Quisiera iniciar estas palabras saludando al comisionado Felipe González y felicitarlo por su designación como nuevo Presidente de esta Comisión. Quiero felicitar igualmente a los dos nuevos Vicepresidentes, señor Paulo Sérgio Pinheiro y señora Dinah Shelton y agradecer también muy sinceramente a nombre de la Organización de los Estados Americanos (OEA) los servicios prestados por la Presidenta saliente, la comisionada Luz Patricia Mejía Guerrero.
Esta es una ocasión muy especial en la vida de esta Comisión. Es la segunda vez en la historia de la Comisión de Derechos Humanos que en un mismo año se elije a la mayoría de sus miembros. La señora Dinah Shelton, la señora María Silvia Guillen, el señor Rodrigo Escobar Gil y el señor José de Jesús Orozco Enríquez que participan en esta Comisión recientemente, elegida a través de la Asamblea General, y la señora Guillen hace un tiempo menor y; por lo tanto, por primera vez tenemos una Comisión con una mayoría recién elegida.
También es primera vez en la historia que tenemos tres mujeres entre sus integrantes. Les doy muy cariñosa y cordialmente la bienvenida. Creo que los temas de la mujer han estado presentes en la Comisión de Derechos Humanos muchas veces. También la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) se preocupa de algunos temas relacionados como por ejemplo: la violencia contra la mujer, contra la desigualdad, las desigualdades de género, etc. Estoy seguro que esta Comisión seguirá teniendo un rol fundamental en la defensa de sus derechos y los derechos humanos de los ciudadanos de todo el continente bajo su presidencia, el Presidente y con tantos rostros nuevos en la Comisión.
El año pasado celebramos el 50° aniversario de creación de la Comisión y si ustedes miran la Carta, su referencia a la Comisión es muy escueta, habla más de la promoción de la defensa de los Derechos Humanos de manera general. No era la primera intención de los creadores de la Comisión que se dedicara a lo que posteriormente se dedicó dentro de las atribuciones generales que tenía, por cierto. Pero lo que fue ocurriendo en nuestra región a partir de los años ‘60, llevó a la Comisión a ejercer un rol mucho más proactivo para proteger a las víctimas de las violaciones de sus derechos.
Creo que todos hemos aprendido a lo largo de estos años la importancia que ese rol tiene y el valor de la independencia y de la autonomía de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, órgano -como decimos en cada uno de los comunicados- principal y autónomo de la OEA, porque a diferencia de otros organismos internacionales, esta Comisión efectivamente toma sus decisiones de manera autónoma, es elegida por la Asamblea General, pero no tiene que responder a la Asamblea General de las decisiones que adopta, sino solamente de la defensa irrestricta de los derechos de todas las personas de las Américas que a ella acuden.
Quiero insistir en esta característica, la autonomía de la Comisión, y también –como he tenido oportunidad de decirlo en alguna otra ocasión- su carácter principal, es decir, no existe un órgano de derechos humanos dentro de la OEA por encima de la Comisión Interamericana. Si se prefiere -aún que es un poco simple decirlo así- cuando la Comisión de Derechos Humanos se refiere a un tema de su competencia, es la OEA la que está hablando en materia de derechos humanos, así lo decidieron los creadores de institución. No es que las atribuciones de la Comisión o más bien las decisiones de la Comisión puedan ser cuestionadas ante un organismo superior, todo el mundo tiene derecho a discutirlas, por cierto, ojala no dando la impresión de que existen discrepancias dentro los órganos de la OEA porque este órgano nace de la Asamblea como el Secretario General, como la Corte Interamericana, el Comité Jurídico Interamericano, son órganos que nacieron de la Asamblea General para cumplir determinadas funciones y en esas funciones creo que es muy fundamental que todos los respaldemos y respetemos.
Así nació el Sistema Interamericano en su conjunto y hemos creado esos organismos precisamente porque queríamos que fueran independientes autónomos y por eso creo que es importante recordar la necesidad de apoyarlos, respetarlos y valorar lo que hacen. Uno podrá entregar opiniones de manera privada o pública sobre lo que le parece -algunas veces no estará de acuerdo con sus decisiones- pero así ocurre con todos los organismos jurisdiccionales, lo importante es que sus decisiones sean respetadas y que la institucionalidad que nos hemos dado lo sea también.
La Comisión ha tenido enormes progresos, no los enumeraré aquí, lo he hecho varias veces a lo largo de estos años, pero especialmente en todos los temas importantes, en los lugares donde hay una crisis –recientemente en Honduras- donde hay violación de derechos, la Comisión ha estado ahí. No olvidemos que nuestra Carta Democrática Interamericana señala que aunque se suspenda un país, la Comisión de Derechos Humanos debe seguir actuando en todo caso porque su función no es defender las prorrogativas en ningún país ni defender las resoluciones que adopta la Asamblea, sino proteger los Derechos Humanos de todos los ciudadanos de las Américas.
Por eso creo que es importante señalar que, por desgracia, no tenemos aún en nuestra América un sistema completo en que todos los países sean miembros de la Comisión y de la Corte. Cuando me preguntan “¿cómo podemos fortalecer la Comisión de Derechos Humanos?”: acatando sus decisiones y ayudando a obtener los recursos para que ella pueda funcionar adecuadamente. “¿cómo podemos defender a la Corte Interamericana?”: ratificando la Convención Interamericana de Derechos Humanos y acatando la autoridad de la Corte. Eso es lo que nosotros quisiéramos que ocurriera, nosotros queremos un sistema universal para todos los Estados miembros cuyos habitantes gocen de la protección de los derechos reconocidos en la Declaración Americana y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Naturalmente, es muy difícil lidiar o trabajar con una Comisión en la cual algunos gozan de todos estos derechos; un segundo sistema para los Estados miembros que han ratificado la Convención Interamericana pero no han aceptado la competencia de la Corte, y un tercero, para algunos que no han ratificado la Convención ni han aceptado la jurisdicción de la Corte. Este sistema por cierto, coloca a habitantes de nuestra región en situación de desventaja respecto de sus derechos y estoy convencido que en este tema debemos avanzar.
Nuestra proclamación de la importancia capital que este tema tiene para la democracia y la libertad en las Américas debe conducirnos necesariamente a todos a ser parte del mismo sistema.
Por otra parte, está el tema del cumplimiento de las recomendaciones de la Corte y de la Comisión. Estamos iniciando un programa para el seguimiento de las decisiones de manera de ver cuantas se cumplen y cuantas no, cuantas recomendaciones se llevan a la practica y cuales no, etc., para poder tener una evaluación y mejor no para involucrarnos en lo que la Comisión hace, pero sí para poder apoyar mejor su resultado y su trabajo.
Hemos adoptado estos últimos años medidas para apoyar el trabajo de la Comisión, regularizar la situación de su personal, crear nuevos cargos con la contribución generosa de algunos países miembros y de algunos países observadores -aquí esta presente el señor Embajador de España quien aprovechamos agradecerle esa contribución- se ha podido acortar substantivamente el atraso que tenía la Comisión en el tratamiento de los casos que le son presentados porque cada año son más, no porque hayan mas violaciones de Derechos Humanos, sino porque es cada vez más la gente que concurre a la Comisión. Todas estas cosas las hemos financiado con recursos externos, la Secretaría General promovió hace pocos meses un cierto aumento de las asignaciones, la cual fue aprobada por la Asamblea General para el próximo año. Sin embargo, esto no es suficiente y aquí si que es necesario hacer un esfuerzo muy grande para mejorar la condición en que trabajan nuestros especialistas y nuestros comisionados en la Corte y en la Comisión de Derechos Humanos.
Creo que también podemos avanzar y seguir avanzando, y en esto la Corte y la Comisión juegan un papel muy sustantivo en integrar el derecho internacional de los derechos humanos al ámbito nacional y en el ordenamiento jurídico de los países.
No quiero hacer un recuento de todo lo que la Comisión hace, lo hemos hecho muchas veces, pero quiero terminar estas palabras resaltando ante todos ustedes la importancia de que no veamos a los órganos del sistema como antagonistas de los Estados, sino en una situación de democracia como en las que hoy vivimos en nuestros países, veamos mas bien las posibilidades de tener un dialogo permanente con la Comisión que permita a los Estados mejorar sus procedimientos internos, sus políticas públicas, reparar errores del pasado y al mismo tiempo, que permita la Comisión contar con las experiencias y esfuerzos que los países realizan para mejorar también las garantías que da a todos los habitantes de la región.
Estoy convencido que sin los temas que trata la Comisión de Derechos Humanos, no solamente en el tema de manera genérica, sino que los derechos humanos en especifico; la libertad de opinión, la libertad de movimiento, la igualdad ante la ley, etc., sin eso no hay democracia. Fortalecer la democracia es nuestra tarea fundamental. Cuando esta Comisión empezó a trabajar había en varios países violaciones sustantivas de derechos a la vida, al derecho de la libertad personal y esas cosas ciertamente han mejorado mucho lo cual no significa que hayamos concluido nuestro trabajo. La obligación de esta Comisión es exigir cada vez más a todos nuestros países miembros, no estar nunca satisfecha con la situación en que se vive, sino siempre encontrar un espacio para una acción mejor y en esas actividades estoy convencido de que van a continuar contando con el apoyo no solamente de la Secretaria General, sino de todos los países integrantes de este Consejo Permanente.
Muchas gracias.