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English Version | Febrero 2015

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Colombia ilustra los vínculos entre la conservación y la subsistencia de comunidades pobres

Colombia illustrates the links between conservation and livelihoods of poor communitiesDando un ejemplo al mundo, 20 caimanes del Magdalena o caimanes Aguja (cocodrylus acutus) fueron devueltos a la Bahía de Cispatá, en Córdoba, Colombia por expertos internacionales de más de 20 países y un grupo de ex cazadores de cocodrilos, con el apoyo de la OEA-SEDI y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Los ex cazadores, antes contribuyentes a la delincuencia, hoy se dedican a la conservación del caimán aguja como parte de un programa de conservación pionero, que de la mano de la comunidad local trabaja para el uso y manejo sostenible de esta especie, con proyección hacia la comercialización directa y sostenible de sus partes (huevos, piel y carne, entre otros).

Esta experiencia fue el tema central del taller internacional “Evaluación y mitigación de impactos de las decisiones CITES sobre los medios de subsistencia”, organizado por la OEA-SEDI, a través del Departamento de Desarrollo Sostenible (DDS), la Secretaría de  CITES y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt de Colombia. El encuentro, realizado el 11 al 12 de febrero de 2015 en Cispatá, contó también con el apoyo financiero del Gobierno de Canadá, la Unión Europea y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Participantes del TallerEl cocodrylus acutusfue cazado y sobreexplotado para el uso de sus pieles entre 1930 y 1970, cuando fue protegido por considerarse en peligro de extinción e incluido en el apéndice I de CITES, prohibiendo el  ccomercio internacional de especímenes del medio natural. A pesar de esta protección, la especie aún se encuentra amenazada en muchos lugares del hemisferio por perdida de su hábitat. De ahí la importancia del programa de conservación integrado que se lleva a cabo gracias a los ex cazadores en la Bahía de Cispatá, que ha permitido recuperar las poblaciones del lugar y evaluar la factibilidad de un cambio de protección internacional que permita a la comunidad comercializar de manera sostenible las pieles y otros derivados del caimán para reducir la pobreza en la zona.

Colombia ya es el mayor exportador de pieles de cocodrilos del mundo gracias a una creciente industria de zoocriaderos vigilados por el Ministerio de Ambiente. Sin embargo, la exportación desde Cispatá es única ya que sería la primera iniciativa en el país que surge desde un proyecto comunitario de aprovechamiento de un recurso natural silvestre.

Como parte de la alianza más amplia entre OEA y CITES, se desarrolló una “Guía sobre CITES y los medios de subsistencia de las comunidades pobres” qque permitirá a las autoridades nacionales, locales y las propias comunidades identificar y abordar el impacto de la CITES sobre las comunidades que dependen del comercio de flora y fauna silvestre para subsistir. Gracias a la guía y a los trabajos realizados en el taller, por primera vez los 180 países signatarios de la convención tendrán que considerar en sus decisiones no sólo el impacto ambiental, sino también aspectos sociales y la participación comunitaria.
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                                                                                                                   Source: Noticias Caracol

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