Quiero, en primer lugar, agradecer la presencia de todos ustedes. Creo que es importante ver que cuando se promueve un debate sobre este tema, tan antiguo, tan complejo, tan debatido como la democracia, nuestra democracia, concurren tantas personas y sobre todo tantos jóvenes. Quiero agradecer también al IFE en su vigésimo aniversario. Parece que fuera ayer cuando se creó; estaba a punto de irme de México cuando se creó el IFE, y es muy impresionante ver que se ha asentado como una institución fundamental en la sociedad.
Y esto nos lleva a la primera reflexión. Llama la atención en este informe, en primer lugar, que se hable de una democracia de ciudadanía, no solamente de instituciones, teniendo las instituciones una gran importancia. El Artículo 1º de la Carta Democrática Interamericana suscrita el año 2001 comienza diciendo que los pueblos de América tienen derecho a la democracia. Por lo tanto, pone el tema de la democracia no desde el punto de vista de quienes la regulan, de quienes la dirigen, sino de quienes están llamados a ser titulares de los beneficios que la democracia debe proporcionar.
Yo he dicho, y lo repito, que a mi juicio este concepto de ciudadanía no solamente debe ser el titular de derechos nominales, sino el de poder ejercerlos; es lo que la caracteriza la constitución misma de la sociedad política y del pacto social, si se quiere.
En los clásicos de la ciencia política, tanto en Hobbes como en Rousseau, desde puntos de vista radicalmente distintos, la relación entre el gobernante y el gobernado es una relación de súbdito a autoridad, y el pacto consiste precisamente en una autoridad que confiere o que promete protección a cambio de grados de libertad que el individuo le cede. Por eso se hablaba de súbdito, a pesar de que muchas veces los súbditos, a lo largo de la historia, fueron aumentando los beneficios que recibían del gobernante; no era solamente ya la protección física sino algunos beneficios y bienes.
Sin duda que el primer gran cambio fundamental en este concepto es el que se produce alrededor de la Revolución Francesa. Hace unos días la tecnología moderna ha permitido descubrir que, en la única parte en la que Thomas Jefferson menciona la palabra “ciudadano” en el Acta de Independencia de los Estados Unidos, fue porque en verdad borró “súbdito” y puso “ciudadano”. En esa época existía la ciudadanía política solamente; no se hablaba de derechos humanos o derechos civiles.
Hemos pasado a entender la ciudadanía como el derecho a elegir, a ser elegido y a concurrir en condiciones de igualdad ante la autoridad, que eran los tres grandes conceptos de la ciudadanía griega, para incluir luego el de los derechos civiles: el derecho a la vida, primero que nada, para llegar finalmente a lo que se ha llamado aquí la ciudadanía social. Estamos en esto desde hace ya bastante tiempo, hemos luchado mucho por esto.
Yo no puedo dejar de recordar acá que se empezó a hablar otra vez de democracia en las organizaciones internacionales en América Latina recién en 1991, cuando se produjo la Declaración de Santiago, en Chile, donde se habló por primera vez del derecho de los pueblos a la democracia, hasta llegar finalmente a la Carta Democrática Interamericana que consagra estas tres formas de ciudadanía. Los consagra claramente, y no habla sólo del derecho a elegir y a ser elegido sino que también consagra el derecho a la vida, el derecho a la libre expresión, los derechos humanos en general, y también señala claramente el carácter de índole indisoluble entre democracia, desarrollo, equidad e igualdad.
Por lo tanto, tenemos un acervo muy grande ya desarrollado en esta materia, y la primera gran virtud de este informe es que busca proyectarlo y se pregunta qué otras cosas puede lograr este nuevo pacto social; este que ya no cambia libertad por protección sino que cambia legitimidad por ciudadanía. Es decir, el ciudadano hoy día le confiere legitimidad al gobierno a cambio de poder ejercer su derecho en plena libertad.
¿Qué falta?
Aquí se han mencionado muchas de las cosas que faltan, pero yo quisiera empezar por decir las muchas cosas que hemos conseguido en esta materia, en lo que hemos avanzado hasta aquí. La segunda idea es que, efectivamente, los temas que se han planteado están muy bien elegidos. No puedo dejar de tomar lo primero que han dicho los expositores, como el mismo programa de este seminario, para mencionar dos aspectos del tema de la democracia política, que me parece particularmente fundamental rescatar hoy día.
El primero es el tema de la separación y el equilibrio de poderes, porque ciertamente si hoy día le preguntan a los ciudadanos de América Latina si existe igualdad de los poderes, si existe pleno acceso a la justicia, si existe justicia independiente, y si el Ejecutivo es igual que el Legislativo, lo más probable es que respondan que dicho valor no existe. Hay un tema de autonomía e independencia de los poderes, y un tema de equilibrio de poderes, que es un fundamental hoy en día para que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos en la democracia latinoamericana.
En segundo lugar está el tema de la libertad de expresión, que va ser discutido en este seminario junto con los otros tres que se han planteado. Se trata de uno de los derechos fundamentales y sin el cual el ejercicio de la ciudadanía sería completamente imposible. Probablemente en esto tendríamos que poner énfasis en los próximos años para el perfeccionamiento de nuestra democracia.
De los tres temas solamente diré que me preocupa muy particularmente el problema de la seguridad. En el tema de la desigualdad, con todo lo grave que es, creo que hemos avanzado, hemos progresado. En cambio en el tema de la seguridad es probable que ocurra un fenómeno que Joseph Stiglitz ha llamado de des-democratización.
En esta materia la democracia ha retrocedido mucho en nuestros países: los ciudadanos ya no salen a la calle como antes; los muros de las casas crecen; la vida común se hace más difícil, y hay quienes pretenden imponer sus propias leyes al conjunto de la sociedad. Por eso la importancia de decir: “Miren, no tratemos esto como un tema de los policías”. Yo diría que hay un punto intermedio entre la represión y pensar que todo esto se resuelve por la vía del desarrollo económico, es decir tratando la seguridad como una política social; una política social como la educación, como la salud, como la vivienda. Algo a lo cual el ciudadano tiene derecho, para poder ejercer precisamente los demás derechos que la sociedad le confiere.
Yo quiero decir que, desde el punto de vista de nuestra organización, no cabe duda que este informe plantea un gran desafío, en el sentido de poder profundizar la democracia con los medios que la democracia nos proporciona.
Por eso la importancia y la relevancia que le damos a la política, a los partidos, a la sociedad civil y a este tipo de encuentros y debates, porque finalmente no tenemos otros instrumentos para perfeccionar la democracia. Profundizar la democracia significa profundizar el diálogo, profundizar la tolerancia entre nosotros, profundizar la disposición a escuchar las ideas de los demás y a conciliarlas.
Y este encuentro, ciertamente, es muy importante en ese sentido.
Así que yo felicito y agradezco nuevamente al IFE y a las autoridades de este país que nos han permitido hacerlo; a los que han elaborado este informe, y a la presencia de todos ustedes, que es lo más estimulante esta mañana.
Muchas gracias