Quiero saludar a todas las delegaciones que han participado en esta jornada, a los representantes de los pueblos indígenas de América, y a los representantes de los gobiernos que han tenido una jornada de reflexión con activa participación. Se ha llevado a cabo un debate bastante extenso a través de un diálogo entre los representantes de los Estados Miembros y de los pueblos indígenas, por los temas que estaban en nuestro conocimiento y los efectos y alcances de la declaración de Naciones Unidas recientemente aprobada. La discusión sobre el proceso de negociación de los Estados Americanos para acordar una declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas que sea sustantiva, es decir, que reúna los requisitos que tiene que reunir una clara afirmación de los derechos de los pueblos indígenas en todas sus dimensiones.
La aprobación de esta declaración por todos nuestros gobiernos, consensuada con los representantes de los pueblos indígenas, es un paso adelante en un reconocimiento más efectivo a nivel de las legislaciones nacionales y también seguiremos apoyando ese proceso.
Como tuvo oportunidad de señalar el Secretario General Adjunto, embajador Albert Ramdin, no nos cabe duda que han existido avances, pero es muy importante que el proceso concluya. No es sano que en cada reunión de la Asamblea General se pida más tiempo para seguir discutiendo el documento. No es un misterio para nadie que hasta la fecha no hemos logrado un consenso en torno al contenido de la declaración. Entiendo muy bien que puede haber preocupaciones, aprehensiones sobre diversos aspectos de su contenido, pero debemos, por el bien de los pueblos indígenas de nuestro continente, hacer un esfuerzo por sacar adelante pronto un texto consensuado.
Lo que no puede ocurrir, como lo he declarado anteriormente, es que esta declaración se bloquee o se demore indefinidamente. Creo que el proceso de Naciones Unidas puede ayudar en avanzar al proceso de la OEA. Pero concuerdo con quienes indican que no se debe ver en la Declaración de Naciones Unidas la solución de los problemas de todos los grupos de trabajo, fundamentalmente, porque en Naciones Unidas no hubo consenso, si no que votación, y porque la ONU reúne a un sinnúmero de países, pueblos y realidades muy diversas que no se condicen necesariamente con la realidad de nuestro hemisferio. En este sentido, para nosotros la Declaración de Naciones Unidas debe ser un referente importante al cual mirar, pero finalmente el proyecto de Declaración Americana debe tener la especificidad hemisférica y dar cuenta de las reivindicaciones de los pueblos indígenas y la realidad de nuestros Estados y países.
Se que el tema del consenso ha sido discutido en esta última jornada. Quiero decirles, francamente, que creo muy firmemente en el valor de la Organización y del consenso, sobre todo en temas vinculados a los derechos humanos. Creo que este Consejo tiene, respecto de este tama, criterios amplios sobre el consenso que va más allá de la letra de nuestra Carta. De ahí que reitero a todas las partes, a los Estados y representantes de los pueblos indígenas que es necesario hacer un gran esfuerzo para buscar acuerdos y lograr un texto que sea de todos y cada uno de los que han sido parte de este proceso y no sólo de una mayoría.
Se requiere para ello de que todas las partes den muestra de mayor flexibilidad y voluntad. Estoy convencido que así solamente tendremos un texto legal fuerte y con la legitimidad necesaria para que nuestros pueblos indígenas, particularmente aquellos a los cuales sus derechos nunca han sido reconocidos, logren con esta declaración, una base sustantiva para un efectivo proceso de reconocimiento y de desarrollo en sus países.
Quiero concluir deseando que las deliberaciones de ustedes hayan sido provechosas, que podamos seguir trabajando y que prontamente tengamos este texto que ya llevamos varios años negociando y que es esperado por los pueblos indígenas de nuestro continente con gran interés.
Muchas gracias