A menudo se dice que la nuestra es una región de jóvenes y es verdad. En América Latina y el Caribe 350 millones de personas, más del 67 por ciento de la población, tienen menos de 35 años y aproximadamente 150 millones, esto es aproximadamente un 20 por ciento, tienen entre 15 y 24 años. Lo que se dice menos y también es, lamentablemente, verdad, es que estos jóvenes son el sector de más riesgo dentro de nuestra población y el que más directamente sufre las limitaciones y problemas que nos aquejan.
Más de 11 millones de jóvenes vive bajo el nivel de extrema indigencia de 1 dólar diario en América Latina y el Caribe y el índice de desempleo entre los jóvenes es de 16%, esto es tres veces más que entre los adultos. La situación es más desventajosa aún para los jóvenes de bajos ingresos, entre los cuales el índice de desempleo se eleva a un 30 por ciento.
Más de 30 millones de entre los 48 millones de jóvenes que están empleados, lo están en el sector informal y en condiciones precarias. Esto significa que dos de cada tres jóvenes que trabajan lo hacen en sectores de baja productividad, con una baja o inexistente cobertura de seguridad social y, en muchos casos, sin haber firmado un contrato de trabajo.
Son los jóvenes, por otra parte, los que en mayor medida y más directamente sufren los efectos del crimen y la violencia. Los jóvenes de los estratos más pobres de la sociedad, en especial los varones, son los principales protagonistas de las actividades de pandillas y maras. Pero también, y esto es algo mucho menos conocido, son las víctimas principales de la violencia. La tasa de muertes causadas por lesiones en nuestra región, que alcanza a 27,7 por cada 100 mil habitantes, es mucho más alta y es la primera causa de muerte en los jóvenes de entre 15 y 29 años en donde llega a 83,2; y es aún más alta entre los jóvenes de los estratos medios y bajos, entre los cuales alcanza a más de 100 casos cada 100 mil habitantes.
A la luz de los antecedentes anteriores es fácil comprender que muchos jóvenes se sientan descontentos, incluso a veces defraudados por su sociedad, porque ésta no ha sido capaz hasta ahora de proveerles de aquello que necesitan para vivir de manera digna como seres humanos y como ciudadanos.
Por eso es tan desafiante el tema de nuestra Asamblea General de este año. El tema central de la Trigésimo Octava Asamblea General de la OEA, que inauguraremos oficialmente el próximo domingo, pero que ya ha comenzado con nuestros encuentros con Uds. es “Juventud y Valores Democráticos”. La Organización de los Estados Americanos tiene la obligación no sólo de atraer a los jóvenes a los valores de la democracia, sino de hacerlo procurando que la materialización de la justicia y la igualdad de oportunidades sean el elemento que en definitiva convenza a esos jóvenes de la bondades de esa democracia.
Tratamos de cumplir con esa obligación apoyando el desarrollo institucional de la democracia y la aplicación de las mejores prácticas políticas democráticas, pero también impulsando el desarrollo económico y social de nuestros países y, con ello, la mejoría de las condiciones de vida de sus habitantes y, en particular, de sus jóvenes.
Una vía muy efectiva para avanzar en esa dirección es la promoción de la actividad empresarial y de innovación. Esta actividad no sólo puede llegar a convertirse en una importante fuente de ingresos y empleo, sino que permite desarrollar y aprovechar la fuerza, las capacidades, el ingenio y la creatividad de los jóvenes.
Aprovechar socialmente esos atributos de nuestros jóvenes es un desafío y la Organización de los Estados Americanos está consciente de él. Con relación al desempleo juvenil, el Plan de Acción de la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata a fines de 2005 establece que se deben fortalecer los esfuerzos destinados a desarrollar políticas públicas destinadas a reducir el desempleo juvenil y reducir de manera significativa el número de jóvenes que no estudia ni trabaja. Estas políticas, se señala en el mismo mandato, deben orientarse específicamente a la capacitación, a la formación vocacional, a la reinserción en el mundo educacional de modo de adquirir nuevas habilidades para el trabajo y a la promoción del acceso de mujeres y hombres jóvenes a su primer empleo. En ese mismo año nuestra Asamblea General estableció explícitamente el mandato de enfrentar la desocupación juvenil por la vía de promover la actividad empresarial entre los jóvenes.
La OEA tiene, pues, obligaciones en este campo y las hemos estado cumpliendo. En particular estamos orgullosos del Programa Young Americas Business Trust o YABT y de las iniciativas que ha llevado a la práctica durante el último período.
El YABT ofrece laboratorios de negocios, programas de capacitación, proyectos de financiamiento educacional y pasantías, orientadas a proporcionar herramientas que permitan a los jóvenes desarrollar habilidades empresariales y, en última instancia, a crear empleo y contribuir al crecimiento y al desarrollo económico. El programa ya ha capacitado a alrededor de 20.000 personas menores de 35 años en prácticamente todos los países del hemisferio, muchos de los cuales han iniciado exitosamente sus propias actividades empresariales.
Una de las principales iniciativas impulsadas por el YABT es el programa Talent and Innovation Competition of the Americas, conocido como “TIC Americas”, cuya segunda edición inauguraremos esta tarde. Esta es una competencia internacional orientada a conocer y premiar planes de negocios. Este año treinta equipos de trece países, seleccionados entre más de ochocientos que se presentaron, estarán presentes aquí en Medellín en la fase final de la competencia. Ellos son una expresión de la inmensa cantidad de jóvenes que en nuestra región tienen el entusiasmo y la capacidad que permiten convertir buenas ideas en buenos negocios. Buenos negocios que les permitirán no sólo generar su propio empleo y fuente de ingresos, sino que hacerlo con independencia y con la gran satisfacción de ver cómo su creatividad y esfuerzos se traducen directamente en resultados que satisfacen necesidades inmediatas de su sociedad.
Iniciativas como la del “TIC Américas” son las que quisiéramos que se analicen en esta reunión, buscando replicarla muchas veces para así apoyar a nuestros jóvenes. Estoy convencido de la importancia que para los jóvenes tiene saber y aprender de la actividad empresarial y conocer y poder discutir acerca de conceptos tales como Responsabilidad Social de la Empresa e Innovación.
No creo que exista otra vía mejor para divulgar entre los jóvenes los valores de la democracia que demostrando que ellos tienen un espacio útil y productivo en ella, porque la democracia no sólo es un conjunto de instituciones o un sistema de gobierno, sino también la posibilidad de ser útiles a los demás mediante la propia iniciativa y el propio esfuerzo.
Les agradezco a todos su presencia en esta reunión y les deseo que este diálogo sea fructífero.