El SECRETARIO GENERAL: Muchas gracias, Presidente. Como se ha señalado, invitado por el Canciller viajé a Guatemala el día domingo y permanecí allá hasta ayer en la mañana.
Fue una agenda muy intensa, que me permitió conversar largamente con
- el Presidente de la República Alvaro Colom; acompañado del Vicepresidente Rafael Espada y el canciller Haroldo Rodas
- el Presidente y los magistrados integrantes de la Corte Suprema de Justicia;
- el Fiscal General de la Nación;
- el Presidente y la Junta Directiva del Congreso;
- el Jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)
- los Embajadores del Grupo de Diálogo de la Cooperación a Guatemala;
- la Comisión de Verificación al Acuerdo Nacional, integrada por el Arzobispo, el Rector de la Universidad de San Carlos, el Procurador de los Derechos Humanos y el Presidente de la Alianza Evangélica (el señor Arzobispo no pudo asistir pero me envió una carta muy conceptuosa reiterando sus opiniones al respecto);
- el ex candidato presidencial del Partido Patriota, el General Otto Pérez Molina;
- la Diputada del Partido Encuentro por Guatemala que preside la Comisión Extraordinaria para la Reforma del Sector Justicia, licenciada Nineth Montenegro;
- el Presidente del Comité Coordinador de las Asociaciones Agrícolas Comerciales, Industriales y Financieras;
- el Sr. Eduardo Rodas Marzano hermano del Sr. Rodrigo Rosenberg Marzano y otro miembro de su estudio;
- la Premio Nobel de la Paz señora Rigoberta Menchú, la Dra. Helen Mack; el Rector de la Universidad Rafael Landivar; y otros miembros destacados de la sociedad civil;
- dirigentes de los jóvenes que participan hoy activamente en las movilizaciones sociales – - - dirigentes cooperativistas que pertenecen al Banco de Desarrollo Rural, una experiencia única en América que vale la pena conocer.
No tenía una misión encargada por este Consejo en el sentido de sacar conclusiones y por lo mismo me limitaré a informar de algunas breves impresiones que me formé luego de todas estas catorce reuniones.
En primer lugar, creo que podemos estar más tranquilos respecto de la situación de la institucionalidad en Guatemala. No percibí, en todas las conversaciones que tuve, que existiera hoy día un riesgo real que afecte a la institucionalidad democrática en el país, como parecía ser la situación hace apenas diez días atrás. Creo que esta institucionalidad está aún sólida, que los poderes públicos están funcionando y que ese funcionamiento no está siendo en este momento cuestionado seriamente por nadie.
Existe la convicción de que el Presidente y su Gobierno van a seguir funcionando. El Congreso, a su vez, a pesar de estar en receso sesiona permanentemente discutiendo leyes que están pendientes. Por cierto aprobó recientemente una normativa muy importante sobre las postulaciones de la Corte Suprema de Justicia, que tiene que ser designada íntegramente durante el mes de octubre de este año; ese proceso de designación ya está siendo puesto en marcha con el beneplácito de todo el mundo. Se espera la aprobación de muchas otras normas que también ha pedido la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CIGIC). En suma, creo que tanto el Ejecutivo como los otros poderes públicos están funcionando con regularidad.
Debo matizar inmediatamente que esta situación no es inmutable y, además que puede verse afectada también por muchas otras situaciones. Como muchos de nuestros países, Guatemala está siendo golpeada por la situación económica internacional. Se ha producido una caída de la actividad económica que aqueja sobre todo al sector rural y el gobierno está evaluando su plan económico para introducir los ajustes necesarios para enfrentar el nuevo escenario.
Sin embargo, la situación más grave para el país sigue siendo la de la seguridad pública, en dos aspectos. El primero que dice relación con el esclarecimiento del asesinato del abogado Rosenberg y el anterior de sus clientes Khalil y Marjorie Musa. Los esfuerzos desplegados por CIGIC y los que lleva adelante una fiscal especial han dado alguna tranquilidad y se espera que produzcan resultados. Debo manifestar, sin embargo, que esa tranquilidad y esa confianza se pueden ver afectadas en la medida en que no tengan resultado las investigaciones del crimen del abogado Rodrigo Rosenberg
El Sr. Rosenberg era una persona apreciada por toda la comunidad. Era una persona sin involucramiento político y muy apreciada profesionalmente, lo cual hace más inverosímil su asesinato. Por lo tanto yo creo que la congoja es genuina y la indignación por su muerte compartida por todos. Por ello es que creo también que es el conjunto de la sociedad la que espera una resolución en este caso.
El segundo aspecto es el más general de la Seguridad Pública y la Justicia, tema que conversé largamente con el Presidente, con los miembros de la Corte Suprema, con el Fiscal y con muchas de las personas con las que me entrevisté. En Guatemala no sólo existe una tasa delictual alta, similar a las más altas entre los países de América, sino que se combina con la existencia de una alta tasa de impunidad. En suma, no solamente se cometen muchos delitos sino que muchos de ellos no son resueltos. Y eso probablemente, según se me explicó, tienda a aumentar los hechos de violencia debido a la tentación que sufre mucha gente de buscar justicia por si misma, cuando no siente que esa justicia es proporcionada por las instituciones correspondientes. Creo, sin con esto estar diciendo nada que no se comente directamente en el país, que existe en este terreno un problema que quizá sea el más delicado de todos y al que Guatemala tendrá que enfrentarse en los próximos meses.
Como Secretaría General de la OEA deberíamos ofrecer toda la ayuda necesaria a un país cuya gente quiere la democracia. A pesar de todos los problemas, de los sufrimientos y del malestar que provoca la presente situación, es raro encontrar a alguien que reclame el retorno a algún período anterior. Yo creo que los guatemaltecos valoran de corazón lo que han obtenido en estos años en materia de democracia, de institucionalidad, de convivencia. Y quieren no solamente retenerlo sino que profundizarlo. Yo conversé con dirigentes de los jóvenes que salen a las calles a protestar y debo decir que no se trataba de grupos contestarios al sistema, ni de personas individualistas que den su espalda a la democracia. Ellos quieren que su país progrese en justicia, en libertad y en seguridad. De alguna manera quieren manifestar su deseo de que esta situación de violencia se termine y de que el país camine por una senda de paz y de justicia concordante con aquella que conquistaron con los acuerdos de paz alcanzados durante la década pasada.
Mi impresión, en suma, es esperanzadora. Veo en la sociedad y en sus distintos participantes una voluntad muy grande de superar esta situación y de superarla en democracia.
Pero al mismo tiempo constato con preocupación que eso está en lo inmediato amenazado por la necesidad de resolver el crimen cometido en contra del abogado Rosenberg y, antes, del empresario señor Musa y su hija. Y está amenazado también, de manera más general, por una situación de violencia que amenaza ser descontrolada si no se pone en marcha más eficientemente un sistema de seguridad pública y de justicia que todos los guatemaltecos desean.
Ese es mi informe, señor Presidente. Muchas gracias.