Quiero en primer lugar, felicitar a los 56 egresados de la clase del 2013, provenientes de 15 países miembros y observadores de la OEA, a sus familias y a los representantes de sus países que los acompañan hoy. Desde 1962 han sido 52 las clases que se han graduado del Colegio Interamericano de Defensa, lo cual implica un esfuerzo constante de renovación académica y docente. Saludo a todo el plantel de profesores del Colegio, a su Director, Contralmirante Jeffrey Lemmons, y todos quienes han participado a través de los años en convertir esta institución en un órgano al servicio del entendimiento de los pueblos de las Américas.
Los egresados del Colegio Interamericano de Defensa, se gradúan en su propia casa, en esta Casa de las Américas de la Organización de los Estados Americanos, que los recibe con los brazos abiertos, honrada con la celebración de este tradicional evento, que marca también los lazos orgánicos que nos unen con la Escuela y la Junta Interamericana de Defensa.
Tales lazos se vieron reforzados cuando nuestros líderes, en consonancia con los principios de nuestra Carta Democrática Interamericana, acordaron que la Junta Interamericana de Defensa pasara a depender directamente de esta Organización, para fomentar las relaciones entre nuestras Fuerzas Armadas, trabajar en la formación de oficiales y diplomáticos de rango superior y ser el recurso técnico de la OEA para el desarrollo de medidas de fomento de confianza y seguridad, la mantención de un balance y gasto militar adecuado entre nuestras naciones y la prestación de servicios técnicos, consultivos y educativos en actividades de auxilio y asistencia humanitaria en casos de desastres, entre otros.
Este Colegio Inter-Americano de Defensa lleva más de 50 años apoyando la formación de nuevos líderes militares en los temas de defensa, la diplomacia y la seguridad nacional; y se ha ampliado en décadas recientes para incluir también especialistas civiles y de seguridad. Hoy, como nunca antes, el intercambio de información, de experiencias compartidas, de nuevos conocimientos que le otorgamos a aquellos llamados a ejercer altas funciones en sus respectivos países, así como el profesionalismo y convicción democrática que inculcamos a nuestros mejores representantes adquieren una importancia y complejidad cada vez mayor. Esta formación trasciende con creces el conocimiento puramente técnico para adentrarse en las múltiples dimensiones económicas, políticas, sociales y diplomáticas que un líder requiere conocer para actuar en la sociedad global.
El nuevo milenio se encuentra lleno de desafíos novedosos y sin precedentes. En una realidad mundial cada vez más globalizada, viven hoy siete mil millones de seres humanos, con lenguas, culturas, niveles de vida y valores sustantivamente diversos. La humanidad alcanza nuevas metas en materia de comunicación, esperanza de vida, riqueza, educación, desarrollo científico técnico y avance de la libertad y la democracia; pero estos progresos evidentes aún conviven con la pobreza, el deterioro ambiental, el crimen, la guerra, la violencia y el fanatismo que siguen afectando a muchos centenares de millones de seres humanos, que no disfrutan aun de los beneficios del progreso científico y humano.
Nuestra región, con todos sus problemas, se encuentra en una hora muy favorable. En medio de una crisis global, generada en el mundo desarrollado, nuestros países se desempeñaron mucho mejor de lo esperado, sobrellevaron la recesión con éxito y la mayoría de ellos reiniciaron muy pronto su crecimiento. Es importante señalar que los resultados de la década de los 2000 fueron mejores que los de las dos décadas anteriores y permitieron reducir la pobreza de manera significativa. En la década de 2002 a 2011, las economías de América Latina, crecieron tanto como en las dos décadas anteriores, a pesar de los efectos de la crisis en 2009. En ese mismo periodo, más de 70 millones de latinoamericanos dejaron atrás la pobreza y un número similar pasó a ser considerado en la clase media.
Aunque estas realizaciones son aún insuficientes, tuvieron el efecto de generar un nuevo optimismo e impulsar, una vez más, la esperanza de que, esta vez, el período de crecimiento sea más prolongado que en similares ocasiones anteriores, para beneficio de nuestros pueblos.
Al mismo tiempo, hemos vivido un periodo democrático sin precedentes. Todos los países que actúan en la OEA y, por ende, que envían oficiales y altos funcionarios a nuestra Escuela, tienen gobiernos elegidos democráticamente y en los cuales nuestras Fuerzas Armadas juegan un papel institucional vinculado a gobiernos legítimamente elegidos, en un nuevo clima de institucionalidad democrática, cuya preservación y fortalecimiento es tarea esencial de nuestra Organización.
La democracia y la buena gobernabilidad constituyen una condición indispensable para la paz, la seguridad y el desarrollo. La democracia y el respeto a los derechos humanos son la viga maestra de una convivencia pacífica en nuestro hemisferio. La función de defensa y seguridad adquiere su verdadero sentido cuando se vincula al derecho de cada uno de nuestros ciudadanos de disfrutar en paz y libertad los frutos del esfuerzo común de desarrollo y los beneficios que brinda la democracia.
Además nuestro continente ha visto escasos conflictos políticos internos y amenazas externas en las últimas décadas. En un período en que, por desgracia, existen conflictos abiertos en diversas partes del mundo, las Américas son un continente de paz, en que los riesgos de conflicto entre nuestras naciones son cada vez menores, lo cual nos permite además apoyar con nuestras Misiones el restablecimiento y la mantención de la paz en otras regiones de la tierra.
Pero existen, en esta nueva etapa, otros importantes y urgentes retos por enfrentar. Este año nos encontramos celebrando los 10 años desde la adopción de la Declaración sobre Seguridad en las Américas, aprobada en la Conferencia Especial de Seguridad realizada en la Ciudad de México en el 2003. En ella, nuestros mandatarios definieron la nueva concepción de la seguridad para nuestro hemisferio como una de alcance multidimensional que considera amenazas tradicionales y nuevas, que incluyen entre otras, la acción del crimen organizado y el narcotráfico, el terrorismo, los desastres naturales y las pandemias.
El desafío que tenemos en el sistema interamericano, es definir cómo respondemos eficazmente a estos riesgos y amenazas en un mundo cada vez más complejo, que dificulta enfrentarlos de manera aislada. Sin lugar a duda, estos son los tiempos para la cooperación multilateral entre un variado número de actores con una visión integradora, considerando que se trata de situaciones que transcienden los límites de un país y apoyo reciproco y cooperación activa.
En la Declaración de México, nuestros gobiernos acordaron, dentro de estricto reconocimiento de la soberanía de cada Estado y la solidaridad de los Estados Americanos, expresada a través de su cooperación en todos los ámbitos - económico, técnico, político, jurídico, medioambiental y social – actuar de conjunto también en los ámbitos de seguridad y defensa, todo lo cual contribuye a la estabilidad y a la seguridad de los Estados y del hemisferio en su conjunto.
Por la gran cantidad de temas que conlleva la seguridad hemisférica, es imprescindible alentar el fortalecimiento de la cooperación entre nuestros Estados en materia de seguridad y la OEA tiene un rol fundamental que jugar en ello. El establecimiento de una nueva estructura, adaptada a los tiempos actuales, para realizar la gestión de los asuntos militares y de defensa en el Sistema Interamericano es extremadamente oportuno y estamos trabajando, por mandato de nuestra Asamblea, para acordarla. Naturalmente, a la cabeza de esa institucionalidad debe encontrarse la Reunión de Ministros de Defensa de las Américas, creada en el nuevo periodo democrático y dotada, por lo tanto, del mandato y la legitimidad para ello.
El Colegio Inter-Americano de Defensa dispone de una valiosa gama de conocimientos, enriquecida por el constante intercambio intelectual que han sabido mantener a lo largo de su historia, a forjar lazos distintivos con el mundo cívico-militar y único centro de educación de alto nivel sobre seguridad/defensa hemisférica. El Colegio puede aportar mucho al debate sobre el fortalecimiento del Sistema Inter-Americano de Defensa, hacerlo más eficaz, robustecerlo para que nuestros países se sientan plenamente partícipes de estos procesos integradores que se dan en la región. Tiene un rol esencial, en su capacidad de centro de investigación y de reflexión hemisférico sobre asuntos de defensa, para responder a los interrogatorios sobre como modernizar y hacer aún más efectiva una estructura hemisférica.
Esta valiosa experiencia demuestra que las Américas, con su gran diversidad de pueblos, de lenguas, de historias y de culturas, lo une la voluntad de superar colectivamente los problemas. Cualquiera que sean nuestras convicciones, todos somos partícipes de un mismo destino comunitario al establecer una cultura democrática, nos mueve resolver las diferencias mediante el diálogo político, la construcción de consensos, la conservación de la paz y la acción unida para garantizar la dignidad y mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos de las Américas.
En ese contexto las Fuerzas Armadas contemporáneas están llamadas a ser un complemento directo de la actividad de los Estados en el campo de las relaciones internacionales, interamericanas y globales. Este curso y este Colegio, que reúne a militares y civiles de todos los países de las Américas, es un vibrante ejemplo de ello. A muchos de ustedes les tocará desempeñarse en cargos importantes en sus respectivos países, tal como ha sucedido con los más de 2300 graduados provenientes de 24 países de la región. La tradición de este Colegio es respaldada por la acción pública, en tareas técnicas y también políticas de alto nivel. Nos honra recordar que tres ex alumnos de este Colegio han sido elegidos democráticamente para ejercer la presidencia de sus países.
Al despedirme de la clase 52, lo hago con la certeza de que cada uno de sus 56 egresados serán nuestros mejores representantes y entregarán lo mejor de si mismos para enaltecer nuestros valores comunes. Les deseo a todos y a cada uno de ustedes un futuro profesional pleno de éxitos y les expreso mis más sinceras felicitaciones en el día de su graduación.
Muchas gracias.