Discursos y otros documentos del Secretario General

PRIMERA IBEROCUMBRE

9 de septiembre de 2020 - Washington, DC

Este es un encuentro de voces diversas, de voces plurales, democráticas y libres. El debate nos permitirá encontrar nuestros puntos comunes y también nuestros disensos, la democracia se construye en la diversidad y nos permite articular desde lo colectivo nuevas políticas públicas incluyentes que combatan la desigualdad y generen nuevos mecanismos de desarrollo regional.

Es un honor para mí como Secretario General de la OEA, inaugurar la IBEROCUMBRE 2020, de líderes por la Democracia y la Libertad. Un Encuentro de Alto Nivel político, económico y social de líderes y ciudadanos de Iberoamérica comprometidos con una agenda de futuro Post-Crisis Covid-19, en defensa de sociedades democráticas.

Este encuentro es la oportunidad de replantear nuestros objetivos locales y regionales, establecer una agenda programática, pensar colectivamente cómo debemos afrontar el presente, sin dejar de soñar con un mejor futuro de esperanza y desarrollo en libertad y progreso.

Entre los temas de debates, que ustedes han planteado están:

• Democracia y populismo
• Transparencia y lucha contra la corrupción
• Papel de los Think Tanks y la defensa activa de la libertad y la democracia
• Los medios de comunicación y la libertad de prensa
• Hacia un nuevo pacto social para Iberoamérica
• Escenario internacional Post COVID-19
• Desafíos económicos de la región
• La educación para Iberoamérica del Siglo XXI
• Papel de la mujer en el desarrollo de una sociedad más justa
• Papel del emprendimiento en la economía del conocimiento

El debate y los objetivos de la Primera Iberocumbre deben estar contextualizados dentro de la nueva normalidad regional y mundial que vivimos, junto con los grandes desafíos y retos que implican el diagnóstico y las salidas a la crisis Post-COVID-19.

Con la pandemia presente en todo el mundo, estamos frente a lo que las ciencias sociales denominan un “hecho social total”, concepto acuñado por el sociólogo francés Marcel Mauss para referirse a aquellos fenómenos que ponen en juego la totalidad de las dimensiones de la vida social, convulsionando el conjunto de relaciones sociales y conmocionando a todos sus actores e instituciones.

Vivimos tiempos de oscuridad y confusión. La pandemia ha traído una crisis económica sin precedentes, batiendo todos los récords y predicciones y ha puesto a prueba la resiliencia de los sistemas democráticos de todas partes del mundo.

La desaceleración económica plantea serios desafíos para los gobiernos en la medida que puede ocasionar un aumento considerable en la desigualdad.

Sin embargo, no sólo la economía se ve afectada por la pandemia, sino también la democracia. Usando la pandemia como argumento, varios gobiernos han establecido medidas de emergencia, que en muchas ocasiones coartan los derechos y libertades de las personas, afectando el Estado de derecho y el orden constitucional.

Ante este escenario mundial debemos unir nuestros mejores esfuerzos como región y asumir la responsabilidad que tenemos los ciudadanos para proteger la democracia, reconociendo que es el sistema más efectivo para enfrentar las devastadoras consecuencias generadas por la actual coyuntura.

Los valores y principios democráticos son activos vitales para luchar en contra de la pandemia. Sólo a través de la democracia se puede construir confianza en las instituciones, mantener la resiliencia ante la adversidad y evitar ahondar las ya profundas divisiones que puede haber en temas sociales y económicos.

La democracia garantiza la libre información, elemento central para la toma de decisiones coherentes y sensatas, así como asegurar el efectivo control y supervisión del desempeño de las entidades públicas.

Esta primera Iberocumbre es un encuentro convocante de voluntades con el objetivo común de construir una agenda de futuro, en defensa de una sociedad libre, eso implica también la defensa irrestricta de la democracia. En el contexto de la pandemia, están en juego la libertad, la salud y la dignidad de las personas.

Hoy más que nunca, es necesario e impostergable que la comunidad internacional actúe y reaccione de manera colectiva y oportuna consolidando los valores democráticos como faro en los oscuros momentos que vivimos. La democracia es la única ruta para derrotar la pandemia y alcanzar la recuperación económica y social en los años por venir.

Enfrentamos la peor crisis mundial en términos económicos. La economía tendrá un largo y doloroso proceso de recuperación y el ejercicio de liderar seriamente en el escenario post-COVID-19 no será una tarea sencilla.

Son momentos duros para hacer política. La agenda programática de los gobernantes y líderes sociales deberá enfocarse en fortalecer los sistemas de salud y en generar políticas orientadas a la recuperación socioeconómica y especialmente la recuperación del empleo.

Son momentos de dolor, pérdidas humanas y crisis económica. Esta coyuntura nos exige humanizar la política. Exige guía de liderazgos empáticos efectivos y eficientes para atender los complejos problemas que enfrentan las personas, las sociedades.

No hay espacio para la politiquería, ni para el autoritarismo disfrazado de democracia. No hay espacio para las dictaduras.

Las posibilidades de limitar los daños ocasionados por la pandemia dependerán de la eficiencia y habilidad de los líderes políticos para garantizar este ejercicio democrático.

Francis Fukuyama en su artículo, La pandemia y el orden político, señala que las consecuencias políticas de la pandemia serán aún más graves que los efectos económicos. La pérdida de vidas, las presiones generadas en los sistemas de salud, combinadas con altos niveles de desempleo, prolongadas recesiones y cargas de endeudamiento sin precedentes, crearán tensiones y fuertes reacciones de carácter político, por lo que será muy importante fortalecer condiciones de gobernabilidad democrática.

Fenómenos, que no son nuevos y han aumentado en la última década, como el nacionalismo, la xenofobia y el aislacionismo, encontrarán en la pandemia la oportunidad para acelerarse. Las dictaduras encuentran tiempo también en las pandemias, esto es una realidad, encuentran espacio para políticas de represión sistémica de derechos humanos.

Es fundamental que los gobiernos mantengan el compromiso político para preservar el balance entre los poderes del Estado, asegurar el ejercicio parlamentario, proteger la continuación de los procesos democráticos y garantizar una nueva gobernabilidad ceñida a elecciones justas, libres y transparentes.
No hubo, ni habrá, opresión, dictadura, represión, torturas o asesinatos que nos detengan. Siempre tenemos que tener presente la dignidad humana. Este es uno de los grandes objetivos y acuerdos que nos une, no dar tregua ni respiro a las dictaduras del continente.

El fortalecimiento de nuestros sistemas políticos no puede limitarse a respetar únicamente ciclos electorales. Debemos evitar caer en los pozos ciegos a los que nos conducen los excesos de formalismo. La consolidación de la democracia se verifica en el trabajo cotidiano de los Estados, de las administraciones, de las instituciones y en la riqueza política de nuestras comunidades, en el espíritu cívico que podemos tener como comunidad.

La ampliación y fortalecimiento de los mecanismos colectivos para la difusión y defensa del orden democrático cobra enorme relevancia para promover la institucionalidad democrática, el Estado de derecho, el orden constitucional y la paz social.

Pía Riggirozzi señala que una de las principales lecciones que evidencia esta crisis de salud pública mundial consiste en subrayar la importancia social y política del regionalismo. Y que la cooperación regional puede ser una herramienta fundamental para la gobernanza en lugar de ser la primera víctima política del coronavirus.

Es una herramienta de gobernanza crucial para el amparo y el refuerzo de la soberanía de los Estados. En América Latina ha sido así desde las independencias, cuando la región emergió como un espacio de identificación y defensa de intereses comunes, cuando este regionalismo hemisférico que tenemos forma parte de la identidad democrática, nacimos a la vida independiente como naciones democráticas y ese es nuestro principal valor y el sustento de nuestros sistemas políticos.

Los desafíos de la gobernanza democrática y los nuevos liderazgos post-pandemia deben estar estrictamente apegados a los derechos humanos y las prácticas democráticas, apuntalando la resiliencia de los sistemas democráticos.

Este espacio Iberoamericano nos permitirá crear un punto de encuentro para que líderes y gestores iberoamericanos generen un discurso común pro desarrollo y a favor del crecimiento para los próximos años.

La región se encuentra ante un desafío que presenta también una oportunidad única para repensar el contrato social, colocando lo público en el centro. Un contrato social que sirva para incluir, encontrar el proyecto político, económico, social y ambiental que sirva para apuntalar una región menos desigual, más democrática y más solidaria.

Muchas gracias