Discursos y otros documentos del Secretario General

DURANTE EL EVENTO VIRTUAL: “CUBA EN VENEZUELA, LA CONQUISTA DEL SIGLO XXI”, ORGANIZADO POR EL INSTITUTO CASLA

9 de junio de 2020 - Washington, DC

Los cubanos han estado interviniendo en Venezuela durante años. Es la única intervención militar que ha sucedido en ese país. La forma cubana de hacer las cosas, gobernar a través del miedo, ha sido el sistema que se ha instalado en Venezuela.

La ocupación militar de Venezuela comenzó progresivamente hace unos quince años y fue perpetrada por las Fuerzas Armadas y el aparato de seguridad, inteligencia y contrainteligencia de Cuba, junto a la máscara y el disfraz de misiones de diferente tipo, ya sea para cooperación en deportes, para cooperación en salud, para cooperación en temas de educación.

Después de sufrir su primera derrota electoral en 2007, el Presidente Hugo Chávez empezó a buscar mecanismos para mantenerse en el poder.

En mayo de 2008 firmó dos acuerdos que le abrieron a Cuba las puertas de acceso a la estructura del ejército de Venezuela y una amplia libertad para espiarlo y renovarlo, con la idea de que Chávez controlara totalmente al ejército, a efectos de mantenerse indefinidamente en el poder.

Los acuerdos permitieron a las Fuerzas Armadas cubanas entrenar soldados en Venezuela, reestructurar partes del ejército venezolano, entrenar agentes de inteligencia y cambiar la misión del servicio de inteligencia de espiar a rivales extranjeros a vigilar a los propios integrantes de las Fueras Armadas Bolivarianas.

La reestructuración fue principalmente ideologizar lo que había sido hasta ese momento una fuerza armada profesional. Chávez cambió el nombre al incluir el término Bolivariano, pero los cambios fueron mucho más profundos que un simple cambio de nombre.

Se ideologizó a las Fuerzas Armadas para que respondieran a los intereses del gobierno de mantenerse indefinidamente en el poder, en vez de estar al servicio de las necesidades de la nación.

A partir del año 2011, con el llamado “Plan Sucre”, Chávez planteó construir una fuerza militar que combatiera en una eventual guerra interna y que usara como justificación a efectos de adoptar rasgos propios de un sistema totalitario al estilo cubano.

Después de las protestas estudiantiles ocurridas en los meses de febrero y marzo de 2014, Maduro adoptó el llamado Plan Zamora, que identificó a las fuerzas “enemigas” como las contrarias al sistema de gobierno que asumieran acciones desestabilizadoras en el territorio nacional.

El Plan Zamora también describió las posibles amenazas al orden interno y las primeras tres amenazas detectadas fueron las acciones de los partidos de oposición para, supuestamente, desestabilizar el país. La irracionalidad del comienzo de la dictadura.

Fue con este plan que se plasmó la idea del castrismo de que cualquiera que tuviera una opinión contraria a las ideas o intereses del Gobierno debería ser considerado como enemigo interno, un enemigo del Estado y consecuentemente, debía ser eliminado por las Fuerzas Armadas.

Los cubanos cambiaron el sistema de inteligencia para que fuera una policía política, al igual que en Cuba, para poder actuar en contra de cualquier disidente, o quienes pudieran ser disidentes, dentro de las fuerzas armadas y en el ámbito civil y comunitario.

La Dirección General de Contrainteligencia Miliar, o DGCIM, fue moldeada al sistema cubano, imponiendo una estricta vigilancia de las tropas venezolanas, espiando a sus propias Fuerzas Armadas, infundiendo miedo y paranoia y aplastando a la disidencia.

Los cubanos entrenaron los agentes de la DGCIM, incluyendo el uso de la tortura. Hemos recibido informes sobre la metodología de tortura en los calabozos de la DGCIM y testimonios por parte de exfuncionarios venezolanos -ahora en el exilio- que asistieron en persona a actos de tortura en Venezuela, así como sobre el entrenamiento que recibieron de parte de los agentes cubanos.

El 11 de julio de 2019, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sancionó a la DGCIM, luego del arresto por motivos políticos y la trágica muerte del capitán Rafael Acosta, quien falleció por los actos de tortura a los que fue sometido.

El uso sistemático y generalizado de la tortura en Venezuela como parte del ataque en contra de quienes aspiran a recuperar los derechos fundamentales y la democracia en el país constituye claramente un crimen de lesa humanidad, que debe ser investigado por la Fiscalía de la Corte Penal Internacional. La cúpula madurista y también la cúpula cubana.

Cuba hoy controla el servicio de inteligencia civil venezolano, así como el servicio de inteligencia militar; controla a la Guardia Nacional Bolivariana, así como a colectivos, a pandillas armadas, a quienes se les pide que realicen el trabajo sucio del gobierno, disparando y aterrorizando a los manifestantes.

Los cubanos también controlan las comunicaciones y otros espacios claves del gobierno de Venezuela. No lo hacen por solidaridad revolucionaria, ni para ayudar a Venezuela, lo hacen para asegurar predominio, para asegurar la vigencia de su proyecto político, lo hacen por el petróleo, que no deja de llegar a la isla. Los cubanos son un parásito que sigue succionando el cuerpo de la economía muerta de Venezuela.

Las misiones médicas son otra herramienta del régimen cubano para ejercer control social en los barrios y comunidades de Venezuela.

Contamos con los testimonios de desertores cubanos que fueron ordenados a censar a la población venezolana para determinar su afiliación política y tratar de convencer a los ciudadanos para que cambiaran su voto a favor del gobierno.

Utilizan la promesa del tratamiento médico para hacer proselitismo a favor del gobierno dictatorial, siempre supervisados por el servicio de inteligencia cubano, el G2.

Con los censos de la población realizados por los cubanos, el régimen de Maduro determina quién recibe los medicamentos y alimentos subsidiados que se otorgan.

La asistencia alimentaria y social se ha politizado y armado en contra de la población venezolana. Se distribuyen los suministros limitados que proporciona a través de un sistema de seguimiento politizado, el Carnet de la Patria, y se entrega solo a los partidarios de la dictadura.

Esta distribución dictatorial de las necesidades básicas durante una crisis nacional ha creado un apartheid alimentario de facto entre quienes apoyan la dictadura y quienes no.

Mientras millones de venezolanos sufren por falta de acceso a medicamentos y alimentos, agua potable y otros servicios básicos, los agentes de la inteligencia cubana ayudan activamente al régimen de Nicolás Maduro a neutralizar cualquier intento de protesta, cualquier intento de disidencia.

En la OEA estamos iluminando intencionalmente el flagelo, la terrible tragedia que significa la dictadura venezolana para los pueblos de Cuba y de Venezuela. Queremos que el mundo vea claramente los abusos cometidos por el régimen cubano en su propia isla, en Venezuela y en otros lugares del continente.

Durante demasiado tiempo la dictadura cubana ha disfrutado de impunidad, la OEA está trabajando para poner fin a este estado de cosas.

Este régimen, que está desde 1959 en el poder, ha destruido los derechos humanos básicos y las libertades civiles de toda su población, ha erosionado y ha politizado los derechos económicos, sociales y culturales de la gente. Exportaron su modelo a Venezuela y han tomado, prácticamente, el control absoluto del país.

Si queremos ayudar a Venezuela a recuperar la democracia y el Estado de derecho, debemos sacar a la dictadura cubana, debemos sacar a los cubanos de Venezuela, debemos sacar a la fuerza de ocupación cívico-militar de la tierra de Simón Bolívar.

Muchas gracias