Señor Secretario, es un placer y un honor darle la bienvenida hoy a nuestra Casa de las Américas.
Los líderes y diplomáticos de nuestro Hemisferio han trabajado aquí, en este edificio, durante más de 100 años, defendiendo los ideales del panamericanismo pese a los cambios que se suscitan en la región y en el mundo, lo mismo en momentos de crisis que en tiempos de bonanza.
Este edificio es ciertamente el mejor lugar para hablar de los retos que enfrenta hoy la región en su conjunto y los que le esperan para el futuro.
Nos complace darle la bienvenida a Vuestra Excelencia y a nuestros amigos del Inter-American Dialogue para escuchar sus opiniones y propuestas sobre la mejor forma de alcanzar nuestros ideales compartidos.
Ha habido muchos cambios en Latinoamérica y el Caribe en la última década, y la mayor parte de ellos han sido positivos.
Por primera vez en su historia, la región alcanzó un alto crecimiento, estabilidad macroeconómica, reducción de la pobreza y una mejora en la distribución de los ingresos.
A partir de 2003, la economía latinoamericana –estimada en seis billones de dólares– ha aumentado considerablemente su participación en el producto económico mundial hasta llegar a un 8%.
Más de 70 millones de personas han logrado escapar de la pobreza en los últimos diez años. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza en la región disminuyó notablemente al pasar de 43,9% en 2002 a 28,8% en 2012. Varios países han registrado una notable reducción en los índices de pobreza e indigencia y, por primera vez, el número de pobres en Latinoamérica es ahora igual al número de personas que integran la clase media.
Dos décadas de transición democrática también nos han llevado a fortalecer nuestras democracias. Contamos con más Gobiernos electos democráticamente que en cualquier otro momento de nuestra historia independiente.
La adopción unánime de la Carta Democrática Interamericana en 2011 por parte de los Estados Miembros de la OEA marcó un hito en la consolidación de la democracia en el Hemisferio.
Latinoamérica y el Caribe también están buscando una participación equilibrada en los asuntos mundiales y están dispuestos a asociarse con otras regiones del mundo para lograr así incidir en las relaciones internacionales.
Sin embargo, más allá de este propósito válido, no hay duda de que Estados Unidos sigue siendo un aliado muy cercano y que nuestros pueblos están dispuestos a compartir sus históricos lazos de amistad y propósitos comunes que nos han unido. Hoy día, más que nunca, un gran número de nuestros hermanos y hermanas latinoamericanos y caribeños forman parte de este país y de su futuro. No sólo la historia nos acerca, sino también la realidad presente.
Tenemos una agenda hemisférica dinámica, repleta de intereses comunes y basada en valores comunes. Huelga decir que sería imposible sostener una conversación sensata sobre los temas más importantes del Hemisferio –democracia, derechos humanos, migración, energía, comercio, cambio climático, seguridad ciudadana, drogas, por mencionar unos cuantos– sin que participe activamente Estados Unidos. Si lo excluyéramos, cualquier conversación sería inútil e insustancial. S
Si tenemos una agenda como esta es porque reconocemos que el mundo y nuestra región han cambiado.
El mismo Presidente Obama hizo esto patente unas semanas después de haber tomado posesión por primera vez, en nuestra Cumbre de las Américas en Puerto España; y cito:
“...les prometo que lo que buscamos es una asociación entre iguales. En nuestras relaciones no hay socios de primera y socios de segunda; hay relaciones basadas en el respeto mutuo, los intereses comunes y los valores compartidos. Por lo tanto, estoy aquí para iniciar un nuevo capítulo de esas relaciones, el cual no se cerrará mientras dure mi gobierno”.
Señor Secretario, sepa Vuestra Excelencia que apoyamos plenamente esta visión. Bienvenido a esta su casa. Tengo ahora el gusto de ofrecerle la palabra.