Discursos

ROBERTA JACOBSON, SUBSECRETARIA ADJUNTA PARA EL HEMISFERIO OCCIDENTAL DE ESTADOS UNIDOS
DISCURSO DE LA DELEGACIÓN DE ESTADOS UNIDOS DURANTE LA SESIÓN PLENARIA DE LA XLII ASAMBLEA GENERAL DE LA OEA

4 de junio de 2012 - Cochabamba, Bolivia


(Como fue preparado para su difusión)

Traducción no oficial

Esta declaración fue leída en la Plenaria por la Embajadora Carmen Lomellin.

Quiero empezar agradeciendo al Presidente Evo Morales, al Ministro de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca, al Secretario General José Miguel Insulza y al Secretario Adjunto Albert Ramdin por organizar y ser anfitriones de esta 42ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos.

Es un placer estar con todos ustedes en Cochabamba para lograr avances en este diálogo que es tan importante para todos los ciudadanos de nuestro hemisferio, y de hecho, para todos los ciudadanos del mundo.

Señor Presidente, Estados Unidos está profundamente comprometido con la seguridad alimentaria. Poco después de asumir su cargo, el Presidente Obama identificó la solución del hambre y la inseguridad alimentaria en el mundo como una de las principales prioridades de esta administración de gobierno. En los últimos tres años, Estados Unidos ha puesto en marcha un esfuerzo sin precedentes para forjar una respuesta global fuerte y rápida para aliviar la miseria del hambre crónica que afecta a una cantidad estimada de mil millones de personas en todo el mundo.

Esta campaña mundial se inició con los compromisos asumidos por el Presidente Obama y nuestros socios en la Cumbre del G-8 celebrada en L'Aquila, Italia, en julio de 2009. Estados Unidos se comprometió a aportar 3,5 mil millones de dólares en un lapso de tres años para luchar contra el hambre en el mundo, lo que ayudó a aprovechar y alinear los recursos de otros socios y donantes. En última instancia, nuestros esfuerzos movilizaron más de 22 mil millones de dólares para una iniciativa de seguridad alimentaria mundial con el fin de revitalizar la inversión en los sectores agrícolas de los países pobres y aumentar el suministro de alimentos para los más necesitados entre nosotros.

En mayo de 2010, la Secretaria de Estado Hillary Clinton lanzó la iniciativa denominada "Alimentar el Futuro", un esfuerzo global por parte de Estados Unidos para mejorar la seguridad alimentaria. Nos hemos concentrado en invertir en la nutrición y en el desarrollo agrícola para reducir el hambre y para enfrentar las necesidades críticas de emergencia a través de la ayuda humanitaria alimentaria. En la Cumbre de Camp David, realizada el mes pasado, el presidente Obama anunció la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, un compromiso compartido para lograr un crecimiento agrícola sostenido e inclusivo en África que busca sacar a 50 millones de personas de la pobreza en los próximos 10 años, en colaboración con los países del G-8, los líderes africanos y el apoyo del sector privado.

El presidente Obama ha descrito la lucha contra la inseguridad alimentaria como un imperativo moral, un imperativo económico y un imperativo de seguridad. Y este imperativo se extiende a las Américas, como nuestros anfitriones bolivianos han reconocido tan acertadamente. A pesar de los notables progresos logrados en la reducción de los niveles de desnutrición, la cruda realidad es que los niveles de seguridad alimentaria en nuestro hemisferio todavía no están a la altura de nuestra abundancia en recursos naturales. Nuestra región es ahora un importante proveedor de productos agrícolas para el mundo, pero cada día millones de personas en todo el continente americano siguen luchando para llevar alimento a sus mesas y cada noche muchos niños todavía se van a dormir con hambre.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, se estima que 53 millones de personas en América Latina y el Caribe estuvieron desnutridas en el año 2010. Y las repercusiones de la inseguridad alimentaria van mucho más allá de sus impactos sobre la salud y la esperanza de vida. La escasez de alimentos puede profundizar las tensiones sociales, contribuir a los niveles de delincuencia y violencia, e incluso socavar la calidad de la gobernabilidad democrática. Como un connotado ensayista francés escribió hace casi 200 años, "El destino de las naciones depende de la manera en que se alimentan a sí mismas". Hoy en día, esas palabras todavía resuenan como verdaderas.

Si podemos ayudar a los pobres de las zonas rurales a producir más alimentos y a venderlos en los prósperos mercados locales, regionales y globales, podremos reducir el hambre crónica en la actualidad y crear un suministro de alimentos suficiente para el mañana.

Nuestro programa insignia "Alimentar el Futuro" se concentra en inversiones en zonas rurales pobres de los tres países enfocados en las Américas: Guatemala, Honduras y Haití. Durante los próximos cinco años, estos programas ayudarán a cerca de un millón de mujeres, niños y sus familiares vulnerables, en su mayoría pequeños agricultores, a escapar del hambre y la pobreza. Hemos logrado avances con Brasil en nuestra asociación trilateral con Honduras y Haití, y saludamos el liderazgo de Brasil en nuestro trabajo conjunto para mejorar la salud y la seguridad alimentaria en África. Esta cooperación ofrece ejemplos concretos de cómo, trabajando como socios en igualdad, podemos tratar de impulsar el crecimiento económico positivo que permita a las personas y a las naciones salir de la pobreza.

En efecto, al abordar el problema de la seguridad alimentaria, es necesario aprovechar las importantes lecciones aprendidas sobre las políticas adoptadas durante las últimas dos décadas. Los gobiernos deben crear sólidos entornos de políticas que promuevan derechos de propiedad claros y fomenten la inversión nacional y extranjera. Los agricultores deben tener acceso a una mejor tecnología agrícola y capacitación para utilizarla con eficacia. Y, fundamentalmente, una verdadera seguridad alimentaria depende de la reducción de las barreras al comercio agrícola. Si bien todos reconocemos que cada gobierno en esta sala, entre ellos el mío, se enfrenta a importantes obstáculos políticos y económicos para implementar una mayor apertura a los productos agrícolas, este paso podría contribuir considerablemente a la seguridad alimentaria del hemisferio.

Por otra parte, la lucha contra el hambre no es un desafío aislado. Nuestros esfuerzos sólo pueden ser sostenibles si están cimentados en una estrategia para promover el crecimiento económico con inclusión social. Y para ello será necesaria la asociación entre países donantes y socios, la sociedad civil, organizaciones internacionales y el sector privado nacional y multinacional.

Sr. presidente, Estados Unidos está seguro de que trabajando juntos, los miembros de la OEA pueden contribuir colectivamente a la seguridad alimentaria tanto a nivel hemisférico como mundial. Sin embargo, para lograr ese anhelo, debemos salvaguardar el progreso político y económico que hemos logrado hasta la fecha.

En nuestro trabajo para contribuir al bien común mundial, en temas tan diversos como la seguridad alimentaria, el cambio climático o la lucha contra la delincuencia transnacional, sabemos que nuestra causa común no pone en peligro la soberanía, sino que por el contrario, la salvaguarda. Como la Secretaria Clinton ha dicho: "Debemos transformar al continente americano, que ya es una comunidad que comparte historia, geografía, cultura y valores, en algo todavía más grande, en una plataforma compartida para el éxito mundial". Es por ello que debemos esforzarnos en fortalecer las bases de nuestras sociedades democráticas, que son el buen gobierno, las instituciones que ofrecen respuesta a los ciudadanos, el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, que son elementos esenciales de la democracia y de los principios fundadores de esta Organización. Tal como consagra la Carta Democrática Interamericana, estamos obligados a defender la dignidad de todas las personas mediante el cumplimiento de sus derechos humanos, políticos y civiles a participar plena y libremente en nuestras sociedades.

Este es un momento útil para recordar que la Carta indica que "la libertad de expresión y de prensa son componentes esenciales en el ejercicio de la democracia". Cuando los ciudadanos o los medios de comunicación hablan, disienten o critican, ellos están asegurando que este componente esencial está funcionando como fue diseñado para hacerlo. Celebramos que nuestro hemisferio haya codificado esta verdad profunda y que se haya comprometido a garantizar que estas libertades se conserven siempre. Nosotros, colectivamente, deberíamos valorar esta trayectoria y tratar de construir sobre esta base.

En esta Asamblea General en Cochabamba, adoptaremos una Carta Social que, como complemento a la Carta Democrática Interamericana, mejorará las oportunidades económicas, la inclusión social y el respeto de los derechos humanos.

Aprobaremos una resolución que continúa la conversación sobre el fortalecimiento de la Carta Democrática Interamericana y nos pondremos de acuerdo sobre un documento que garantice la autonomía e independencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Debemos permanecer unidos para brindar un apoyo pleno y sólido a estos logros, así como a nuestras instituciones y principios interamericanos. En los últimos meses, nuestras conversaciones a veces dieron la impresión de que estuviéramos tratando de debilitar el tejido que nos une dentro del sistema interamericano, en lugar de concentrarnos en cómo los países del continente americano pueden trabajar juntos para resolver los problemas que afectan a la mayoría de nuestros ciudadanos. Espero sinceramente que esta Asamblea General marque un punto de inflexión que nos guíe de regreso hacia nuestros valores fundamentales y a enfocarnos en cómo podemos trabajar colectivamente para hacerlos progresar.

Señor presidente, permítame concluir reafirmando el compromiso de Estados Unidos, y mi compromiso personal, de trabajar con todos ustedes en el espíritu de una cooperación genuina e igualitaria para promover la libertad y la prosperidad de todos los ciudadanos del hemisferio.

Gracias.

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Esta declaracion fue leida en la Plenaria por la Embajadora Carmen Lomellin.