Contexto


Discurso del Secretario General en la inauguración del foro hemisférico "Liderazgo de las Mujeres para la Democracia de Ciudadanía"

  4 de abril de 2011

Les doy la bienvenida a esta la Casa de las Américas, la casa de la Organización de los Estados Americanos, que está aquí ya hace un siglo. Esta casa va a cumplir dentro de pocos días 101 años de vida. Las fotografías inaugurales son significativas para este encuentro. Ni en la inauguración, cuando el Presidente Taft planta el árbol, que todavía está, ni en el banquete de gala -en este salón que está exactamente igual a como está ahora- hubo una sola mujer. Razón de más para que recordemos que no ha pasado más de un siglo desde que las mujeres de esta región carecían de derechos civiles y políticos.

Por ello, es un privilegio para mi estar aquí en la inauguración de este “Foro Hemisférico sobre el Liderazgo de las Mujeres para la Democracia de Ciudadanía”, un esfuerzo conjunto de la Comisión Interamericana de Mujeres, ONU Mujeres y la Secretaría General Iberoamericana, para intentar construir un nuevo paradigma de la democracia, que tenga en su centro las aspiraciones de libertad, igualdad, autonomía y autodeterminación, es decir, ciudadanía de todos y de todas.

El reconocimiento del derecho de las mujeres a una ciudadanía política es un logro temprano de esta Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), que lideró a nivel hemisférico la aprobación de la primera “Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer” en el año 1948.

Desde su establecimiento, hace 83 años, la CIM ha presenciado un avance en su condición ciudadana de la mujer que se observa en el incremento de sus niveles de escolaridad y de inserción laboral , en una mayor autonomía reproductiva y económica, mejores legislaciones para la igualdad de género , y también en un mejoramiento en el acceso a la propiedad, a la tierra, al crédito, a la tecnología . Que ha visto la creación de instrumentos jurídicos tales como la “Convención de Belem do Para” (1994) y la promoción de la “Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer” (CEDAW, 1979) en el ámbito del sistema de Naciones Unidas.

Todos estos avances y tratados jurídicos son vinculantes y han redefinido la relación del sistema democrático y de sus instituciones con las mujeres, a medida que se han ido constituyendo y consolidando como sujetos de derechos, ampliando el marco de derechos humanos conocidos hasta el momento.

Hay que hacer un reconocimiento a la lucha que ello ha significado desde el inicio de nuestra nueva era de democracia. Fue la movilización de mujeres sufragistas en América Latina, del Caribe, de Estados Unidos y de Canadá, lo que abrió un proceso que hizo posible que hoy tengamos mandatarias gobernando al 42% de la población de América Latina y el Caribe.

El surgimiento de la democracia, como el sistema político que conocemos, se dio con la ausencia de mujeres, que fueron claramente excluidas de los derechos habilitados por la Revolución Francesa. La lucha fue larga, sobrepasó difíciles barreras, embates y obstáculos, y logró iniciar un proceso de inclusión de las mujeres en el sistema político desde los valores y principios de la igualdad.

(...)

El discurso completo está disponible aquí.

Referencia: S-20