Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA REUNIÓN DE SEGUIMIENTO DEL PLAN BINACIONAL DE DESARROLLO FRONTERIZO, PERU Y ECUADOR

23 de marzo de 2000 - Nueva Orleans


Es para mi motivo de especial satisfacción estar aquí reunido con Ustedes en este bello escenario, de profundo significado histórico, que nos ofrece New Orleáns. Gracias al BID y a los dos gobiernos por su invitación. La realización de esta reunión es más significativa, después de los difíciles momentos que tuvieron que afrontar las instituciones democráticas ecuatorianas en enero pasado. Todos los americanos vivimos con preocupación aquellos eventos. Afortunadamente, gracias a la vocación democrática del pueblo ecuatoriano y de sus líderes, así como a la rápida y decidida reacción del Hemisferio, tal desafió pudo resolverse de manera pacífica y culminó con la preservación del hilo de la institucional democrática. La OEA le ha dado un decisivo respaldo al Gobierno Constitucional del Presidente Noboa y ha convocado a la Comunidad Internacional a hacer lo propio. La prontitud con la que ha actuado el Congreso ecuatoriano para tomar decisiones difíciles y la pronta respuesta de las Instituciones Financieras Multilaterales auguran un futuro más auspicioso para El Ecuador y sus ciudadanos.

Los hechos en Ecuador señalan la estrecha relación entre el buen funcionamiento de las Instituciones democráticas con el mejoramiento de la calidad de vida y progreso que se puedan ofrecer a los ciudadanos. Igual sucede con la paz. El fin del conflicto debe traducirse no sólo en la ansiada eliminación de tensiones sino también en la generación de un proceso de desarrollo para el conjunto de la región. Este Grupo Consultivo debe aunar esfuerzos y voluntades para que los dividendos de la paz se hagan realidad.

En octubre de 1998, junto con todos los americanos de buena voluntad, celebramos la decisión valerosa y visionaria de los Presidentes Mahuad y Fujimori de poner fin a una disputa fronteriza heredada de desacuerdos que se remontan a la fundación de las dos republicas. Con la histórica firma del Acuerdo de Paz en la capital brasileña, con la magnífico respaldo que al proceso otorgaron los cuatro países garantes, peruanos y ecuatorianos le dijeron no a la guerra. Dieron al mundo ejemplo de lo que dos naciones pueden lograr cuando tienen el coraje de dar vuelta, mirar de frente, y ver en el otro los mismos rostros, los mismos sueños, los mismos desafíos, los mismos ideales. Se reencontraron con su vocación fraterna y ancestral de forjar un destino común de prosperidad y desarrollo. Con la firma del Tratado de Paz lograron encarnar, más que con cualquier otro acto después del fin de la guerra fría, el nuevo espíritu de integración que reina en las Americas, de búsqueda colectiva de valores que nos son comunes.

El Acuerdo de Paz alcanzado es un modelo para el mundo. Amén de dirimir el motivo del conflicto, estableciendo una demarcación clara de la frontera, el Acto Presidencial de Brasilia se acompañó de una serie de acuerdos igualmente importantes que establecen medidas de fomento de la confianza y la seguridad, que promueven y facilitan el comercio y la navegación, que aceleran la integración comercial, la cooperación bilateral y el desarrollo equilibrado de la región.

Por su aislamiento geográfico y por el hecho mismo de vivir en una región objeto de disputas durante décadas, los habitantes de la región fronteriza presentan indicadores sociales y económicos de mayor atraso frente a los de sus compatriotas. Para cerrar esas brechas se requiere de inversiones importantes y sostenidas en el tiempo. Ellas están contenidas en el Plan Binacional que los dos gobiernos presentaron en Washington hace cerca de un ano.

El Plan, a la imagen de los acuerdos de paz, es audaz y ambicioso. Su realización exige inversiones por un monto cercano a los tres mil millones de dólares en los próximos diez años. Gracias a él, la "no man’s land" (tierra de nadie) que creó el conflicto está llamada ahora a convertirse en el futuro en una región viva, marcada por la hermandad, dinamizada por el comercio, impulsada por la educación, el acceso a servicios básicos y el mejoramiento de la calidad de vida para los cuatro millones y medio de habitantes de ambos lados de la frontera.

Gracias al liderazgo de don Enrique Iglesias, Presidente del BID, se dio comienzo al esfuerzo para conseguir los recursos que el Plan requiere. Fue un inicio exitoso y esperanzador. El BID, la Corporación Andina de Fomento, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Organización Panamericana de la Salud, y la Organización de los Estados Americanos, así como países donantes del hemisferio como Estados Unidos y Canadá, y otros extraregionales respondieron positivamente y con entusiasmo a la propuesta innovadora de convertir una antigua zona de guerra en una región de progreso, integración y solidaridad. Ahora, cuando las luces de la actualidad se enfocan en otros temas, debemos perseverar, movilizar esfuerzos y voluntades y seguir apoyando a estos dos países y sus pueblos.

En la OEA, de acuerdo a nuestra experiencia y capacidad, y a solicitud de los Gobiernos, nos hemos concentrado en dos áreas. La primera es el desminado. Para él contamos con la rica experiencia que hemos adquirido en Centroamérica con la significativa contribución de la JID, de los Estados miembros, y de países observadores y donantes.

Se creó un fondo con la contribución del Gobierno de Canadá por un monto de USD $200,000 . Esta contribución, dividida en partes iguales, ha sido destinada exclusivamente a la adquisición de equipos y materiales para las actividades de apoyo al desminado solicitados por ambos países. Dichos equipos han sido recibidos ya por parte del Gobierno Peruano y estarán llegando al Ecuador en las próximas semanas.

Nuestra propuesta a los dos países y a todos ustedes fortalece la capacidad institucional y técnica nacional para llevar a cabo las tareas de desminado y establece, en diálogo con las autoridades nacionales de cada país, el marco general de las operaciones, las necesidades de financiamiento y un cronograma tentativo de operaciones que posibiliten el desarrollo y cumplimiento del Programa.

Como en el caso centroamericano, este programa deberá combinar los objetivos primordiales de remoción y destrucción de las minas, con supervisión internacional, información y capacitación a la población civil sobre el peligro de esos artefactos, asistencia a las víctimas y rehabilitación productiva de las tierras, en articulación con el conjunto del Plan Binacional.

La segunda área esta basada en nuestra experiencia en materia de desarrollo sostenible en el Proyecto Plurinacional de Cooperación Amazónica. Estamos trabajando con la entidad responsable en Ecuador del Plan Maestro de Ecodesarrollo de la Región Amazónica y con el INADE, en el caso del Perú, para desarrollar un proyecto semilla por valor de US 180.000, en municipios fronterizos con el fin de contribuir a mejorar la calidad de vida de la población, mayoritariamente indígena; valorizar sus culturas; promover la gestión ambiental local; promover la integración de las áreas de frontera con sus respectivos países e incentivar el trabajo interinstitucional binacional.

Señoras y Señores:

Los pueblos del Ecuador y del Perú y sus dirigentes nos han entregado un testimonio claro de su vocación por la paz. Con audacia y decisión le han apostado al futuro; a un futuro de paz, de prosperidad, y de integración. A nosotros ahora nos corresponde responder a este llamado, demostrarles que no están solos, que compartimos y apoyamos sus sueños. A nosotros ahora nos corresponde aportar nuestro grano de arena para hacer realidad esa justa aspiración.

Muchas Gracias