Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA TELECONFERENCIA CON MOTIVO DEL III SIMPOSIO PANAMERICANO DE SEGURIDAD SOCIAL

29 de septiembre de 1999 - Washington, DC


Estimados amigos:

Me es muy grato poder dirigirles desde la sede de la OEA en Washington este saludo con motivo de una nueva reunión del Simposio Panamericano de Seguridad Social. Antes de hablar de los desafíos que enfrenta nuestro hemisferio a comienzos de un nuevo milenio quisiera decirles que con la guía de los Presidentes y Primeros Ministros de nuestro hemisferio nos hemos comprometido en un vasto plan de integración económica y social cuyo primer componente es la creación de una zona de libre comercio de Alaska hasta Tierra del Fuego.

Pero estamos comprometidos también en avanzar en la defensa de la democracia, la aplicación de los criterios del desarrollos sostenible, en fortalecer nuestro sistema de derechos humanos, y en hacer de la educación el eje de nuestras políticas de desarrollo y justicia social. Igualmente hemos decidido confrontar colectivamente los peligros y males que nos afectan a todos: narcotráfico, terrorismo, corrupción

Para lograrlo, entre otros medios, nos hemos propuesto facilitar y estimular un rico intercambio de experiencias. Entre ellos está este ejercicio que propicia un diálogo abierto, franco y riguroso entre actores de un sector clave del desarrollo social.

La gran mayoría de nuestros países inician la senda del siglo 21 después de haber realizado un amplio y ambicioso proceso de reformas a sus sistemas económicos. Desde mediados de los años ochenta, y en distintos momentos y con distintos estilos, casi todas las naciones de las Américas iniciaron transformaciones a sus estructuras productivas y a sus políticas económicas. Ello nos permite hoy contar con países cuyas economías han alcanzado la estabilidad macroeconómica, se han integrado a los mercados internacionales, han acogido las transformaciones tecnológicas y han fortalecido el mercado como instrumento asignador de recursos.

Estos cambios, sin embargo, no han estado libres de costos. Por un lado, la mayor integración a la economía mundial nos ha vuelto más vulnerables a crisis que se originan a miles de kilómetros de nuestras fronteras y durante las cuales diferentes actores de la economía internacional se han mostrado incapaces de distinguir las diferencias entre las economías emergentes. A pesar de esta mayor vulnerabilidad, nuestros gobiernos han asumido un camino responsable, no han desviado la marcha y su perseverancia se ha visto recompensada. Nuestras economías están hoy día sanas en sus aspectos fundamentales, lo que permite pronosticar una recuperación rápida después de los embates iniciales de la crisis.

Otro flanco importante en el cual hemos percibido dificultades es en el plano social. Pese a los avances en materia económica, nuestros países enfrentan niveles escandalosos de pobreza y de desigualdad en la distribución de los ingresos y las oportunidades.

Es aquí donde el diálogo que ustedes inician adquiere una importancia transcendental. Las dificultades que enfrentamos en el plano social no se deben atribuir simplemente a las políticas económicas implementadas en los últimos años. Estoy convencido que si no hubiéramos adoptado esas reformas, la situación social sería aún peor. Pero sí debemos reconocer que padecemos de un gran déficit cuando se trata de la modernización de nuestras políticas sociales. Una de las áreas más claras en ese aspecto es el de la seguridad social.

Los sistemas de seguridad social que desarrollamos durante las pasadas décadas han mostrado signos incuestionables de agotamiento. Los sistemas de pensiones, por ejemplo, cubren apenas el 38% de la población económicamente activa y otorgan pensiones a no más del 31% de los mayores de 60 años. Los sistemas enfrentan desfinanciamiento crónico lo que pone en serio peligro el porvenir de la gran mayoría de nuestros habitantes.

Los cambios experimentados en todos nuestros países nos llevan a repensar los acuerdos e instrumentos de seguridad social que nos sirvieron en el pasado. El contexto económico y social de fines de los noventa es demasiado diferente al mundo de los años cincuenta o sesenta. Nuestros países han experimentado cambios demográficos profundos, nuestras estructuras productivas han visto emerger un dinámico sector informal, y las transformaciones tecnológicas alteran profundamente nuestros antiguos paradigmas en cuanto a estabilidad laboral. En ese contexto debemos fortalecer nuestros esfuerzos por encontrar sistemas de seguridad social relevantes y estables.

Los cambios mencionados demandan una reflexión honesta y profunda por parte de los responsables de la seguridad social. Ello implica un ejercicio común de gobiernos, trabajadores y empleadores por identificar nuevos sistemas de protección, de modo que los trabajadores actuales y futuros cuenten con un sistema eficiente de protección para cuando lo requieran. Necesitamos ser imaginativos, generosos, rigurosos y comprometernos a fondo en dicho proceso.

Pero todo esto no es nuevo para ustedes. Las reformas a los sistemas de seguridad social ya están en marcha y, a pesar de todo, hemos logrado dar pasos importantes. Aún así los resultados son aún mixtos y dispares, por lo cual este encuentro adquiere un valor especial.

Creo que el campo en que más hemos avanzado, aunque sea en términos relativos, es en el de los sistemas de pensiones y jubilaciones. En este campo, un buen número de países ha introducido profundas modificaciones a sus sistemas, dejando atrás la sola existencia de esquemas de reparto e introduciendo nuevas alternativas. Estas reformas cubren desde el establecimiento exclusivo de sistemas de capitalización individual, hasta otros que han optado por sistemas mixtos, en los que se mantienen los sistemas de reparto - administrado y regulado por el Estado- pero que enfrentan competencia por parte de sistemas de capitalización privados. Esta diversidad me parece conveniente. Creo ilusorio pensar que existe un sistema de seguridad social único, un modelo que sirva a todos los países por igual. Cada país debe definir sus propias necesidades. Pero del diálogo y del intercambio de experiencias podemos enriquecer el universo de alternativas que cada uno de nuestros países tiene a la mano. En ese sentido este Simposio constituye un ejercicio de gran relevancia.

Al mismo tiempo, diversidad de sistemas no quiere decir que cualquier cosa vale. Estoy igualmente convencido que debemos mantener y respetar ciertos principios básicos y esenciales como lo son la solidaridad, la eficacia y la universalidad.

Lo importante es que hoy vemos una tendencia clara a buscar sistemas que se basen en responsabilidades compartidas y en incentivos claros para todas las partes. En ese sentido, creo que todos comprendemos que el Estado no puede seguir hipotecando el futuro de los trabajadores y jubilados. Los fondos de pensiones no deben ser utilizados como salvavidas de políticas fiscales irresponsables. Simultáneamente, los trabajadores no pueden intentar eludir sus propias contribuciones esperando que sus pensiones sean cubiertas con los aportes de otros; y los empleadores no pueden utilizar la evasión en las contribuciones que les corresponden como forma de reducir sus costos de producción.

Las reformas a los sistemas de pensiones indican el inicio de una tarea que debemos continuar. Aún quedan muchos aspectos de la seguridad social que necesitamos poner a la altura de las demandas de los ciudadanos. Un mundo en transformación casi constante afecta, ineluctablemente, al mundo laboral. Los esfuerzos por introducir mayor flexibilidad en los mercados laborales deben ir acompañados de instrumentos que permitan al trabajador enfrentar los momentos difíciles sin consecuencias negativas para éste y su familia. En ese sentido se hace cada vez más urgente poner en marcha seguros de desempleo eficaces, financieramente sólidos, y que acompañen al trabajador a lo largo de su vida activa. Estos seguros deben contribuir a mitigar los efectos de situaciones de desempleo temporal, pero también estar al alcance del trabajador cuando éste considere necesario participar de programas de capacitación y perfeccionamiento.

Estas son algunas reflexiones muy generales que quería compartir con ustedes en la inauguración del este Tercer Simposio Panamericano de Seguridad Social. Les reitero mis mejores deseos, convencido que el éxito de sus debates e intercambios contribuirá a los esfuerzos que a lo largo y ancho del hemisferio estamos realizando por lograr una América más equitativa, más justa, y más próspera.



Muchas gracias.