Bienvenidos a este acto en que inauguramos el Encuentro Hemisférico del Sector Privado y el Foro de Jóvenes de las Américas
No es la primera vez que tengo el agrado y el honor de participar en la inauguración de un Encuentro Hemisférico del Sector Privado. Lo he hecho con ocasión de las Asambleas Generales de la OEA y ahora en esta Cumbre de las Américas. En todas las oportunidades anteriores los encuentros hemisféricos del sector privado han sido muy provechosos y han contribuido a impulsar la actividad privada y la cooperación en nuestra región.
Como nunca antes, sin embargo, esta reunión reviste importancia y la cooperación, que es su motivo central, cobra vigencia. La razón todos la conocemos: este encuentro tiene lugar en el momento en que la crisis económica mundial ha dejado de ser una amenaza para constituirse en una acuciante realidad que enfrentan todos los países de nuestra región, sin excepciones.
Ya no podemos seguir repitiendo que algunas de nuestras economías están mejor preparadas que en otras ocasiones para enfrentar la crisis. Seguramente lo están debido al adecuado manejo fiscal y a la diversificación de su comercio exterior que han experimentado la mayoría de ellos durante los últimos años. Sin embargo debemos ser conscientes que, a pesar de eso, la crisis terminará por alcanzarlos a todos. La desaceleración global ya ha provocado una reducción del volumen y del precio de las exportaciones que terminará por afectar incluso a aquellas economías de más diversificado comercio exterior. Igualmente y aunque sea con diversas intensidades, todas nuestras economías se verán afectadas por la caída de las remesas, la baja de la inversión extranjera directa, la reducción del crédito y la disminución de la demanda de servicios como el turismo.
Más preocupante aún es el hecho que, según datos de CEPAL y del BID, América Latina y el Caribe corren el riesgo de perder lo ganado en el combate contra la pobreza. En los últimos seis años la combinación de crecimiento económico y mejora del mercado laboral sacó a casi 40 millones de personas de la pobreza. Además, los ingresos laborales de los trabajadores urbanos subieron y se incrementó el gasto social, lo que contribuyó a una disminución de la desigualdad. Pero la actual crisis, junto con el alza en los precios de los alimentos y la expectativa de un nuevo incremento del costo de energía, ponen en peligro estos logros y más de 12 millones de personas de América Latina y el Caribe corren el riesgo de caer debajo de la línea de pobreza en los próximos dos años.
El deterioro de los indicadores del mercado de trabajo y la caída de las remesas tendrán un impacto distributivo negativo, por lo que, en las circunstancias actuales, las políticas públicas no sólo enfrentan el reto de estabilizar el crecimiento económico con políticas anti-cíclicas, sino también el de desarrollar instrumentos para proteger a la población más vulnerable de los efectos de la crisis.
Algunos de nuestros gobiernos ya han emprendido acciones destinadas a enfrentar los efectos de la crisis. Sin embargo la mayoría de los países de nuestra región no tiene recursos para hacerlo. Por eso no se puede sino aplaudir la decisión del G-20 de aumentar en $100,000 millones la provisión de fondos a los bancos multilaterales de desarrollo para que éstos, a su vez, puedan responder a las demandas de capital para la inversión pública de los Estados en dificultades. De igual importancia es la decisión de aportar $250 mil millones para apoyar el financiamiento del comercio. Naturalmente seguiremos reclamando que nuestro Banco Interamericano de Desarrollo se vea beneficiado también por estas decisiones de capitalización, pues estamos convencidos que en esta crítica coyuntura es la institución mejor preparada para comprender y apoyar las medidas de política económica que se requieren para salir adelante.
Se hace necesario promover programas especiales de inversión pública en infraestructura, ampliar los seguros de desempleo y fortalecer el financiamiento, la cobertura y la institucionalidad de los programas sociales de educación y salud. Es imprescindible que los paquetes de estímulo que se formulen busquen promover una recuperación más rápida que proteja a los sectores más vulnerables de nuestras naciones.
Además de acciones de estímulo estatal se impone un manejo transparente y comprometido de todos los sectores, así como normas jurídicas claras y estables que propicien un buen clima de negocios y de inversiones, tanto locales como extranjeras.
Ante esta delicada coyuntura económica global, no debemos caer en la tentación del proteccionismo. Nuestra propia experiencia indica que el proteccionismo inhibe el crecimiento y el desarrollo económico. Por ello también aplaudimos el compromiso del G-20 con la conclusión de la Ronda de Doha. Si ello llega a ocurrir la economía global podría llegar a verse estimulada por un mayor comercio de por lo menos 150,000 millones de dólares al año. Una situación que, sin duda, beneficiará a los países de nuestra región.
La mayor interdependencia de nuestras economías ha puesto de relieve la necesidad de mayor cooperación entre naciones a nivel global y regional. Así como la reunión del G-20 resaltó la importancia del diálogo y las acciones concertadas entre las economías más importantes del mundo, esta Cumbre de las Américas, que está llamada a promover importantes metas en materia de prosperidad humana, seguridad energética y sostenibilidad ambiental en las Américas, nos ofrece la oportunidad de fortalecer la cooperación hemisférica para enfrentar la crisis y asegurar que ella no obstruya los avances logrados en el combate a la pobreza.
En ese contexto y aunque los protagonistas de la Cumbre son los Estados, es indudable que el sector privado tiene un papel fundamental en el logro de sus metas. En realidad la superación de la crisis pasa ineludiblemente por asegurar que la empresa privada continúe siendo el motor de creación de empleo y de crecimiento. Ese espíritu anima la Declaración de Compromisos de Puerto España y la agenda de este encuentro empresarial que los reúne hoy, está destinada, justamente, a avanzar en esa dirección.
Esa cooperación y ese compromiso son especialmente importantes en tres áreas que interesan a esta Cumbre: el desarrollo de la infraestructura, la energía y las Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Los países de América Latina y el Caribe todavía deben recuperarse tras décadas de falta de inversión en infraestructura. Según estudios del BID, América Latina y el Caribe necesitan invertir al menos el doble de lo que hoy invierten en infraestructura. Actualmente se invierte en esta área alrededor del 2 por ciento del PIB anual, lo que se compara muy desfavorablemente, por ejemplo, con el 9% que invierte China. Durante las dos próximas décadas, América Latina y el Caribe necesitan invertir entre el 4 y el 7 por ciento del PIB anualmente para llegar a obtener la infraestructura de alta calidad que pueda convertirse en columna vertebral de su desarrollo.
Mañana se nos entregará información sobre dos de los mayores proyectos de infraestructura del hemisferio: la expansión del Canal de Panamá y el Corredor Biocéanico Argentina-Chile. Este tipo de inversión no solo contribuye a la creación de empleo, a la modernización de nuestras naciones y a la competitividad de nuestras exportaciones, sino que son un ejemplo del importante papel de la gestión público-privada y de la confianza del sector empresarial para promover prosperidad en las Américas.
Los numerosos retos en materia energética en las Américas, por su parte, se han agudizado por la actual crisis. Para productores e inversionistas, los mercados de capitales han afectado su capacidad de inversión y esto significa menos capacidad de respuesta a las demandas de energía de los más pobres.
Para los consumidores, la capacidad de pagar los costos de energía se ha visto reducida como resultado del aumento del desempleo y de la baja del ingreso familiar. Es preocupante que a pesar de la extraordinaria abundancia de recursos energéticos en las Américas, unos 50 millones de personas, en su mayoría los pobres de zonas rurales, carezcan de acceso a electricidad confiable y asequible. Las consecuencias para las familias que luchan por sobrevivir dignamente son inaceptables y se reflejan en la salud de los niños que respiran aire viciado por el humo de las estufas a leña. Por ello más que nunca se hace necesaria la cooperación e integración energética, así como el compromiso de los gobiernos y del sector privado para seguir consolidando la integración energética regional.
Por otra parte, no debemos permitir que los avances realizados en los últimos años en materia de Tecnologías de la Información y Comunicación se detengan. Al contrario, debemos impulsar las TICs como catalizador del crecimiento en la crisis global. El desarrollo de TICs de mejor calidad, más baratas y más rápidas aumenta la productividad y el crecimiento económico y contribuye a la competitividad de la pequeña y mediana empresa, motor vital de creación de empleo. Los gobiernos y el sector privado deberán trabajar mancomunadamente para promover un desarrollo de infraestructura de TICs que facilite el acceso universal a la Internet, que permita la utilización de las herramientas digitales en la educación y mantenga los progresos significativos que ha tenido la región en la penetración de Internet y de computadores personales.
Para lograr todos estos objetivos se requiere un clima de confianza entre gobiernos, empresarios y trabajadores, que, con el aporte y participación de la sociedad civil organizada, contribuya a la priorización, armonización y al logro de consensos sobre lo que hay que hacer.
La activa participación del sector privado, mediante alianzas público-privadas y diálogos como el que tendrá lugar el viernes con los gobiernos del hemisferio, será un factor esencial para avanzar en la agenda de desarrollo, fortalecer la gobernabilidad democrática en nuestro continente y hacer frente a la crisis.
Agradezco el liderazgo y compromiso de la organización “Sector Privado de las Américas”, de su presidente Ernesto Gutiérrez, y de los líderes empresariales que los acompañan, por fortalecer los diálogos público-privado en la búsqueda de soluciones a los problemas de nuestros pueblos. Y a todos los participantes en este encuentro, les agradezco por estar aquí para intercambiar opiniones sobre el imprescindible rol del sector privado y de la alianzas público-privadas para hacer frente a los principales desafíos de las naciones de las Américas.
En esta ocasión estamos inaugurando también las actividades del Foro de Jóvenes de las Américas. Este Foro es el resultado de un esfuerzo conjunto entre el Young Americas Business Trust, la Secretaría Nacional para la 5ª Cumbre y la Secretaria General de la OEA y su tema es “Construyendo alianzas para el Siglo XXI”.
El Foro ha sido un espacio para que los jóvenes discutan la manera de poner en acción los temas de esta V Cumbre y eleven sus recomendaciones a los Presidentes y Jefes de Estados de las Américas. Esas recomendaciones son el resultado de un importante proceso de participación juvenil llevado a cabo durante los últimos nueve meses y que involucró cuatro Diálogos sub-regionales, una consulta en línea y una plataforma virtual. Los jóvenes tuvieron oportunidad de presentar sus conclusiones preliminares al Consejo Permanente de la OEA y al Grupo de Revisión e Implementación de Cumbres.
Como resultado de estos trabajos esperamos una “Declaración de Puerto España de los Jóvenes de las Américas”, junto con su “Plan de Acción”, en las que queden registradas las recomendaciones de los jóvenes.
Los grupos de trabajo, mesas redondas y sesiones plenarias que se realizarán los próximos días, facilitarán el intercambio y enriquecimiento de ideas en la preparación de esa Declaración. En esas reuniones la experiencia de los jóvenes participantes se complementará con los aportes de personalidades y conferencistas de alto nivel que han sido invitados a participar de este diálogo. Confiamos que, de esta manera, todos los asistentes a este foro regresen a sus países con una visión más amplia de la actualidad y con mayores conocimientos teóricos, técnicos y prácticos.
La OEA está convencida que la juventud juega un rol muy importante en el fortalecimiento de la democracia de los países del Sistema Interamericano; de ahí nuestro compromiso de fomentar una cultura democrática en las nuevas generaciones. Con ese propósito y siguiendo las orientaciones de la Carta Democrática Interamericana y de la Declaración de la XXXVII Asamblea General de la OEA realizada en Medellín el año pasado, hemos establecido un Punto Focal para la Juventud en la Secretaría General de la OEA para apoyar el diálogo, la asistencia técnica y las alianzas estratégicas con la juventud.
Es en ese contexto que se ha realizado este Foro, cuya importancia es evidente. La participación de cada uno de ustedes en él representa una oportunidad para enfrentar los desafíos de nuestro continente, definiendo metas para fortalecer la gobernabilidad, la prosperidad y una democracia sostenible para nuestros pueblos.
Y no es casual que lo estemos inaugurando junto con el Encuentro Hemisférico del Sector Privado y que las actividades de ambos encuentros se vayan a realizar de manera paralela, pues es una forma de impulsar lazos de cooperación entre distintos sectores de la sociedad. No tengo dudas que una relación de cooperación entre los jóvenes y el sector privado se convertiría en una alianza determinante para el futuro de nuestra región y para la puesta en práctica de los acuerdos de esta Cumbre.
Quiero resaltar y agradecer la gran labor del YABT impulsando la participación de los jóvenes en el proceso de la Cumbre de las Américas y agradecer a todas las organizaciones que apoyaron ese esfuerzo.
Les doy la más cordial bienvenida a todos los participantes en el Foro de Jóvenes de las Américas y les deseo que estos dos días de trabajo se traduzcan en positivos resultados que nos permitan reforzar nuestra capacidad colectiva de promoción de la democracia, la justicia, la paz y la prosperidad en las Américas.
Muchas Gracias.