Quiero entregar un afectuoso saludo en este sexagésimo octavo aniversario de la Junta Interamericana de Defensa y, por intermedio de todos ustedes, deseo extender ese saludo a las fuerzas armadas de nuestra región, junto con nuestro reconocimiento por las tareas que han desempeñado en el último año.
En la celebración de estos sesenta y ocho años de vida de la Junta, no podemos sino recordar inicialmente los eventos trágicos que hemos vivido recientemente en algunos de nuestros países, y la importante misión que corresponde cumplir a las fuerzas armadas de las Américas en beneficio de nuestros pueblos en estos casos de desventura.
Hoy son los pueblos de Haití y Chile los afectados por desastres naturales. Ayer han sido otros los países heridos por las mismas fuerzas, y mañana, seguramente, serán otros. Pero podemos estar seguros hoy de que en estos países sus fuerzas armadas y las del resto de los países de la región, cooperando con ellas, estarán dispuestas a poner todas sus capacidades, su tecnología y su tenacidad, propios de la profesión militar, al servicio de la mitigación de los dolores de estas tragedias, para proveer seguridad y abrigo y para participar también en las tareas de reconstrucción. Aprovecho además este momento para agradecer la presencia de los contingentes de numerosos países de nuestra región en Haití y la cooperación que han prestado para enfrentar esa tremenda tragedia, que ha costado casi 250 mil vidas. De igual manera agradezco el papel que han jugado las fuerzas armadas de Chile en el desastre que se ha vivido en ese país, y también la cooperación que han recibido de las fuerzas armadas de otros países en las operaciones de rescate y de ayuda a las victimas.
Estos compromisos probablemente sean la mejor manera de ejemplificar hoy el concepto de Seguridad Multidimensional que nos guía: la noción de que un hemisferio seguro es un hemisferio de seres humanos libres de necesidades, pero también libres de miedos. En función de este concepto podemos afirmar que, para la OEA, la preocupación principal de la seguridad son las personas.
Como he recordado en otras ocasiones, la Conferencia Especial sobre Seguridad realizada en Ciudad de México en 2003 señaló específicamente: “…que el fundamento y razón de ser de la seguridad es la protección de la persona humana… Las condiciones de la seguridad humana mejoran mediante el pleno respeto de la dignidad, los derechos humanos, las libertades fundamentales de las personas, así como mediante la promoción del desarrollo económico y social, la inclusión social, la educación y la lucha contra la pobreza, las enfermedades y el hambre…”.
Fue siguiendo este nuevo enfoque que la Secretaría General de la OEA creó, en el año 2005, la Secretaría de Seguridad Multidimensional. Y también siguiendo este paradigma se modificó el Estatuto de la Junta Interamericana de Defensa, que ahora se vincula a la OEA por medio de esta Secretaría de Seguridad Multidimensional. Por ello aprovecho este sexagésimo octavo aniversario para celebrar también el cuarto aniversario del nuevo Estatuto de la Junta Interamericana de la Defensa. No sólo porque significó un cambio fundamental de la institucionalidad, sino porque, y tal vez principalmente, corresponde a una expresión importante de lo que ya ha estado haciendo el sistema interamericano en la última década por ponerse al día con ese nuevo paradigma mundial.
En ese marco hemos identificado un conjunto amplio de situaciones que amenazan la seguridad de los ciudadanos de nuestra región, cuya eliminación requiere de la acción concertada de muchos actores, estatales y no estatales, entre los cuales están las fuerzas armadas. Esa acción concertada ha llevado a que, sin descuidar su cometido esencial, que dice relación con la defensa ante amenazas externas, las fuerzas armadas hayan desarrollado otras importantes capacidades y se desempeñen hoy como complemento de la acción de otros organismos del Estado en el desarrollo de la infraestructura física, en la integración de regiones apartadas, en situaciones de catástrofe, en campañas sanitarias y de alfabetización, y haciendo aportes significativos al desarrollo científico y tecnológico. No puedo dejar de recordar también acá que en algunos países las Fuerzas Armadas han debido asumir tareas importantes en el plan interno por razón de la expansión de la amenaza armada del narcotráfico y de las bandas criminales. Ese es un tema sobre el cual –como bien sabemos- nuestros países no tienen una doctrina común y en relación al cual, por lo tanto, debemos respetar que las necesidades de cada país vayan determinando cual es el papel que les corresponde jugar a las fuerzas armadas en la tarea, sin tratar de sentar una pauta de acción común para todos ellos.
Pero la acción que desarrollan hoy día, por ejemplo, las fuerzas armadas de países como México o Colombia, debe ser reconocida también como una muy fundamental y que merece nuestro mayor respeto.
En ese mismo marco y en el contexto proporcionado por su Estatuto, la Junta Interamericana de Defensa ha sido muy eficaz en las tareas que se le han encomendado. Ha cooperado en la elaboración de “Libros Blancos de la Defensa Nacional”, que han traído transparencia en la información y justificación de las adquisiciones de armamentos, ha participado en campañas y acciones que hemos desarrollado con ocasión de catástrofes naturales y, particularmente, ha desarrollado una acción importante en el desminado humanitario en algunos países de nuestra región.
Todavía, desgraciadamente, mueren muchas personas en nuestra región como producto de las minas antipersonal, y la mayoría de las víctimas son civiles. Para contribuir a la eliminación de ese flagelo, la OEA creó el “Programa de Acción Integral Contra Minas Antipersonal”, que asiste a los Estados en el desarrollo de sus programas nacionales. En esa actividad, la Junta Interamericana de Defensa ha cumplido una importante tarea de monitoreo de las acciones realizadas por los respectivos países, y se ha ganado el reconocimiento no sólo de la Organización, sino también de los pueblos de Nicaragua, Colombia, Ecuador y Perú en donde esa acción se ha desarrollado.
Las posibilidades de desarrollo de la Junta Interamericana de Defensa en el contexto del paradigma de Seguridad Multidimensional se ha visto retardado, sin embargo, por el lento proceso de integración de la propia Junta a la estructura de la Secretaría General de la OEA. Y no puedo sino expresar mi preocupación por esa lentitud, compartir plenamente lo que ha dicho el Presidente de nuestra Comisión de Seguridad Hemisférica y reiterar nuestra voluntad de promover y asegurar todas las condiciones que sean necesarias para acelerar la integración.
Queremos que la Junta Interamericana de Defensa sea una entidad asesora dependiente del más alto nivel de la Secretaría General de la OEA, en condiciones de realizar, junto con el resto de la Secretaría, las tareas que nuestros países nos demanden. Por eso hemos creado la Secretaría de Seguridad Multidimensional. Las formas que la integración logre alcanzar, por cierto, pueden ser variadas y estamos dispuestos a examinarlas. Tenemos una amplia experiencia en el establecimiento de mecanismos e instrumentos para una adecuada relación con organismos multilaterales de carácter complejo, y estoy seguro de que podremos identificar el mejor de ellos para permitir, así, el potenciamiento de la actividad de la Junta dentro de la OEA y hacer más satisfactoria la permanencia en ella de los oficiales que vienen a trabajar en la Junta Interamericana.
Nuevamente expreso nuestra mejor disposición. Esperamos con mucho anhelo y con mucho entusiasmo la propuesta que el Teniente General, Presidente de la Junta, nos va a hacer para poder cumplir esta tarea a la cual nos mandatan los Estatutos.
Espero que el próximo año, cuando celebremos el sexagésimo nono aniversario de la JID, podamos señalar que hemos cumplido lo que acordamos hace ya casi cuatro años, y que hemos incorporado, ya de manera plena, esta Junta Interamericana de Defensa a la estructura permanente de la Organización de los Estados Americanos.
Muchas gracias y muy feliz aniversario.