Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA SESION PROTOCOLARIA DEL CONSEJO PERMANENTE PARA CONMEMORAR EL ANIVERSARIO 215 DEL NATALICIO DEL LIBERTADOR SIMON BOLIVAR

24 de julio de 1998 - Washington, DC


Difícil imaginar un aniversario más feliz del natalicio del Libertador Simón Bolívar que este que hoy conmemoramos. En efecto, este año de 1998 pasará a la historia de las relaciones interamericanas como uno de los más importantes, quizás de los más significativos de la segunda mitad del siglo XX, respecto de los temas de integración y unión continental.

Primero la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Santiago de Chile, luego la reunión de Santa fe de Bogotá para celebrar el cincuentenario de la Organización y, pocos días después, nuestra Asamblea General en Caracas.

¡Cuantos esfuerzos colectivos y cuantas fructíferas negociaciones se llevaron a cabo para poner en marcha el vigoroso proceso de integración que hoy se vive a lo largo y ancho de las Américas!

¡Cuanta voluntad política desplegaron los gobiernos del continente para avanzar con paso firme, como hoy lo estamos haciendo, en todos los temas de la agenda colectiva!

Y es un cumpleaños feliz del Libertador porque su sueño de integración está mas cerca que nunca de hacerse realidad. En América hemos comprobado que al derrumbar las murallas que nos separaban, las de la dictadura, el proteccionismo, el aislacionismo y la desconfianza, ese sueño se ha puesto a nuestro alcance. Hemos comprobado que al abrirnos al mundo nos abrimos a nosotros mismos, nos encontramos como región.

Si ayer la unión de las Américas era una quimera, una retórica vacía, un anhelo postergado, hoy es una realidad palpable, un proceso de vastas proporciones que va de Alaska a La Patagonia y que incorpora todos los temas de que una u otra forma preocupan a las naciones y los habitantes de este hemisferio.

Y hemos comprobado también que la integración es hoy más viable que en el pasado, gracias al proceso de democratización regional. Hoy sabemos que no puede haber unidad sin esa identidad fundamental en los principios democráticos que hoy son la regla en nuestro hemisferio. Los valores de la libertad, el pluralismo, la defensa de los derechos humanos y el respeto por la voluntad popular, son a la vez el sustento y el motor de nuestra integración.

El mensaje que le estamos dando al mundo es claro: en América hemos pasado de la retórica a la acción. De los discursos a la negociación. De las reuniones en que apenas se conversaba a las que adoptan decisiones. Lo que hoy tiene frente a sí esta Organización es un largo decálogo de tareas por desarrollar, de mandatos por cumplir, todos en relación con la integración y la cooperación internacional.

Y que mejor manera para honrar la memoria de Bolívar hoy que conmemoramos el aniversario 215 de su nacimiento, que perseverar en este esfuerzo con entusiasmo, disciplina y visión de futuro. Perseverar con el mismo espíritu que fijó el derrotero del Bolívar gobernante, que no se cansaba de repetir que "la unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por esfuerzos bien dirigidos". El mismo espíritu que le dio origen al panamericanismo en el siglo pasado y el que inspirara la convocatoria del Congreso Anfictriónico de Panamá de 1826, bajo la idea de que en la alianza de los jóvenes Estados residía su posibilidad de supervivencia.

Señor presidente del Consejo Permanente, Señor Secretario Adjunto, Señores Embajadores, amigos todos:

Nuestra Organización cincuentenaria está llamada a grandes destinos en el siglo que ya se asoma. Enfrenta un histórico desafío, una nueva oportunidad para servir a los pueblos de América con renovado dinamismo. Y este reto no es otro que el de poner en funcionamiento la gran máquina de la integración que fue diseñada por nuestros jefes de Estado en Miami y en Santiago de Chile. No es otro que el de hacer realidad los propósitos políticos de unión que hoy pregonan los gobiernos del hemisferio.

El mundo entero está pendiente de lo que aquí suceda en los próximos meses y en los próximos años. Es tiempo para la acción y la transformación. Para redoblar esfuerzos y responder con decisión y prontitud a las expectativas que hoy se ciernen sobre la Organización de los Estados Americanos.

Por supuesto me encuentro entre quienes piensan que la OEA es capaz de cumplir con éxito sus nuevas misiones. Y lo creo, teniendo presente sus fortalezas. La primera, su propia capacidad para transformarse y responder a las nuevas circunstancias y realidades políticas del mundo moderno. La segunda, el contar con una estructura que facilita un adecuado balance entre lo político y lo técnico, al permitir que en su seno se aborden materias especializadas y al mismo tiempo se tomen decisiones de carácter político sobre todos los asuntos de la agenda interamericana. Y la tercera, el hecho de ser un vehículo para la solidaridad continental mediante sus acciones de cooperación.

Atrás deben quedar los tiempos de la desconfianza, de las recriminaciones, de las discusiones vacías.

Ciertamente tenemos que reformarnos para responder con mayor agilidad y prontitud a los nuevos desafíos. Pero ante todo, tenemos que avanzar en el camino señalado y cumplir sin dilaciones con las tareas encomendadas.

Señores Embajadores:

Al celebrar un año mas del natalicio del Libertador Simón Bolívar en esta casa de las Américas, hoy nos sentimos imbuidos más que nunca del ejemplo de su obra portentosa en favor de la libertad y la unión de los hombres y las naciones de este continente.

En efecto, la trayectoria vital del Libertador, primero como militar y estratega y luego como gobernante y hombre de Estado, estuvo marcada por dos ideas, simples pero fundamentales: libertad y unión. Una vez alcanzada la independencia de cinco naciones, toda la vitalidad creadora de su gesta emancipadora se puso al servicio de la causa de la unión de las nuevas repúblicas. Y hoy, casi dos siglos después, es una idea que todavía espera su turno para erigirse como una conquista suprema de los pueblos de América al lado de la democracia, la paz y la prosperidad.

Sea el espíritu bolivariano el que guíe nuestros pasos en el nuevo siglo, en esta nueva era de las Américas que no es otra que la que tenemos que construir.

Muchas gracias.