Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA DUODÉCIMA CONFERENCIA INTERAMERICANA DE MINISTROS DE TRABAJO

17 de octubre de 2001 - Ottawa, Canadá


Es un honor para mí como Secretario General de la OEA participar en esta Duodécima Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo que se realiza con la generosa acogida del gobierno del Primer Ministro Jean Chrétien, en esta bella ciudad de Ottawa. Los ciudadanos de las Américas conocemos y valoramos las grandes cualidades de gobernante del Primer Ministro Chrétien, su liderazgo y su preeminencia hemisférica. Bajo su orientación Canadá ha participado activa y constructivamente en los asuntos del Hemisferio. Aparte de ser anfitrión de varios de nuestros más recientes e importantes eventos, Canadá ha sido un decidido promotor de nuestra agenda democrática, de la integración y de la cooperación interamericana.

Agradecemos la hospitalidad que nos brinda la Honorable Claudette Bradshaw, Ministra de Trabajo de Canadá, quien ofreció su país con entusiasmo y generosidad para ser sede de este encuentro y quien ha trabajado con dedicación y esmero en los preparativos de la Conferencia. Hoy cristaliza su esforzado empeño al poder reunirnos a todos y realizar este evento de gran importancia para nuestra región. Gracias también por sus amables y generosas palabras.

Quisiera hacer un reconocimiento al señor Ministro Solari por su acertada gestión como Presidente pro tempore de la Conferencia y aprovechar para hacer un recuento de este proceso hemisférico que constituye un modelo de compromiso y trabajo conjunto entre sus ministerios, las agencias internacionales de cooperación y de financiamiento y la Secretaría Técnica asumida por nosotros. Nuestro trabajo de apoyo y concertación no habría podido llevarse a cabo sin el invalorable apoyo de la Organización Internacional del Trabajo como organismo especializado en las materias que nos convocan en Ottawa. Merecen también nuestro especial reconocimiento la CEPAL, la Organización Panamericana de la Salud y el Banco Interamericano de Desarrollo, que han prestado su entusiasta concurso a este proceso.

La Conferencia nos da también la oportunidad de conocer el modelo de trabajo y relaciones laborales del Canadá. El sistema garantiza un entorno de trabajo seguro, adecuado y productivo, protege los derechos de los trabajadores, incentiva las organizaciones sindicales, reconoce la negociación colectiva, evita la discriminación, compensa a los trabajadores en casos de accidente y enfermedad, y garantiza un salario mínimo. La piedra angular del sistema es el diálogo y el respeto mutuo entre empresarios, sindicatos y gobierno.

Ustedes, señores y señoras Ministros, han sentado las bases de una dinámica intensa reuniéndose cada vez con más frecuencia –en Buenos Aires en 1995, en Viña del Mar en 1998– y luego verificando sus propios compromisos en la Reunión de Seguimiento celebrada en Washington en el año 2000. La Cumbre de la ciudad de Québec reafirmó la importancia fundamental de la Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo, recibió con beneplácito el informe de los avances logrados en la ejecución del Plan de Acción y ordenó avanzar en la construcción de las dimensiones laborales del proceso de las Cumbres de las Américas, tarea que compete a los Ministros desarrollar a partir de la presente reunión. La Cumbre también pidió elaborar nuevos mecanismos para aumentar la eficacia de los proyectos para ayudar a las economías más pequeñas a implementar las leyes y normas laborales.

Esta Conferencia estableció en 1998 dos grupos de trabajo que han desarrollado los temas sustantivos que enfrentan los países de la región: la globalización de la economía, su dimensión social y laboral, y la modernización del Estado y la administración laboral. Estos grupos se han reunido en seis oportunidades.

El primer grupo se concentró en analizar la dimensión social y laboral de los procesos de integración interamericana, las políticas y proyectos de empleo, la capacitación profesional y de asistencia al trabajador desempleado, las experiencias nacionales en estos temas, las relaciones laborales y la seguridad social.

El segundo grupo analizó los servicios de información que permiten contar con bases empíricas para la elaboración de políticas sobre la evolución del empleo, los mercados de trabajo y el estado de las relaciones laborales. Este grupo se dio también a la tarea de proporcionar información sobre prácticas nacionales de fiscalización, derechos laborales de los trabajadores, y concertación y negociación colectiva. Se llevó a cabo un diagnóstico de la administración laboral y se diseñaron y ejecutaron proyectos de cooperación horizontal entre los que destacan la reorganización administrativa y funcional de los ministerios, la formación sobre mediación preventiva de conflictos, la automatización y registro sindical, y el intercambio de experiencias en materia de inspección y justicia laboral.

Se ha apoyado con fondos de la OEA el tema de promoción de la pequeña empresa mediante seminarios que han servido para vincular las asociaciones de pequeños empresarios y apoyar el desarrollo de incubadoras para la generación de empleo. En este marco se han elaborado manuales para administradores y propietarios de pequeñas empresas con el objeto de facilitar el acceso a la información electrónica disponible.

Los grupos de trabajo han estado reforzados con la presencia en sus reuniones de los órganos asesores de la Conferencia, el Consejo Sindical de Asesoramiento Técnico (COSATE) y la Comisión Empresarial de Asesoramiento Técnico en Asuntos Laborales (CEATAL). Nos hemos preocupado como Secretaría Técnica de dar una amplia información sobre los temas tratados y las acciones realizadas mediante la página Web de la OEA.

Me gustaría hacer énfasis de nuevo en que el papel de la Secretaría técnica es apoyar a la Presidencia pro tempore en los acuerdos ministeriales, servir de punto focal para las comunicaciones y de depositaria de la memoria histórica de la Conferencia. Como ustedes lo pidieron se hizo un seguimiento sobre los avances en la implementación del Plan de Acción de Viña del Mar en particular con la realización de las encuestas de flexibilización laboral.

Consideramos muy valiosa la conformación de Sistemas de Información Laboral Comparables sobre Mercados de Trabajo. Hemos desarrollado en la Secretaría General, con el apoyo de los países, 20 indicadores. Quisiéramos que se hiciera una evaluación de su impacto y utilidad. Estos indicadores se suman a los indicadores que la OIT utiliza para llevar a cabo análisis cuidadosos y representativos de la situación hemisférica.

A la fecha, y como fruto del compromiso de los ministerios de trabajo, se ha formado una red de especialistas y funcionarios que apoyan la implementación de los compromisos emanados de la Cumbre de las Américas. Consideramos que su participación formal se podría relevar convocando diálogos y seminarios que estimule la preparación de estudios y trabajos que sirvan de apoyo al desarrollo de la agenda de la Conferencia Ministerial.

Con su benevolencia, quisiera mencionar algunos de los aspectos más relevantes de la situación laboral y social del Hemisferio. No hay duda que el optimismo desbordante de la primera parte de la década pasada sobre las posibilidades de crecimiento de la región se vio pronto afectado por las crisis de volatilidad de los capitales, que han afectado de manera muy intensa nuestras economías emergentes. Hemos entrado en el Hemisferio desde entonces en un período de bajo crecimiento, de tasas de inversión apenas moderadas y, por ende, de escasa generación de empleo, especialmente de aquel de alta productividad.

El modesto y desigual crecimiento del empleo en la región se ha caracterizado, según la OIT, por las bajas tasas de crecimiento de la ocupación, los bajos niveles salariales y la tendencia a la creación de trabajos precarios, trabajos informales o trabajos sin ninguna estabilidad. Como es de conocimiento de todos, el aumento de la demanda se ha producido en el trabajo calificado en comparación con el no calificado. Todo ello ha producido aumento de la brecha salarial, condiciones laborales marcadamente distintas para un grupo y otro, y una muy baja dinámica de requerimientos de trabajadores no calificados. Sin duda, el cambio tecnológico está produciendo nuevas formas de producción y organización productiva que demandan nuevos conocimientos para el desempeño laboral.

Esto es lo que hace tan esencial los programas de formación y capacitación. El desarrollo del capital humano es una herramienta indispensable para conciliar las necesidades de la competitividad con la preservación de la equidad social. La competencia para el empleo y el aprendizaje exige una interacción creciente entre la comunidad educativa y la productiva, lo que implica una combinación de educación formal, aprendizaje en el trabajo y una capacitación no formal de carácter permanente. Por ejemplo, una reciente investigación del Banco Interamericano de Desarrollo indica que un año adicional de educación de la fuerza de trabajo de América Latina produciría un aumento de un punto en la tasa de crecimiento de la región.

No hay duda entonces de que la generación de empleo es el gran desafío para nuestros gobiernos y nuestras sociedades. Entre las varias tareas relevantes, debe estimularse una gran alianza de los agentes de la producción y los gobiernos con miras a la creación de empleo de calidad. Y éste puede lograrse en muchos casos sin un gran componente de inversión. Tal es el caso del gran potencial en la creación de empleo que se da en el nivel micro y comunitario local.

Pero también debemos tener claro que para que aumente el empleo tiene que mejorar la productividad. Esto se logra mediante la disminución de los costos laborales y con la adopción de las nuevas formas de organización del trabajo y la producción. En una sociedad democrática y justa estos cambios deben ir acompañados de mecanismos de protección al trabajador y deben ser acordados mediante la concertación y el diálogo social.

En el contexto del proceso de integración americana en curso, los países han estado obligados a enfrentar la dimensión social de estos procesos, optimizando las oportunidades que ellos ofrecen como también mirando los retos que nos imponen. Si alguna consecuencia ha traído el diálogo ministerial en estos años ha sido definir adecuadamente la dimensión social en términos de políticas de empleo, formación profesional, educación para el trabajo y capacitación permanente, intermediación laboral y seguros de desempleo.

Sin embargo, resulta también indispensable abordar el marco institucional con el cual se podrían promover los principios y derechos fundamentales de los trabajadores conforme a los mandatos de la Cumbre de Québec. Esto supone mecanismos de cumplimiento de la legislación modernos y eficientes, que pongan énfasis en la prevención y garanticen al mismo tiempo el cumplimiento de las normas básicas.

La Carta Democrática Interamericana de la OEA, que recientemente aprobamos en Lima, al incorporar estas ideas les ha dado una enorme legitimidad política y ha hecho de ellas elemento insustituible de la democracia. De tal manera se abren muchas posibilidades de respaldo a la dimensión laboral que ahora los Ministros están profundizando. La Carta reconoce como fundamental para la realización de los ideales democráticos el derecho de los trabajadores de asociarse libremente para la defensa y promoción de sus intereses; y en el artículo 10, los Estados miembros de la OEA, manifiestan que "la promoción y el fortalecimiento de la democracia requieren del ejercicio pleno y eficaz de los derechos de los trabajadores y la aplicación de las normas laborales básicas, tal como están consagradas en la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo y su Seguimiento adoptada en 1998", y señalan también que "la democracia se fortalece con el mejoramiento de las condiciones laborales y la calidad de vida de los trabajadores del Hemisferio".

Además, la adopción de la Carta Democrática Interamericana en Lima, el mismo día que se realizaban los ataques terroristas en los Estados Unidos y en presencia del Secretario de Estado Colin Powell, constituyó un acto lleno de simbolismo. Representó un rechazo al terrorismo y la reafirmación de la voluntad de los Estados miembros de la OEA de fortalecer y afianzar los valores democráticos en el Continente americano.

Señores y señoras Ministros, el proceso que nos conduce a la creación de la zona de libre comercio hemisférica del ALCA está en plena marcha. Las negociaciones para llegar al acuerdo que establece esta zona deberán concluir a más tardar en enero de 2005. Debemos estar preparados para aprovechar los beneficios que traerá la expansión del comercio contando con una fuerza de trabajo cada vez más educada y más competitiva. Al mismo tiempo, debemos asegurarnos que los beneficios económicos se traduzcan en mejoría de las condiciones sociales y mayor equidad. El ALCA nos debe ayudar a garantizar que, como efecto de la globalización, en particular en los mercados laborales haya más ganadores y los perdedores encuentren seguridad social y un sistema educativo que los reentrene para vincularlos de nuevo a los mercados de trabajo.

Señores y señoras Ministros de Trabajo, a partir del 11 de septiembre, todos los actos de los pueblos de nuestra región pueden verse como actos de reconstrucción y de defensa de esos valores que nos unen, de los valores que informan nuestro comportamiento colectivo: la democracia, el respeto por los derechos humanos, la búsqueda de la paz, la igualdad, la justicia social, el pluralismo, la diversidad, la no discriminación. Y cada uno de estos actos es un triunfo sobre los violentos, sobre aquellos que quieren que este siglo sea el primero de una edad de sombras y fanatismo. Esta reunión es un acto de fe en nuestra civilización y debe reafirmar nuestra certidumbre en el tipo de sociedad que queremos desarrollar los ciudadanos de todas las Américas. Los felicito por ello y les deseo todo éxito en sus deliberaciones.



Muchas gracias