Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
130° PERIODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

9 de octubre de 2007 - Washington, DC


Una vez más damos la bienvenida en esta sede de la OEA a los miembros de nuestra Comisión de Derechos Humanos. En las próximas dos semanas nuestra sede será escenario de audiencias y reuniones que tres veces al año ponen a nuestra Organización al centro de los grandes temas tan importantes para nuestra región, como lo son el respeto y promoción de los derechos humanos.

Esta Comisión juega en ello un papel insustituible, se ha ganado un prestigio continental y quiero comenzar entonces reconociendo a sus miembros por la tarea que realiza y manifestándoles el pleno apoyo de la Secretaría General de sus dependencias y estoy seguro de los países miembros y todos estamos orgullosos del papel que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos juega en este período de desarrollo democrático en las Américas. Seguimos considerando siempre que su autonomía dentro del marco de las normas de la organización le permite realizar y llevar a cabo sus tres roles principales: garantizar los derechos de los individuos que acuden a ella en busca de justicia; examinar e informar sobre la situación general de los derechos humanos de los países miembros; y dar seguimiento a algunos temas que constituyen motivos de preocupación fundamental como los derechos de la mujer, la discriminación, la libertad de expresión, la situación de las personas privadas de libertades etc.

En el cumplimiento de todas estas funciones, la comisión debe estar segura de que cuenta con el apoyo de todos los miembros de la organización. Quiero reiterar la sugerencia que a todos nuestros miembros se extiendan, como ya lo han hecho algunos de ellos, invitaciones permanentes a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ello le permite a la comisión programar mucho mejor sus actividades y a la vez constituye una muestra invaluable de la voluntad de los miembros de cooperar con la CIDH en el cumplimiento de sus tareas.

Constatamos una vez más en estas reuniones, que persisten algunas de las limitaciones a nuestra estructura y organización en materia de Derechos Humanos que dicen relación con la universalidad en la suscripción de todos los acuerdos de los tratados, con el incumplimiento de algunas decisiones y con la estrechez de recursos en el que se desenvuelve nuestro sistema de Derechos Humanos. Con respecto a la universalidad, el punto central es que tenemos un sistema que no se aplica a todos los Estados por igual. Todos concurren a elegir a los miembros de la comisión de la corte, especialmente a los miembros de la corte en este caso. Todos los miembros de la organización pueden ser elegidos miembros de la corte, pero no todos han ratificado a la convención y/o aceptado la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La Secretaría, el Consejo y la Comisión esperan las próximas semanas iniciar una serie de vistas a algunos países miembros para promover la ratificación de la Convención Interamericana de Derechos Humanos.

Con respecto a la falta de cumplimiento, la realidad es que a pesar que se han logrado importantes resultados gracias a la voluntad de muchos Estados Miembros y a la decisión de la Comisión y la Corte, aún no se está lejos de hablar de un cumplimiento aceptable o completo por parte de todos los Estados Miembros. Quiero repetir algo que he señalado otras veces, es el peligro de que el incumplimiento de algunos lleve tarde o temprano a los que cumplen a cuestionar la equidad del sistema. El problema de los recursos ustedes lo conocen bien, no hace falta decir mucho sobre esto, sólo que el impacto de la falta de recursos se da principalmente sobre la dificultad de tramitar los casos lo que lleva a una gran demora de los mismos, con la consecuente y lógica crítica por parte de los Estados y la sociedad civil. La falta de recursos se profundiza aun más con el aumento de las denuncias que recibimos de la Comisión. Este año vamos a estar alrededor de las 1600 denuncias, lo cual es un aumento de un 17 % con relación al 2006. Recibo permanentemente en los países que visito, quejas de personas que se me acercan por atrasos, en el no conocimiento de sus casos ya en la Comisión o en la decisión respecto de si llevar o no sus casos a la Comisión por este atochamiento de casos que existe.

También creo que este argumento incontenible a la carga de trabajo nos obliga a considerar otros aspectos que algunos países miembros han venido planteando en torno a la necesidad de hacer cada vez mayor precisión en las tareas que cumple la comisión. De este modo, evitamos que ellas se trasladen a otros terrenos que no son propios de su función o se superpongan con las atribuciones del Consejo Permanente. Quiero mencionar tres cuestiones tambien que señalaba en algunas otras ocasiones.

Primero, el tema de Derechos Humanos y la situación política. Parece evidente que los informes de la comisión emitidos en cumplimiento de sus atribuciones sobre la situación de Derechos Humanos en los distintos países, deben considerar el contexto político. Es indispensable encontrar un balance adecuado que lleve a la conclusión a quienes lo leen de que se trata de un informe en materia de Derechos Humanos y no simplemente un análisis político de la situación en el país que se trata, es un tema que han planteado algunos países y creo que es importante señalarlo.

Segundo lugar, la emisión por parte de la comisión o más frecuentemente de la Presidencia o algunos de sus miembros de declaraciones sobre situaciones que no guardan relación directa con los problemas de Derechos Humanos o se refieren a asuntos que está conociendo el Consejo Permanente.

En tercer lugar, la cantidad creciente de casos de debido proceso que se presentan a la Comisión que comienzan a convertirla en una verdadera instancia superior de la administración de justicia en los países, y llevan a veces a considerar asuntos incluso de carácter civil que no son propiamente de Derechos Humanos. Creo que estos asuntos, sin embargo, no son cuestión de la Comisión, no son voluntad de la Comisión, en muchos casos corresponden simplemente con el cumplimiento de mandatos emitidos por los Estados Miembros de la OEA. Por lo tanto, no estoy llamando en caso alguno a ningún tipo de acción al respecto, sino a un diálogo, a una conversación entre el Consejo y la Comisión de Derechos Humanos, de manera de poder acotar adecuadamente y delimitar lo que son las funciones de cada cual. En caso alguno, repito, el Consejo Permanente de la OEA o la Secretaria General deben involucrarse en los asuntos que dicen en relación con el conocimiento de la Comisión de Derechos Humanos, porque es la autonomía de la Comisión lo que le ha permitido tener en el mundo el prestigio que hoy día tiene, lo digo sinceramente y francamente. Cuando me reúno con representantes de otras regiones que hemos tenido en lo últimos meses, miembros del Consejo de Europa, Naciones Unidas, de la Unión Africana y expone las condiciones y las características de nuestra Comisión de Derechos Humanos, la verdad es que la gente se sorprende que tengamos una instancia tan avanzada como la que tenemos, eso es a lo que estamos llamados siempre a defender a toda costa.

Les agradezco nuevamente su atención les deseo una buena deliberación se que como siempre su agenda es larga pero espero que podamos trabajar la próxima semana.

Muchas gracias