Colombia ilustra los vínculos entre la conservación y la subsistencia de comunidades pobres
Dando
un ejemplo al mundo, 20 caimanes del Magdalena o caimanes Aguja (cocodrylus acutus) fueron devueltos a la Bahía de Cispatá, en
Córdoba, Colombia por expertos internacionales de más de 20 países y
un grupo de ex cazadores de cocodrilos, con el apoyo de la OEA-SEDI
y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies
Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Los ex cazadores,
antes contribuyentes a la delincuencia, hoy se dedican a la
conservación del caimán aguja como parte de un programa de
conservación pionero, que de la mano de la comunidad local trabaja
para el uso y manejo sostenible de esta especie, con proyección
hacia la comercialización directa y sostenible de sus partes
(huevos, piel y carne, entre otros).
Esta experiencia fue el tema central del taller internacional
“Evaluación y mitigación de impactos de las decisiones CITES sobre
los medios de subsistencia”,
organizado por la OEA-SEDI, a través del Departamento de Desarrollo
Sostenible (DDS), la Secretaría deCITES y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt de Colombia. El encuentro, realizado el 11 al
12 de febrero de 2015 en Cispatá, contó también con el apoyo
financiero del Gobierno de Canadá, la Unión Europea y el Reino Unido
de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
El cocodrylus acutusfue
cazado y sobreexplotado para el uso de sus pieles entre 1930 y 1970,
cuando fue protegido por considerarse en peligro de extinción e
incluido en el apéndice I de CITES, prohibiendo elccomercio internacional de especímenes del medio natural. A
pesar de esta protección, la especie aún se encuentra amenazada en
muchos lugares del hemisferio por perdida de su hábitat. De ahí la
importancia del programa de conservación integrado que se lleva a
cabo gracias a los ex cazadores en la Bahía de Cispatá, que ha
permitido recuperar las poblaciones del lugar y evaluar la
factibilidad de un cambio de protección internacional que permita a
la comunidad comercializar de manera sostenible las pieles y otros
derivados del caimán para reducir la pobreza en la zona.
Colombia ya es el mayor exportador de pieles de cocodrilos del mundo
gracias a una creciente industria de zoocriaderos vigilados por el
Ministerio de Ambiente. Sin embargo, la exportación desde Cispatá es
única ya que sería la primera iniciativa en el país que surge desde
un proyecto comunitario de aprovechamiento de un recurso natural
silvestre.
Como
parte de la alianza más amplia entre OEA y CITES, se desarrolló una “Guía sobre CITES y los medios
de subsistencia de las comunidades pobres” qque permitirá a las
autoridades nacionales, locales y las propias comunidades
identificar y abordar el impacto de la CITES sobre las comunidades
que dependen del comercio de flora y fauna silvestre para subsistir.
Gracias a la guía y a los trabajos realizados en el taller, por
primera vez los 180 países signatarios de la convención tendrán que
considerar en sus decisiones no sólo el impacto ambiental, sino
también aspectos sociales y la participación comunitaria. .