Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
INFORME SOBRE SU VIAJE A ECUADOR

6 de octubre de 2010 - Washington, DC


En cumplimiento de la resolución del Consejo Permanente del día jueves pasado, nos mantuvimos en contacto permanente con las autoridades de Ecuador a lo largo de ese día y apenas se anunció a media tarde que estaba abierto el aeropuerto de Quito, nuevamente hicimos los arreglos para dirigirnos a ese país. Durante el día, conversé por teléfono con algunos Cancilleres de América del Sur que me señalaron que existiría una reunión en la mañana siguiente en Buenos Aires de los Presidentes de la UNASUR, lo que me parecía también importante atender, pero la reunión se realizó a la medianoche de ese mismo día y; por lo tanto, no había ninguna posibilidad de llegar allá en avión. Al mismo tiempo, se abrió el aeropuerto de Quito; por lo tanto la decisión fue ir a Quito, y eso fue lo que hice.

Llegamos a mediodía del día viernes. Creo haber sido la primera autoridad internacional en llegar, en la tarde lo hicieron los Cancilleres de los países del UNASUR para una reunión, ya que Ecuador es la sede de la UNASUR y, por lo tanto, correspondía que la reunión se realizara allí.

Cuando uno viaja en estas situaciones de crisis es cuando se percibe la importancia que tienen este tipo de eventos para los países afectados. Llevar allá el pleno respaldo de la comunidad internacional es algo que se espera y se agradece muy efectivamente.

Era un día difícil. Los hechos del día anterior antes habían concluido bastante tarde, había un gobierno por consiguiente que estaba enfrentado a una situación de crisis, no en un estado de emergencia. El Presidente estaba con la misma actividad de siempre pero con un problema físico que lo va a acompañar por algún tiempo –tuvo una tercera operación a su rodilla apenas diez días-, mas toda la tensión del día anterior; la llegada de gente del exterior, no solamente el Secretario General de la OEA y los Cancilleres de la UNASUR sino también otros personeros internacionales que también acudían prestar su solidaridad y la necesidad de tratar el tema sustantivo que había dado origen a todo esto.

Sin embargo, el Canciller y el Presidente se dieron tiempo para recibirnos por espacio bastante largo, e inmediatamente después realizaron la reunión de la UNASUR, mostrando así como valoraba la solidaridad internacional que se les estaba proporcionando. Yo conversé con varios de los Cancilleres de la UNASUR y todos estuvimos de acuerdo en que había que saludar cinco minutos, porque entendíamos la situación que se vivía y la urgencia que tenía el Presidente Correa por reunir al Consejo Nacional, por conversar con una serie de actores políticos, por poner en marcha lo que quería hacer, por conocer más a fondo los hechos del día anterior, por echar a andar las investigaciones, etc. Pero fuimos todos sorprendidos por el tiempo que se nos destinó y la disposición que hubo para recibirnos. Yo estoy muy agradecido de eso –aprovecho para decírselo a la señora Embajadora- fui gratamente sorprendido y agradecido por haber podido conversar con él el tiempo que estuve, no solamente a solas sino también recibiendo a la prensa junto conmigo. Antes, estuve con el Canciller Patiño, con la Presidenta en ejercicio de la Asamblea Nacional, luego con el Presidente Rafael Correa,y finalmente con el Ministro de Seguridad, Miguel Carvajal. Con todos ellos tuve la oportunidad de conversar en profundidad, y además de con algunos otros parlamentarios y otras personas.

La opinión que me formé fue la misma que di el día antes, más algunas que quisiera reforzar en algún sentido. Yo estoy convencido que probablemente parte importante del contingente policial que se insurreccionó en la mañana del jueves pasado pudo haber sido convencido o llevado a esta sublevación con argumentos fundamentalmente económicos de lo que iban a ganar o iban a perder con este asunto. Pero a mi no me cabe duda que la intención de otros que estaban también en esta actividad, otros que probablemente no fueron vistos en la primera fila en ningún momento, era la de llevar esta insurrección hasta crear una situación de ingobernabilidad y provocar una desestabilización del gobierno el Presidente Correa.

Algunos dicen: ‘pero si el problema surgió porque él se fue al cuartel donde estaban los policías en insurrección y allí se provocó la situación’. Eso no estaba programado. Lo que estaba programado era la toma de un conjunto de locales policiales a lo largo del país y también del aeropuerto de Quito. Todo ocurrió paralelamente, dado que el Presidente fue ahí y luego quedó retenido en el hospital vecino, eso concentró la situación ahí. Pero lo que se estaba haciendo no era crear un foco de conflicto, sino crear muchos focos de conflicto a lo largo del país. No fue ese el único local policial que fue ocupado por los alzados, sino que fueron varios otros en el país; y el aeropuerto de Quito fue cerrado por gente uniformada que estaba en este movimiento.

La televisión ha mostrado profusamente las escenas en torno al hospital y al cuartel de las policías. Ha mostrado menos las escenas de saqueo que se produjeron en algunos lugares de la ciudad, donde el dejar a una población de esa magnitud sin protección policial constituyó claramente un llamado al saqueo y a la generación de hechos de violencia y hechos delictuales. No fueron muchos, podría haber sido mucho peor considerando la situación, pero ciertamente a lo que se apuesta con el solo acuartelamiento de la policía es a crear una situación de caos y desorden. En ninguna sociedad pueden pasar muchas horas sin que haya una situación de caos como la que se produjo en algunas partes. No cabe duda que la estrategia era esa, es decir: copar los cuarteles policiales, crear esa situación de caos y obligar al gobierno en el caso mínimo a ceder completamente en las exigencias que se le estaban haciendo y en el caso máximo provocar su desestabilización.

Creo que eso es un intento de golpe de estado. Algunos han manifestado que esto es tal vez un poco exagerado, pero creo que eso es lo que hubo. Lo que consiguió detenerse en Ecuador el día jueves fue un intento de golpe de estado. ¿Por qué ocurrió y como ocurrió esto?, creo que efectivamente la presencia del Presidente Correa en el cuartel de policías precipitó las cosas, concentró los hechos, porque tuvo que ser llevado a un recinto hospitalario que esta allí mismo, en el mismo espacio físico, y este fue rodeado por los insurrectos. Por lo tanto el Presidente Correa no podía salir del lugar sin una amenaza grave para su vida.

Las personas que fueron a ese lugar dan cuenta de una situación confusa en la que mientras algunos querían dialogar, otros querían ejercer la fuerza inmediata. El ejemplo del Canciller Patiño es muy claro: él se encontraba en las afueras del lugar tratando de llegar donde el Presidente, y tratando de conversar con un grupo de policías insurrectos que ciertamente decían cosas bastantes duras; pero estaban conversando. De pronto fue agredido y golpeado repetidamente por otro grupo que estaba en el mismo lugar, y cuya intención ciertamente no era el diálogo, ni mucho menos ponerse de acuerdo con el Canciller en nada, sino que agredirlo, de la misma manera que esa gente asesinó a un joven que estaba allí acompañando a los que estaban en contra de esta acción, y de la misma manera que en la noche, cuando salió el Presidente dispararon contra la fuerza que lo acompañaba.

Todos ustedes vieron morir a un policía frente a las cámaras de la televisión, cuando miembros de la Fuerza de Elite fueron al rescate del Presidente. Efectivamente hay impactos de bala en el auto presidencial. Apareció en las grabaciones de la radio, la comunicaciones, decían “maten a Correa, mátenlo”. ¿Quién tenía que matarlo? esos que estaban allí, los mismos que golpearon al Canciller, los mismos que estaban alrededor. ¿Y quien lo impidió?, la escolta presidencial y la fuerza elite que estaba adentro del recinto con el Presidente pero que no lo podía sacar. O sea, el Presidente Correa no estaba siendo amenazado físicamente en lo inmediato, porque estaba acompañado de un grupo reducido de gente que le era leal. Pero, al mismo tiempo estaba rodeado de centenares de insurrectos que impedían la salida. Esa fue la situación todo el día.

Lo más notable, es que todos coinciden en que ninguno de los insurrectos que discutian, había leído la ley (que detonó la crisis). Entraron tres grupos a tratar de conversar con el Presidente y conversaron con él. El Presidente les dijo que él no iba a ceder en nada y lo único que tenían que hacer era dejarlo salir y retirarse. Pero no conocían la ley, cuando alguien les explicaba la ley, notaban que no lo sabían. La gente con la que estaba hablando el Canciller Patiño cuando fue golpeado, tampoco había leído la ley. Y en realidad, parece que algunos todavía no han leído la ley, incluso en la prensa y en otras partes. Ayer hemos leído todos que la prensa dice que aumentaron las remuneraciones a la policía: lo que hizo el Presidente el día de ayer, en uso de sus atribuciones de acuerdo con la normativa interna, fue reescribir la ley, la misma ley, de una manera que fuera más comprensible. Para que la gente comprenda que no está perdiendo sus beneficios, que todos los beneficios que se decía que estaba perdiendo se estan incluyendo en sus remuneraciones de otra manera y que, por lo tanto, tampoco la acción gremial tenia ninguna justificación. Por lo demás, la ley había sido aprobada el día antes y recién y había habido un amplísimo tiempo para discutirla. El propósito era otro.

Debo decir que la razón por la cual fue impedido (el intento de golpe) es porque fue muy visible y muy notorio, desde muy temprano, que la inmensa mayoría de los ecuatorianos estaban en contra de una acción de este tipo. Yo he tenido experiencia –por desgracia- y conocimiento en materia de golpes de estado. Por lo general, los golpes requieren una fuerza política detrás de ellos, requieren que haya gente que esté a favor de eso. Así ocurrió en mi país (Chile), en que querámoslo o no, existía un porcentaje importante de población que estaba en contra del gobierno y querían que se fuera. Por cierto, había mucho más que querían que se quedara, pero había una fuerza política importante, y había una batalla política también.

En el caso de Ecuador, ciertamente oposición existe –y espero que siga existiendo como ocurre en toda democracia- pero la gran mayoría apoya al gobierno y por lo tanto estaba en contra de lo que se estaba haciendo. Por consiguiente, este golpe no se frustró por falta de voluntad de sus autores, sino que se frustró por falta de respaldo político para ese golpe. Y con posterioridad, por la decisión clara de las Fuerzas Armadas de apoyar al Gobierno del Presidente Correa.

Pero los riesgos fueron muy visibles y la pregunta que uno se debe hacer, dentro de este hemisferio es por que esto pasó en un país en que el gobierno tiene un alto grado de apoyo. No estoy hablando del 75 por ciento de las encuestas de ayer, aunque obviamente también cuenta el respaldo que la gente le da al Presidente cuando enfrenta semejante situación. Pero me refiero al respaldo desde antes. Esto solamente demuestra que en nuestro continente todavía existen quienes, más allá de encontrarse en minoría, están dispuestos a actuar en la medida que se lo permitan las circunstancias, y a aprovechar cualquier coyuntura para provocar desestabilización en los regimenes democráticos.

Por lo tanto, tenemos que mantenernos alerta en esto, no solamente respecto al Ecuador sino con respecto al hemisferio entero. Yo soy, lo confieso, de aquellos que cuando ocurrió el golpe de estado en Honduras pensé que era solamente una excepción y que probablemente no fuéramos a ver algo remotamente parecido en los años siguientes. Lo de Ecuador ciertamente ha sido muy distinto, tanto por sus resultados como precisamente por la forma en que se produjeron esos resultados, por la acción del pueblo organizado y también la actitud de los militares. Pero es posible que si no tenemos los cuidados suficientes, se pueda intentar reproducir otra vez. No voy a hablar de situaciones de otros países, no tiene ningún sentido hacerlo, pero creo que no estamos como pensamos durante los últimos cinco años. En los primeros cinco años de mi ejercicio como Secretario General de la Organización de Estados Americanos, no ocurrieron este tipo de hechos, lo que abrió espacio para un discurso en que se dijera que: “eso ya pasó, los problemas de la democracia son otros”. Sí, los problemas de fondo de la democracia probablemente van mucho más allá, pero estos problemas no han dejado de ocurrir y pueden volver a ocurrir entre nosotros.

Eso significa necesariamente que más allá de las diferencias que existen, mas allá de las multiplicidad que existe en el hemisferio, más allá del tipo de política que cada cual quiere llevar a cabo en su país, nosotros hagamos cada vez un esfuerzo mayor por unificarnos en torno a los principios que nos unen, que felizmente además tenemos escritos en la Carta Democrática Interamericana. No tenemos que salir a buscar ni realizar ninguna nueva declaración al respecto.

Yo creo que los instrumentos que tenemos son suficientes para unir al conjunto del continente en torno a la causa común de la democracia, con todas las diferencias que tengamos. Y aunque algún día vamos a discrepar, la verdad es que esto nos pone en una situación de fuerte riesgo y son estas las dificultades que tenemos que enfrentar.

Creo que eso exige tambien, de parte de los gobiernos, una cierta actitud: primero, un esfuerzo permanente por solidificar y fortalecer en nuestros países aquello que algunos llaman tal vez exageradamente “el consenso”, y yo diría mas bien, el diálogo y la amistad cívica, lo que significa que hay gobierno y oposición, pero donde gobierno y oposición están dispuestos a dar legitimidad al sistema de gobierno que tienen, y no a ponerlo en cuestión. Construir este tipo de acuerdo nacional o de consenso nacional en torno a la vigencia del régimen democrático no es fácil, siempre van a haber quienes quieran rechazarlo, pero supone una actitud de diálogo permanente y de apertura hacia el conjunto de la sociedad. Y segund, el apego pleno al estado de derecho y a las normas que rigen a la democracia desde el punto de vista interno.

Estas son tareas sobre las que no nos corresponde a nosotros dar recetas ni dar opiniones con respecto de los países. Pero son criterios generales en los que todos deberían estar de acuerdo, precisamente para estar en condiciones de enfrentar situaciones como la que se vivió hace unos días en Ecuador.

Estoy muy convencido que si el gobierno del Presidente Correa no hubiera tenido el respaldo que tiene, la situación habría sido muy distinta, aunque se hubieran violado las normas del juego democrático. Si fueron muchos los que salieron, serían muchos mas los que habrían salido a decir: “pobres policías”, “fíjese la dificultad que hay”, “porque no le resuelven el problema”, “fírmenles un papel”, “revoquen la ley”. En un país en el que una asonada permite revocar una ley que se aprobó el día antes, o dos días antes, la democracia deja de existir. Por lo tanto, los gobiernos idealmente deben tratar de forjar la amistad cívica interna y respetar plenamente el estado de derecho, y nosotros tenemos la obligación de respaldar plenamente la vigencia del régimen democrático, porque cualquier derrota en cualquier lugar del hemisferio es un daño muy grave para el conjunto, como lo hemos verificado ya.

Quiero decir además, y tal vez siguiendo el ejemplo del Presidente Correa debí decirlo al principio, como lo dijo él cuando hablo conmigo: “ayer fue un día triste para el Ecuador”. Fue un día triste para el Ecuador porque murieron ecuatorianos en estos hechos que han ocurrido, no seria lo mismo si nadie hubiera muerto, fue un día triste por esto”. También hay que considerar que el daño humano que producen estos hechos, el dolor que produce esto en las familias y en los países, cuesta mucho curarlo. Creo que el Presidente adoptó la actitud mas acertada al poner éste como el primer tema: la muerte de ciudadanos inocentes en este drama, de ciudadanos y de policías o soldados que cumplían con su deber.

Espero que saquemos lecciones de esta situación, éste es un tema que hay que conversar mucho más. Yo volví convencido de que la democracia ecuatoriana es sólida, que ha resistido un ataque importante, que ciertamente el país fue dañado por lo que ocurrió, pero que tiene la fortaleza y el liderazgo suficiente para salir. Pero convencido también de que tenemos que reflexionar mucho sobre las mejores formas de fortalecer y defender la democracia en nuestro hemisferio.

Repito mi agradecimiento a las autoridades ecuatorianas a las cuales agradezco de corazón la acogida que nos dieron y espero que en los próximos días se vaya avanzando en las tareas que el Presidente se ha puesto, que son las de fortalecer la democracia, fortalecer las instituciones. Ya ha dado una señal importante en ese sentido, al dejar estable la situación política que existía e informando que no van a haber medidas a ese respecto. El estado de excepcion ha sido prologando por pedido del Congreso por algunos días y no por un periodo extenso y, al mismo tiempo, un llamado a sancionar a los responsables, porque estas cosas no pueden quedar impunes. Las graves violaciones del derecho humanitario que se produjeron, la muerte de ecuatorianos debe ser sancionada y también deben ser sancionados los que se insurreccionaron contra la autoridad democrática civil que es lo que dice nuestra Carta Democrática Interamericana.

La Carta dice claramente que un requisito esencial de la democracia es la subordinación de todas las instituciones del Estado a la autoridad democrática civil, y eso fue lo que dejó de ocurrir en Ecuador el día jueves. Y esa es la razón por la que nuestra condena tiene que ser muy firme y muy clara.

Muchas gracias.