Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA SESIÓN INAUGURAL DEL CONGRESO UNIVERSAL DEL CANAL DE PANAMÁ

8 de septiembre de 1997 - Panama


Quisiera agradecer la amable invitación que me extendiera el Presidente Ernesto Pérez Balladares para asistir a este Congreso Universal del Canal de Panamá. En nombre de la Organización de los Estados Americanos les deseo a todos ustedes una fructífera reunión y los animo para que sus conclusiones sean la carta de navegación no sólo para Panamá sino para todos aquellos que comprenden su trascendencia para la prosperidad y el comercio mundiales.

Ya desde tiempos que se remontan al comienzo del periodo colonial, don Carlos V ordena un estudio para unir los océanos Atlántico y Pacifico a través del Istmo de Panamá. Y en el Sesquicentenario del Congreso Anfictiónico de Panamá los países de las Américas nos trajeron a la memoria de todos como el libertador Simón Bolívar, en varias ocasiones, se refirió a la necesidad de una posible apertura de un canal de Panamá cuyas vías "acortarán los distancias del mundo, estrecharán los lazos comerciales de los continentes y promoverán el intercambio de los productos de las cuatro partes del globo".

Y una reunión semejante a esta, celebrada en París hace ciento dieciocho años bajo los auspicios de la Sociedad Geográfica y la inspiración del Conde Ferdinand de Lesseps, le dio el primer impulso real a ese sueño. Fueron enormes los problemas de salud que produjeron cerca de 20.000 muertos, muchos de ellos de los países caribeños, y entre éstos y los insuperables problemas financieros se generó el fracaso de este primer descomunal esfuerzo. Y aunque el sueño sería una quimera inalcanzable durante muchos años, llena de desafíos que traerían consecuencias fatales por igual para hombres, empresas y países, finalmente cuando Estados Unidos y Panamá retoman la obra, la acometen con éxito.

Hoy estamos aquí reunidos porque entonces hubo quienes se atrevieron a pensar en un futuro que es hoy nuestro presente. Y el canal representó un triunfo sin paralelo de ingeniería, de salud y de organización empresarial: de construir la más grande presa del mundo en su momento, de diseñar y construir las más grandes esclusas que se podían concebir, de atender los que en su tiempo fueron los problemas medio ambientales más complejos.

Pero las circunstancias políticas cambiaron con el curso de los años y Panamá fue adquiriendo consciencia de que la condición a perpetuidad que preveía el Tratado original no correspondía a sus intereses nacionales, por lo cual se crearon varios momentos de inmensa tensión que condujeron, después de un periodo de grave deterioro de las relaciones diplomáticas, a una reunión en el seno de la OEA que entonces figuraba provisionalmente como órgano de consulta consagrado en el Tratado de Río. En ella, en abril de 1964, los representantes de Panamá y los Estados Unidos se reunieron para discutir a fondo sus diferencias. Ambos gobiernos conjuntamente declararon en forma de una resolución emitida por el Consejo de la OEA, que iniciarían inmediatamente los procedimientos necesarios con el objetivo de alcanzar un acuerdo justo y equitativo, que estaría sujeto a los procedimientos constitucionales de cada país. Tal es el antecedente de los Tratados Torrijos Carter

Sea esta la ocasión para recordar también que en esa oportunidad la Organización de los Estados Americanos fue la sede para la firma de los mencionados acuerdos, y que en tal evento estuvieron presentes 28 gobiernos y 19 jefes de Estado como testigos de la firma de los históricos acuerdos que garantizan que el Canal pasará a manos de la República de Panamá, la que asumirá la plena responsabilidad de su administración, funcionamiento y mantenimiento. También se constituyó, por voluntad de las partes, en depositaria del Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y al Funcionamiento del Canal de Panamá. Este último establece un régimen de neutralidad que asegurara que él permanezca abierto, seguro neutral y accesible a las naves de todas las naciones, y frente al cual todos los países americanos expresaron de manera inmediata su voluntad de contribuir a que las naves de su registro cumplan dicho régimen.

Sin duda alguna la firma de los tratados y su cabal y armoniosa ejecución han constituido el capitulo mas afortunado de las relaciones interamericanas en este siglo y representan un ejemplo sin igual de vigencia de los principios en que se basa el sistema interamericano: Igualdad jurídica de los estados, solución pacifica de las controversias, respeto a la soberanía, a la integridad territorial y a la independencia de los Estados, y al principio de la no-intervención y de cooperación mutua. Ha sido por eso claro para todos que el futuro del Canal no era un simple problema bilateral, sino un asunto de la mayor importancia multilateral que de no resolverse satisfactoriamente amenazaba las bases fundamentales del sistema interamericano.

Este Congreso, aunque tiene muchos objetivos relacionados con el mañana, es también un homenaje para todos los que hicieron posible esa quimera -los hombres, las mujeres, los líderes, las naciones, los visionarios, los realistas -. Pero, desde luego, es mucho más que eso. La convocatoria que ha hecho Panamá representa un doble desafío que nos impone un esfuerzo por imaginar el Canal del Siglo XXI, por soñar lo que deberá congregar nuestras fuerzas en los años por venir, y por comprender las razones por las cuales ese nuevo esfuerzo monumental y colectivo se hace necesario. Porque sin duda el más grande acontecimiento para el comercio marítimo mundial en este fin de siglo lo constituye la transferencia a Panamá de la responsabilidad exclusiva del Canal el día que comienza el nuevo milenio.

Y este evento reviste particular importancia ya que es indudable que el Canal se transfiere de una nación con recursos técnicos y financieros ilimitados, a un país pequeño con limitación de recursos. Y es por esta circunstancia que resulta tan afortunada la decisión de convocar esta Conferencia para conocer en el terreno de los hechos, y explicarle a los usuarios y a la Comunidad internacional, el grado de avance que se ha logrado en los preparativos para asumir la administración del Canal y brindar una oportunidad de intercambio de opiniones y experiencias.

La sociedad panameña en general y su liderazgo político en particular, han dado muestras ejemplares de búsqueda de consenso en temas críticos. Panamá ha logrado mantener el tema de la transferencia y manejo del Canal por fuera del debate político tradicional y dentro de un consenso que demuestra claridad de derroteros, un enorme grado de madurez política y un irreprochable sentido de responsabilidad histórica. Creo que hoy a nadie le cabe duda de la preparación y la seriedad de Panamá en el manejo del Canal y de las áreas revertidas.

El diseño del programa para modernizar las instalaciones del Canal implicará inversiones cercanas a los mil millones de dólares, durante los próximos ocho años, en tecnología de navegación satélite y otras mejoras en tierra y agua que deberán estar funcionando a mas tardar en el año 2005, y que incluyen la ampliación del llamado Corte de Culebra, su paso mas angosto. Es bueno tener presente que en la medida en que el numero de buques de alto calado se incremente, será cada vez mas difícil proporcionar a todos las naves de tránsito el promedio tradicional de 24 horas en aguas del canal.

De allí que uno de los temas de la agenda del Congreso sea la adecuación futura del Canal a las nuevas demandas del tránsito mundial, particularmente a partir de la segunda década del próximo siglo, cuando habrá de optarse la alternativa de un tercer bloque de esclusas o la de un canal a nivel. Las inversiones también incluyen la compra de nuevos remolcadores, locomotoras, rieles, una compuerta flotante y maquinaria operadora de compuertas y válvulas. La apertura del actual Gobierno a la inversión privada ha logrado financiar con recursos externos la construcción de puertos de contenedores, y ha asegurado la modernización y la adecuada administración de los puertos, la reapertura del tren y la construcción de una moderna autopista entre las ciudades terminales del Canal. En todo caso se trata de que Panamá continúe siendo la principal ruta del comercio mundial en le próximo milenio.

Inteligentemente los sectores de vanguardia de la sociedad panameña han coincidido en el esfuerzo de hacer de Panamá un centro de servicios marítimos múltiples, asegurando que la transferencia represente no solo un servicio eficiente y competitivo, sino además una ampliación de los beneficios que la ruta de tránsito deja al país: impulsar la construcción de plantas industriales, facilitar la rápida distribución de mercancías, mejorar los servicios de registro panameño, asegurar el cumplimiento de los convenios internacionales referentes a la seguridad en la navegación, expandir el soporte informativo y técnico que se requiere para ampliar la oferta de servicios que el país ofrece a los usuarios internacionales

Ha sido bien importante para todos la creación de una Comisión de Transición para asegurar que el traspaso hacia la plena administración del Canal a manos panameñas sea un hecho fluido desde el punto de vista de su operatividad. Se trata de adaptar una organización que durante ochenta y dos años ha funcionado como una entidad norteamericana, a una nueva realidad dentro del ordenamiento jurídico panameño, teniendo presente que la intención general es una que permita que el canal funcione bajo jurisdicción panameña, en la misma forma que lo ha hecho bajo la ley norteamericana.

Pero tal vez el hecho mas significativo lo constituye la aprobación de la ley que creó la Autoridad del Canal. La ley tiene como base una Reforma Constitucional sobre el Canal de Panamá que fue aprobada en 1994. Por mas de dos años el gobierno ha desarrollado la ley orgánica en un proceso en el que han participado los partidos políticos, la Comisión del Canal, la Comisión de transición, las Centrales Obreras y organizaciones cívicas y de negocios. Se ha realizado un extraordinario esfuerzo que ha producido legislación supremamente importante para el futuro del Canal y en especial la ley aprobada en la sesión del 4 de mayo del 97. Ella facilita una transferencia tranquila y ordenada de la Comisión del Canal a la nueva Autoridad. Pero su principal función consiste en que codifica el compromiso de Panamá para operarlo de acuerdo con sólidas prácticas de negocios, por fuera de los efectos de la política doméstica, y para garantizar un servicio de calidad mundial.

Para asegurar la independencia financiera, la legislación separa la identidad de la autoridad del canal de aquella del gobierno nacional, y le asegura capacidad para recibir, proteger y manejar sus propios recursos. Le garantiza también la autonomía necesaria para invertir en mantenimiento, infraestructura, modernización y en otros programas de largo plazo. Tanto la dirección como la administración y gerencia del Canal tienen un alto grado de descentralización y autonomía. La ley también garantiza que la administración del Canal no será objeto de paros o de otras actividades que afecten el ritmo de trabajo.

Como ya lo mencionáramos atrás, el evento que hoy nos congrega es una prospección del futuro. Todos los habitantes del hemisferio quieren con razón que la prosperidad que ha dejado la vía interoceánica se siga esparciendo generosa y transparente, como las límpidas aguas del lago Gatún. Todo el Hemisferio percibe al Canal como un valioso recurso que es simultáneamente eje primordial de la infraestructura de comunicación interoceánica, importante medio para la expansión del comercio y herramienta vital para la inserción de nuestros países en la economía mundial. Por esta razón todos los países de América anunciaron de manera colectiva e inmediata su asistencia al Congreso y ha tenido la Secretaria General un mandato para contribuir a su éxito.

Existe un gran beneplácito por el espíritu de cooperación y solidaridad que prevalece entre los Estados Unidos y Panamá en el proceso fluido y armónico de transición del Canal, lo que ha permitido que Panamá asuma jurisdicción territorial sobre la antigua Zona del Canal. Y ha sido posible que use porciones del área que no se han requerido para la operación y defensa del Canal. Los códigos penal y civil panameños han estado en vigencia. Panamá ha asumido también diversas funciones entre las que se encuentran la reparación de buques, el ferrocarril, y diversos asuntos de orden policivo y judicial.

También se han pronunciado los países de las Américas sobre su convicción de que el Congreso promoverá la cooperación internacional y el uso adecuado de los recursos de la cuenca hidrográfica del canal y de las zonas costeras, así como de los recursos de los océanos Atlántico y Pacifico.

Pero más allá de la trascendencia de los Acuerdos del Canal en términos estratégicos y políticos, mi opinión es que los nuevos vientos, la integración que atraviesan las Américas de norte a sur y de oriente a occidente, multiplican la trascendencia del canal. Lo que ayer era un desafío descomunal para la ingeniería y una empresa destinada a facilitar la navegación marítima, a abaratar los costos del comercio y el transporte, sobre todo de una costa a otra de los Estados Unidos de América, hoy es un motivo de integración y prosperidad colectiva.

Vivimos tiempos de integración, de profunda liberalización del comercio, tiempos en que se ha hecho evidente que las iniciativas regionales no sólo son compatibles con la globalización sino que se refuerzan mutuamente. Hoy en día cerca del 60% del comercio mundial ocurre en el marco de acuerdos de libre comercio, o entre países que han acordado la total liberalización en una fecha determinada, tendencia que seguirá creciendo y que implicará, por supuesto, el consecuente crecimiento del tránsito de mercancías a través del Canal. No hay duda, por lo tanto, que en la medida en que sus instalaciones lo permitan, el volumen de carga que pasará por el Canal en los próximos años deberá seguir aumentando a tasas considerables.

El dramático crecimiento de la demanda sobre el Canal, imprevisto aún por quienes estudian los flujos con el objeto de hacer predicciones y tomar decisiones futuras sobre inversiones en mantenimiento y expansión de las posibilidades del Canal, no es ajeno a esta tendencia. Resulta evidente que el Canal imaginado para el Siglo XXI deberá responder a las exigencias que el libre comercio mundial impondrá sobre sus servicios.

Pero es a la luz del inusitado crecimiento del comercio intraregional como es posible comprender la trascendencia que tiene el Canal para el hemisferio. Las cifras a este respecto son contundentes. El comercio entre América Latina y el Caribe creció un veinte por ciento el año pasado. El comercio entre Estados Unidos y América Latina alcanzó 200.000 millones de dólares, lo que representa un 12% de crecimiento con respecto al año anterior, y hoy crece al doble de lo que ocurre en cualquier otra región del mundo. El comercio entre las naciones del hemisferio pasó de 650 mil millones de dólares a un trillón de dólares entre 1990 y 1995. En el mismo período, las exportaciones hacia el resto del mundo pasaron de 342 mil millones de dólares a 469 mil millones. Por su parte, el volumen de comercio de América Latina y el Caribe registró una tasa de aumento promedio anual del 12%.

Todo lo ocurrido se explica por el hecho de que la transformación del panorama comercial en las Américas durante la última década ha sido vertiginosa. En el corto lapso de diez años hemos vivido un proceso de avance hacia la integración comercial y la liberación de los mercados que no tiene precedentes. Palabras como Mercosur, Comunidad Andina, Nafta, el mercado común de Centroamérica o el de Caricom forman parte del léxico diario de nuestros pueblos y sus gobernantes. Y más allá del significado obvio que expresan, dichos nombres reflejan la voluntad colectiva de las naciones de trabajar al unísono y hombro a hombro por el progreso de nuestros pueblos.

Dicho proceso recibió un significativo impulso durante la Cumbre de Miami, cuando los mandatarios de las democracias del continente tomaron la decisión histórica de crear un Area de Libre Comercio de las Américas antes del año 2005, mediante la eliminación progresiva de las barreras al comercio y la inversión. Desde entonces la OEA ha venido trabajando con los miembros del Comité Tripartito, que también integran el BID y la Cepal, y prestando su apoyo a las tareas preparatorias y el proceso de negociación.

Luego de dos años de intenso trabajo, el proceso preparatorio está cerca de su conclusión, y hemos recorrido mucho camino. Hoy tenemos una mejor comprensión de los temas y de los desafíos que debemos enfrentar, y hemos desarrollado un programa que preparará a los países para iniciar las negociaciones en 1998. La primera fase por lo tanto consistió en crear un lenguaje común y una descripción técnica convergente de los principales temas de la negociación.

Es importante recordar que el éxito de las negociaciones para la creación del ALCA dependerá del equilibrio y la simetría con que se consideren las metas de los distintos participantes y del respeto por las relaciones comerciales existentes. Sin embargo, aunque soy consciente de los desafíos, no abrigo ninguna duda sobre el resultado por la sencilla razón de que la integración del hemisferio tiene sólo una vía y una dirección: la de ir hacia adelante.

La profundización de la liberalización y los nuevos avances que se den en el frente de la integración requieren, sin duda, de la eficiente, continua y segura operación del Canal de Panamá. De tal manera que yo creo firmemente que el Canal de Panamá, el Canal de los panameños, tiene ante sí un prometedor futuro como pieza esencial en la integración de las Américas. En la medida en que el proceso de cercanía entre nuestros pueblos siga con la fuerza creciente que hemos visto recientemente, esta arteria vital seguirá alimentando progreso y esperanza a todos los pueblos de las Américas.

Señor Presidente, señores invitados al Congreso Universal del Canal de Panamá, amigos todos:

No podemos dejar de lado la trascendencia que tiene el que Panamá haya reiniciado una etapa democrática y esté reestructurando su economía, haya ingresado a la Organización Mundial de Comercio y se prepare para beneficiarse de la globalización. Son todos hechos que corroboran que estamos en manos de una nación a la cual podemos confiar nuestro mañana

Estoy convencido de que este Congreso, al hacer una prospección de lo que será el Canal en el siglo XXI y analizar los pasos que debemos dar para asegurar los objetivos que nos hemos propuesto, será recordado por todos como un pilar del desarrollo en los años por venir. Nuestra suerte, y sobre todo la de la región, están y estarán atadas a la del Canal de Panamá. Sé que bajo el liderazgo de esta gran nación y con el concurso de todos los pueblos el Canal de los panameños, el Canal de todos, será fuente inagotable de crecimiento, comercio y prosperidad.

Muchas gracias.