Discursos y otros documentos del Secretario General

FORO “BUENAS PRÁCTICAS DE PROMOCIÓN DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA, CREENCIA Y RELIGIÓN EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE”, ORGANIZADO POR LA RED LATINOAMERICANA Y DEL CARIBE PARA LA DEMOCRACIA.

6 de abril de 2021 - Washington, DC

La promoción de las buenas prácticas de libertad de conciencia y religión en el hemisferio cuentan con el apoyo del Sistema Interamericano, de la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.

Un saludo a todos los presentes, es un honor participar de este foro. Quiero comenzar afirmando mis convicciones fundamentales. El respeto y la defensa de las libertades religiosas es un aspecto central de toda sociedad democrática.

Es esencial que, dentro del ejercicio cotidiano de sus derechos humanos, cualquier persona pueda practicar la religión que desee, incluyendo, el derecho que asiste a aquellos que no profesan ninguna creencia religiosa, a no tenerla.

Estas libertades se hallan garantizadas por los principios básicos la libertad de expresión, de pensamiento, de asociación, de prácticamente cada una de las libertades. En un Estado Constitucional la dimensión normativa de la democracia hace que esto sea posible, hace que esto sea necesario y es imprescindible sostenerlo.

Lo singular de un Estado Constitucional se basa en el principio fundamental que las personas tienen derechos, tienen derechos humanos, tienen libertades fundamentales y esos derechos están protegidos con el uso del poder público y la normativa vigente en función de la preservación de estas libertades, de estos derechos que son necesarias y fundamentales.

No hay democracia sin una adecuada separación y equilibrio de poderes, pues dicho diseño institucional es el único que garantiza los derechos humanos.

En sociedades autoritarias o abiertamente dictatoriales o carentes de un orden constitucional que garantiza derechos se regula o se prohíbe la elección de una fe religiosa o la posibilidad de cambiarse a otra, si ese es el deseo de su practicante.

Estas decisiones deben ser no solamente libres y estar garantizadas por la legislación cada país, por la normativa constitucional de cada país, sino que se debe promover su sana discusión y análisis, como se hace en este evento.

Cercenar la libertad en el terreno de la religión y la creencia con justificaciones basadas en la fe y el dogma implica deslizarnos en las resbaladizas pendientes de las leyes contra la blasfemia.

Por ello, existe un fuerte consenso en el campo de los derechos humanos que las legislaciones contra la blasfemia invitan a violaciones de derecho más que proteger supuestos derechos.
Es más, dichas leyes son propias de regímenes que no adhieren a parámetros democráticos. Paradójicamente, los expertos también coinciden en que la libertad de expresión irrestricta es condición necesaria para la libertad religiosa.

Cuando existen restricciones, las primeras víctimas son las minorías religiosas, justamente. Y como bien sabemos, quién es una minoría religiosa varía en las diferentes latitudes del planeta.

Por ello, el derecho de cada uno, sin herir sensibilidades, pero no podemos nunca tener un deseo malévolo de ofender a un creyente, lo cual puede ser reprobable en todo sentido y puede ser incluso insensible e insensato.

Debemos protegernos, debemos proteger la constitucionalidad, debemos proteger las libertades fundamentales, debemos proteger la democracia, debemos proteger la libertad religiosa, eso es central en la propia idea de Occidente: los individuos son libres de practicar la religión que deseen, tanto como no practicar religión alguna, pues ese es un ámbito de la esfera privada.

A lo largo de la historia y en momentos recientes, hemos visto cómo a veces el fundamentalismo pretende crear verdades absolutas, vejar, encarcelan o asesinar en función de consideraciones que atentan contra las minorías religiosas, atetan contra la libertad de las personas, atetan contra esa capacidad de las personas.

De igual manera y como un atentado no solo a las creencias, sino a la cultura en general, se destruyen a veces importantes monumentos históricos, templos y sitios de culto en nombre de una supuesta justificación. Lo hemos visto en muchos casos recientemente y debemos seguir bregando para que esto no ocurra en ninguna parte del planeta.

En todos los casos obedece a un mismo patrón, debemos afirmar los conceptos de la libertad religiosa, preservar cada monumento y cada lugar de oración. Eliminar rastros de la presencia del otro, deslegitimarlo de alguna forma, significa un intento de reescribir la historia a voluntad y es un proceder profundamente anti-democrático que erosiona nuestra sociabilidad.

Creemos siempre por la apuesta por el diálogo entre todas las religiones, creencias y culturas, que abran campos de entendimiento mutuo en dinámicas de conflicto, que superen la discriminación y que dejen de lado cualquier retórica de perniciosas de los fundamentalismos. Con ello se refuerza la tolerancia en la sociedad.

La Organización de los Estados Americanos es el principal foro hemisférico de carácter político de la región. Dentro de nuestras principales actividades, están la de fortalecer la democracia, promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales, fomentar el desarrollo integral, en favor del bienestar con justicia e inclusión social de los pueblos de las Américas.

Por eso hemos impulsado actividades como estas, como también el diálogo interreligioso. Dentro de la OEA, además, se ha conmemorado el Día de las Víctimas de Actos de Violencia basados en la Religión o las Creencias, instaurado por la Asamblea General de Naciones Unidas.

Cualquier tipo de acción, que tenga como finalidad dañar instalaciones religiosas, llámense Iglesias, Sinagogas o Mezquitas, entre otras, tiene que ser rechazado y condenado por igual. Atacar a fieles de cualquier de estas y otras creencias tiene que ser rechazado y condenado por igual.

En nuestro continente, a pesar de las diferencias de distinto tipo, hemos construido sociedades de diálogo y que pasan por entendimiento mutuos, que pasan por fortalecer estas libertades fundamentales.

Si logramos que cada día más se respete el derecho a la libertad de opinión, expresión, conciencia y el pleno respeto de la libertad religiosa, habrá una repercusión directa en el fortalecimiento de la democracia y la lucha contra toda forma de intolerancia y discriminación.

Muchas gracias.