Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
PALABRAS DEL SECRETARIO GENERAL DE LA OEA, JOSÉ MIGUEL INSULZA, DURANTE LA INSTALACIÓN DE LA MESA DE DIÁLOGO DE HONDURAS

7 de octubre de 2009 - Washington, DC


1. Nuestra presencia aquí hoy, con una importante representación de Cancilleres, Viceministros, Embajadores y representantes de mas de una decena de países miembros, acompañados de representantes del Gobierno de España, de la Unión Europea, de las Naciones Unidas y de los organismos regionales de integración y cooperación política, es la mejor muestra de nuestro cariño por Honduras y su pueblo y de nuestro empeño común por contribuir al restablecimiento de su unidad nacional y su institucionalidad democrática.

2. Iniciamos hoy un proceso de diálogo que tiene como propósito superar la crisis política en que se encuentra envuelto este país, a raíz de los sucesos del 28 de junio pasado. No quiero decir con esto que la división de los hondureños haya comenzado ese día. Probablemente sus orígenes se remonten más atrás, pero no debe ser nuestro propósito examinarlos aquí. No estamos aquí para hacer recriminaciones mutuas, ni para un debate de carácter histórico. Estamos para encontrar soluciones concretas a una situación que ya no puede prolongarse.

3. Sentarnos a una mesa de diálogo significa reconocer mutuamente algunas realidades. Quienes creyeron que tras la remoción de un Presidente Constitucional era posible normalizar la vida del país antes de iniciar una campaña presidencial, deben reconocer que esa normalización no ha sido posible y que la reacción interna y el total aislamiento internacional crean una situación insostenible.

Pero también quienes rechazamos esa acción y seguimos condenando lo que consideramos constituyo un golpe de estado en contra de la institucionalidad democrática y exigiendo el retorno de la institucionalidad anterior al 28 de junio debemos reconocer que han transcurrido más de 100 días desde los hechos sin que ese retorno haya sido posible.

4. Reconozcamos entonces un interés común en cambiar de rumbo; a nadie le conviene el actual estado de cosas, los estados de excepción, la falta de libertades publicas, los incidentes en las calles, el toque de queda, las serias disrupciones en la economía, la interrupción de la cooperación internacional, la ausencia que lamentamos de Honduras de la comunidad de las naciones. Tampoco a nosotros, que representamos aquí a esa comunidad nos conviene el actual estado de cosas. Por este camino llegaremos a un final que no por anunciado deja de ser profundamente negativo: una elección presidencial que muchos hondureños no sentirán como propia, rechazada por el continente y el mundo y que, lejos de saldar las divisiones solo las prolongara de manera indefinida.

5. Todos precisamos el dialogo para sanar las divisiones, evitar que los hondureños y hondureñas sigan pagando las consecuencias de lo ocurrido, volver a la institucionalidad democrática que imperaba con anterioridad y garantizar a todos que las elecciones del 29 de noviembre serán verdaderamente la libre expresión de la voluntad ciudadana y el camino a través del cual se encauzará el proceso político democrático y terminar con sanciones que nunca hubiéramos querido imponer.

6. Esperamos que en este diálogo se consideren todos los puntos planteados hace más de dos meses en la propuesta denominada Acuerdo de San José. Seguimos convencidos de que en esos puntos se contiene un camino que restablece la democracia y el gobierno constitucional, al tiempo que se hace cargo de las aprehensiones que algunos tenían acerca de los propósitos del Presidente de alterar el curso constitucional del país.
El Acuerdo es claro en cinco aspectos:

a. El restablecimiento del Presidente elegido por el pueblo hondureño, de manera que complete su periodo y entregue el mando con normalidad a quien sea elegido en Noviembre.
b. La formación de un gobierno de unidad nacional, porque la emergencia requiere el concurso de todos. Nada mejor para sanar heridas y reponer confianzas que trabajar juntos para el bien de su país.
c. La garantía del Presidente y de otras autoridades de que no existirán de su parte nuevas iniciativas de reforma constitucional y ni propuestas para ello durante este periodo presidencial y parlamentario,
d. La amnistía de los delitos políticos que pudieron cometerse por una u otra parte durante los aciagos días de fines de junio.
e. Los mecanismos de supervisión internacional necesarios para asegurar el cumplimiento de todo lo anterior.





7. Queremos que se busquen consensos claros sobre estos puntos y que esos consensos deben alcanzaros ustedes en representación de toda la sociedad hondureña. Para eso, nos parece que es indispensable cumplir también con determinados requisitos políticos y de procedimiento.
a. El restablecimiento y permanencia de todas las garantías constitucionales.
b. La restitución de todos los medios de prensa que hayan sido interrumpidos a fin de asegurar la plena libertad de expresión.
c. Que se garantice al Presidente Zelaya las condiciones de vida y trabajo acordes con su alta dignidad y se permita el normal acceso y consulta del Presidente y sus representantes en la mesa de negociación, sin interferencia alguna.
d. Que las delegaciones de ambas partes estén facultadas para adoptar acuerdos vinculantes.
e. El compromiso de todos de evitar nuevas manifestaciones disruptivas del orden publico mientras el diálogo esta en curso.
f. La elaboración de una agenda común con la disposición a discutir todos los temas.
g. La fijación de plazos claros y breves para el logro de acuerdos.


8. Nada de esto debería tomar demasiado tiempo, si existe por sobre todas las cosas, una real voluntad política para alcanzar acuerdos. Creemos sinceramente que todos ustedes quieren el bien de Honduras y la reconciliación nacional. Podemos y queremos ayudar en eso, pero no podemos ni queremos sustituir el esfuerzo de quienes integran este país. Por ello, hemos hablado de un diálogo entre hondureños, restringido por ahora a los temas que han provocado la división, pero proyectado hacia el futuro mediante los acuerdos y el concurso de voluntades. A todos Ustedes, a los que asumen la responsabilidad de este diálogo, los llamamos a enfrentarlo sin intenciones ocultas, con buena voluntad, a sacrificar legítimos intereses, dejar de lado prejuicios y temores y ser generosos por la grandeza de su patria.