Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DESPUÉS DE SER REELEGIDO COMO MÁXIMO REPRESENTANTE DEL ORGANISMO INTERNACIONAL

24 de marzo de 2010 - Washington, DC


Gracias a los señores ministros, subsecretarios, representantes de los países miembros, por esta decisión que recibo con mucha humildad pero también con mucha alegría y mucho afecto hacia todos ustedes.

Creo que al margen del hecho de que haya habido una sola candidatura, ha habido en torno a esta elección un amplio debate, que creo importante que se produzca porque este es un hemisferio de voces diversas. Por mi parte creo haber hecho un esfuerzo por no olvidar nunca que nuestra Carta fundacional dice que de esta Organización pueden formar parte todos los Estados independientes de las Américas que acepten su Carta, y que debemos hacer un esfuerzo por darle cabida a todos ellos dentro -por cierto- de las normas, de los acuerdos, de los tratados y de los compromisos que libremente subscribimos.

He dicho que el multilateralismo de hoy es distinto del que se practicaba cuando se fundó la Organización, pues dentro de nuestros organismos multilaterales hoy se asumen también importantes compromisos fundados en valores comunes que todos compartimos. Una Organización hemisférica tiene sentido de existir no solamente por razones geográficas, no sólo por la casualidad de que convivamos todos en el mismo hemisferio, sino porque compartimos un conjunto de valores e ideas y tratamos de llevarlas a la práctica. Son esas ideas y esos compromisos libremente asumidos los que deben guiar siempre nuestra acción.

En los próximos años seguiremos luchando por fortalecer la democracia representativa que hemos conquistado con tanto esfuerzo hace sólo pocas décadas. Que importante es –aunque se haya dicho tantas veces- que todos los Estados aquí representados tengan gobiernos elegidos democráticamente. Eso no había ocurrido nunca en nuestra historia y tenemos que defenderlo, tenemos que fortalecerlo entre todos haciendo un gran esfuerzo, y para eso tenemos valiosos instrumentos.

La Carta Democrática Interamericana, que suscribimos en una ocasión muy dramática, refleja mejor que ningún otro instrumento nuestros principios. Y también en la Carta Fundacional y en otros instrumentos están las ideas y los principios que expresan esa voluntad común. Llevarlos a la práctica no es solamente llevar a la práctica la actividad electoral, en la cual por cierto hemos tenido éxitos, sino también todos aquellos temas que nuestros gobiernos, que nuestros Estados hicieron suyo para que formaran parte de la democracia. No cabe, en relación a este punto, un debate teórico: tenemos que reconocer simplemente lo que nuestros Estados dijeron que significaba ser democrático. Y ciertamente fueron mucho mas allá de las elecciones para hablar también de temas que todos conocemos: los derechos humanos, la libertad de expresión, la separación de poderes, el respeto a la autoridad democráticamente elegida, el respeto por los derechos de los trabajadores, de las mujeres y otros que también están incluidos en la Carta.

Ese es el conjunto de temas que hemos asumido y en los cuales vamos a trabajar durante los próximos años. Pero no nos equivoquemos: esta es también una Organización de Estados independientes, no una organización policial. Por ello cuenta con que los Estados Miembros quieran respetar la democracia y no con obligarlos a hacerlo. No hay nada que se pueda hacer sin esa vocación y esa voluntad democrática que todos tenemos que manifestar. Eso es lo que quiere decir la frase del Secretario General Alberto Lleras Camargo que tanto repetimos, aquella que plantea que la OEA será lo que los Estados Miembros quieren que sea, porque el compromiso democrático nace de los Estados que están aquí representados y son ellos los que tienen que esforzarse fundamentalmente en cumplirlo. Nosotros, modestamente, solamente podemos ayudar, apoyar; podemos sugerir y podemos proponer, pero la enorme tarea de darle a cada hombre y mujer de nuestro hemisferio justicia, participación, voz, voto, gobierno igualitario para todos, respetuoso de todos, gobierno de leyes, es una tarea de nuestros Estados Miembros.

Vamos a fortalecer la lucha por los derechos humanos, en la que ya tenemos una larga e importante historia. Tenemos ciertamente que mejorar mucho el diálogo entre nosotros para ello. Y también el diálogo entre nuestros Estados y la Comisión y la Corte. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ese organismo independiente que nosotros tenemos, ha dado a esta Organización enormes satisfacciones y le ha entregado al mundo el rostro de un continente que crecientemente busca mejorar las condiciones de los derechos humanos.

Vamos a tratar de equilibrar mejor nuestra política democrática con nuestras políticas de desarrollo. También lo dice nuestra Carta: democracia, desarrollo y justicia están indisolublemente unidos y tenemos necesariamente que fortalecer los instrumentos correspondientes. Sobre todo aquellos que son nuestra especialidad: la construcción institucional, el desarrollo de recursos humanos (este año nuestro sistema de becas cumple 50 años de vida). Tenemos que fortalecer nuestra actividad en toda el área, en toda la dimensión del desarrollo para darle a los Estados, sobre todo a los menos desarrollados, a los más pequeños, a los más vulnerables, oportunidades de avanzar en un desarrollo al cual todos aspiramos.

Vamos a ocuparnos de la seguridad pública. Nuestra región tiene, felizmente, una situación de paz que nunca quisiéramos ver vulnerada: nunca quisiéramos ver llegar a nuestras costas los problemas de otras regiones. Pero el gran problema por el que claman nuestros ciudadanos hoy día es el de la seguridad pública, la lucha contra el narcotráfico, contra la violencia, contra el crimen organizado, el tráfico de armas, el tráfico de personas. Tareas todas que exigen que nos ocupemos de ellas prioritariamente.

Vamos a luchar por fortalecer la condición de la mujer y la igualdad de género en nuestra región. Tenemos respecto de eso un largo trabajo ya realizado, una institucionalidad que nació antes de la OEA y que puede realizar un trabajo mucho más extenso aún tras el objetivo del pleno establecimiento de los derechos de la mujer, que es un componente esencial de cualquier sistema democrático.
Vamos a esforzarnos por ser más eficientes. Hemos avanzando mucho en esto, más de lo que se ve desde afuera de la Organización, pero todavía hay que hacer un esfuerzo grande por mejorar nuestro trabajo, por hacer que todos los recursos que nuestros Estados aportan con gran sacrificio sean bien utilizados, y también por obtener más recursos externos. Naturalmente eso supone la contribución de los Estados y la comprensión, por parte de todos, de que con los recursos que tenemos y con los que contamos es difícil cumplir la enorme cantidad de tareas que debemos asumir. Espero que este año podamos trabajar sobre este tema, para resolverlo de una manera que no signifique un nuevo problema cada año.

Por todas esas cosas y muchas otras como la convención sobre los pueblos indígenas y la convención contra todas las formas de discriminación, que están pendientes, así como las demás tareas en que estamos empeñados, es que quiero darles las gracias por permitirme ayudar a realizarlas y por la confianza que me han otorgado al hacerlo.

Quiero agradecer, en primer lugar, a mi país, Chile. Su apoyo ha correspondido a una política de Estado, pero creo que va más allá. El apoyo que en mi país se me ha dado esta vez y en la elección anterior de manera tan unánime, corresponde a una convicción democrática compartida. Hemos trabajado mucho en estos años, unos y otros, por construir una democracia entre todos, y creo, como dijo ayer el canciller de Chile en una reunión que sostuvimos, que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Agradezco también a mis queridos amigos de mi región, América del Sur, desde donde nació esta candidatura hace cinco años y ahora también. A mis amigos del Caribe que me han acompañado con tanta amistad y comprensión, y con los cuales hemos trabajado con tanto esfuerzo. A los hermanos de Centroamérica con los cuales hemos tratado y conseguido realizar un trabajo común en las áreas de democracia y desarrollo, y con los cuales hemos tenido un entendimiento adecuado en los momentos de crisis que se han vivido en la región.

A mis hermanos de México, país de mi familia y de mi adopción. A mis amigos de Canadá, sin cuya ayuda difícilmente podríamos haber llevado a la práctica muchos de los programas que estamos realizando; creo que el esfuerzo de su Gobierno por hacer realidad la prioridad que Canadá otorga al hemisferio se ve día a día en el trabajo que realiza la Organización de los Estados Americanos con el apoyo de ellos.


A nuestro país anfitrión, Estados Unidos. Esta Organización existe en territorio de Estados Unidos y gracias al esfuerzo y apoyo de su Gobierno es que podemos trabajar en la forma que lo hacemos. Su contribución no solamente material, sino también política, es invaluable para esta Organización.

Agradezco también el importante apoyo a nuestros principios, objetivos y trabajos, prestado por los Estados asociados a nuestra Organización. Muchos de nuestros programas y proyectos son posibles gracias a su generoso soporte.

Queremos construir algo entre todos. Creo que se refleja aquí, cada vez más y en un buen clima, la diversidad de nuestro mundo americano. Esta es una América de distintos colores y regiones, de distintos idiomas y latitudes que acá se encuentran crecientemente reflejados. Agradezco a todos por su apoyo.

Y al terminar, a quienes me han acompañado siempre, a Georgina, mi esposa, con la cual estamos en esta aventura desde hace tantos años, dos décadas y media. A toda mi familia, a la gente que trabaja conmigo. Muchas gracias por todo y espero cumplir, entregando todo mi esfuerzo, con todas las ideas y propuestas que ustedes me han hecho.

Muchas gracias.