Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DISCURSO DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS JOSE MIGUEL INSULZA EN LA CEREMONIA DEL 50 ANIVERSARIO DEL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO

29 de marzo de 2009 - Medellín, Colombia


El Banco Interamericano de Desarrollo es un orgullo para todos los americanos, y muy especialmente para la Organización de los Estados Americanos, en cuyo seno se discutió y aprobó el Convenio Constitutivo, hace ya 50 años.

En estos 50 años, el BID ha crecido y se ha fortalecido. Los 19 países que inicialmente lo constituyeron, son hoy 48, y desde 1974, luego de la Declaración de Madrid, ha podido integrar a su organización a las más importantes economías del mundo. Aprovecho la ocasión para saludar a China, que forma parte por primera vez de esta reunión, en su condición de miembro integrante del BID.

Quiero hacer particular recuerdo y elogio de Felipe Herrera, a cuyo visionario tesón se debió gran parte de la fundación del Banco, y quien durante 10 años de conducción construyó la faz de la gran institución que es hoy. De Antonio Ortiz Mena, mexicano excepcional que nos dejó hace tan poco, y que casi durante dos décadas de brillante presidencia consolidó un banco de amplio espectro, capaz de regenerarse continuamente para abordar los temas y áreas que surgen en América Latina y El Caribe este período.

Y qué decir de mi querido e infatigable amigo Enrique Iglesias, figura señera, de propiedad latinoamericana y de más allá de nuestra región, a quien le correspondió conducir el Banco en un período en que el mundo, y las Américas también, parecían transcurrir por caminos ideológicos distintos de aquellos que habían dado origen a esta institución, y que mantuvo firme, sin embargo, una irrenunciable vocación por la causa del multilateralismo, la causa de las Américas, y en particular, la de los más pobres y desposeídos.

Quiero felicitar, por cierto, al presidente actual Luis Alberto Moreno, quien ha asumido la responsabilidad de poner la estructura del Banco al día con los desafíos de este tiempo, con una precisión, decisión y claridad que permiten decir en estas horas difíciles de la economía global, que estamos preparados para enfrentar las tareas que debemos asumir.

Esta Asamblea, como lo ha dicho el presidente, nos sorprende en una situación de crisis que no podemos soslayar. Una crisis que nosotros, esta vez, no hemos generado ni contribuido a estimular, pero de cuyos efectos vamos a ser necesariamente víctimas. La recesión está afectando la demanda de materias primas; la reducción de la disponibilidad de créditos ya se comienza sentir; la disminución de las remesas comienza a causar daño a los países más pequeños. Y es inevitable que nuestras economías, incluso las más preparadas, vean reducir su ritmo de crecimiento y aumentar sus niveles de desempleo.

Es lamentable que esto ocurra después de un periodo de siete años, en que habíamos avanzado tanto en materia de crecimiento económico y de reducción de la pobreza en nuestra región. Los estudios del propio BID, nos están haciendo ver que más de 12 y medio millones de personas de América Latina y El Caribe, podrían deslizarse debajo de la línea de la pobreza en los próximos dos años, aumentando también el número de los que están en situación de extrema pobreza.

Sabemos, entonces, que esta crisis va a traer momentos amargos a las economías de América Latina y el Caribe: menos crecimiento, e incluso crecimiento negativo para muchos, más desempleo, más pobreza, y en términos políticos, también inestabilidad.

Es necesario, para enfrentar esta crisis global, evitar la tentación de protegerse de ella, transfiriendo el costo a otros. Ello ocurre, por ejemplo, cuando se adoptan medidas proteccionistas que violan acuerdos comerciales alcanzados, cuando se sugiere postergar políticas sociales, energéticas, o de protección ambiental, cuando se restringen los derechos de los migrantes, cuando los más débiles no tienen acceso a los recursos necesarios para mantener sus economías deterioradas por la reducción de la remesas y las exportaciones, o por la ausencia de flujos financieros hacia ellas.

La alternativa que está a nuestro alcance, por cierto, es la cooperación internacional. A través de ella es posible superar la crisis en tiempos más breves, evitar que se extienda de manera indebida, y ayudar a los más débiles a paliar sus consecuencias. Hemos hablado mucho de cooperación, se aproximan tres semanas excepcionales, tendremos tres oportunidades de ver hasta dónde llega esa cooperación.

Dentro de pocos días se reunirá en Londres, el Grupo de las 20. Los países en desarrollo esperan de esa reunión la identificación de medidas claras para avanzar en la superación de la crisis, y la definición de formas concretas de apoyo a los países en desarrollo para ser parte de ese proceso de recuperación. Esperamos la reafirmación de los principios de transparencia, la coordinación de reguladores, la creación de mecanismos que aseguren a los países más pequeños en contra de la especulación y de la transferencia del desempleo. Esperamos señales claras en relación al comercio, y ojalá, un acuerdo para la conclusión para la Ronda de Doha. Esperamos medidas concretas para el estimulo a la economía, a través de mecanismos multilaterales del sistema.

Es preciso permitir al Fondo Monetario, al Banco Mundial, a las instituciones regionales, aumentar la provisión de fondos y de recursos para los países más pobres, para ayudar a los países en dificultades. Es necesario, también, hablar acerca de una estructura más permanente del sistema internacional financiero, que vuelva en alguna medida, a los principios que generaron este sistema después de la Segunda Guerra Mundial y de la gran crisis del año 29, y que tanto había cambiado en los últimos años, convertido en una especie de guardián de cierta ortodoxia económica que fue expresión del predominio de alguna corrientes teóricas e ideológicas, hoy día en bancarrota.

No existe razón para no retornar a esos principios originales. No es tan difícil. Son orientaciones políticas que deben ponerse al día, como lo hemos estado haciendo en nuestras organizaciones, y particularmente, como lo ha estado haciendo el BID.

Naturalmente, los países de América Latina estarán presentes también en la cita de Londres, con tres de sus mayores países, y nuestra participación debería quedar claramente reflejada tanto en nuestra disposición a participar de las políticas que allí se acuerden, como en la entrega de soluciones a nuestros problemas.

Quiero decirlo con toda franqueza, haciéndome eco de los llamados hechos en días recientes por el Presidente de Brasil, la Presidente de Chile y algunos otros Jefes de Estado: no nos gustaría ver que nuestro Banco Interamericano de Desarrollo no fuera mencionado entre las instituciones financieras que deban recibir una ampliación de sus capitales para apoyar las políticas de reactivación en sus países miembros. Queremos ver inscrito el nombre del BID entre los países que van a participar en la reactivación económica que es necesaria para nuestra región.

Tampoco quisiéramos ver, que al mencionar los problemas del desempleo y el aumento de la pobreza que la crisis traerá consigo se omitiera la mención de América Latina y el Caribe, reconociendo que ciertamente este es el periodo en que más se avanzado en nuestra región. Estamos seguros que nuestros representantes no permitirán que esas omisiones ocurran. Además, ello sería una paradoja si se considera que más de la mitad de los países presentes en Londres, son miembros de este Banco.

Esperamos de esta reunión que iniciamos hoy, un debate claro y con consenso productivo acerca del papel del BID ante la crisis. Se ha dicho muchas veces que América Latina está mejor preparada para enfrentar la crisis, y puede ser cierto. Hemos tenido buenos años. Pero eso no es igual para todos los países, no todos los países tienen capacidad financiera, ni reservas suficientes para aplicar políticas de estimulo, generación de empleos y combate a la pobreza, que son necesarias de hacer. Esperamos entonces, que el Banco Interamericano de Desarrollo, y también los organismos de crédito subregionales, sean apoyados efectivamente para desarrollar las tareas que les corresponde enfrentar.

Si esta reunión entrega sus frutos, y si el G-20 está a la altura de las expectativas de la reunión de Londres, podremos concurrir a la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, el próximo 17 de abril con la confianza que iniciamos una nueva etapa en nuestro hemisferio.

Señor Presidente, Señores Gobernadores, el BID nació en un momento en que la agenda de desarrollo comenzaba a abrirse camino en el mundo y en el hemisferio. Poco después de su fundación, el Presidente John Kennedy proclamaría para las Américas, la Alianza para el Progreso, abriendo paso a un periodo de cooperación que desgraciadamente no ha tenido paralelo en los años siguientes. La convicción del Presidente Kennedy, como lo señaló en su discurso inaugural: que la paz y la estabilidad de los que tienen más, depende de su capacidad de incorporar y beneficiar a los que tienen menos.

Para lograr esa tarea se crearon los organismos de desarrollo, para lograr esa tarea se creó el Banco Interamericano de Desarrollo, para dirigir con un propósito claro de mejorar la condición de vida del mundo más pobre, del mundo en desarrollo. Las condiciones pueden haber cambiado, pero no los valores ni los principios que inspiraron la fundación de esta institución.

Yo estoy seguro que en los próximos 50 años, el BID seguirá caminando por la senda de democracia, desarrollo y felicidad por la cual la han conducido sus fundadores.

Muchas gracias