibilidad debe ser abordado por la propia prensa.
¿Los temas por plantearse en la Conferencia Hemisférica aún no están fijados, pero desde ya hay muchos en el tapete, por ejemplo:

Los periodistas pueden llegar a ejercer un poder inmenso, que debe ser aparejado con la responsabilidad de usarlo sabiamente. Igual, el periodista que denuncia una acción corrupta debe tener la autoridad moral para sustentarla.

En cuanto a las empresas, es, por ejemplo, fundamental que exista una política interna que garantice una real autonomía a los directores de los diarios y sus salas de redacción. Y es que los medios deben de ser editorialmente independientes incluso de los intereses empresariales de sus propios grupos.

Parto del principio de que el director se debe a sus lectores mientras que el gerente general atiende los intereses de los accionistas. En todo caso el aporte del director a favor de la gestión comercial es el de proporcionar buenos y suficientes lectores.

Ahora bien, el director deberá ejercer esa autonomía dentro del marco de los principios rectores que el diario tenga instituidos –ya sea a través de Libros de Estilo, estatutos editoriales, etc.–. Deberá también ajustarse a los procedimientos administrativos generales para toda la empresa y cumplir las obligaciones y metas afines a su cargo.

De no ser así, el directorio, que nombró al director, puede evidentemente destituirlo.

Concentraciones y monopolios

Hace unas semanas, en Santiago de Chile, durante un foro legislativo de la SIP, un miembro del Parlamento se alarmaba con la tendencia hacia la concentración de medios. Le respondimos que, primero, la SIP está en contra de los monopolios; segundo, que la consolidación se da globalmente en las más diversas ramas de la economía: la banca, los supermercados, las cervezas. Y, tercero, que más importante que legislar sobre la concentración de medios es, como decíamos antes, que los diarios sean editorialmente autónomos.

De practicarse la autonomía, los medios del mismo grupo no actuarán de manera concertada, por lo que cada uno mantendrá su propio punto de vista. Es decir, no se perderá el pluralismo informativo que es lo que la sociedad requiere.

Ahora bien, no es fácil otorgar autonomía, pero hay también una razón económica para hacerlo. Y es que la autonomía editorial aboga, como ningún otro factor, a favor de la rentabilidad de las empresas. Ya lo hemos dicho: la independencia editorial es fundamental para lograr la credibilidad, y esta es, a su vez, la llave del éxito comercial.

Periodismo fin y periodismo medio

La reflexión anterior tiene mucho que ver con los motivos para crear un medio, tema que desarrolla la teoría del periodismo fin y el periodismo medio.

La teoría señala que hay dos motivos para crear un medio de comunicaciones: la primera, el periodismo fin, es la tradicional: se crea el periódico con el fin de servir a la comunidad. Busca también, claro está, generar utilidades, las que a su vez, permiten que el medio, libre de tensiones financieras, actúe con independencia.

La segunda motivación para fundar un diario se vincula con el periodismo medio: se crea el diario como medio para servir intereses de los inversionistas. En otras palabras, la rentabilidad no será seguramente fiduciaria. Podrá ser, por ejemplo: mayor poder político o congregar más fieles en su iglesia, generar más rentabilidad en las otras empresas del mismo grupo o, en el caso de las mafias, presionar a quienes los tratan de desaparecer.

Sin embargo, estos medios de comunicación no son necesariamente ilegítimos, éticamente hablando. Y es que un diario puede defender, con toda honestidad, doctrinas religiosas o ideologías políticas. Pero sí constituye una agresión a los principios de un periodismo legítimo cuando se le ocultan al lector las verdaderas intenciones de la publicación.

Temas como estos serán posiblemente debatidos en la reunión hemisférica. No se buscará crear un código de conducta o de ética --con los cuales la SIP no comulga, pues no comparte ninguna imposición sobre los medios y sus periodistas ni siquiera la de la misma SIP--. Sin embargo sí se buscará expresar un conjunto de aspiraciones que podrán servir de inspiración para todos los periódicos y periodistas del hemisferio.

Señores:

La SIP es reconocida en el hemisferio por su lucha por defender la libertad de prensa, que tiene que ver especialmente con el derecho de los ciudadanos a recibir información y de la prensa a proporcionarla. Hoy he querido mostrar esta otra cara, aquella que mira hacia adentro, y que tiene que ver con los deberes de los periodistas y sus medios.

A la vez que agradezco la invitación a este joven pero ya prestigiado forum, hago votos, señores embajadores, para que cada uno de ustedes, en sus respectivos países, apoye la labor que hace la SIP en pro de la libertad de prensa en el continente, aquella libertad que cobija a todas las demás libertades.

Muchas gracias.