Discursos

EMBAJADOR CAMILO OSPINA, REPRESENTANTE PERMANENTE DE COLOMBIA
INTERVENCIÓN DEL EMBAJADOR CAMILO OSPINA, SESIÓN ESPECIAL DEL CONSEJO PERMANENTE, CONMEMORACIÓN DEL V ANIVERSARIO DE LA APROBACIÓN DE LA CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA

12 de septiembre de 2006 - Washington, DC


Señor Presidente

Al conmemorar el quinto aniversario de la adopción de la Carta Democrática Interamericana, es para mi un privilegio poder expresar algunas ideas en relación con un tema que es de la esencia de nuestra organización. No pretendo abarcar todos los aspectos ni todas las aristas y posiciones que sobre el tema de democracia se suscitan en este foro. Simplemente se busca poner de presente algunas reflexiones sobre el tema.

Cuando decimos que es bien cierto que todos los Estados aquí representados somos democráticos y que ésta ha sido una gran conquista del Hemisferio, no podemos olvidar que ese proceso requirió de enormes esfuerzos y de la voluntad férrea de los pueblos que entendieron que no podían aceptar que se violaran sus derechos, en aras de una supuesta estabilidad o de la lucha ideológica.

En este contexto, las palabras del Ex Canciller Dante Caputo en la presentación de “Informe sobre la Democracia en América Latina” publicado por el PNUD, adquieren una especial significación: “Tenemos problemas, muchos y algunos muy graves, pero guardamos la memoria de ese pasado y querríamos que no se agote en nosotros, que nuestros hijos sepan que la libertad no nació espontáneamente, que protestar, hablar, pensar y decidir con la dignidad de mujeres y hombres fue una conquista dura y prolongada”

El Hemisferio ha creado un importante acervo jurídico que nos permite defender y fortalecer la democracia y sus instituciones. Contamos para ello, entre otros, con la Carta de la OEA, la Carta Democrática Interamericana, una amplia gama de instrumentos interamericanos en materia de derechos humanos e instrumentos para la lucha contra la corrupción.

La Carta Democrática Interamericana sistematiza y armoniza muchos de los elementos que están en la Carta de la Organización y en otros instrumentos. Recoge el concepto de democracia representativa y la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía. Incluye disposiciones sobre los derechos fundamentales y sobre el desarrollo integral y la lucha contra la pobreza.

Contiene una visión amplia de la democracia que va más allá de las elecciones libres y transparentes y que comprende también la separación e independencia de los poderes, la transparencia, la rendición de cuentas, un sistema de partidos pluralista, una sociedad civil fuerte y la promoción de los valores y prácticas democráticas.

Como lo expresara el Ex Embajador Humberto de la Calle “La Carta es un hito en la historia democrática del hemisferio. En primer término, en lo político implica un serio compromiso de los gobernantes con la democracia, no ya en su versión minimalista electoral, sino con un concepto amplio que toca todos los aspectos de la dignidad humana como eje central de su concepción”.

Igualmente, la Carta representa un avance fundamental al ampliar las medidas y acciones de la Organización en situaciones de quebrantamiento o alteración de la democracia.

Podemos entender la Carta Democrática Interamericana como un instrumento de ejercicio solidario de interpretación y precisión de las normas de la Carta de la OEA, en el marco del desarrollo progresivo del derecho internacional.

La agenda de la Organización esta dedicada al fortalecimiento de todos aquellos elementos que hemos definido como esenciales para la democracia. Las acciones y mecanismos que tiene la OEA son complementarios de la Carta Democrática.

En la medida que avancemos en esta agenda integral estaremos cumpliendo con el propósito fundamental de consolidar la democracia en nuestro Hemisferio y de construir democracias sólidas y estables, con instituciones fuertes y con capacidad de atender las demandas ciudadanas.

La tarea de la Organización en materia de observación electoral, de apoyo al fortalecimiento de los partidos políticos y a los congresos, a los proceso de descentralización, a la ampliación de la participación ciudadana y el programa sobre educación en valores y prácticas democráticas para la formación de ciudadanos, son parte de esa agenda integral.

De igual manera, los compromisos que hemos adquirido en las últimas Asambleas Generales indican que el Hemisferio está dispuesto a avanzar en aspectos fundamentales relacionados con la democracia. Temas como los de gobernabilidad democrática, lucha contra la corrupción, promoción de la Carta Democrática, acceso a la información del Estado a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones, están intrínsecamente relacionados con el proceso de fortalecimiento de nuestras democracias.

Uno de los grandes desafíos de las sociedades democráticas en América Latina tiene que ver con el desencanto de las poblaciones por la política y con la búsqueda de respuestas a sus demandas y de líderes capaces de asegurarles un futuro mejor. Debemos fortalecer las acciones en torno al desarrollo social para lograr condiciones más justas y equitativas. Este es el mayor reto que enfrentamos hoy.

La OEA es el foro indicado para tratar la compleja relación entre democracia y alivio de la pobreza. Resulta cada vez más imperativo que los resultados sociales sean evidentes para evitar los costos de la desigualdad sobre el buen funcionamiento democrático y la convivencia.

Cuando hablamos de consolidación y fortalecimiento de la democracia, lo hacemos en el entendido de que la democracia no es estática. Las transformaciones que suponen la urbanización y la globalización conllevan cambios en nuestras sociedades. Como bien lo expresara el Ex Presidente Cesar Gaviria en la conmemoración del primer aniversario de la Carta Democrática: “Tampoco podemos subestimar el hecho de que la globalización política haya generado una conciencia planetaria en la búsqueda de la justicia social y en la defensa de los derechos de los ciudadanos”.

Hoy tenemos sociedades que perciben la política desde nuevas perspectivas. No de otra forma se entendería que la sociedad civil haya sido la promotora de procesos como la Asamblea Constituyente en mi país, que dio origen a una nueva concepción del Estado. La democracia directa se expresa hoy en el referendo y el plebiscito, donde el ciudadano participa en decisiones que afectan a su sociedad, asumiendo la responsabilidad de su propio destino histórico. Y, no nos debe extrañar, que en un futuro podamos experimentar procesos de democracia directa en los cuales, por ejemplo, los ciudadanos puedan utilizar los recursos tecnológicos para participar en la formación de sus leyes.

El reto es entonces, profundizar los mecanismos que permitan a los ciudadanos de las Américas ser actores fundamentales de la democracia, haciendo efectivo el principio básico de la democracia, según el cual el pueblo es el dueño de la soberanía de los Estados. La estabilidad democrática solo es posible con ciudadanos que conocen sus derechos, los hacen cumplir y simultáneamente asumen su responsabilidad política.


Señor Presidente

A manera de conclusión podríamos coincidir con el Informe sobre la Democracia en América Latina, publicado por el PNUD, en el sentido de que nuestra democracia debe dirigirse hacia la conformación de una ciudadanía integral, esto es el pleno respeto de la ciudadanía política, de la ciudadanía civil, de la ciudadanía económica y de la ciudadanía social.

Igualmente, requerimos fortalecer las instituciones y ante todo la cultura política, que supone construir espacios de participación equitativa principalmente para aquellos más desfavorecidos.