Discursos y otros documentos del Secretario General

CELEBRACIÓN DE LOS 70 AÑOS DE LA OEA

27 de marzo de 2019 - Ciudad de Guatemala

Para mí estar aquí en Guatemala es un honor, ser referido por mi querida amiga Sandra Jovel, una Canciller que ha definitivamente contribuido sustancialmente a una relación cada vez más fuerte entre la Organización de los Estados Americanos y Guatemala, una Canciller que además ha tenido posiciones firmes en temas fundamentales de democracia y de derechos humanos en el hemisferio. Y que siempre ha tenido la mejor disposición, la mayor disposición para el escrutinio del Sistema Interamericano en Guatemala y el escrutinio que hace el ida y vuelta de la cooperación.

Sin duda, agradecemos las palabras de que la Organización de los Estados Americanos ha contribuido a hacer una mejor Guatemala, pero Guatemala también ha contribuido sustancialmente a una mejor Organización de los Estados Americanos y estamos especialmente agradecidos al respecto.

La Organización de los Estados Americanos, la OEA, como bien decía Sandra, son 70 años de una Organización desde que 21 estados firmaron la carta de la OEA en Bogotá. Son 70 años de avances y retrocesos de una historia compleja que aún no está cerrada.

Como decía Sandra, la OEA sigue de pie a pesar de todo lo ocurrido en el siglo XX. A pesar de las dictaduras del siglo XX, a pesar de reflejos condicionados del autoritarismo. De dictaduras, a pesar de las revoluciones y de los momentos cruentos que tuvimos que vivir en varios de nuestros Estados. Intervenciones y conflictos, y golpes de Estado; todo eso formó parte de la historia de la Organización y forma parte esencial de nuestro trabajo.

A pesar de periodos también cuando la Organización se movió lejos de los principios que debía sostener en materia democracia y derechos humanos y eso la hizo prácticamente irrelevante o la hizo perder agenda respecto a otras organizaciones regionales.

Pero, definitivamente, la resiliencia de la Organización de los Estados Americanos durante más de siete décadas, es símbolo de una diplomacia democrática que tiene una función clave para nuestra gente y para nuestra sociedad. La OEA continúa hacia adelante en el camino de la justicia y la ética, con la intención muy clara de defender democracia y derechos humanos.

En esta década se han logrado los avances que confirman esta vocación. Que fueron señalados por la Canciller Sandra Jovel y que tienen que ver con el fortalecimiento del derecho internacional, que es una contribución sustancial que surge de la Organización de los Estados Americanos. Los mecanismos de defensa de la democracia, los mecanismos de defensa individual de los derechos humanos, de la promoción de los derechos humanos, las convenciones americanas; en todas las diferentes áreas en que el Sistema Interamericano la ha abordado. Ellos han sido contribuciones sustanciales en estos 70 años a fortalecer prácticas del derecho internacional, a fortalecer la teoría del derecho internacional y fortalecer la normativa del derecho internacional.

Se suman casi 60 años de misiones electorales desplegadas para contribuir a que las elecciones sean cada vez más libres y más justas en el Hemisferio. Misiones especiales para apoyar el proceso de paz en Colombia y la lucha contra la corrupción en Honduras. Debemos dimensionar también la primera convención de lucha contra la impunidad y la corrupción en el mundo entero.

Definitivamente, en el tema de misiones de observación electoral como se ha señalado, los estándares más altos, están y pertenecen a la Organización de los Estados Americanos, así es reconocido por las certificaciones internacionales al respecto. Esas misiones de observación electoral, con sus recomendaciones, han contribuido a que los procesos electorales de nuestro continente, de nuestro Hemisferio, estén cada vez más firmes, más consolidados, más fuertes. Y que aquellos en los cuales, definitivamente, se ha alejado del funcionamiento debido, han estado alejados también de la Organización de los Estados Americanos como específicamente el caso de Venezuela, que desde 2007 no invita a la Organización de Estados Americanos a observar elecciones. Desde 2007 quiere decir que no se invita no porque llegó Luis Almagro, si llegué recién en el 2015; no, no se invita porque la Organización sabe de elecciones y sabe a un nivel y en los estándares más altos.

Nuestras posiciones deben basarse en lo que trasciende, los valores y principios. Aunque muchas veces es contrario a lo que es políticamente conveniente, aunque muchas veces tiene costos altos desde el punto de vista político. Pero la OEA es garante, guardián de la democracia, del respeto a los derechos humanos, abanderado en la lucha contra la corrupción, pero más podemos hacer para acercar a la Organización a las preocupaciones de los pueblos del hemisferio. De consolidar un multilateralismo de servicio exclusivamente de la gente y no de intereses.

La realidad que vive la región exige una OEA que reaccione sin titubear y sin enredarse en formalismos. Cuando la democracia, cuando de derechos humanos se trata, no hay margen de error.

La OEA cumple más de 70 años y todavía enfrentamos regímenes dictatoriales en el continente. Debemos estar a la altura de nuestros principios. Necesitamos estar, hacer todo lo que esté en nuestras manos para propiciar democracia en todo el hemisferio, para que éste sea un continente, un Hemisferio libre de dictaduras.

Los que viven bajo las dictaduras deben saber que no están solos, que cuentan con la OEA y que la complicidad y permisividad hacia las dictaduras de donde vengan no tienen cabida en la Organización. Debemos también estar presentes en los casos de crisis humanitaria, de crisis política, de crisis económicas, de crisis sociales.

Las dictaduras son indefendibles por principio, pero también por mérito propio. Una dictadura no genera oportunidades para la gente, las reprime. Una dictadura no combate la pobreza, como hemos visto en nuestro continente, la profundiza. Una dictadura no libera y emancipa, destruye la dignidad humana. Y lamentablemente, los efectos de una dictadura no se auto contienen, sino que son efecto con amplio impacto en el resto de las Américas. Y por eso debemos tener especialmente cuidado.

El afán de poder, el afán de impunidad ha llevado a muchos en el hemisferio a auto justificar reflejos autoritarios. A justificar incluso liderazgos auto entendidos como mesiánicos. Están equivocados, eso solamente los ha llevado a profundizar la represión, dejar un saldo de muerte y de injusticia. Y los pobres del continente son los que terminan sufriendo más. Poniendo los muertos, caminando por todo el continente o largándose en balsas tratando de llegar a mejores destinos.

Los responsables muchas veces todavía disfrutan de la impunidad.

Ante la persistencia de injusticias en sus viejas y nuevas formas, necesitamos una OEA con significado. Y actuando con base en principios básicos. Con una capacidad de reacción sintonizada con las necesidades de la gente y que la complicidad y permisividad hacia la corrupción, la impunidad y la exclusión y discriminación de grupos sub representados tampoco tienen cabida en la Organización.
Es clave no olvidarnos de lo que hace única esta Organización. Nuestros valores democráticos, de derechos humanos que están expresados de forma tangible en la normativa Interamericana. Esa es la columna vertebral inamovible. Tenemos que regular las voluntades políticas para defender nuestra Carta y conjunto de normas del Sistema Interamericano. Las cartas, convenciones, resoluciones no son documentos para los archivos, cargan con un peso jurídico que debe cumplirse. Las resoluciones que han sido aprobadas en el marco del Sistema Interamericano se deben cumplir por todos los Estados del continente.

Por eso, los Estados democráticos debemos acentuar el hecho de actuar en favor de la democracia y los derechos humanos. Los gobiernos van y vienen. Los cambios son inevitables. Pero los principios permanecen y la OEA permanece defendiendo esos principios. La Organización es mucho más que un individuo, que un estado miembro, que los diplomáticos, que los funcionarios. No olvidemos para quién y para qué la OEA ha existido todo este tiempo. Para qué y para quién seguirá trabajando en décadas subsecuentes. Los pueblos de las Américas. La OEA será lo que la gente quiere que la OEA sea.

No debemos descuidar nunca eso. Nunca debemos olvidar estos principios. La configuración geopolítica que antes se armaba con base a bullying y en contra de voluntades, se desmoronó. Hoy estamos construyendo una arquitectura geopolítica con base en principios. Unos estarán de lado de los principios, otros no lo estarán. Esa es la lógica que debemos enfrentar en la Organización y que hemos enfrentado durante mucho tiempo.

Las voces pro principios, pro democracia, pro derechos humanos son más en la OEA y en el continente y por eso se sigue generando derecho interamericano.

La política no debe ser una profesión narcisista. Es altruista y es en función de las personas y su bienestar. Estar cerca de la gente del hemisferio es ser consecuente con la defensa de los valores que nos dieron origen y ponerlos a disposición de la lucha por la igualdad y oportunidades para todos con más derechos para más gente.

Gracias