Discursos y otros documentos del Secretario General

SESIÓN DEL CONSEJO INTERAMERICANO PARA EL DESARROLLO INTEGRAL (CIDI)

8 de abril de 2016 - Washington, DC

Diálogo con Expertos y Representantes Permanentes y Observadores, Agencias de las Naciones Unidas y del Sistema Interamericano y la Cooperación Internacional:
La Gestión de Riesgo de Desastres y la Agenda de la OEA para una Acción Multilateral para Reducir el Riesgo de Desastres y Construir Sociedades más Resilientes



• El escenario actual de desastres se caracteriza por un aumento en la recurrencia de los mismos, cada vez de mayor magnitud; con mayor número de personas afectadas; mayores pérdidas de medios de vida y sistemas productivos, y daños y pérdidas de infraestructura socio-económica; interrupciones y servicios básicos, salud y educación, cada vez más prolongadas y extensivas; degradación ambiental con la consecuente pérdida de recursos naturales y servicios de los ecosistemas, incluyendo deterioro o pérdida de fuentes de agua, contaminación de suelo y agua, y pérdida de fertilidad de los suelos; y con efectos acumulativos en las economías locales y nacionales –incluyendo el costo fiscal de desastres, que resultan en retrocesos significativos de los procesos de desarrollo.

En las Américas la población urbana se ha duplicado entre 1950 y 2010, con un 80% de la población viviendo hoy en ciudades y una tendencia creciente . La mayoría de los 600 millones de habitantes en Latinoamérica viven en zonas costeras o planicies de inundación. Y en EEUU, casi el 40% de la población vive en zonas costeras, en una superficie menor al 10% de la superficie total continental .

Nuestra región alberga algunos de los países más expuestos y vulnerables. En 2015, Guatemala estuvo entre los diez países donde se registraron más muertes y más personas afectadas, y los EEUU y Chile entre los diez con mayores pérdidas económicas . No es accidente que aquellos países más desarrollados sean los que registran las mayores pérdidas económicas, teniendo más infraestructura y sistemas productivos expuestos. Mientras que son los menos desarrollados en nuestro hemisferio los que registran más personas directamente afectadas y más muertes. Pero lo que todos tienen en común es que son los más vulnerables, aquellos que viven en economías informales, con bajos salarios o en indigencia, los que más sufren de una manera u otra.

Este nuevo escenario se caracteriza por una atención y respuesta cada vez más compleja dado el aumento en el número de organizaciones humanitarias y cooperantes no tradicionales, y la falta de capacidad de las poblaciones y estados afectados para evaluar daños y necesidades, y manejar las emergencias. La preocupación de los Estados en las Américas es tal que los mismos han pedido a la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, OCHA, que facilite un proceso tendiente a mejorar la coordinación de la asistencia internacional en Latinoamérica y el Caribe con una serie de reuniones sobre Mecanismos Internacionales para la Asistencia Humanitaria. Estas reuniones que comenzaron en México en 2008 y cuya séptima y última edición fuera en Guatemala a inicios de 2015 han resultado en un Plan Estratégico y la conformación de un grupo permanente de organismos inter-gubernamentales regionales para coordinar los esfuerzos en la región. La Secretaría General de la OEA participa activamente en el grupo de trabajo permanente de organismos intergubernamentales regionales, a través del cual coordina con OCHA y los demás organismos. No obstante estos esfuerzos y otros que viene haciendo OCHA y la comunidad internacional, sólo el fortalecimiento de las capacidades nacionales para aceptar y solicitar donaciones y asistencia humanitaria y manejar sus desastres podrá dar respuesta a este problema, tal como lo expresa el diagnóstico del Grupo de Trabajo Conjunto del Consejo Permanente y el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral, CIDI, sobre “Los Mecanismos Existentes para la Prevención, Atención de los Desastres y Asistencia Humanitaria entre los Estados Miembros” .

• Las Américas siempre estuvieron a la vanguardia en cuestión de desastres. En la década de los 90, mientras que se debatía sí los desastres eran naturales o no, en el contexto del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales declarado por las Naciones Unidas, ya en el seno de la OEA se trataba la gestión de riesgo de desastres como parte integral de la agenda de desarrollo.
El Manual sobre el Manejo de Peligros Naturales en la Planificación para el Desarrollo Regional Integrado, publicado en 1991, por el entonces Departamento de Desarrollo Regional, hoy Departamento de Desarrollo Sostenible de la Secretaría Ejecutiva para el Desarrollo Integral, es testimonio del pensamiento progresista que se desarrolló en la OEA. El Manual ya atendía la gestión de riesgo en los sectores productivos primarios del hemisferio, como lo son la agricultura, industria, turismo y energía, entre otros, y los sectores de salud, educación, vivienda, transporte y comunicaciones. Se hacía una clara distinción entre los fenómenos de desarrollo lento, tales como sequías e inundaciones de planicie, y de desarrollo súbito, como terremotos y huracanes. Y el conocimiento de las amenazas y vulnerabilidades para el análisis de riesgo, y la educación, se entendían como el punto de partida de la gestión de riesgo. Los Sistemas de Alerta Temprana y la integración del conocimiento ancestral con el proveniente de tecnologías de información y comunicación avanzadas también eran reconocidos como una prioridad. Todos estos elementos hoy destacados en el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.

Pero hoy la OEA ha dado un paso más adelante, enfocándose en las pre-condiciones de vulnerabilidad que yacen en las construcciones sociales y estructuras de gobierno. El fortalecimiento de las instituciones democráticas como base fundamental de la buena gobernabilidad para la reducción del riesgo; y el avance en más derechos para más gente, eliminando inequidades que ponen en condiciones de mayor vulnerabilidad a algunos segmentos de nuestra sociedad, tales como mujeres y niñas, ancianos, personas con discapacidades, e indígenas, entre otros. Sólo aumentando la capacidad de gobierno, con la participación activa de toda la ciudadanía en ejercicio pleno de la democracia, eliminando inequidades y otorgando derechos a todas y a todos por igual, podremos construir sociedades más resilientes, y la OEA presenta la instancia idónea por excelencia en esta materia.

• El Sistema Interamericano encuentra en la OEA una serie de instrumentos y mecanismos para fomentar la acción colectiva multilateral. . La Red Interamericana de Mitigación de Desastres, reconocida por los Estados Miembros “como el mecanismo hemisférico permanente para fortalecer la colaboración práctica entre las agencias intergubernamentales en el área de reducción de desastres,” es el vehículo idóneo para el intercambio de experiencia práctica y conocimiento. El Plan Interamericano para la Prevención, la Atención de los Desastres y la Coordinación de la Asistencia Humanitaria, adoptado por la Asamblea General en 2012, como resultado de un proceso de construcción de consenso de más de dos años que contó con la participación de más de 35 expertos de los Estados Miembros, establece las bases para la cooperación multilateral en el hemisferio en cuestión de gestión de riesgo de desastres.

• La Convención Interamericana para Facilitar la Asistencia en caso de Desastres, único instrumento regional legalmente vinculante en materia de desastres y asistencia humanitaria, merece una atención especial. La Convención sienta las bases para una acción multilateral coordinada, y ofrece, hoy más que en 1991 cuando fuera adoptada por los Estados Miembros, el único mecanismo en el hemisferio para optimizar la ayuda internacional, eliminar la carga que muchas veces la ayuda no deseada representa para los estados afectados y hacer que la necesitada llegue a las poblaciones afectadas.

Es por ello que hoy aprovecho para exhortar a los Estados Miembros que aún no hayan ratificado la Convención, a que lo hagan; y a los Estados Observadores, a que se adhieran a la misma. Muy particularmente, exhorto a los Estados del Caribe y Centroamérica a ratificar la Convención incorporando los manuales e instrumentos subregionales y nacionales que hoy existan, y no existían al momento de la adopción de la Convención, de manera de extender su alcance y hacer de ella el mecanismo articulador de todos.

• Nuestra Secretaría General, a través de SEDI, se propone un programa de cinco años que atiende los mandatos recibidos por los Estados y busca potenciar la cooperación horizontal y triangular, capitalizando en la experiencia colectiva y capacidades diferenciadas de nuestros Estados. Este programa persigue cuatro metas claras. El afianzar un marco normativo regional para la asistencia humanitaria en las Américas; el establecer una Red de Sistemas de Voluntariado con base en el programa OEA – Cascos Blancos que SEDI y la Comisión Cascos Blancos de Argentina llevan adelante; el reestructurar el Fondo Interamericano de Asistencia para Situaciones de Emergencia, conocido como FONDEM, de manera que pueda efectivamente financiar el despliegue de voluntarios de los Sistemas Nacionales, según las capacidades diferenciadas de cada uno; y el consolidar la Red Interamericana de Mitigación de Desastres como el instrumento para el intercambio de experiencia práctica y conocimiento en cuestión de prevención y mitigación de desastres en el hemisferio.

• La OEA, como agencia regional de las Naciones Unidas, y conforme a los mandatos que la Secretaría General recibiera de sus Estados Miembros, ha venido apoyando a la Plataforma Regional para la Reducción del Riesgo de Desastres de las Naciones Unidas, que en colaboración con la secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas estableciera en su primera sesión, en 2009, en la Ciudad de Panamá. Conforme a sus mandatos, esta Secretaría General se propone continuar trabajando con la secretaría de la Estrategia Internacional y su Oficina Regional para las Américas en la consolidación de dicha plataforma, apoyando a los Estados Miembros en sus esfuerzos hacia la implementación del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres. En ese sentido, esta Secretaría General pone a disposición de los Estados y de la secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres, a la Red Interamericana de Mitigación de Desastres y sus herramientas, tanto los Encuentros Hemisféricos que con tanto éxito se han venido desarrollando –en algunos casos en colaboración con las Naciones Unidas, como las bases de datos en línea de buenas prácticas y la herramienta en línea para informar sobre los avances prácticos en la implementación del Plan Interamericano de 2012. De igual manera, exhortamos a la secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres, a través del distinguido Representante Especial del Secretario General de la ONU, Sr. Robert Glasser, a profundizar la colaboración interinstitucional, co-organizando y convocando las sesiones de la Plataforma Regional y de los Encuentros Hemisféricos de la Red Interamericana de Mitigación de Desastres, y haciendo uso pleno de las bases de datos en línea como depósito y medio de intercambio de conocimiento y experiencia práctica. Un renovado acuerdo de cooperación está a la orden y nuestra Secretaría General se pone a disposición para juntos avanzar en el hemisferio en una acción coordinada.

• Muchas gracias por su atención.