Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DÍA INTERNACIONAL DE LA CONMEMORACIÓN DEL HOLOCAUSTO

20 de enero de 2011 - Washington, DC


El arco de entrada al campo de Auschwitz lleva una leyenda que dice “El trabajo os hará libres”. Lo que me impactó a mí de ese lugar es ver un montón de maletas que tienen escrito con tiza el nombre de las personas que eran dueños de ellas, y a los cuales probablemente se les dijo que dejaran allí sus cosas porque iban a pasar por un proceso de limpieza y después podrían recuperar sus bienes. Ciertamente, las maletas corresponden al último período de Auschwitz, cuando la gente llegaba al campo y las exterminaban el mismo día.

Esto no empezó ahí; comenzó casi una década antes; primero, con campañas de prensa y ataques a lugares donde vivía la población judía, denuncias de enriquecimiento, procesos en contra de algunos de ellos, expulsión del país, exilio voluntario de muchos y encarcelamiento. Luego, con la guerra, vino la internación en campos de trabajo. En ellos quedaban los que eran aptos para trabajar, y los que no, morían. Finalmente, sobrevino lo que se llamó “la solución final”, el exterminio de todos. Probablemente, quienes vivían en ese tiempo creían que esto no era tan grave, que esto iba a terminar pronto, o no creían lo que se contaba de los campos. Seguramente los soldados soviéticos que el 27 de enero de 1945 ingresaron a Alemania cuando la guerra todavía se peleaba nunca imaginaron lo que iban a encontrar ahí: no era ni más ni menos que el mayor testimonio del peor genocidio de la historia de la humanidad. Ha habido otros sin duda, pero el Holocausto impacta por su magnitud; por las millones de personas que fueron asesinadas. Impacta también por su organización y planificación racional, que termina desarrollando en pocos años un proceso industrial de exterminio de una raza. Si las cifras no me engañan, el extermino afectó a más de la mitad de los miembros de esa raza, personas que en el mundo tienen o se identifican hoy con ese origen. Por eso es tan importante que recordemos este día.

Hoy se conmemora el Día Internacional del Holocausto. El año 1946 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución donde afirma que el genocidio es un delito en términos del derecho internacional. Sin embargo, los países demorarían mucho en incorporar el delito de genocidio a sus legislaciones, y de hecho muchos aún no lo tienen.

La Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio es del año 1948, está ratificada por 140 Estados, lo cual quiere decir que hay al menos 52 Estados Miembros de las Naciones Unidas que aún no lo han hecho.

Muchos países, entre ellos éste, establecieron hace por lo menos tres décadas el “Día del Recuerdo”, en conmemoración anual del Holocausto, y todos los años se hace una ceremonia aquí como en otros países que también conmemoran este triste acontecimiento. El objetivo es mantener vivo el recuerdo de quienes sufrieron el Holocausto y, sobre todo, asegurar que no se olvide la terrible lección. No hay en esto rasgo de masoquismo alguno, sino que se trata de ilustrar a las generaciones actuales y futuras respecto de lo inaceptable que es el genocidio, y también para mostrar cómo, de manera imperceptible, los seres humanos pueden llegar a cometer semejante barbaridades en contra de otros seres humanos.

Frente a la indiferencia y el silencio de todos, es interesante recordar al Premio Nobel Elie Wiesel, quien escribe: “Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario del arte no es la fealdad, es la indiferencia. Lo opuesto de la fe no es la herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, es la indiferencia”. Lo dice porque, finalmente, esta tragedia ocurrió ante la indeferencia de la gran mayoría del mundo que tenía el deber de saber lo que estaba ocurriendo y, sin embargo, no solamente no lo declaró así, no lo comunicó así, sino que gran parte de las poblaciones del mundo permanecieron ausentes ante este hecho.

Por eso agradezco que el Consejo Permanente se tome unos minutos para marcar esta fecha tan importante, y ojalá que el día 27 de enero propiamente también podamos participar en los eventos que en esta ciudad se realizan para conmemorar la Shoah.

Hemos unido esfuerzos con instituciones como el Museo Nacional del Holocausto, en Washington, para dar a los Representantes Permanentes de nuestros Estados Miembros visitas guiadas del Museo y para participar en las ceremonias. Hemos también empleado como tribuna nuestra Cátedra de las Américas, invitando el año pasado al profesor y juez de la Corte Internacional de Justicia, Thomas Buergenthal, también una víctima del Holocausto.

Aquí, en el Salón de las Américas, hemos recordado la heroica labor del diplomático salvadoreño José Arturo Castellanos y de su amigo George Mandel-Mantello, quienes con el apoyo de su gobierno impulsaron un mecanismo mediante el cual se obtuvo la preparación y expedición de documentos a más de 13,000 familias judías europeas, otorgándoles la nacionalidad salvadoreña.

Estamos trabajando no solamente para conmemorar, sino además para prevenir y para educar. Es importante que recordemos aquí nuestros trabajos pendientes en la elaboración de la “Convención Interamericana contra el Racismo y toda forma de Discriminación e Intolerancia”, en donde buscamos el reconocimiento de que todos los seres humanos tienen derecho a la igualdad de trato ante la ley y a la protección en contra de estos crímenes, promoviendo la coexistencia pacífica entre naciones en sociedades pluralistas y Estados democráticos, basados en el respeto a la igualdad y la no discriminación entre religiones.

El Holocausto es producto de un proceso. Tal como ha dicho el ex Ministro de Justicia de Francia, Pierre Henri Teitgen: “Las democracias no se convierten en Estados nazis de un día para el otro. El mal progresa, furtivo y astuto, cuando una minoría opera para eliminar los mecanismos de control. De una en una, las libertades se suprimen, en una esfera primero y luego en otra”.

No hay que ver en esta conmemoración un evento europeo o judío, o dedicado solamente a quienes vivieron la Segunda Guerra Mundial.

Al conmemorar una vez más –como todos los años- a las víctimas del Holocausto, hacemos un llamado para que todos los ciudadanos, gobernantes y gobernados sin distinción, estemos siempre alertas y dispuestos a defender la ampliación de las libertades y de los derechos humanos, impidiendo que se vuelvan vulnerables.

Mirar hacia atrás y aprender de la historia es nuestro privilegio. Prevenir que se repita es nuestra obligación.

Muchas gracias.