Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN "TRANSFORMACIÓN PERPETUA" CON MOTIVO DE LOS 500 AÑOS DE BRASIL

21 de septiembre de 2000 - Washington, DC


"Nos reunimos aquí para celebrar una herencia y reafirmar un sueño." Dichas palabras, pronunciadas por el Presidente Cardoso el 22 de abril pasado durante la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de Brasil, sirven bien a la apertura de esta exposición.

Queremos celebrar la herencia cultural de Brasil y reafirmar el sueño de construcción de una sociedad que desde sus orígenes fue multiétnica, pluricultural, cosmopolita, pacífica, mucho antes que otras sociedades americanas se propusieran serlo. Y eso en parte explica como se ha forjado una de las grandes naciones del mundo. Un país que se enorgullece de lo que fue, de lo que es y que se siente dueño y arquitecto de lo que va a ser. Un país que surge en este siglo XXI como uno de los grandes protagonistas de un nuevo orden; actor de primr orden de una nueva sociedad mundial que está preparada para escuchar a Brasil, para aceptar su visión del mundo, para aprender de sus ricas tradiciones y experiencias, y para recoger sus propuestas. Un país y una nación que no se deja llevar por los torbellinos de la globalización.

La historia nos enseñó a admirar la audacia de los navegantes portugueses que atravesaron el océano. El ingenio y el arte de los portugueses y brasileños hicieron surgir una nueva nación. Los destinos de esta gente forman el producto más extraordinario de estos 500 años: la gente de Brasil.

El encuentro de culturas propiciado por el descubrimiento fue una primera instancia de expansión y de integración del mundo. Los brasileños tienen pues razón de estar orgullosos de su historia, de sus instituciones, de la riqueza de esta sociedad multirracial que, con la misma facilidad que asimila la influencias externas, tiene el interminable don de reinventar la diversidad de estilos de su propia cultura.

Hace algunos años, Mario Pedroza anotó que el arte de Brasil está condenado a la modernidad, tal vez porque, en arte, Brasil es la esencia de no pedir permiso, de hacer, sin intermediarios, presencia en el mundo de las propuestas, de las imágenes, de los lenguajes. Acá tenemos el ejemplo de ello: dos pioneras de la vanguardia internacional que hoy nos muestran la capacidad de la expresión contemporánea del arte brasileño.

En su libertad radical la obra de Regina Silveira es varias cosas a la vez. Es la interpretación visual de un dibujo que queda insólitamente pegado en la pared. Es una relectura del mundo del grabado y es una instalación porque el público se ve en la obligación de entrar en el espacio de la obra para interactuar con ella.

Se trata de una obra que siempre está en permanente elaboración porque la artista no define los limites de su narrativa. La obra en si tiene el carácter efímero. Ella comienza todo desde el principio, cada vez. Utiliza la sombra como una metáfora visual; es la proyección de la luz frente a un cuerpo; la sombra que se convierte en espacio. Tenemos así una nueva forma de interpretar las relaciones espaciales; una moderna visión de cómo el arte siempre logra tener una respuesta diferente a la realidad; tenemos una conjura contra el arte tradicional y al mismo tiempo una manera distinta de interpretar, una que ha surgido con el arte conceptual .

Todo el trabajo de esta artista compromete a la razón en su proceso creativo. Son proyectos que incluyen los dibujos preparatorios que contienen la reflexión de la imagen y su sombra, la proyección de la imagen en computadora, la elaboración de la obra en vinilo y la instalación milimétrica en maquetas.

Así como Regina Silveira se refiere a la longitud de la sombra, la obra de Jannete Mussati tiene otro punto de partida, lo que hace que esta exposición tenga dos miradas, que en su opuestos, se complementan.

Jannete Musatti hace hincapié en el mundo íntimo de sus ensamblajes. La artista, a manera de relojero, crea mundos a partir de elementos que ha ido coleccionando. Ella crea mundos donde la escala humana se reduce a una dimensión poética, donde la distancia se acorta en la medida en que queremos asimilarla y en la medida en que la curiosidad estética se agranda.

Se trata de una reinvención de la realidad, donde unos paisajes surrealistas se cierran en sí mismos y aparecen elementos urbanos que, como las muñecas, hacen referencia a una sociedad industrial.

La elaboración de las obras de Jannet Musatti es más intuitiva, usa con rigor sus diversos materiales que va encontrando en el ejercicio de la arqueología en miniatura y que pone al servicio de un especial talento creativo. En ella podemos apreciar su precisión. La expresión a escala diminuta no hace perder el sentido escultórico. Por lo contrario enfatiza su fuerza.

A ella le interesa plantear nuevas ideas sobre la memoria, lo cotidiano, situaciones especificas femeninas donde la figura pierde la dimensión de equilibrio o de peso. La revisión de las construcciones simbólicas que construye con elementos dispares tiene siempre el componente de narrativa social que va matizado por un especial humor.

Me complace mucho que con esta exposición nos unamos a la celebración de los 500 años del Brasil. Con ella, de una manera tan especial y moderna, a través del presente nos reconciliamos con todos los tiempos históricos de un gran país. Quiero agradecerle al Embajador Valter Pecly Moreira y a todos los funcionarios de su Misión por su entusiasta colaboración, así como a la artista Regina Silveira por su presencia.

Muchas Gracias