Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
GRADUACIÓN DEL COLEGIO INTERAMERICANO DE DEFENSA – CLASE 51

21 de junio de 2012 - Washington, DC


Quiero, en primer lugar, saludar a los 62 graduados de la clase 51 y a todos los miembros del plantel del Colegio Interamericano de Defensa. Felicito a los egresados y a sus familias por la culminación de este curso que les ha permitido adquirir nuevos y significativos conocimientos y también estrechar lazos tanto profesionales como de amistad con un importante numero de profesionales civiles y militares del hemisferio.

Esta es una ocasión también para conmemorar los cincuenta años de la inauguración del Colegio Interamericano de Defensa, llevada a cabo en octubre de 1962. Este hito nos proporciona una oportunidad para reflexionar sobre los avances y cambios que hemos realizado este último tiempo pero también como proyectamos nuestro Colegio Interamericano de Defensa en los años venideros, insertándolo en un mundo cada día más complejo, ciertamente muy diferente a aquel que vio egresar el primer curso en 1963.

La Organización de los Estados Americanos es depositaria de la gran mayoría de los textos jurídicos que orientan la acción del sistema interamericano. Ellos son los que nos sirven de guía y de referencia inevitable al tema de la seguridad y de la defensa. La Declaración sobre Seguridad en las Américas, adoptada en México en el año 2003, se ha convertido en uno de los principales instrumentos de nuestra Organización. Su punto de partida fue precisamente los enormes cambios que se habían producido en el mundo y también en la región con el fin de la guerra fría y, por lo tanto, el cambio sustantivo en materia de defensa externa que ello conllevaba. Las nuevas situaciones de seguridad que se enfrentaba en el hemisferio, el hecho de que contábamos después de muchos años el fin de los gobiernos de facto y las guerras civiles dentro de nuestra región, creaba una realidad muy diversa de la que había tenido el hemisferio desde la creación de la OEA.

En el marco de nuestra carta de la OEA y nuestra Carta Democrática interamericana, nuestra región ha ido evolucionando hacia un hemisferio en el que predomina la paz y la democracia, con escasos conflictos políticos internos y amenazas externas. Pero existen, en esta nueva etapa, otros importantes y urgentes problemas por enfrentar. Por ello, la Declaración de México estableció un alcance multidimensional a los temas de seguridad y de defensa en el hemisferio. Ese concepto hace hincapié, además de las amenazas tradicionales, en los efectos que tiene aún en nuestro continente la persistencia de factores como la pobreza, la indigencia, la desigualdad (somos el continente mas desigual del mundo), la exclusión social, la inestabilidad económica y el desempleo, en cuya presencia las amenazas criminales se incuban y extienden. Además de identificar los riesgos que representan los desastres naturales en nuestra región se hizo un énfasis en esa Declaración, a la amenaza del crimen, al tráfico de armas, el de personas, el narcotráfico, a lo que se convertiría en lo que se denomina hoy como crimen organizado transnacional cuya manifestación constituye una de las mayores amenazas a la estabilidad democrática, al fortalecimiento institucional, al estado de derecho y al desarrollo económico social y cultural de nuestro hemisferio.

Los desafíos que enfrentamos nos afectan a todos; en lo personal, lo humano, en la economía, la región ha visto un auge implacable de los índices de violencia. No puede haber democracia ni seguridad cuando grupos organizados para delinquir violan los derechos de las grandes mayorías y pretenden regirse por sus propias leyes, imponiendo el terror a los demás.

Los retos de la seguridad pública son entonces una de las principales prioridades de nuestros países tratado como tal en la última Cumbre de jefes de Estado y de gobierno de Cartagena, Colombia, llevada a cabo hace pocos meses. En Colombia si que han debido enfrentar los retos de la seguridad con enormes costos humanos y económicos. En varios países se ha debido recurrir a la acción de las Fuerzas Armadas, las cuales, sometidas claramente al poder civil, han prestado su contribución ante los desafíos que impone la ocupación de territorios por parte del crimen organizado y el alto poder de fuego que disponen esas bandas criminales.

El uso de las fuerzas militares en esta patriótica contribución no es, sin embargo, la regla general en nuestra América, ya que existen otros países en los cuales predomina aún, de manera casi exclusiva, el papel de las Fuerzas Armadas en la defensa externa. No es el momento por lo tanto, y espero que no ocurra en los próximos meses, de convertir este tema en debate doctrinario: las Fuerzas Armadas existen para servir a sus naciones y son los estados democráticos a los que pertenecen, los que deben decidir soberanamente las tareas que les asignan.

Estos son tiempos de cooperación entre nosotros y las Fuerzas Armadas de la región tienen también un papel integrador. Muchas veces los problemas de seguridad transcienden los límites de un país y exigen la solidaridad de sus vecinos. Hemos podido ser testigos de los beneficios de una estrecha colaboración en la participación de varios de nuestros ejércitos y personal de policía en la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, la MINUSTAH, una Misión cuyo mando y coordinación ha sido en la última década responsabilidad de uniformados latinoamericanos. Son 15 países de la región que se encuentran prestando ayuda de alguna manera para el bienestar de la hermana república de Haití, lo cual constituye una muestra fehaciente de la voluntad de nuestros gobiernos democráticos de asumir plenamente sus responsabilidades regionales.

Responsabilidades que se vieron acrecentadas con la enorme catástrofe, del terrible terremoto que azotó Haití en enero del 2010. En una de las mayores operaciones que se recuerde en nuestro hemisferio, miles de militares y personal civil de las Américas trabajaron mano a mano a fin de proporcionar ayuda de emergencia a la población haitiana. La magnitud de este ejercicio no puede distraernos, por desgracia, de la realidad de que el cambio climático que experimenta nuestra región hace cada vez más probable que cada año nuestros militares deban contribuir en el rescate y en el resguardo del orden en muchas zonas afectadas por catástrofes naturales. En ello, las condiciones de organización, preparación técnica y capacidad de movilización de nuestros hombres de armas constituyen un elemento irremplazable.

Pero la preservación y el fortalecimiento de la paz entre nuestras naciones es el papel fundamental de nuestra Fuerzas Armadas. Estamos orgullosos de que la paz haya reinado entre nuestros países, interrumpida solamente por la guerra del Atlántico Sur, que enfrentó a uno de sus países miembros con una potencia extra continental. Al recordar aquí la posición reiterada de nuestra Organización, proclamada nuevamente en nuestra Asamblea General, en orden a solicitar que el conflicto de soberanía que aún subsiste sea resuelto de manera pacífica en el marco de las Resoluciones que ha adoptado la Organización de las Naciones Unidas. Hago presente que, sin embargo, este hecho es excepcional en nuestra región. Hemos tenido cerca de 80 años de paz interrumpida en las Américas y defender la paz y la estabilidad de las relaciones entre los países de America es tarea primordial de los organismos encargados de la defensa nacional.

Por ello valoramos los esfuerzos de nuestros gobiernos y nuestras Fuerzas Armadas que han hecho aportes fundamentales en este aspecto. Las medidas adoptadas de confianza mutua, la transparencia en la información y justificación relativa a la adquisición de nuevos armamentos, así como la realización creciente de ejercicios militares conjuntos son pruebas fehacientes de la creciente interacción que existen entre nosotros y la voluntad de seguir aunándolos en una estrecha colaboración para encarar – de la mejor manera posible- los desafíos de la democracia, la seguridad y el desarrollo que son los retos del siglo XXI.

El fortalecimiento de los órganos hemisféricos, a partir de su principal instancia, a la conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, cuya próxima reunión tendrá lugar en Uruguay en los próximos meses, la definición mas actualizada de las actividades de la Junta Interamericana de Defensa, así como el papel de instancias regionales como el recientemente creado Consejo de Defensa de America del Sur pueden jugar un papel sustantivo en esta materia. La mejor garantía para la paz de nuestro hemisferio es permanecer ajenos a los muchos conflictos que se desarrollan en otras partes del mundo y evitar alianzas o acciones que puedan arrastrarnos a ellos. Por ello somos también claramente partidarios de mantener y fortalecer el régimen que nos rige en materia de proscripción de la fabricación, adquisición, uso o transporte de armas nucleares de cualquier índole en territorio de America Latina y el Caribe consagrado en el Tratado de Tlatelolco así como del pleno respeto de toda la salvaguardias que nuestros países han acordado con la Organización Internacional de Energía Atómica.

Graduados de la Clase 51: A muchos de ustedes les tocará desempeñarse en cargos importantes en sus respectivos países, tal como ha sucedido con los más de 2300 graduados provenientes de 24 países de la región, que han llegado a establecer un cuerpo importante de civiles y militares, de futuros líderes, único en la región. Tres de ellos –no es una cifra menor- han sido elegidos democráticamente para ejercer la presidencia de sus países.

Esta valiosa experiencia demuestra que este continente, con su gran diversidad de pueblos, de idiomas, culturas, tamaños y riquezas, se une la voluntad de superar colectivamente los problemas. Cualquiera que sean nuestras convicciones, donde sea que vivamos todos somos partidarios de un mismo destino comunitario al establecer una cultura democrática que nos mueve a buscar resolver las diferencias mediante el diálogo político, la construcción de consensos, la conservación de la paz y la acción unida para garantizar la dignidad y mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos de las Américas.

Corresponde las Fuerzas Armadas ser un complemento directo de la actividad de los Estados tanto en el campo de las relaciones internacionales como en el afianzamiento de la gobernabilidad democrática en los países. Este curso y este Colegio, que reúne a militares y civiles de los países de las Américas, es un vibrante ejemplo de ello. Es en estos espacios en donde debe forjarse el conocimiento y la amistad entre las personas que luego pueden dar lugar a la confianza mutua y a la cooperación entre los Estados. Es también en estos espacios donde debe fortalecerse el diálogo y el respeto a los principios que inspiran nuestro sistema interamericano.

Debemos por ello seguir avanzando juntos en la consolidación de nuestras democracias y en el fortalecimiento de la gobernabilidad con mayor inclusión y equidad. La función de defensa y seguridad adquiere su verdadero sentido cuando se integra con el derecho de cada uno de nuestros ciudadanos de disfrutar en paz y libertad los frutos del esfuerzo común de desarrollo. Hoy día, todas las naciones del hemisferio compartimos un mismo destino, un destino de esperanza, de paz, seguridad, prosperidad y de democracia en beneficio de todos.

Al despedirnos de la clase 51, lo hacemos en la certeza de que cada uno de sus 62 egresados serán dignos representantes de las tradiciones de este colegio y entregarán lo mejor de si mismo para enaltecer nuestros valores comunes de democracia y libertad. Les deseo a todos y a cada uno de ustedes un futuro profesional pleno de éxitos y expresarles mis más sinceras felicitaciones en el día de su graduación.

Muchas gracias.