Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DEBATE DE ALTO NIVEL SOBRE “COOPERACIÓN ENTRE LAS NACIONES UNIDAS Y LAS ORGANIZACIONES REGIONALES Y SUBREGIONALES EN EL MANTENIMIENTO DE LA PAZ Y LA SEGURIDAD INTERNACIONALES”

6 de agosto de 2013 - New York


Al comenzar mis palabras, quiero saludar a la Organización de las Naciones Unidas y su Secretario General, S.E. Ban Ki Moon. Saludo a la Presidencia Argentina del Consejo de Seguridad, hoy ejercida por su Excelencia Cristina Fernández de Kirchner y la felicito por impulsar esta oportunidad de compartir las experiencias de nuestro trabajo regional y subregional en materia de mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.

La Carta de la Organización de Los Estados Americanos señala, en su artículo primero, que “dentro de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos constituye un organismo regional”. A continuación, en el artículo segundo, agrega que “para realizar los principios en que se funda y cumplir sus obligaciones regionales de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas, establece los siguientes propósitos esenciales”, el primero de los cuales dice “afianzar la paz y la seguridad del Continente”.

No existe un área en que la cooperación entre las Naciones Unidas y las Organizaciones Regionales sea más necesaria y valorada que aquella del mantenimiento de la paz y la seguridad. Estos objetivos apuntan a lo que es la esencia del multilateralismo: alcanzar la paz y la concordia entre las naciones, en un marco de respeto del derecho y generando un ambiente de seguridad para todas ellas.

Los Estados de las Américas y su organización regional, la más antigua expresión de multilateralismo en el mundo, se han orientado siempre por estos principios y han contribuido desde su propia realidad y en el marco de sus propias capacidades, a su extensión y vigencia a escala global.

Por ello, junto con la fundación de la OEA, en 1948, se suscribió el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas o “Pacto de Bogotá”, que desde su establecimiento ha estado en la base de la solución de todas las situaciones de posible conflicto que a lo largo de los años han tenido lugar en nuestra región. Este instrumento, junto a otros suscritos antes, en el período de la “Unión Panamericana” y con posterioridad a 1948, han llevado, en más de un siglo de acción multilateral, a convertir a nuestro continente en la región más pacífica del mundo. Una región que a lo largo de ese período no se vio envuelta en conflictos bélicos de carácter mundial ni fue escenario de conflictos armados significativos entre sus países. Sin embargo, la región ha vivido conflictos internos que, por desgracia, muchas veces derivaron en violencia y disrupción del proceso político.

Desde 1966 la OEA no ha vuelto a desplegar misiones militares de ningún tipo y existe la decisión implícita de no hacerlo, en el entendido que una forma de fortalecer la institucionalidad internacional es respetar la prioridad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en esta materia. Las ocasiones que han requerido ese despliegue han sido contadas y en estos casos, cuando se han requerido misiones con componente militar, ellas han correspondido a la ONU y la OEA las ha acompañado en tareas de carácter civil, o ha desplegado sus propias misiones civiles, con especial atención al restablecimiento del proceso democrático.

Así ocurrió en los casos consignados de Haití, El Salvador y Nicaragua y también en otros más recientes, en el caso de Colombia, con la Misión de Apoyo al Proceso de Paz, la Misión en la Zona de Adyacencia Belice-Guatemala y la Misión de Acompañamiento al Diálogo entre Ecuador y Colombia (2007- 2009). Las Misiones en Haití, Colombia y Guatemala- Belice están aún activas.

Al mismo tiempo, la OEA ha emprendido tareas para intentar reparar los efectos más perdurables de los conflictos internos. Nuestro Programa de Desminado ya ha conseguido el objetivo de declarar a Centroamérica como territorio libre de minas antipersonales. Nuestro Programa de Destrucción de Armas de Fuego ha destruido este año varios miles de armas, muchas que datan del período de los conflictos internos y otras de la ola de criminalidad que azota a la región.

Por otra parte, tratados o convenciones de alcance regional han reforzado la tendencia pacífica en nuestro hemisferio. En el ámbito de la seguridad los principales son:

-La propia Carta de la Organización de los Estados Americanos consagra los principios de "no intervención", "igualdad jurídica de los Estados", "solución pacífica de disputas", "respecto por los derechos humanos fundamentales" y “consolidación de la democracia representativa”.

-El ya mencionado Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (“Pacto de Bogotá”), que describe todos los medios disponibles para la solución pacífica de controversias, (procedimiento de buenos oficios y de mediación, procedimiento de investigación y conciliación, procedimiento de arbitraje y el procedimiento judicial, esto es, el recurso a la Corte Internacional de Justicia).

-El Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y El Caribe (Tratado de Tlatelolco).

-La Convención Interamericana sobre la Transparencia de Adquisiciones de Armas Convencionales (CITAAC).

-La Convención Interamericana contra la Fabricación Ilícita y Tráfico de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y otros Materiales Relacionados.

-Declaración Sobre Seguridad en las Américas (DSA) del año 2003.

-La Carta Democrática Interamericana y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (también conocido como "Pacto de San José").

-Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la Mujer (también conocida como "Convención de Belem do Para").

Cabe mencionar igualmente que la OEA promueve además activamente la suscripción y ratificación de todas las Convenciones de Proscripción y Limitación de Armamentos dentro del marco de Naciones Unidas.

Incluyo además, en esta enumeración los “Libros Blancos de la Defensa” y la “Consolidación de las Medidas de Fomento de la Confianza y la Seguridad (MFCS)”, pues han contribuido en forma importante a forjar una cultura de respeto por la paz y seguridad en la región.

(No incluyo en cambio, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, conocido por sus siglas “TIAR” que fuera suscrito en Río de Janeiro en 1947 un año antes de la creación de la OEA, por cuanto no es un tratado en función del cual se haya cooperado con Naciones Unidas, y por lo demás, no es ya un recurso plenamente vigente en el sistema interamericano).

A pesar del prolongado periodo de paz que ha vivido la región y de la superación de los conflictos, las Américas siguen enfrentando amenazas de seguridad de origen muy diverso del conflicto armado, pero que producen daños de magnitud. Me refiero, específicamente, a las amenazas que provienen del crimen organizado y el narcotráfico, además del aumento de las catástrofes naturales y el riesgo de las pandemias.

Esta múltiple realidad llevó a la formulación, en la “Conferencia Especial de Seguridad” de México de 2003, de una nueva doctrina y nuevos principios orientadores fundamentales de la acción multilateral en el campo de la paz y la seguridad hemisférica, en torno al concepto “Seguridad Multidimensional”. Este concepto se desarrolló en el ámbito interamericano de manera paralela al desarrollo del concepto “Seguridad Humana” acuñado en el ámbito de las Naciones Unidas e impulsada por los mismos estímulos.

Este carácter multidimensional de la Seguridad, en el ámbito de la OEA, establece una complementariedad entre los temas y los actores de la seguridad centrada en el Estado y el territorio (esto es, soberanía, Fuerzas Armadas) y los nuevos temas y actores derivados de la identificación de nuevas amenazas (delito, desastres naturales, por nombrar algunos).

El concepto de “Seguridad Multidimensional” tiene pleno alcance jurídico, toda vez que fue adoptado por medio de una Declaración suscrita por la totalidad de los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos en 2003 y ratificado por una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas en 2004. En tal carácter adquirió un rango oficial y orienta actualmente las decisiones que, en el campo de la seguridad, adopta la Organización de los Estados Americanos.

En este plano se podrían citar una enorme cantidad de proyectos actualmente en curso. Menciono sin embargo sólo uno de ellos, la “Coordinación del Voluntariado en el Hemisferio para la Respuesta a los Desastres Naturales y la Lucha contra el Hambre y la Pobreza”, también conocida como “Iniciativa Cascos Blancos”, aprobada en 2007 por la Asamblea General de la OEA y que expresa de manera fidedigna el sentido del concepto de Seguridad Multidimensional.

Ante la violencia delictual estamos reaccionando de manera vigorosa, poniendo a prueba nuestra capacidad de acción colectiva y cooperativa, no sólo dentro de nuestra región sino también con organismos extra regionales del sistema de las Naciones Unidas.

En tal sentido, la OEA ha extendido su trabajo a otras áreas, especialmente las que dicen relación con el narcotráfico, el crimen organizado, el tráfico de personas y de armas y otros delitos que hacen que algunos países de nuestra región tengan tasas de violencia muy altas, a pesar de la ausencia de conflictos armados. Estos temas han asumido una prioridad mayor que los más tradicionales de seguridad externa y en ellos también nuestro trabajo con los organismos especializados de Naciones Unidas se ha ido fortaleciendo (destaco en este sentido, el trabajo con la UNODC -United Nations Office on Drugs and Crime-). La CICAD (Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas), el CICTE (Comité Interamericano contra el Terrorismo) y otras unidades de la OEA desarrollan consultas periódicas y se complementan con la importante acción que Naciones Unidas desarrolla en este plano.

Señora Presidenta, al comienzo de esta intervención recordábamos el carácter de la Organización de los Estados Americanos como órgano regional de Naciones Unidas, ello implica que las áreas de cooperación actuales y posibles son mucho más amplias que las descritas en estos breves minutos e involucran temas relativos al fortalecimiento de la democracia, al desarrollo integral, al medio ambiente, a la defensa de los grupos vulnerables, a la promoción de los derechos de igualdad y género y muchos otros que serían imposible de reseñar aquí.

Debo concluir entonces, afirmando nuevamente nuestra disposición a cooperar con este órgano central del sistema internacional en todas las áreas de su quehacer entre las cuales, las relativas al mantenimiento de la paz y la seguridad y la solución pacífica de controversias constituyen un aspecto fundamental.

Muchas gracias.