Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN EL SEMINARIO REGIONAL SOBRE INTEGRACION

4 de marzo de 1999 - Ciudad de Panamá, Panamá


En primer lugar quisiera agradecer a los organizadores de este simposio y en particular al Presidente Ernesto Pérez Balladares por la amable invitación que me extendieran para acompañarlos en esta ocasión. Para mí es un honor estar en compañía de tan ilustres americanos y poder compartir con ustedes algunas ideas sobre la evolución de los parámetros del sistema internacional en el umbral del nuevo milenio. Y Panamá es un sitio de particular significación por los pasos que ha dado en la vía de su modernización. Panamá se ha preparado para enfrentar el nuevo milenio, dueño de su destino y responsable de la arteria de transporte más importante del mundo.

El tema que me han pedido que aborde, el de la integración regional en las Américas, es uno de gran relevancia para los países del Hemisferio Occidental. Comenzaré por reflexionar sobre qué se quiere decir cuando se habla de integración regional en un mundo cada vez más globalizado. Luego delinearé brevemente la evolución de la reciente ola de regionalismo abierto en las Américas. Así mismo, me concentraré en lo que debería ser la culminación de esta integración regional: el Área de Libre Comercio de las Américas, o ALCA. También, les presentaré un informe sobre el estado de estas negociaciones y plantearé los desafíos que está enfrentando el proceso. Y finalmente, compartiré algunos puntos de vista sobre el futuro del mismo.

EL CONCEPTO DE LA INTEGRACIÓN

Cuando hablamos de integración económica, debemos en primer lugar hacernos la pregunta: ¿qué queremos decir cuando nos referimos a la integración? El término integración conlleva varios significados, incluyendo el de la disminución de la importancia económica de las fronteras políticas, la facilidad de efectuar inversiones y transacciones comerciales de bienes y servicios, y la creciente influencia que nuestras acciones tienen sobre los demás, allende de nuestras fronteras.

La integración, así como el muy discutido fenómeno de la globalización, ha sido el resultado de dos factores muy importantes: el cambio tecnológico y las políticas comerciales y de inversión. La tecnología ha disminuido las distancias geográficas y económicas gracias a los cada vez más reducidos costos en el transporte, y a la facilidad de las comunicaciones y del procesamiento de la información. Entre 1950 y 1990 el promedio de ingreso del transporte aéreo por milla recorrida por pasajero disminuyó en un tercio. Hace solamente veinte años una llamada telefónica de tres minutos entre Nueva York y Londres costaba aproximadamente 32 dólares. Hoy, esa misma llamada de tres minutos cuesta menos de 3 dólares y se está reemplazando rápidamente por el fax de un minuto o por el correo electrónico instantáneo que utilizamos diariamente, a costos ínfimos. Un informe reciente indica que en los Estados Unidos 5 millones de personas reciben sus ingresos trabajando en el Internet. Hace cinco años este número era de apenas unos miles. Estas innovaciones han reducido drásticamente los obstáculos creados por las distancias geográficas y han abierto un sinnúmero de posibilidades a personas a todo lo ancho del Globo.

Quienes formulan las políticas han complementado la tecnología reduciendo las barreras comerciales y de movimiento de capital a nivel nacional, regional y multilateral. Los países están asociándose, cada vez más, en áreas de libre comercio y uniones aduaneras con sus vecinos; y a nivel multilateral, la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el gran número de miembros con que ésta cuenta ha cambiado las perspectivas del comercio internacional.

Con el crecimiento de los flujos comerciales en los últimos veinticinco años, las características del comercio han cambiado sustancialmente, en particular a raíz de la expansión de los servicios comerciales y la creciente participación de los países en desarrollo. Mientras en 1950 menos del 10 por ciento de la producción mundial fue exportada o transada internacionalmente, 25 por ciento de los bienes que producimos se están ahora consumiendo en otros países. En la década pasada, el comercio creció el doble de rápido que la producción, y la inversión directa extranjera ha crecido tres veces más rápido que aquella. El movimiento de divisas ha aumentado de $15 mil millones en 1973 a $1,2 millones de millones en 1995. Impulsadas por las actividades de las corporaciones transnacionales, varias etapas del proceso de producción están localizadas en países diferentes, un fenómeno ahora denominado como la división de la cadena del valor agregado.

Al mismo tiempo, la agenda del comercio internacional se ha vuelto cada vez más globalizada. Mientras en los años 60 solamente cuarenta países habían firmado el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, hoy 133 países son miembros de la OMC y otros 32 han expresado interés en hacerse miembros. La gama de temas también ha aumentado. Mientras las primeras siete rondas de las negociaciones del GATT se enfocaron en la reducción de aranceles y en la eliminación de barreras fronterizas, desde que se realizó la Ronda de Uruguay la agenda incluye nuevas áreas de políticas comerciales como los derechos de propiedad intelectual, políticas de competencia, inversiones, compras gubernamentales y mecanismos modernos de resolución de controversias. Este sector también se ha expandido hasta abarcar temas agrícolas y todos los servicios, incluyendo los financieros, los seguros, las telecomunicaciones, el transporte, los servicios profesionales y otros. A medida que avanzan las negociaciones, los países deben empezar a considerar las consecuencias de sus propias políticas internas en los demás países miembros.

INTEGRACIÓN EN LAS AMÉRICAS

Estas tendencias son más evidentes en el hemisferio occidental. A medida que nos acercamos al nuevo milenio, vemos como la geografía económica del hemisferio es muy diferente a lo que era hace medio o incluso un cuarto de siglo. Todos los países de las Américas, con una excepción, han elegido a sus gobiernos democráticamente y han tomado pasos importantes hacia una mayor competencia económica y han buscado regresar al estado a muchas de sus funciones primigenias.

Durante la década pasada, los países de las Américas avanzaron significativamente en lograr una estabilidad política y macroeconómica, en fortalecer los mecanismos de las economías de mercado, en mejorar sus sistemas financieros internos, y en la transición hacia un régimen comercial y financiero más abierto. Desde los últimos años de la década de los 80, el promedio de aranceles en América Latina ha disminuido de un 40 a un 11 por ciento, y el comercio entre los países de la región se ha duplicado entre 1990 y 1998. Así mismo, los países con economías tradicionalmente muy protegidas han abierto sus mercados y la reducción de aranceles ha ayudado a estimular los flujos comerciales y la integración, por lo que sin duda se han forjado vínculos económicos más estrechos.

El destino de los países de las Américas está entonces estrechamente inter-relacionado. Estamos atados a través de efectos que se generan tanto por los hechos políticos y económicos, así como por la geografía, la historia, la cultura y el comercio. Dentro de la región intercambiamos más de 1,500 millones de dólares diarios en bienes. Del millón de millones (trillón) de dólares en exportaciones que realiza el Hemisferio Occidental, más del 55 por ciento se destina dentro de la región.

Así mismo, compartimos un mismo objetivo: un marco de estabilidad y prosperidad en las Américas. Esto nos proporcionará la plataforma desde la cual podremos enfrentar los desafíos de nuestro hemisferio: fortalecer la democracia y los mecanismos de protección de los derechos humanos; abordar y mejorar los problemas de la desigualdad de ingresos; erradicar la pobreza; avanzar hacia la aplicación de los criterios del desarrollo sostenible; hacer de la educación el eje de nuestro desarrollo a través de un significativo incremento en la cantidad y la calidad de los recursos humanos que disponemos; y prepararnos para enfrentar colectivamente el narcotráfico, la corrupción y el terrorismo.

EL ÁREA DE LIBRE COMERCIO DE LAS AMÉRICAS

Esta es la principal meta que se propusieron los Jefes de Estado y de Gobierno que se reunieron en la primera Cumbre de las Américas, en Miami, en 1994. De la misma manera, la necesidad de consolidar este objetivo, dar por terminada la etapa de preparación y lanzar la fase de las negociaciones, fue lo que llevó a que se volvieran a reunir en Santiago de Chile, el año pasado.

La principal expresión de la integración hemisférica es el proceso de negociaciones para crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Esta iniciativa tiene como propósito establecer un Hemisferio Occidental libre de barreras comerciales para el intercambio de bienes y servicios. El ALCA proporcionará el marco que va a reglar las relaciones comerciales entre los países de las Américas. Servirá como una especie de "Constitución" del comercio hemisférico, estableciendo lo que es apropiado y lo que no es lícito en las prácticas comerciales, y formulará un mecanismo para resolver las diferencias entre los países miembros. El ALCA también cumplirá con la labor de "asegurar" que los compromisos de liberación acordados entre los países se cumplan y ayuden a mantener el comercio como el principal motor del crecimiento económico en las Américas.

El ALCA se está construyendo bajo un número preestablecido de principios. El Acuerdo será negociado por consenso de los treinta y cuatro países que además contarán con igualdad jurídica. Esto significa que cada país -- no importa cuán grande o pequeño, rico o pobre sea-- tendrá los mismos derechos en la fase de la negociación. Este Acuerdo será balanceado y tendrá en cuenta las necesidades de las economías más pequeñas, un elemento importante dentro de un hemisferio que comprende una gran diversidad de naciones, tanto en tamaño como en niveles de desarrollo. Del mismo modo, este Acuerdo representará un compromiso de carácter único. Este es un elemento muy importante a través del cual todos los países aceptarán cada una y todas las obligaciones del Acuerdo. Los países no podrán escoger sino que se acogerán a las reglas del ALCA en su totalidad.

Otro principio importante del ALCA es la consistencia con el marco fijado por la OMC. Todos, menos uno de los países del ALCA, son miembros de la OMC, y todos han acordado reconocer a la OMC como base del ALCA. Esto significa que los países han aceptado la meta subrayada en el Artículo 24 que cita que el ALCA no desviará el comercio a países no miembros. Además, los principios de la OMC, dentro de las disciplinas cubiertas, demarcarán el estándar para el ALCA.

La extensa agenda de comercio es ahora estándar no solo para la OMC sino también para toda la nueva generación de acuerdos de libre comercio como NAFTA, los acuerdos de comercio bilaterales que México ha negociado con varios países en Centro y Sur América, el acuerdo entre Chile y Canadá, y muchos otros dentro de la región. Es también el estándar para el MERCOSUR, la Comunidad Andina, el Sistema de Integración Centroamericana y el CARICOM. Entonces, mientras que años atrás las negociaciones eran sobre medidas en las fronteras, la mayoría de lo que se está negociando en los acuerdos modernos de comercio es referente a las leyes, reglas y procedimientos internos, y al tratamiento nacional de inversionistas extranjeros. Esta expansión de las áreas contenidas dentro de las disciplinas de comercio está fortaleciendo los caminos de integración regional y económica, como todo un nuevo paradigma de negociaciones comerciales.

Las negociaciones del ALCA están basadas en la riqueza de información y análisis compilados durante la fase preparatoria. En el inicio de la segunda ronda de reuniones de los grupos de negociación, negociadores de 34 países han comenzado a discutir aspectos que van desde barreras arancelarias y no arancelarias, desde agricultura hasta propiedad intelectual, así como políticas de inversión, de competencia y servicios. Un grupo de consulta de expertos en los sectores público y privado ha comenzado a examinar, de manera pionera, el tema de comercio electrónico y las reglas bajo las cuales se daría dentro del hemisferio.

Un grupo consultivo está explorando las necesidades y condiciones de las economías más pequeñas del Hemisferio. También se ha desarrollado un mecanismo a través del cual los miembros de la sociedad civil puedan expresar sus opiniones. El Foro Empresarial de las Américas, que de manera paralela se viene dando con la reunión de Ministros de Comercio desde la reunión de Denver, ha representado una poderosa voz para que el proceso sirva para reforzar lo que ya es una relación comercial creciente, asegurando un control por parte del sector privado y garantizando un significativo volumen de información fiable, ya no sólo en manos del gobierno sino en manos de los empresarios.

Hace unas semanas, el Comité de Negociación Comercial (CNC) del ALCA se reunió en Suriname. La reunión cubrió ambas partes, la administrativa y la sustantiva. El logro más importante de esta reunión fue el alcanzar un progreso significativo hacia el establecimiento de las guías de administración para el grupo completo de entidades del ALCA, incluyendo el CNC, los Grupos Consultivos y de Negociación, la Secretaría Administrativa y el Comité Tripartita. Estas discusiones dieron paso a la incorporación de un tipo de "manual" para el funcionamiento del proceso del ALCA. Vale la pena mencionar que desde la reunión Ministerial del año pasado en Costa Rica, fue posible avanzar en asuntos procedimentales que en otras ocasiones han entorpecido negociaciones comerciales, y fue posible acordar la sede de todas las reuniones, las directivas para cada una de ellas y muchos otros puntos administrativos y logísticos.

Con respecto a los temas sustantivos, los Vice-ministros recibieron directamente informes de los Presidentes de las Grupos y Comisiones sobre la primera ronda de reuniones. Un punto clave en la agenda fue también la discusión de medidas para la facilitación de negocios que deberían ser adoptadas antes del año 2000. La reunión acordó enfocarse primordialmente en el área de aduanas, y en los procedimientos para alcanzar un mayor consenso sobre un paquete significativo de medidas para la facilitación de negocios antes de la reunión Ministerial de Canadá que se realizará este noviembre.

RETOS A SER CONFRONTADOS

A medida que las conversaciones van avanzando, y mientras los países continúan comprometidos con la creación de una Area de Libre Comercio de las Américas, un gran número de retos persisten. Uno de ellos es la voluntad política interna de los países de las Américas. Personalmente puedo certificar la creciente voluntad política que existe en cada uno de nuestros países para avanzar en el proceso del ALCA. Ella se refleja no sólo por el uso continuado de valiosos recursos humanos en las numerosas reuniones anuales, sino en la firme expresión de funcionarios al mas alto nivel. Pero al mismo tiempo tenemos que registrar la enorme preocupación que genera el no otorgamiento de la vía rápida, o Fast Track, por parte del Congreso en favor del Gobierno de los Estados Unidos.

Otro elemento que es muchas veces visto como un gran desafío es la "Ronda del Milenio" propuesta por la OMC. Mientras algunos creen que esta nueva ronda puede dispersar la energía del ALCA, muchos creemos que estos dos procesos son compatibles y de hecho complementarios. En medio de las negociaciones de la pasada Ronda Uruguay varios de los países que participaron de manera más activa en ese proceso fueron capaces de participar de manera muy intensa en los procesos regionales de Comercio. Podríamos citar por vía de ejemplo el Nafta y el Mercosur. Pero no podemos desconocer que las negociaciones del ALCA serán un ejercicio complejo cuando se trate de definir las áreas en las cuales el ALCA establecerá disciplinas más avanzadas y en las que proveerá mayor acceso al mercado que la OMC, así como en cuáles no irá más allá de cumplir con el compromiso multilateral.

Pero la principal amenaza sin duda proviene de la crisis financiera cuya magnitud aun no conocemos a plenitud. Como consecuencia de ella todos los países de las Américas están enfrentando considerables dificultades. En varios de nuestros países sus efectos están comenzado a manifestarse en varias formas, desde la fuga de inversiones, hasta las presiones en la tasas de cambio y, desde luego, en los niveles de producción y empleo. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha anunciado que el crecimiento del PIB en la región puede ser negativo en 1999. La crisis ya ha golpeado de manera especialmente fuerte al Cono Sur, en donde el PIB cayó casi un 2 por ciento durante el segundo período del año pasado en comparación al año anterior.

La tarea más importante que enfrentamos actualmente es, entonces, la de evitar que la crisis financiera ponga en riesgo todos los pasos positivos que los países dieron durante la década pasada y en años recientes, para liberalizar e integrar sus economías. Tenemos que aprender de las duras experiencias del pasado. El mundo al comienzo del siglo veinte era uno de grandes innovaciones, de reducidos aranceles de comercio y de pocas restricciones al capital. Esta tendencia terminó al comienzo de la Primera Guerra Mundial y fue truncada cuando los países cayeron en el camino del proteccionismo, continuando la guerra en el frente económico, a través de devaluaciones competitivas y barreras arancelarias a comienzo de la década del 30. El comercio se contrajo y el flujo internacional de capital disminuyó en la medida en que los países imponían controles de capital y de comercio para auto aislarse de la economía internacional.

Es por eso esencial que los países no reaccionen frente a las actuales circunstancias con la implantación de medidas proteccionistas en el comercio o en el sector financiero. Sin importar qué tan tentador sea tratar de solucionar los problemas inmediatos con un ajuste de carácter proteccionista, esta solución no ayudará y, por el contrario, expondrá aun más a aquellos países que lo hagan, a las inclemencias de un mercado mundial cada vez más exigente o, mejor dicho, intransigente frente a los desajustes de las economías. Comercio, inversión y tecnología están interelacionados y son inseparables en el mundo de hoy.

Pero nosotros estamos convencidos, al ver la prontitud y la pertinencia de las medidas adoptadas por los gobiernos americanos y el vigoroso respaldo que han recibido en elecciones candidatos y gobiernos que ofrecían más sacrificios a cambio de preservar la estabilidad económica, que en América hemos aprendido las lecciones que recibimos en pasadas décadas, y que cada vez somos más un hemisferio donde la opinión pública esta del lado de la estabilidad, la disciplina fiscal y monetaria y la búsqueda de un crecimiento sano.

Señoras y señores:

Reuniones como esta nos deben servir para fortalecer nuestros compromisos, para profundizar la integración entre nuestros países y avanzar en el diseño de reglas y mecanismos que nos aseguren que el comercio continúe siendo el motor de nuestro crecimiento y el dispensador de bienestar para todos nuestros ciudadanos.

El ALCA es un vasto proyecto que transciende el ámbito comercial y que está siendo complementado con significativos acuerdos en materia de defensa y fortalecimiento de nuestras democracia, en defensa de los derechos humanos, en desarrollo sostenible, en lucha contra la pobreza y la discriminación.

De que podamos avanzar en todos esos frentes dependerá el que podamos construir unas américas más libres, mas democráticas, más justas y más igualitarias.