Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
RETOS Y OPORTUNIDADES PARA LA PROMOCIÓN Y DEFENSA DE LA DEMOCRACIA Y LOS DERECHOS HUMANOS EN ÁFRICA Y LAS AMÉRICAS

12 de octubre de 2011 - Addis Abeba, Etiopía


Quisiera dar las gracias al Presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), señor Jean Ping, y a los Estados Miembros de la UA por su generoso ofrecimiento para ser sede de este magno evento. Este foro permitirá a los Estados Miembros de la UA y de la OEA, así como a la Comisión de la UA y a la Secretaría General de la OEA, analizar los "retos y oportunidades para la promoción y defensa de la democracia y los derechos humanos en África y las Américas". Agradecemos la cálida bienvenida que nos han dado y los eficaces servicios que han puesto a disposición de este foro, con la cooperación del país anfitrión, Etiopía.

Este foro es un seguimiento del primer "Foro Puente Democrático" que organizó la OEA en nuestra sede, en Washington D. C., hace más de cuatro años; en junio de 2007 para ser precisos. Ese intercambio tan exitoso dio inicio a una relación más cercana que nuestras dos organizaciones han estado cultivando desde entonces. Tras el foro, en 2008 y 2009, los Estados Miembros de la OEA aprobaron dos resoluciones de la Asamblea General, sobre el “apoyo a una mayor cooperación interregional con la Unión Africana”, con lo cual pusieron de manifiesto su apoyo a la intensificación de esa colaboración. En 2010 y 2011, los Estados Miembros de la OEA aprobaron resoluciones en las que hicieron un llamamiento al "reconocimiento del Año Internacional de los Afrodescendientes", así como a continuar y promover la cooperación con la Unión Africana.

Ahora en varios foros del mundo se fomenta una mayor comprensión interregional. El Secretario General de Naciones Unidas ha patrocinado diálogos de alto nivel entre las instituciones regionales. Y tanto la OEA como la Unión Africana participan actualmente en el Diálogo Interregional sobre Democracia, lanzado el año pasado por IDEA International. En dicho diálogo nuestras dos organizaciones y otras cinco instituciones regionales de todo el mundo, intercambian información y opiniones sobre asuntos de interés mutuo. Con eventos como éste podemos enfrentar mejor los desafíos globales y fortalecer la democracia y los derechos humanos en todo el mundo.

La Carta Democrática Interamericana

La democracia ha recorrido un largo y difícil camino en las Américas hasta llegar a establecerse y ser reconocida como el único sistema político legítimo. Aunque todos los países independientes del continente son miembros de la OEA, han acordado libremente que la democracia es la única forma de gobierno reconocida por nuestra región. En el primer artículo la Carta Democrática Interamericana se señala que "los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla". El papel principal de la Organización de los Estados Americanos es pues promover, fortalecer y proteger la democracia.

Nuestra región se enorgullece de haber estado a la vanguardia de la tendencia mundial hacia un mayor gobierno democrático y representativo. Este año se celebra el décimo aniversario de la unánime aprobación de la Carta Democrática Interamericana, el 11 de septiembre de 2001, en un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA, en Lima, Perú, con lo cual culminó una década de esfuerzos para consolidar el quehacer de la OEA hacia la democracia. La Carta Democrática Interamericana establece una amplia definición de la democracia y sus componentes esenciales, los medios para seleccionar a sus dirigentes, el reconocimiento de los derechos civiles, políticos y sociales de sus habitantes así como las reglas básicas de conducta para sus Gobiernos. La Carta va más allá de la idea de la democracia concebida como meras elecciones. Si bien las elecciones libres y justas son necesarias para la democracia, no son suficientes. La Carta Democrática establece un marco común, incluido el respeto de los derechos humanos, la separación de poderes en tres ramas de Gobierno, la libertad de expresión y de prensa, y un sistema pluralista de partidos políticos, entre otras cosas. Al igual que cualquier programa político, la Carta Democrática incorpora un ideal a seguir: el objetivo y los valores por el que ha de ejercerse el poder.

Hoy puedo decir que todos los Gobiernos de las Américas que participan activamente en la OEA han llegado al poder como resultado de elecciones libres y transparentes. Las misiones de observación electoral de la OEA constituyen una garantía de elecciones libres y transparentes y dan credibilidad a los procesos electorales y sus resultados.

La instauración de un sistema institucional estable es un elemento fundamental y necesario de la democracia. Durante estos 10 años, las instituciones democráticas se han consolidado en las Américas y la gestión pública en nuestros países se ha estabilizado aún más. Sin embargo, muchas de nuestras instituciones siguen siendo débiles y persisten ciertas tendencias que impiden su fortalecimiento, en particular los cambios frecuentes en las reglas del juego democrático, la falta de independencia del poder judicial, las amenazas a la libertad de expresión y la libertad de prensa, una concentración excesiva de la propiedad de los medios de comunicación y los ataques sistemáticos contra periodistas por parte de la delincuencia organizada. Todo esto es perjudicial para la estructura de poder republicano y afecta los fundamentos de la democracia.

La Carta Democrática Interamericana encarna un mecanismo colectivo de defensa de la democracia en la región. Al anticipar el surgimiento de situaciones de inestabilidad y crisis política, el marco reglamentario de la Carta prevé las medidas y mecanismos diplomáticos de acción conjunta para defender el sistema democrático y el legítimo ejercicio del poder. Durante los últimos 10 años, estas herramientas han desempeñado un papel fundamental en la prevención del estallido de crisis políticas y de la exacerbación de situaciones desestabilizadoras. La OEA ha demostrado capacidad para actuar de manera preventiva en por lo menos siete situaciones que afectaron o pusieron en peligro el desarrollo de las instituciones políticas democráticas o el legítimo ejercicio del poder, evitando así alteraciones inconstitucionales e interrupciones del orden democrático. Del mismo modo, ante las alteraciones del orden constitucional que debilitaron gravemente el sistema democrático, como en el caso de Honduras en 2009, se aplicaron en forma plena y oportuna los artículos pertinentes del Capítulo IV de la Carta Democrática, lo que llevó a la suspensión de Honduras de su participación activa en la OEA durante dos años.

Nuestra acción en el caso de Honduras ha sentado un precedente fundamental: un ataque a la democracia en la región tiene altos costos en los ámbitos diplomático, político y económico. Sin embargo, también hay un costo muy elevado en perjuicio de la población y el país de que se trate. Al analizar los siete casos en los que se ha aplicado la Carta Democrática, queda claro que la prevención es mucho más benéfica y eficaz que la aplicación de sanciones después de los hechos.

A pesar de los logros y avances en virtud de la Carta, aún queda mucho por hacer por la consolidación de la democracia y la promoción y defensa de los derechos humanos. En última instancia, la decisión de aplicar la Carta Democrática Interamericana en forma preventiva o ante situaciones de ruptura del orden democrático dependerá siempre de la voluntad del Estado Miembro afectado y del consenso o posturas de la mayoría de los demás Estados Miembros. No es éste un asunto insignificante, en particular si se le compara con otros modelos de toma de decisiones utilizados multilateralmente. La aplicación de la Carta y de las propuestas presentadas para hacer más efectiva su aplicación debe considerarse en el contexto de la búsqueda de consensos entre todos los Estados Miembros de la OEA y dentro de los parámetros establecidos por los principios de no intervención y no interferencia.

El sistema interamericano de derechos humanos

Se reconoce que el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales son un elemento esencial de la democracia representativa y fueron incluidos como parte fundamental de la Carta Democrática Interamericana. Nuestro sistema de derechos humanos ha sido un elemento clave en el apoyo a Gobiernos más representativos en la región. Los derechos humanos han estado en la agenda de la OEA desde su creación. En abril de 1948, los Estados Miembros, reunidos en Colombia, aprobaron la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, primer instrumento internacional sobre derechos humanos de carácter general. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con sede en Washington, D. C., fue creada en 1959 y fue seguida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, establecida en Costa Rica, en 1979. Estas instituciones tienen una amplia experiencia en nuestra región y han apoyado importantes avances en materia de derechos humanos a través de la solución de casos individuales y de las relatorías encargadas de velar por la protección de los derechos colectivos de los sectores más vulnerables de la sociedad.

Hasta la fecha, la CIDH ha recibido más de 15.000 peticiones y casos, y ha remitido más de 150 casos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, comparable con la Corte Africana de Justicia y Derechos Humanos.

El sistema interamericano de derechos humanos ha contribuido al desarrollo y fortalecimiento de los sistemas democráticos en las Américas mediante la adopción de fallos y sentencias relativas al Estado de derecho, al respeto de los derechos a la vida y a la integridad personal, la prohibición absoluta de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes, el respeto del derecho a la libertad personal, los principios de igualdad y no discriminación, y la obligación de garantizar los derechos al debido proceso y a la protección judicial, entre muchos otros. En particular, la CIDH y la Corte han establecido la incompatibilidad de las leyes de amnistía que protegen a los culpables contra la rendición de cuentas conforme a la Convención Americana y conforme al derecho de las víctimas y sus familias a la protección judicial y al debido respeto a las garantías legales. Estos fallos y sentencias ha abierto la puerta a cambios fundamentales en los sistemas de justicia y han dado lugar a un fuerte movimiento contra la impunidad en varios países de la región. Tanto la CIDH como la Corte han estado a la vanguardia en la toma de decisiones relativas a la necesidad de que los Estados actúen con la debida diligencia en la investigación y sanción de violaciones de derechos humanos cometidas tanto por parte de los Estados como por parte de actores no estatales.

La eliminación de todas las formas de discriminación constituye un componente esencial en el fortalecimiento de la democracia, tal como queda de manifiesto en la Carta Democrática Interamericana. La CIDH y la Corte han emitido un número considerable de fallos destinados a combatir la discriminación y la marginación a la que han sido sometidos ciertos grupos y sectores de la población durante largos años, incluidos las mujeres, los pueblos indígenas, los afrodescendientes, los trabajadores migratorios y las personas privadas de la libertad, entre otros. En estos fallos, la CIDH y la Corte también han puesto de relieve el vínculo entre la necesidad de garantizar el goce del derecho a la libertad de expresión y la consolidación y el desarrollo de la democracia, así como la importancia de garantizar el derecho de acceso a la información con el fin de lograr una mayor transparencia y rendición de cuentas por parte del Gobierno en el desempeño de sus actividades y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.

Estos fallos y sentencias, así como los resultados de los procesos de solución amistosa llevados a cabo entre las víctimas y los Estados han permitido avanzar en materia de protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en el ámbito estatal. El pleno cumplimiento de estos fallos sigue siendo un desafío constante en toda nuestra región. Sin embargo, los Estados han derogado o enmendado leyes nacionales a fin de hacerlas compatibles con las normas de derechos humanos o se han comprometido en hacer cambios importantes a las política estatales y las prácticas gubernamentales.

Nuestro sistema de derechos humanos también ha puesto de relieve la importancia del vínculo entre la seguridad ciudadana, los derechos humanos y la democracia. Ciertamente, la seguridad ciudadana es hoy una de las principales preocupaciones de las sociedades y los Gobiernos de las Américas y de todo el mundo. La seguridad ciudadana se ve amenazada cuando el Estado no cumple su función de brindar protección ante el crimen y la violencia social, lo cual interrumpe la relación entre gobernantes y gobernados. Sin embargo, el derecho internacional hace responsables a los Estados en aquellos casos en que sus fuerzas armadas excedan los límites aceptables. En este sentido, la perspectiva de los derechos humanos permite abordar la problemática de la criminalidad y la violencia y su impacto en la seguridad ciudadana mediante el fortalecimiento de la participación democrática y la implementación de políticas centradas en la protección de la persona humana, en lugar de aquellas que primordialmente buscan afianzar la seguridad del Estado.

Los sistemas de derechos humanos interamericano y africano han experimentado una constante evolución desde su creación. Parte de la riqueza de los mecanismos regionales de derechos humanos estriba precisamente en su capacidad para adaptarse a las situaciones y las necesidades de la región. Los mecanismos regionales de derechos humanos pueden ser dinámicos y flexibles, y responder a las características específicas de la sociedad. Las instituciones regionales son un foro útil para el diálogo entre los Estados que comparten muchos de los mismos retos y aspiraciones. Un foro interregional como éste es una excelente oportunidad para compartir estos retos y para entablar un diálogo sobre las lecciones aprendidas y buscar mecanismos de avance.

La inequidad en las Américas

Antes de concluir, debo mencionar que otra amenaza para la democracia y los derechos humanos en las Américas es la pobreza y la inequidad. No se pueden negar los avances logrados en las Américas en materia de reducción de la pobreza y en el aumento en la inclusión y participación de los ciudadanos en la creación y expansión de la democracia. No obstante, nuestra región aún presenta altas tasas de pobreza, en comparación con su nivel de desarrollo. Por otra parte, aspectos tales como el color, el origen étnico, el sexo y cierta distribución geográfica influyen en estas diferencias socioeconómicas. De hecho, la pobreza y la discriminación dan lugar a distintas categorías de ciudadanos, con diferentes derechos, lo que tiende a perpetuarse debido a la desigualdad de oportunidades. Esto es un factor en contra de la democracia. Las transformaciones positivas en la vida de las personas y un aumento en el número de oportunidades hacen que la democracia sea significativa y relevante, y que la ciudadanía se convierta en una realidad y no sea sólo un ideal. La desigualdad es el principal reto en las Américas a pesar de que nuestra región es mucho más democrática que antes. Las desigualdades que persisten impiden que la democracia sea todo lo que puede ser para cumplir las aspiraciones de nuestros ciudadanos. El tráfico de drogas y las acciones de las pandillas delictivas organizadas son también sumamente perjudiciales para el pleno ejercicio de la ciudadanía democrática pues representan un reto para las instituciones democráticas y encuentran terreno fértil en la pobreza. La delincuencia puede convertirse en una seria amenaza para la democracia cuando pretende controlar el territorio, asesinar a quienes la combaten y la denuncian, y operar de conformidad con sus propias leyes. El pleno ejercicio de la ciudadanía por parte de las mujeres sigue siendo una tarea pendiente para la democracia en todo el mundo. A pesar de los avances en la legislación y del reconocimiento de los derechos de la mujer en la mayoría de los países en los últimos cincuenta años, con algunas excepciones, la práctica diaria de la política sigue adoleciendo de la falta de una verdadera igualdad y paridad en la representación política.

Aunque ya lo he dicho en varios foros, debo reiterar que "la desigualdad y la baja representación política de las mujeres en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, así como en la dirección de los partidos políticos, son un indicador crítico de los déficits de nuestra democracia y nuestro Estado de derecho". Es necesario atender la desigual representación de la mujer en la esfera política y en asuntos económicos.

Cooperación OEA-UA

Señores representantes de los Estados Miembros, colegas de la Comisión de la UA y de Secretaría de la OEA: el diálogo entre los sistemas regionales es fundamental para continuar enfrentando los desafíos pendientes. La continua cooperación entre la OEA y la Unión Africana en la protección y promoción de los derechos humanos y los derechos de los pueblos seguirá fortaleciendo la capacidad de cada sistema regional para responder más eficazmente a las necesidades de sus usuarios. Tenemos que seguir desarrollando principios de derechos humanos comunes, normas mínimas aplicables a todo ser humano. En esta tarea, la Unión Africana y la OEA tienen mucho que aprender uno del otro al buscar normas comunes en sus sistemas de derechos humanos.

Nuestras organizaciones están comprometidas con objetivos similares. El reconocimiento de estas similitudes y posibles sinergias condujeron a la firma de un Memorando de Entendimiento en octubre de 2009, hace apenas dos años, que ahora sirve de marco para nuestros esfuerzos de colaboración. En dicho Memorando de Entendimiento se establece un nivel superior de cooperación entre las dos organizaciones, específicamente sobre cuestiones relacionadas con la promoción de la democracia y el fortalecimiento de las instituciones y procesos democráticos, solución de conflictos, la protección de los derechos humanos y de los pueblos y su desarrollo social y económico, así como otros ámbitos de interés común que definan en el futuro las partes. Este Memorando de Entendimiento representa un paso histórico en la construcción de una alianza estratégica entre las dos organizaciones regionales. Al conocernos más hoy hemos podido concluir la elaboración de un Plan de Trabajo Conjunto.

En los últimos dos años hemos llevado a cabo intercambios entre los expertos de su Comisión y nuestros expertos de la Secretaría. Hemos observado la celebración de elecciones en nuestros respectivos continentes. Tres especialistas así como el Jefe de la Sección de Misiones de Observación Electoral del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral (DCOE) de la OEA se unieron para observar las elecciones en Togo, en marzo de 2010. A cambio, un representante de la Unión Africana fue invitado a participar como observador en la Misión de Observación Electoral Conjunta OEA-CARICOM para las elecciones presidenciales llevadas a cabo en Haití, en noviembre de 2010.

En la esfera de los derechos humanos nuestras dos organizaciones han colaborado estrechamente en los últimos dos años. Expertos de la CIDH y de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) han intercambiado contactos y visitas en las que periódicamente han incluido la participación en reuniones de trabajo tanto en las Américas como en África. En junio pasado (2010) la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recibió la visita de representantes y expertos, tanto de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos como de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos. Esta visita ocurrió en el marco de una serie de reuniones e intercambios, que se extendieron durante dos semanas, en la sede de la OEA, con el propósito de fortalecer la cooperación entre estas dos comisiones de derechos humanos. Ha habido un constante intercambio de información sobre temas tales como jurisprudencia, relatorías temáticas, visitas in situ, informes de países y medidas encaminadas a aplicar normas y decisiones regionales sobre derechos humanos. Un proyecto reciente emprendido por la CIDH con la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos ha servido para consolidar esta cooperación.

Nuestros respectivos Relatores Especiales para la Libertad de Expresión de la OEA y de la Unión Africana han participado, al igual que los Relatores Especiales de las Naciones Unidas y de la OSCE, en la elaboración de declaraciones conjuntas sobre temas clave, tales como "El marco de referencia para los medios de comunicación y elecciones" en 2009 y en "Diez amenazas principales a la libertad de expresión" en 2010.

Nos complace haber recibido al señor Jean Ping, Presidente de la Comisión de la Unión Africana como orador invitado en nuestra Cátedra de las Américas el pasado mes de abril (2011) en la sede de la OEA, ocasión en la cual hizo una exposición de los retos de la democracia en África. Cabe mencionar que su participación fue difundida por Internet no sólo al público presente sino a todas las Américas. Ese mismo mes, la OEA y la Unión Africana participaron en la primera reunión del Diálogo Interregional sobre Democracia, que se inició con el auspicio de International IDEA, en la sede de la OEA. En dicha reunión recibimos a jefes y representantes de alto nivel de siete organizaciones regionales de todo el mundo quienes disertaron sobre la mejor manera de desarrollar y apoyar la democracia y las instituciones democráticas.

Los esfuerzos colectivos de los Estados Miembros actuando dentro de sus respectivas organizaciones están definiendo una nueva función para estas instituciones y están demostrando que es más benéfico actuar unidos que en aislamiento para resolver los graves problemas que enfrentamos. Uniendo nuestras fuerzas podemos ser más eficaces en el logro de nuestros objetivos y en asegurar que la integración regional y la cooperación interregional se traducirán en más democracia, más libertad y mayores beneficios para nuestros pueblos. En eso radica la importancia fundamental de los esfuerzos conjuntos, iniciados hace varios años, entre la Unión Africana, la OEA e IDEA. Existe la voluntad política y prueba de ello es que la más grande delegación de Estados Miembros de la OEA, en su historia, está aquí visitando a otra institución regional. Esperamos continuar avanzando juntos en esta dirección en un futuro próximo.

Muchas gracias.