Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DISCURSO EN LA APERTURA DE LA CONFERENCIA DE OEA-SECTOR PRIVADO DE LAS AMERICAS Y CCAA

4 de diciembre de 2006 - Washington, DC


Buenos días
Sr. Enrique García, presidente de la Corporación Andina de Fomento
Sr. Walter Bastian, Subsecretario de Comercio para el Hemisferio Occidental, Departamento de Comercio de Estados Unidos
Sr. Ernesto Gutiérrez, presidente de Sector Privado de las Américas
Sr. Federico Sacasa, presidente de CCAA
Panelistas, presidentes de los grupos de trabajo
Amigas y amigos,

Me da un gran gusto estar aquí con ustedes en este encuentro organizado por Sector Privado de las Américas, CCAA y la OEA. Estoy muy complacido de ver el trabajo conjunto de nuestras tres organizaciones para promover espacios de diálogos y participación del sector privado a nivel interamericano en los temas de la agenda de competitividad y desarrollo del hemisferio. Estoy seguro que ustedes sabrán aprovechar esta oportunidad para acordar propuestas de iniciativas público-privadas que puedan ser presentadas a los gobiernos del hemisferio tanto en el marco de la OEA como en el Foro de Competitividad de las Américas, a ser convocado por el Secretario de Comercio de Estados Unidos en junio de 2007.

El tema que nos reúne hoy es oportuno y relevante por la importancia que tiene la competitividad para el bienestar de nuestros pueblos; porque la competitividad no es un fin en si mismo, si no un gran instrumento que nos potencia hacia mejores calidades de vida.

Al hablar de competitividad en América Latina y el Caribe es útil comenzar recordando que en las últimas dos décadas los países de América Latina y el Caribe experimentaron dos grandes transformaciones: una económica y otra política.

En lo económico, los países pasaron del proteccionismo y el estatismo al convencimiento de que los mercados, la integración económica mundial y el dinamismo empresarial, pueden generar el crecimiento necesario para promover empleo, reducir la pobreza y mejorar niveles de vida. Como bien sabemos sin embargo, y en contraste con la ilusión y el optimismo que caracterizó el inicio de estos procesos de reforma económica a principios de la década de los 90s, en los últimos años han surgido nuevas ansiedades y preocupaciones. Y es que a pesar de importantes logros en áreas como el combate a la inflación, la disciplina fiscal y el aumento de las exportaciones e inversiones, en algunos países las reformas económicas no lograron generar crecimiento económico alto y sostenido, como tampoco lograron reducir suficientemente la pobreza ni la inequidad.

En lo político se dio también una transformación que es igual o más importante: se pasó de golpes de Estado y regímenes militares al compromiso con la democracia como la única forma legítima de gobierno. Sin embargo han surgido nuevas amenazas para la democracia, más sutiles y complejas que el riesgo de un simple retorno al autoritarismo. Entre ellas las imperfecciones del estado de derecho, la corrupción, la impunidad y el tráfico de drogas. Pero tal vez la más importante es que un gran número de la población está desencantado con la incapacidad de las nuevas democracias de generar prosperidad, empleo y crecimiento, y con los altos índices de corrupción.

Y permítanme aquí enfatizar que para la competitividad, los factores políticos son tan importantes como los económicos. Los temas de competitividad tienen mucho que ver con que seamos capaces de mejorar nuestros sistemas políticos, el funcionamiento del Estado y de las instituciones públicas. Por ello es supremamente importante que seamos capaces de guiar nuestros Estados y sistemas políticos de manera que respondan a la multitud de desafíos colectivos, incluyendo el grave problema de las desigualdades en América Latina, la región más desigual del mundo.

El rol de los gobiernos en los países en desarrollo debe centrarse en el fortalecimiento de las instituciones públicas, en hacerlas más eficientes y menos burocráticas para facilitar la gestión empresarial de manera transparente. Es sabido que los países con menor grado de percepción de corrupción son los que acreditan mayores niveles de competitividad empresarial. Debemos avanzar en consecuencia en materia de responsabilidad de las empresas: el sector privado tiene que ser parte de la solución al problema de corrupción.

Los gobiernos deben construir los fundamentos para el crecimiento económico a largo plazo, pero el empresario tiene también un papel crítico que jugar, ya que la reducción de la pobreza a largo plazo no puede ocurrir sin los empleos, los mercados, el comercio y las inversiones que el sector privado crea.

Debo insistir en el problema de la pobreza. La pobreza genera ingobernabilidad e inestabilidad. Un número inaceptable de la población de nuestro hemisferio vive en condiciones de pobreza, la tasa de desempleo juvenil es elevada y sus efectos se dejan sentir bajo la forma de frustración, violencia y migración. Este es un reto actual y de largo plazo para la competitividad global del hemisferio. Por ello creo en el concepto de competitividad para el desarrollo y bienestar social y en soluciones de mercado con complementación social. Creo firmemente que en la era de la globalización, los intereses del empresariado coinciden cada vez más con objetivos y metas de desarrollo. Más que a ofrecer un producto o un servicio, el sector privado está llamado a tener una gestión más conciente de la realidad que lo rodea. Para mejorar la competitividad es importante el trabajo de todos con una visión de país.

Y aquí vale la pena recordar nuestra historia reciente. En 1970 varios de los países de América Latina tenían PIB’s por encima del de Corea del Sur. Pero Corea decidió compartir una visión de futuro, reunir a todos los sectores dentro de su sociedad (gobierno, sector privado y sociedad civil) en una sola dirección, de manera coherente, siguiendo una misma línea de desarrollo claramente marcada desde el inicio. Una dirección por la que se pudiera avanzar aún bajo diferentes gobiernos. Durante la crisis de los años 2000-2001 se conoció la información que muchos coreanos entregaban sus valores, anillos y joyas a las arcas del Estado para ayudar a su país a salir adelante de manera rápida. Este ejemplo muestra como es posible avanzar en una misma dirección, con una misma mentalidad y con la convicción de compartir una misma visión de futuro.

Me gustaría también, resaltar el ejemplo de Chile, el país más competitivo de América Latina, según análisis del Foro Económico Mundial. En Chile, las agendas públicas y privadas buscan incorporar una visión de país a mediano y largo plazo, dando como resultado que, por ejemplo, en el uso y aprovechamiento de las tecnologías de la información, este país se haya posicionado como uno de los más avanzados de la región. Chile es líder en la región en el tema de las últimas tecnologías, ya que a través de éstas se ha concentrado en incrementar la eficiencia de la economía y en mejorar los estándares de vida de la población. Este país se caracteriza por tener una enorme competencia en el manejo macroeconómico, un favorable ambiente regulatorio para los negocios, instituciones sólidas, con un nivel de transparencia y apertura mayor que el promedio de la Unión Europea. Además, el gobierno se ha abocado a convertir la información y las tecnologías de la comunicación en eficientes medios para mejorar la entrega de servicios públicos y a promover la transparencia de las transacciones financieras.

Es importante tener en cuenta que, a pesar de que se ha avanzado muchísimo en los últimos años en materia de tecnología, es el sector privado el que tiene que tomar las riendas de la innovación e invertir en proyectos de investigación y desarrollo. La baja prioridad que se ha otorgado al tema de tecnología e innovación debe ser una fuente de preocupación importante para todos nuestros países. En conjunto, los 32 países de América Latina y el Caribe destinan $11 billones de dólares al año a investigación y desarrollo. Dicha cantidad es menor que los 12 billones anuales que un solo país, Corea del Sur, invierte en esa materia.

Adicionalmente, mientras el monto que el sector privado invierte en este rubro continúa creciendo de manera importante en China y otros países asiáticos, en América Latina y el Caribe continúa reduciéndose. En las Américas, la mayor parte del gasto en investigación y desarrollo es cubierto por el Estado. El sector privado financia solamente el 32 por ciento de la investigación y desarrollo, porcentaje que constituye la mitad de lo que las empresas gastan en Asia del Este.

Estos son datos realmente alarmantes. Si no modificamos esta tendencia, las diferencias en los niveles de crecimiento se seguirán ampliando, la competitividad de América Latina y el Caribe se verá afectada, así como los esfuerzos por reducir los niveles de pobreza. Y sin avance económico ni reducción de la pobreza, las democracias se verán igualmente afectadas. Se requiere urgentemente la promoción de un ambiente propicio para fortalecer la capacidad de creatividad e innovación del sector público, universidades y, especialmente, del sector privado.

Al enfrentar un momento crítico como éste, vale la pena repasar algunas lecciones de la experiencia internacional que nos muestran qué pueden hacer los gobiernos y ustedes, desde el sector privado, para cambiar el rumbo y movernos hacia economías dinámicas y competitivas.

Lo más importante es reconocer que las sociedades se piensan y que en todos los casos de países de alto desempeño se ha dado un proceso de discusión y de formalización de un proyecto de sociedad, en el cual se han propuesto objetivos y aspiraciones de mejorar su desempeño y calidad de vida. Son los que podríamos llamar momentos privilegiados, en los que las sociedades logran articular una visión deseada y darse las coaliciones y las instituciones necesarias para avanzar. Según un estudioso de estos procesos, Carlos Corteza, estos momentos privilegiados generalmente surgen a partir de dos tipos de situaciones:

1- Situaciones de crisis o de insatisfacción creciente con el desempeño de la sociedad. Ejemplos son: Irlanda a comienzos de los años 80; y el Reino Unido en 1979, cuando la reacción ante décadas de declinación dio mandato transformador a Margaret Thatcher.

2- Situaciones fundacionales de una sociedad, o momentos en los que se pudo pensar de nuevo la sociedad ante una gran discontinuidad en el entorno o ante una oportunidad única. Casos ilustrativos son Japón y Alemania en la post-guerra; España y Portugal con la doble oportunidad de la recuperación de la democracia y del acceso a la Comunidad Europea.

Señoras y señores, me atrevo a sugerir que en las Américas estamos en un momento privilegiado para repensar la competitividad de nuestros países. Ustedes son actores imprescindibles en la definición de prioridades en sectores sociales y económicos estratégicos y la implementación de acciones que correspondan a las necesidades reales de los sectores productivos de nuestros países. Esta reunión hoy es un importante espacio para que ustedes acuerden los temas de prioridad, para que, en alianza con los gobiernos del hemisferio, mejoren las condiciones de competitividad, y para que ustedes y las poblaciones de la región puedan aprovechar las oportunidades de un mundo globalizado y extender a las poblaciones más frágiles las oportunidades de empleo, educación y acceso a servicios públicos.

Concluyo agradeciendo a Sector Privado de las Américas y a CCAA por trabajar con la OEA en forjar espacios de diálogos con ustedes, para beneficio de nuestros pueblos.