Discursos

MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA, SUSANA MALCORRA
DISCURSO PRONUNCIADO POR LA DELEGACIÓN DE ARGENTINA, EN OCASIÓN DE LA SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA

26 de abril de 2017 - Washington D.C.


“Señor Presidente, gracias por darme la oportunidad de participar en esta Reunión Extraordinaria del Consejo. Quiero reconocer a la Presidencia por hacer lugar con premura a la solicitud de esta convocatoria por parte de un número importante de Estados Miembros. Es un tema serio y justifica una gran atención y dedicación por parte de todos nosotros.

Desde hace un tiempo, un largo tiempo, nos venimos encontrando en esta sala (y en muchas otras) preocupados y ocupados por la situación que afecta a la República Bolivariana de Venezuela. Hace ya varios meses, en la Cumbre de la SEGIB en Cartagena de Indias, durante el almuerzo de líderes convocado por el Presidente Santos, la Argentina dijo que teníamos que extremar todos los mecanismos que evitaran que fuera la gente en las calles quien dirimiera la grave situación que Venezuela estaba padeciendo. Insistimos en que se daba en múltiples niveles esa situación: política, económica y de abastecimiento. Convocamos a todos los involucrados a buscar salidas a partir del diálogo. Insistimos en que el riesgo de un enfrentamiento civil era de tal dimensión y costo que había que evitarlo de todas las formas posibles. Dijimos que el camino era cuidar y no exponer al pueblo a la dureza de la calle.

Lo dijimos entonces, y lo repetimos ahora, desde el dolor que nos da nuestra larga y difícil experiencia de muertos en nuestras calles. Muertos que, no importa de qué color político sean, representan, en su total dimensión, el fracaso más absoluto de las instituciones y sus líderes, imposibilitados de dar respuesta a las necesidades más básicas de sus ciudadanos: la comida, la salud, la libertad, la paz.

Nuestros muertos, así como los de hoy en Venezuela, son una prueba que la posibilidad de expresarse y demostrar en un marco de libertad se encuentra con los límites que imponen la intencionalidad de los infiltrados, la incapacidad de las instituciones de mantener el orden dentro del respeto a la Constitución o, lo que es aún peor, la posible falta de intención de hacerlo.

Los muertos se han ido apilando en las calles de Venezuela. Ya ni siquiera sabemos cuál es el número exacto: ¿26, 29, 30?. Todo depende del momento en que hagamos el conteo. Más allá de en qué lugar en el espectro político se encuentren, son la prueba fehaciente del fracaso de las instituciones democráticas, a través de todos sus actores, para encauzar y dar respuesta al pueblo venezolano.

Los venezolanos, carentes de soluciones, buscan opciones alternativas y una oportunidad para sus familias migrando hacia otros países de la región. El flujo de migrantes venezolanos ha crecido muy significativamente en los últimos tiempos. Nadie busca nuevos horizontes, dejando su tierra, si no ha perdido la esperanza. Esta situación –la de los migrantes- tiene un impacto regional que puede ser de suma gravedad. Si la misma no justifica que los Cancilleres nos reunamos me pregunto en qué caso será justificado.

El propio Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela ha reconocido que hay una situación de suma gravedad institucional en su país. Lo ha hecho a través de su Canciller –como fue dicho aquí- solicitando una Reunión de Cancilleres en el marco de CELAC.

Esta región se jacta de tener múltiples instituciones para manejar sus problemas. Instituciones que se complementan y fortalecen mutuamente en la búsqueda de soluciones a los potenciales conflictos. ¿Por qué algo que se considera de suma gravedad en el contexto de la CELAC no lo sería en el contexto de la OEA?. ¿Por qué un llamado a una Reunión de Consulta de los Cancilleres, que como recién fue explicado por la Secretaría está dentro del marco de la Carta de la OEA, no encuentra el apoyo amplio de todos sus Miembros cuando la propia Venezuela hace una convocatoria dentro de CELAC a la que pertenecemos casi todos los mismos miembros que estamos aquí? ¿Por qué algo que es grave en un contexto no lo es en el otro?

Me parece que estamos subestimando la gravedad de la situación y la necesidad de que el pueblo venezolano, su Gobierno y las fuerzas de la oposición, tienen que encontrar en la región una opción para la salida democrática a la que todos aspiramos. Esto no es intromisión en los asuntos internos de Venezuela. Es nuestra responsabilidad colectiva de garantizar el funcionamiento de las democracias de la región. Es el compromiso que todos asumimos después de haber sufrido largos periodos de oscuridad en esta región.

Hay múltiples artículos en la Carta de la OEA previendo la posibilidad que los Cancilleres nos reunamos en consulta ante situaciones de extrema gravedad. ¿Qué más se necesita para que lo que está pasando en estos días en Venezuela sea considerado de extrema gravedad?.

Insisto: esta convocatoria es una convocatoria de los Estados Miembros para los Estados Miembros. La Secretaría General, en cualquier consideración que se pueda hacer de ella, no está involucrada en este proceso.

La gravedad del problema es tal que no puede haber dilaciones. Los Estados Miembros de la OEA tendremos sobre nuestra conciencia a aquellos venezolanos que ya han muerto o sufrido heridas graves, o los que eventualmente se puedan sumar, si ni siquiera somos capaces de convocar a una reunión para abordar la cuestión.

Reunirnos todos, con la República Bolivariana de Venezuela siendo parte, para entender en su profundidad lo que está ocurriendo, escuchar distintas ópticas y ver qué pasos podemos dar para ayudar a la República hermana de Venezuela a encontrar una salida que asegure su futuro en democracia, es una obligación de todos nosotros. No hay en esta convocatoria un diseño de derrocamiento de nada ni de nadie. En esta convocatoria está la convicción que tenemos que acompañar al pueblo venezolano en una búsqueda de solución. Encontrar esa salida a través de un cronograma electoral, a través del funcionamiento pleno e independiente de todos los poderes del Estado, a través de la restitución de las libertades a aquellos que han sido encarcelados. Todo esto tiene que ser discutido y puesto sobre la mesa.

Invito a todos los Gobiernos que se encuentran sentados alrededor en esta mesa a que nos demos la oportunidad de ejercitar nuestra obligación colectiva de ayudar a Venezuela a encontrar su salida. Y, en particular, a la República Bolivariana de Venezuela la convoco a sumarse con la convicción de que la región, y definitivamente mi país, tienen como objetivo sola la paz y la democracia en ese país hermano. Una paz y una democracia posibles, sostenibles que den un futuro brillante a Venezuela y a los venezolanos.

Muchas gracias Señor Presidente.”