Discursos y otros documentos del Secretario General

COLOQUIO SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS, UNIVERSIDAD DE BOSTON

30 de octubre de 2020 - Washington, DC

El respeto por los derechos humanos es condición necesaria de todo régimen democrático. Al mismo tiempo, ningún sistema ofrece mayores garantías para el respeto de los derechos humanos que la democracia, lo hemos visto en nuestro continente, lo hemos sufrido en nuestro continente, lo palpamos día a día en nuestro hemisferio en todas las dinámicas nacionales, subregionales y la importancia que tiene en la preservación de los derechos en el más pleno ejercicio de los derechos, ya sean civiles y políticos; ya sean económicos, sociales y culturales, de primera, segunda y tercera generación, el ejercicio de los mismos en un sistema democrático.

En cuanto a la normativa existente para la protección y defensa de la democracia, las Américas están bastante bien, en comparación con otras regiones del mundo. La Carta Democrática Interamericana (CDI) es un instrumento esencial del sistema interamericano. La Carta Democrática Interamericana reconoce a la democracia como un derecho de los pueblos de las Américas, estableciendo el imperativo jurídico de los gobiernos de protegerlo y defenderlo.

Otras cartas, la Carta de las Naciones Unidas, por ejemplo, no contiene la palabra “democracia” y en su Consejo de Derechos Humanos tienen como miembros a las más conocidas dictaduras, que violan sistemáticamente los derechos humanos en este continente y en otros continentes.

A diferencia de otras regiones, la comunidad interamericana está obligada a promover y defender la democracia. Es decir, existe una obligación de evitar que los Estados Miembros de la OEA adopten prácticas dictatoriales o autoritarias, lo mismo constituye una amenaza que, a pesar de transiciones y avances democráticos de las últimas décadas en el hemisferio continúa siendo una realidad y una posibilidad permanente.

Esta identidad que tenemos de ser democráticos, porque además todas nuestras naciones han nacido a la vida independiente -prácticamente todas- a la vez que han nacido como democracias. Esto es algo muy particular de este hemisferio y estas naciones se han construido sobre la base de constituciones que, prácticamente en todos los casos, han garantizado derechos civiles y políticos, que permitían a la ciudadanía ejercer sus derechos.

Esto ha sido un proceso evolutivo de los últimos doscientos años; contienen elementos esenciales las constituciones, como el respeto a los derechos humanos, el acceso al poder y el ejercicio con sujeción al Estado de derecho democrático, porque Estado de derecho hay en otras partes del mundo, pero no en la lógica de Estado de derecho democrático, la celebración de elecciones periódicas, libres y justas, el régimen plural de partidos y organizaciones políticas, y la separación e independencia de los poderes públicos.

Esto son los elementos esenciales de la democracia, son el reflejo de los pactos sociales que dieron origen a nuestras naciones en el continente. Las constituciones son el reflejo de esos acuerdos, por lo que contienen en su ADN el espíritu de libertad que motivó las luchas por la independencia y las libertades cívicas que fueron construyéndose a partir de la evolución doctrinaria del iluminismo hasta la fecha.

El siglo XX nos regaló dictaduras de todo color, de izquierda y de derecha, del medio, de arriba y de abajo. Toda clase de dictaduras se propagaron durante el siglo XX, durante la primera mitad y durante la segunda mitad, en el contexto de la Guerra Fría la situación empeoró más. Unos, en nombre de proteger la democracia o proteger a los países de la amenaza comunista, otros, en el sentido de -supuestamente- asegurar mejores condiciones de vida para la gente y para los pueblos.

Todo esto se hizo a expensas de los derechos de la gente, todo esto se hizo a expensas de sufrimientos inenarrables en nuestros países, en nuestras naciones y para nuestros pueblos.
Estas dictaduras costaron ejecuciones extrajudiciales, desaparecidos, tortura y -obviamente- las lógicas de corrupción que las mismas acarrean.

Persisten enclaves dictatoriales en nuestro hemisferio, como señalábamos, el caso de la dictadura cubana es muy claro y el caso de la dictadura venezolana es todavía algo que amerita un estudio muy particular. Se trata del primer engendro de dictadura del siglo XXI, con los peores componentes que puede tener una dictadura y si ustedes ven al dictador, pero podemos ver a los dictadores venezolanos prácticamente podemos decir cartón lleno.

El dictador venezolano está acusado de narcotráfico en Nueva York, está acusado de crímenes de lesa humanidad en La Haya y está acusado y sentenciado por corrupción el Tribunal Supremo legítimo. O sea, corrupción, crímenes de lesa humanidad y narcotráfico, ese es el combo dictatorial completo de la dictadura venezolana.

No lo inventó ni siguiera la dictadura venezolana, el origen es la dictadura cubana, esos viejos resabios de la dictadura cubana se fueron metiendo en la lógica del siglo XXI, en un proceso que podríamos llamar de los mil pasos, para la instalación de la dictadura venezolana.

La dictadura cubana fue la primera que hizo trabajar al Estado en la lógica del narcotráfico. Salieron de una metodología muy propiamente cubana, encontrando 6 o 7 chivos expiatorios, incluidos héroes de guerra como el general Ochoa.

Estas dictaduras son completamente contrarias a cuerpo normativo interamericano, a la institucionalidad interamericana, las constituciones y la legislación en prácticamente cada uno de los países del hemisferio. Eso implica otro elemento más: las dictaduras son el origen y la causa fundamental de la polarización en este hemisferio.

Las prácticas dictatoriales son el primer origen de polarizaciones en cada uno de nuestros sistemas políticos, son los que generan esa introducción de malas prácticas que tiene que ver con las dinámicas de corrupción exacerbadas, cooptación de poderes del Estado, procesos electorales fraudulentos o poco transparentes o poco justos muy injustos, en definitiva la conculcación de los principales derechos civiles y políticos de la gente.

El sistema interamericano define claramente los parámetros a los cuales debe sujetarse todo régimen democrático y provee los mecanismos que deben activarse frente a los gobiernos que deben activarse frente a los gobiernos que procuran ignorar y violar estas reglas. Esto es lo que genera las dinámicas de polarización en general, en todo el hemisferio, entre aquellos que procuran inculcar estas prácticas autoritarias y lo reactivo que genera la defensa de la democracia en el hemisferio.

La defensa de la democracia se hace necesaria desde el principio, el caso venezolano lo demuestra claramente, el caso nicaragüense también lo demuestra claramente, que es importante erradicar esas malas prácticas desde el comienzo y no siempre es así. A veces, el sector privado se aviene a las dinámicas que le proponen el comienzo de estas prácticas, porque le dan dos o tres ventajas; determinados niveles de funcionariado público o de burocracia también se aviene, porque también van sacando dos o tres niveles. El aparato político partidario, obviamente, también se aviene, porque les permite sostenerse en el poder.

Eso empieza a meter los chirridos en el sistema, empieza a generar las disfuncionalidades. Un Estado de derecho democrático es diferente a un Estado de derecho autoritario. En la historia reciente de las dictaduras en América Latina los gobiernos autoritarios contaban con leyes pero no eran respetuosas de los derechos humanos y había una lógica jurídica, pero no era una lógica jurídica respetuosa de los derechos humanos.

Todos los mecanismos del sistema interamericano apuntan a lo mismo y no debería haber problemas de interpretación. La normativa es clara y siempre vemos con claridad hacia dónde van las malas prácticas y cómo estas malas prácticas se van haciendo más fuertes. El tema es luchar contra las razones de conveniencia que he expresado antes, que terminan erosionando el sistema democrático.

Muchas gracias.