Les doy la bienvenida a este foro académico con el que se contribuye a la celebración de los 60 años de nuestra Organización. Que mejor que hacerlo mirando a nuestra historia y a nuestro futuro, mirando lo que la OEA ha sido en los últimos 60 años pero, sobre todo, a los nuevos actores de la democracia.
Y que mejor que hacerlo que con los nuevos actores que están en esta sala. Le doy la bienvenida, sobre todo, con mucho respeto y afecto a los jóvenes. A los jóvenes de Medellín, de Colombia, y de las Américas que han hecho que las actividades que se han desarrollado en esta ciudad de Medellín, ya desde la semana pasada con nuestro modelo de Asamblea General, y en los últimos días con los otros eventos que hemos realizado, le den a esta Asamblea un color especial.
Creo que nadie imaginó, cuando decidió que el tema de la Asamblea General, “Juventud y valores democráticos”, que eso no se iba a expresar en discurso, no se tanto en resoluciones, o en palabras que muchas veces se lleva el viento, sino en la presencia de los jóvenes, en los jóvenes que en realidad se han tomado mayoritariamente las actividades de la Asamblea y esperamos que siga siendo así.
Esta Asamblea conmemora un hecho muy significativo para la Organización y para este país. El 30 de abril de 1948, en Bogotá, se suscribió la Carta de los Estados Americanos. Estamos celebrando nuestros 60 años en el país que vio el nacimiento de la OEA. En el país que ha sido el único que ha tenido la distinción de tener dos Secretarios Generales de la OEA por un período de más de una década y media. Chile tuvo otro Secretario General, Carlos Dávila, que por desgracia sólo pudo ejercer el cargo por un año, antes de fallecer prematuramente.
Por lo tanto, es un país que desde su nacimiento ha estado ligado a la Organización y lo sigue estando hoy con su contribución, fecunda, valiosa a todas las actividades que nuestra organización realiza.
Quiero saludar a Colombia, por su enorme esfuerzo con la organización de esta Asamblea, por el entusiasmo que su gente ha puesto para que todo resulte perfecto, por lo que todos dicen la principal autora de esto, está sentada aquí con nosotros, la Vice-ministra Adriana Mejía, que se ha hecho cargo directamente de los trabajos de la organización, y felicitarla sobre todo por la movilización, por el entusiasmo que tantos colombianos han concurrido a este trabajo.
Esta OEA tiene, en realidad, más de 60 años; si nos vamos al edificio que hoy día ocupamos en la ciudad de Washington, va a cumplir 100 años el 2010. Fue construido para la antecesora de la OEA, la Unión Panamericana. Mucho antes que eso, este sistema interamericano estuvo en los sueños de los padres fundadores de la América moderna. Simón Bolivar planteó la idea de la unidad Americana en la Carta de Jamaica en 1815. El Presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Henry Clay, propuso en 1820 la constitución de una “liga americana para la libertad humana” que debía comprender a “todas las naciones desde la Bahía de Hudson hasta el Cabo de Hornos”; el Congreso Anfictiónico de Panamá, etc. Hemos estado siempre en búsqueda de una unidad, y hemos tenido siempre la fortuna -más allá de la enorme diversidad de los pueblos, de lenguas, de cultura, de geografía, de tamaño, de riqueza- de poder superar todas esas diferencias, para actuar colectivamente y ejercer una voluntad de bien común, y ejercer en común nuestros problemas.
Muchas veces cuando se habla de la OEA se pregunta si se va a crear algo distinto, si va a subsistir, etc., es fácil decir por qué, no podemos tener complejos en ninguna otra Organización y le damos la bienvenida a todas las que surjan y se creen para dar unidad entre algunos países, entre sus regiones, y entre más países de las Américas. Primero, porque somos una Organización compleja, todos los países, y las naciones independientes de las Américas forman parte de la Organización de los Estados Americanos y todos deberían tener aquí su lugar y sentirse cómodos dentro de su Organización. Creo que mientras más pronto ejerzamos plenamente esa tradición, mejor será.
Segundo, porque a pesar de lo que nos divide, tenemos cosas muy poderosas que nos unen, lo que une al más pequeño país de poco más de 50 mil habitantes, con el más grande de 300 millones, con el que tiene pocos kilómetros cuadrados, con el que tiene millones de kilómetros cuadrados, con los que habla una lengua u otra, con los que tienen una cultura u otra, lo que nos une a todos es la voluntad democrática. Una voluntad democrática que se ha expresado más que nunca en las últimas décadas.
Están aquí los Secretarios Generales que fueron testigos. Primero, del gran esfuerzo, pocos saben los esfuerzos que hizo el Secretario Baena Soares para que la OEA observara elecciones. Pocos recuerdan cuanto se empeñaron Baena Soares y Cesar Gaviria por la “Declaración de Santiago”, la famosa “1080” sobre la democracia, luego los documentos que siguieron y, finalmente, la Carta Democrática Interamericana. Como fueron por todas partes resolviendo conflictos, como fortalecieron en períodos difíciles en que imperaban más dictaduras y conflictos que democracias, el papel de la Organización de Estados Americanos en materia de derechos humanos.
Tenemos objetivos comunes, tenemos una tradición que nos une, en la cual, más allá de los múltiples tropiezos en el período de la guerra fría; más allá de los momentos en que la OEA se apartó claramente de su camino democrático para apoyar experimentos no democráticos en algunos países, hemos sobrevivido y vivido un período de plena democracia en nuestra Organización y eso es un factor que nos une mucho. Tenemos una tradición que cumplir, tenemos un recuerdo que atesoramos, tenemos una fortaleza que deriva en nuestro nivel democrático.
Tenemos además un derecho, cuando se habla del conflicto en las Américas en cualquier Organización, se habla del derecho interamericano, el derecho interamericano está en la OEA. Existe una habitación, un cuarto en la OEA que es una especie e gran caja de fondo donde están depositados todos los tratados interamericanos, tratados de la OEA Banco Interamericano de Desarrollo, el IICA, la Comisión Interamericana de Mujeres, está todo ahí. Están también los tratados de derechos humanos, nuestra Convención Interamericana de Derechos Humanos, nuestra Comisión Interamericana contra la Corrupción. Están también los tratados que resuelven problemas entre los países, los acuerdos comerciales con nuestros países, está ahí la Carta Democrática Interamericana, documentos a los cuales se alude siempre en las conferencias de las Américas. Son todas partes del derecho interamericano, existimos para defender el derecho interamericano.
Tenemos también unas instituciones, cuántos latinoamericanos, caribeños, acuden en los últimos años a la Comisión de Derechos Humanos; cuántos llevan sus casos a la Corte de Derechos Humanos; cuántos países llevan sus casos, cuántos países solicitan a nuestra organización observar sus elecciones. Cuando hay conflictos, cuando hay problemas los países acuden a la Organización de Estados Americanos y eso nos pone muy orgullosos y, al mismo tiempo, nos crea grandes obligaciones, nadie dice “voy a ir a otra parte”, “voy a ir a la OEA”. Incluso los que muchas veces critican a la OEA, concurren a ella, porque saben que pueden encontrar una solución de sus problemas, porque además esa solución será fuerte, segura, porque, para los que no lo saben, aunque en la Carta de la OEA se establece el procedimiento de una votación muy clara, las decisiones de la OEA se toman por consenso entre sus miembros; por lo tanto, todo el mundo tiene la certeza de que su derecho y su razón será respetada.
Eso lo hemos construido a lo largo de todos estos años. Creo que tenemos una Organización que es hoy día relevante, más que nunca, porque se preocupa de los temas efectivos de la democracia, y al mismo tiempo es inclusiva, en la OEA no sobra nadie. En la OEA, no hay países ni de primera ni de segunda, ni hay países a los cuales se les presta más oído que a otros, todos tienen exactamente los mismos derechos; nos esforzamos para que cada uno de ellos se sienta cómodo, sientan que esa es su Organización. Trabajamos para evitar los conflictos dentro de nuestros miembros o entre nuestros Estados Miembros para superarlos. El que quiera buscar conflictos no lo encontrará en la OEA, el que quiera buscar soluciones los encontrará ahí.
Esta es la Organización que hoy día celebra sus 60 años, pero claro, cuando muchos recurren a la OEA o dicen “por qué la OEA no hace esto o no hace esto otro”, hay que recordarles su naturaleza. Esta es la Organización de los Estados Americanos. Alberto Lleras Camargo, nuestro gran fundador, dijo “la OEA no será ni más ni menos que lo que sus Estados Miembros quieren que sea”. Esa OEA que nació en 1948 con 21 Estados Miembros, que luego se vio enriquecida por el ingreso de todas las naciones del Caribe y más recientemente por Canadá, mantiene esa tradición. Esta es una Organización de Estados, no es una Secretaría General, no es una organización unipersonal. Los que toman las decisiones son los Estados que la integran. En la medida que los Estados que la integren se mantienen firmes en su decisión de buscar la democracia, los derechos humanos, el desarrollo integral y la seguridad de sus ciudadanos, la OEA podrá progresar en servirles como un vehículo útil para realizarlo.
Muchas gracias.