Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
CONGRESO MUNDIAL DE LA DIÁSPORA HAITIANA 2012

19 de octubre de 2012 - Washington, DC


Es un gran placer darles la bienvenida a todos ustedes a la Organización de los Estados Americanos, la Casa de las Américas. Quiero expresar mis felicitaciones por el excelente trabajo de preparación para este Congreso Mundial de la Diáspora Haitiana 2012. Es un privilegio para la OEA abrir sus puertas para llevar a cabo este foro por segunda vez. Aprovecho la oportunidad para agradecer al Embajador Albert Ramdin por su apoyo. La última vez que nos reunimos fue en enero de 2010 luego del devastador terremoto ocurrido en Haití. No hay duda que desde entonces Haití ha hecho grandes esfuerzos para superar las horas más difíciles de su historia.

Estoy seguro de que en este Congreso de la Diáspora Haitiana 2012 abordaremos los muchos e importantes temas que demandan la atención de los haitianos que viven en el extranjero y del mismo país que anhela su reconstrucción.

Los diversos debates, mesas redondas y foros de discusión que tendremos, así como las conclusiones a que llegaremos nos permitirán ver con claridad los verdaderos retos a los que se enfrenta Haití. Sin embargo, tenemos que mostrar que estos retos no solo son escollos en el camino para los programas de unos cuantos, sino que constituyen un proyecto que concierne a la sociedad entera. No se trata de limitar el problema a un hecho coyuntural sino considerarlo desde el punto de vista de la reconstrucción y del desarrollo económico. Debemos estar plenamente conscientes de que este proyecto de reconstrucción debe ser concebido para un Haití moderno, democrático, próspero y solidario.

Haití, país que siempre ha estado a la vanguardia política, nos ofrece con este Congreso una lección sobre el ejercicio efectivo de la democracia representativa. La diáspora haitiana, reunida hoy en la OEA, se ha convertido en un instrumento indispensable para el fortalecimiento de la participación colectiva en diversas áreas de la actividad pública, lo cual contribuye indudablemente a la consolidación de la democracia.

Este congreso propone, además, que el Estado haitiano trabaje de forma constante y creativa para consolidar la democracia y se esfuerce por anticipar y prevenir las causas de los problemas que puedan afectar al régimen democrático, al buen gobierno y al desarrollo ulterior del país.

Nuestra Carta Democrática lo dice claramente en su artículo 6: “La participación de la ciudadanía en las decisiones relativas a su propio desarrollo es un derecho y una responsabilidad. Es también una condición necesaria para el pleno y efectivo ejercicio de la democracia”.

Dado que corresponde al mismo pueblo haitiano el deber de reconstruir Haití, quiero aprovechar esta oportunidad para manifestar mi apoyo a la movilización de la diáspora haitiana para la reconstrucción y el desarrollo económico de su país. Solo un esfuerzo conjunto como éste puede dar resultados tangibles. El liderazgo demostrado por el gobierno y pueblo haitianos es muestra fehaciente de que Haití no solo tiene la capacidad sino que está tomando las riendas de su propia reconstrucción.

Los haitianos no pueden vivir por siempre en transición, tomando medidas de corto plazo, una tras otra, para atender necesidades urgentes. Tenemos un gobierno fuerte y con buena disposición, encabezado por el Presidente Martelly y el Primer Ministro Lamothe, un parlamento en funciones y estabilidad política e institucional, todo lo cual contribuye a la recuperación y el desarrollo a largo plazo del país. Haití se encuentra hoy en el momento más propicio para que todos los actores unan esfuerzos para apoyar al país y sus efectos se sientan por muchos años e incluso décadas.

Para nadie son desconocidos los esfuerzos que hemos hecho para sentar las bases de una mayor institucionalización del Estado y el desarrollo de capacidades. Desde 2005, la OEA ha colaborado con el Gobierno haitiano en el registro de casi cinco millones de ciudadanos, la mayoría de ellos adultos, gracias a lo cual todos ellos ahora tienen por primera vez una tarjeta de identificación hecha con la tecnología biométrica más reciente. El haber emprendido este desafiante proyecto –uno de los más importantes y de mayor envergadura que la OEA ha emprendido en los últimos años– es para nosotros motivo de orgullo y satisfacción.

La tarjeta de identificación no solo ha permitido que la gente reciba envíos de dinero del extranjero, por ejemplo, sino que con ella se ha logrado una especie de cambio de paradigma: con la tarjeta de identificación los haitianos son ahora ciudadanos de pleno derecho pues pueden identificarse y ser tomados en cuenta, y también pueden votar y tratar con el Estado y con entidades privadas en forma más democrática.

Como resultado de ello y con el objetivo de contribuir a los esfuerzos de reconstrucción, la OEA en colaboración con el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Centro para el Fomento de las Inversiones de Haití iniciaron la semana pasada un curso sobre diplomacia empresarial en Port-au-Prince. El objetivo del curso es fortalecer la capacidad institucional de los sectores público y privado de Haití en el área de inversiones y comercio internacional, así como fomentar la cooperación interinstitucional en materia de diplomacia empresarial.

L'Union fait la force (la unión hace la fuerza). Eso dice el escudo de la República de Haití, y creo firmemente que hoy aquí estamos poniendo en práctica estas palabras.

Todo es cuestión de unir la buena voluntad de hombres y mujeres del país, de la sociedad civil, de la diáspora, de los intelectuales, de todos los actores nacionales para crear una verdadera sinergia que conduzca a un plan de reconstrucción y de rehabilitación de la nación haitiana. Sin la unión de las fuerzas vivas del país, sin la estabilidad que trae la democracia –condición esencial para la reactivación económica y el progreso social– nuestro proyecto no podrá materializarse.

Ha llegado pues la hora de movilizarnos para que el proyecto democrático, portador de libertad, de pluralismo, de modernidad y de progreso social sea visto como el único que hará evidente la determinación del pueblo haitiano de responder a sus anhelos de igualdad, de justicia social y desarrollo económico: todos ellos elementos esenciales de la democracia.

La democracia es la verdadera piedra angular para la reconstrucción de Haití.

Muchas gracias.