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Capítulo II. El hombre y el medio

1. Población y asentimientos humanos
2. Actividades productivas

1. Población y asentimientos humanos

1.1 Origen y cultura

La historia de la región del TDPS puede dividirse en tres grandes épocas: prehispánica, colonial y republicana.

1.1.1 Epoca prehispánica

La evolución de las civilizaciones prehispánicas en el área a su vez puede dividirse en cuatro grandes periodos: formativo o preclásico, clásico, postclásico e incaico.

El período formativo va aproximadamente desde 1200 A.C. hasta 133 D.C. y aparentemente se inicia con la aparición de las primeras comunidades sedentarias (entre ellas Tiwanacu I y II en el altiplano), las cuales se dedicaban a la agricultura y, en menor grado, a la ganadería.

El período clásico va desde el 133 hasta el 1200 D.C. y se acostumbra dividir en tres horizontes culturales: Tiwanacu III, u horizonte Tiwanacota (133 a 375 D.C.); Tiwanacu IV, o de pre-madurez (375 a 715 D.C.); y Tiwanacu V, o de expansión (715 a 1200). En este período se desarrolla la agricultura intensiva y el riego; el comercio se intensifica; la sociedad se estratifica y el Estado se organiza en poblados mayores, con su aparato gubernamental y religioso; se desarrolla la artesanía, la alfarería y la construcción con adobe; y se construyen grandes templos y castillos fortificados, entre ellos la ciudadela de Tiwanacu, con sus templos de Kalasasaya y Pumapunku y la pirámide escalonada de Akapana. En el templo de Kalasasaya se encuentra la Puerta del Sol, con un calendario ideográfico de 12 meses. En el período de madurez la cultura Tiwanacu llegó hasta Ayacucho en Perú y hasta Arica y Atacama en Chile y en el período de expansión llegó hasta el norte de Perú y hasta el noroeste de Argentina. Esta cultura desapareció entre 1150 y 1200 D.C., posiblemente debido a una gran sequía que asoló a la región.

El período postclásico o postTiwanacu va desde 1200 a 1430 D.C. y corresponde al período de reinos locales, representado en el altiplano por la cultura o civilización colla o aymara, la cual se extendió hasta Cuzco en Perú y Chuquisaca en Bolivia. Las culturas más importantes en el altiplano fueron Pacajes, a lo largo del Desaguadero; Charkas, al noroeste del Lago Poopó; Lupakas, entre Puno y el Desaguadero; y Carankas, en el actual Departamento de Oruro.

El período incaico va desde 1430 hasta 1532, período en su mayor parte dedicado a la conquista de la civilización colla por los incas, los cuales llegaron hacia finales del siglo XV hasta Chuquisaca y Tarija, y posteriormente Huayna Capac colonizó el valle de Cochabamba. Los incas explotaron la riqueza minera de la región, así como los criaderos de llamas y alpacas, de donde procedía la lana para sus vestidos.

En los tiempos inmediatamente anteriores a la Conquista española existía en la región una población indígena organizada en comunidades, al interior de las cuales la mayor parte de las actividades agrícolas y pecuarias se desarrollaban comunitariamente. Aunque, según los cronistas españoles, la población no era muy numerosa, había grandes áreas explotadas en pastos, donde se criaban rebaños de llamas y alpacas destinados a la producción de fibra, mientras que la agricultura se desarrollaba en las zonas más húmedas circumlacustres, bajo el sistema de cultivos en camellones.

1.1.2 Epoca colonial

Con la llegada de los españoles en 1532, esta situación cambió sustancialmente. Las tierras fueron divididas en encomiendas y repartimientos. Se dio prioridad a la explotación de los metales preciosos, con una importante movilización de mano de obra indígena, especialmente en la zona de Bolivia. Se descuidó la crianza de la alpaca por la introducción de ganado ovino y vacuno y se dio mayor importancia a la llama por su interés como animal de carga para el transporte de minerales hasta los puertos de embarque hacia España. Se impuso un sistema politico-administrativo organizado alrededor de una creciente red de centros urbanos.

1.1.3 Epoca republicana

Con el advenimiento de la época republicana (1821 en Perú y 1825 en Bolivia), el despojo de tierras a las comunidades indígenas se incrementó notoriamente, para la formación de grandes haciendas en favor de pudientes criollos, dado que la transformación en haciendas de las antiguas encomiendas y repartimientos coloniales no había logrado satisfacer todos los intereses. Este sistema de grandes haciendas se mantuvo hasta la aplicación de las leyes de reforma agraria de 1953 en Bolivia y de 1969 en Perú, aunque es posible que en el futuro estas leyes sufran reformas.

Cabe destacar que a comienzos del siglo XX la exportación de lana llegó a ser el mayor rubro de las exportaciones peruanas.

Estos siglos de historia han desarrollado en la población del altiplano una actitud entre la hostilidad y la desconfianza. Las políticas de apertura económica han logrado reducir el precio de los productos agrícolas con las importaciones de productos subsidiados y las donaciones, a costa de los productores indígenas. Mientras tanto, los esfuerzos de construcción de infraestructuras de servicios y de producción se concentran en las grandes ciudades, con lo cual la situación de los campos es cada vez más deprimida dentro del contexto nacional. A pesar de ello, existe un gran deseo de superación por parte de la población local, que, si se apoya, puede producir excelentes resultados hacia el futuro.

Como resultado de las movilizaciones poblacionales mencionadas en el curso de toda la historia, desde el punto de vista etno-linguista la región del TDPS está dividida actualmente en tres grandes áreas: una zona norte aymara, una zona central quechua y una zona sur aymara. Además, existe el grupo de los Uros, diseminados especialmente en algunos sectores del Lago Titicaca (totorales de Puno), en el Lago Poopó y a lo largo del Desaguadero. En general, la población del altiplano es originaria o indígena. La población mestiza u occidentalizada se encuentra en las ciudades y pueblos mayores.

1.2 Crecimiento, distribución y urbanización

Según datos de los últimos censos (1993), la población total del Sistema TDPS es de 2'238.786 habitantes, de los cuales 1'087.292 (el 48,6%) viven en los centros urbanos y 1'151.494 (el 51,4%) en las zonas rurales. Del total, 1'079.849 personas viven en el sector peruano y 1'158.937 en el boliviano.

La participación porcentual de la población rural en la población total del Sistema TDPS ha venido disminuyendo. En el sector peruano pasó del 68,2% en 1981 al 60,8% en 1993. En el sector boliviano la población rural actual representa el 42,7% del total, mientras que en 1976 conformaba el 52,4% en el Departamento de La Paz y el 48,9% en el Departamento de Oruro.

Los principales centros urbanos son Puno (91.877 hab) y Juliaca (142.576 hab) en la parte peruana y El Alto (405.492 hab) y Oruro (183.422 hab) en el sector boliviano. La ciudad de El Alto, aunque desde el punto de vista urbano funcional está conectada a la ciudad de La Paz, está localizada en territorio de la región y utiliza recursos de la misma, por lo cual se ha incluido en este informe como parte integrante del Sistema TDPS. No así La Paz (713.378 hab), que está ubicada por fuera de la región, inmediatamente a partir de la divisoria de Aguas hacia el oriente.

Con excepción de la ciudad de El Alto, las tasas de crecimiento de la población son sensiblemente inferiores a los promedios nacionales correspondientes. En la subregión de Puno la tasa para 1981-93 fue de 1.6%, frente a 2,1 % anual para todo el país. Lo mismo sucede en los departamentos de La Paz y Oruro, en Bolivia, cuyas tasas para el período 1976-92 fueron del 1,66% y 0,58% respectivamente, frente al 2,03% para todo el país. Las tasas de crecimiento de la población rural son aún menores: 0,7% en el sector peruano, -0,53% en el Departamento de La Paz y -1,60% en el Departamento de Oruro. En consecuencia, mientras que en el sector peruano la población rural permaneció estacionaria en el decenio de los 80, en el sector boliviano disminuyó en términos absolutos.

1.3 Procesos migratorios

En gran parte los procesos migratorios son los responsables del comportamiento de las tasas de crecimiento de la población. En efecto, hay una tendencia generalizada al despoblamiento rural. Esto se comprueba con las cifras para el sector peruano, las cuales muestran que las tasas de crecimiento durante el período 1981-93 fueron del 3,4% anual para la población urbana y tan sólo del 0,7% para la rural. En Bolivia ocurre otro tanto, pues la tasa de crecimiento urbano fue del 4,7% para 1990-93, mientras que el crecimiento rural fue negativo (-0,4%). Entre las ciudades de Bolivia, El Alto es la que presenta la mayor tasa de crecimiento, a consecuencia en su mayor parte de la migración procedente del altiplano.

En el caso del Perú, los flujos migratorios (en su mayoría definitivos) se dirigen a ciudades extraregionales como Arequipa, Cuzco, Lima-Callao y Tacna y a centros localizados dentro de la misma región, especialmente Puno y Juliaca. De acuerdo con datos del censo de 1993, la población inmigrante a la subregión de Puno entre 1981 y 1993 fue de 7.374 personas, mientras que la población emigrante fue de 81.554. En el sector boliviano la migración se dirige hacia La Paz-El Alto y hacia Oruro. Esta migración afecta de manera especial a los grupos de edad jóvenes de la población. Por esta razón, la población de muchos pueblos del altiplano está conformada especialmente por adultos y viejos.

Los flujos migratorios generalmente se incrementan con eventos extremos como sequías e inundaciones, debido a las pérdidas económicas que ocasionan. También ocurren flujos temporales en busca de trabajo, especialmente desde las áreas más áridas o desde la zona circumlacustre, en busca de un ingreso complementario al ingreso familiar agropecuario.

1.4 Pobreza y condiciones de vida

1.4.1 Pobreza y niveles de vida

La zona del altiplano constituye una de las zonas más pobres tanto de Perú como de Bolivia. En Perú, según el censo de 1993, el 39,8% de la población vive en la pobreza (hogares con, por lo menos, una necesidad básica insatisfecha) y el 33,7% vive en condiciones de miseria (dos o más necesidades básicas insatisfechas). En total, el 73,5% de la población tiene por lo menos una necesidad básica insatisfecha. Esta situación es más crítica para la población rural, 41,1% de la cual vive en condiciones de pobreza y 42,4% en condiciones de miseria, o sea, 83,5 en total. De acuerdo con las estadísticas disponibles, esta situación no mejoró entre 1961 y 1990.

En Bolivia, en 1976 el 69,85% de los hogares rurales de los departamentos de La Paz y Oruro tenían por lo menos una necesidad básica insatisfecha (bajo la línea de pobreza) y el 28,7% tenían más de dos necesidades básicas insatisfechas (línea de pobreza extrema). En 1988, los datos para la región ecológica del altiplano indicaban que la población en la pobreza representaba el 67,4% y en la extrema pobreza el 31,8%, lo cual indica que la situación no mejoró durante el período 1976-1988. De otra parte, según un estudio realizado posteriormente por MACA-JUNAC, siguiendo la metodología utilizada por la CEPAL para México, encontró que en Oruro el 64% de la población vivía en condiciones de infrasubsistencia, el 14% en condiciones de subsistencia, el 12% en condiciones estacionarias y sólo el 10% en situación excedentaria. Además, concluyó que el 75 % de las unidades de explotación agropecuaria de la economía campesina correspondían a unidades del sector campesino en descomposición.

1.4.2 Niveles nutricionales

Aunque la dieta alimentaria varía en la región de acuerdo con el tipo de producción agraria y la localización, el nivel nutricional general del campesino del altiplano es deficitario. Así por ejemplo, los datos para Puno indican que existen deficiencias en proteínas de origen animal, grasa, calcio, hierro, retinol, tiamina y riboflavina, lo que significa que las dietas del altiplano puneño son insuficientes para satisfacer los requerimientos energéticos; aparentemente, tal insuficiencia es más en cantidad que en calidad. Asimismo, existe una alta deficiencia en vitaminas A, B1 y B2, la cual podría ser disminuida con un mayor consumo de hortalizas producidas en invernaderos. En consecuencia, las investigaciones con el indicador antropométrico talla/edad muestran que en 1984 cerca del 51% de la población infantil menor de 6 años se encontraba en estado de malnutrición crónica en la región de Puno, situación que puede ser extrapolable a la totalidad del altiplano.

1.5 Empleo, ingresos y vivienda

En el ámbito del Sistema TDPS se ha registrado un incremento significativo en los últimos años en la población económicamente activa (PEA), estimándose que en 1990 representaba alrededor el 39,1% de la población total en el sector peruano. Se estima que la PEA de la subregión de Puno (Perú) creció un 83% entre 1972 y 1990. En el sector boliviano este incremento fue del orden del 40% entre 1976 y 1988 (Departamento de La Paz).

La tasa bruta de participación de la población rural resulta más baja en la parte peruana que en la parte boliviana, con el 33 y el 36,6% respectivamente (1981). Estas diferencias pueden deberse a diferentes formas de evaluación, ya que mientra en Perú se estima la PEA a partir de los 15 años de edad, en Bolivia los límites de la PEA son 7 años (1976) y 10 años (1988), debido a que los menores ya trabajan a estas edades.

La PEA se encuentra altamente concentrada en actividades agropecuarias. Así, se ha estimado que en 1989, en la subregión de Puno, el 59,8% se dedicaba a la agricultura y la ganadería, seguidas por los servicios (14,5%), el comercio (10,6%), la industria manufacturera (7,8%), la minería (2,47%) y la construcción (2,42%). A su vez, en los departamentos de La Paz y Oruro, en 1988 el 72,8% de su PEA se dedicaba a actividades agropecuarias, seguidas por el comercio (7,0%), la minería (4,3%) y la industria manufacturera (3,4%). No obstante, debido a las precarias condiciones de vida del poblador rural, el sector agropecuario ha venido perdiendo peso en la PEA, al pasar del 65,1% en 1980 al 59,8% en 1980 en el altiplano peruano, y del 74,1% en 1976 al 72,8% en 1988 en el altiplano boliviano. En su lugar ha crecido principalmente el comercio y los servicios en general, puesto que la industria disminuyó en términos relativos en ambos sectores.

Los requerimientos agrícolas de fuerza laboral son muy estacionales y globalmente bajos. Se estima que corresponden al 20% de la disponibilidad total de mano de obra a nivel de toda el área. La ganadería es una actividad más regular, sin fluctuaciones ni ciclos muy marcados, aunque genera poca mano de obra. El grado de empleo se ve también afectado por los eventos climáticos e hidrológicos extremos que ocurren en el altiplano, de manera especial las inundaciones y las sequías, cuyas pérdidas generan fenómenos migratorios en las poblaciones afectadas.

La fuente principal de empleo en el área son las pequeñas unidades económicas de carácter familiar, que generalmente absorben mano de obra de los miembros de la familia en forma no asalariada. Existe una subindustrialización, con un sector primario fuerte, un sector terciario importante (principalmente comercio informal en las ciudades y pueblos grandes), y un sector secundario muy débil, lo cual evidencia un sistema económico desequilibrado.

En parte del área del TDPS el nivel de vida es uno de los más bajos de ambos países, con una alta prevalencia de desnutrición infantil. También lo es el ingreso familiar en las zonas rurales. Así por ejemplo, el ingreso medio mensual en la subregión de Puno era de US$67 en 1981, que representaba el 30% del ingreso medio urbano del país y el 40% del ingreso medio nacional. Entre 1975 y 1990 se estima que, a consecuencia de los altos niveles de inflación que sufrió el país, la remuneración mínima vital perdió el 42% de su capacidad adquisitiva en Puno.

Un indicador del nivel de vida es la vivienda. En los sectores rurales de los dos países, la casi totalidad de las viviendas son rústicas, con paredes de adobe, barro o piedra, techos de paja o calamina y pisos de tierra, carentes de servicios públicos básicos (acueducto, sistemas de alcantarillado o disposición de excretas y energía eléctrica). Además, sus proporciones reducidas (tres habitaciones por vivienda en promedio) y su gran dispersión impiden la instalación de servicios comunales. En los pueblos pequeños las viviendas son ligeramente de mejor calidad paredes de adobe o ladrillo, techos de paja, calamina o teja de barro, y pisos de cemento u otros materiales, aunque en su gran mayoría no cuentan con servicios de saneamiento básico.

En los pueblos grandes y ciudades, las viviendas están construidas generalmente en materiales nobles, cimientos de piedra o concreto, muros de adobe o ladrillo, techos de calamina o concreto y pisos de madera, y la cobertura de los servicios de acueducto, alcantarillado sanitario y energía eléctrica es generalmente mayor al 50%. Sin embargo, la constante afluencia de migrantes provenientes de las áreas rurales, unida al crecimiento urbano natural, ha llegado a determinar altos niveles de hacinamiento en algunos sectores de las ciudades y deterioro progresivo de las viviendas.

1.6 Agua potable y saneamiento

Cuadro 16: COBERTURAS DE ACUEDUCTOS Y ALCANTARILLADOS EN EL ALTIPLANO


Región

No de Viviendas

Cobertura %

Acueducto

Alcantarillado

Perú (1990) (a)

Subregión III

98.209

14

16

Subregión IV

79.477

30

30

Subregión V

56.611

12

13

Subtotal Perú

234.297

19

20

Bolivia (1992)

Departamento de La Paz

184.274

24

15

Departamento de Oruro

32.961

23


Subtotal Bolivia

217.235

24

13

Total Altiplano

451.532

21

17

(a) Subregión III: Puno, Chucuito, Yunguyo, Collao; Subregión IV: Lampa, San Román, Huancané, S. Antonio de Putina, Moho; Subregión V: Melgar, Azángaro, Carabaya.

Fuentes: INEI (Perú); INE, Encuesta Nacional de Población y Vivienda (Bolivia).

Los servicios de acueducto y alcantarillado son en general deficientes en todo el altiplano. En el sector peruano la cobertura de acueducto variaba en 1990 entre el 12% y el 30% a nivel subregional, con promedio del 19%, y la de alcantarillado entre el 13% y el 30%, con promedio del 20%. En el sector boliviano las condiciones no eran diferentes: la cobertura de acueducto fluctuaba entre el 23% y el 24%, con promedio del 24%, y la de alcantarillado tenía un promedio del 13%. A nivel de todo el TDPS, las coberturas medias eran del 21% para acueducto y 17% para alcantarillado (véase el Cuadro 16).

No obstante, estos promedios esconden un fuerte desequilibrio urbano-regional: los servicios están concentrados en las ciudades y centros urbanos mayores, donde las coberturas pueden ser superiores al 60% en los dos servicios, mientras que en las zonas rurales son muy bajas o nulas. La situación descrita ha venido mejorando durante los últimos años. Así, según el censo de 1993, la cobertura del servicio de alcantarillado en el Departamento de Puno era del 55,6% en el área urbana, 31,1% en el sector rural y 41% en promedio.

1.7 Salud y morbilidad

1.7.1 Morbi-mortalidad

Las principales características de la salud en la zona del TDPS son las siguientes:

· Elevados índices de morbi-mortalidad, sobre todo en madres y niños. La mortalidad infantil es de 89,9 por mil en la subregión de Puno, 115 por mil en la zona de La Paz y 183 por mil en la zona de Oruro. Estos valores ubican a la región como una de las áreas con más alta mortalidad infantil de América Latina, ya que comparativamente se tienen valores de 94 para Haití, 61 para Ecuador y 59 para Nicaragua, entre otros.

· Baja expectativa de vida al nacer, inferior al promedio nacional.

· Alta incidencia de enfermedades infecciosas, especialmente del tipo respiratorio y gastrointestinal. El Cuadro 17 muestra las enfermedades transmisibles de mayor incidencia en la subregión de Puno.

Cuadro 17: ENFERMEDADES TRANSMISIBLES DE MAYOR INCIDENCIA EN EL ALTIPLANO PERUANO, 1988

Enfermedades

Prevalencia

Gastroenteritis, enteritis y otras enfermedades diarréicas

25,1

Influenza

16,0

Tos ferina

5,6

Resfrío común

7,9

Sarampión

7,6

Fuente: Compendio Estadístico 1989.90, RJCM.

Se observa que las mayores incidencias corresponden a enfermedades ligadas a condiciones ambientales (mala calidad del agua en el caso de las enfermedades gastrointestinales y condiciones meteorológicas en el caso de la influenza y el resfrío común). En el sector boliviano, las enfermedades más frecuentes también resultan ser la gastroenteritis, la gripe-influenza y en tercer lugar la sarcoptosis.

1.7.2 Servicios de atención a la salud

La situación descrita se debe principalmente a los servicios de atención a la salud. En efecto, éstos son marcadamente deficitarios y, además, están excesivamente concentrados en las zonas urbanas, dejando a las zonas rurales con un muy bajo grado de atención. El Cuadro 18 muestra algunos indicadores de los servicios medico-hospitalarios en la región y su comparación con los promedios nacionales del Perú. Se observa que éstos son dos o tres veces superiores a los de la región.

Cuadro 18: PRINCIPALES INDICADORES DE LA ATENCION A LA SALUD EN EL ALTIPLANO. 1988

Indicador

N° por 10.000 habitantes

Promedio Nacional Perú

Perú

Bolivia

Médicos

1,8

1.3 (a)

4,6

Odontólogos

0,2

0,3

0,6

Enfermeras

3,1

4,6

3,9

Camas

7,7

3,1

16,6

(a) Para Oruro.

Fuente: Compendio Estadístico 1989-1990, RJCM (Perú). INE (Bolivia).

1.8 Educación

1.8.1 Niveles de instrucción

Los niveles de educación en el ámbito del Sistema TDPS son bastante bajos, sobre todo en las zonas rurales. Así por ejemplo, el analfabetismo global es del 22,2% en la subregión de Puno (Perú) y el analfabetismo rural es del 29% en el sector peruano (1993) y del 26,1 % en el boliviano (1988). Estas cifras son bastante elevadas en comparación con el promedio nacional para Perú (11,1%). El índice de analfabetismo es bastante diferenciado por áreas y sexo, siendo más alto para las áreas rurales y el sexo femenino: hasta dos veces más de analfabetos en el área rural que en la urbana (29,0% vs. 12,1% en Puno) y tres veces más en el caso de mujeres que de hombres (32,9% vs. 10,9% en el sector peruano), lo cual demuestra la todavía limitada cobertura del sistema educativo. No obstante, se debe reconocer que el analfabetismo disminuyó en los últimos dos decenios desde guarismos cercanos al 50% y 40% en los dos países hasta los niveles actuales. Los índices mencionados guardan alguna relación con el porcentaje de población sin ninguna instrucción (21% en el sector peruano y 26% en el boliviano).

1.8.2 Servicios educativos

La prestación de los servicios educativos se considera deficiente e inadecuada. Sus principales limitaciones se encuentran en el escaso equipamiento en infraestructuras educativas, en diferencias en su localización y en la insuficiencia de recursos humanos. A estas se suma la gran dispersión de la población rural, la cual condiciona la efectividad y la cobertura de los servicios educativos en el área (véase el Cuadro 19).

Cuadro 19: NIVELES DE INSTRUCCION Y ANALFABETISMO EN EL ALTIPLANO (%)

Nivel De Educación

Perú (a)

Bolivia (b)

Nacional Perú

Ninguno

21,0

26,0


Inicial

0,4



Primaria

39,9



Secundaria

26,8



Superior

11,9



Analfabetismo

22,2

26,1

11,1

(a) Población de 15 años y más. (b) Población de 5 años y más, promedio departamentos de La Paz y Oruro.

Fuentes: INEI, 1993 (Perú); INE, Encuesta Nacional de Población y Vivienda, 1988 (Bolivia).

Una forma de medir la eficiencia de los servicios educativos es mediante el índice de escolaridad. En el sector peruano es del 75,5% (1993) y en el boliviano vana entre el 76% (Oruro) y el 80% (La Paz) (datos de 1988), lo que indica que por lo menos un 20% de la población en edad escolar no asiste a la escuela. A esto se suman las altas tasas de repetición y deserción escolar.

Incide en esta situación el problema de la lengua. En efecto, en una zona donde la lengua materna es diferente a la castellana, la imposición de esta última origina una ruptura en la conciencia del infante por la escuela, lo cual, junto con la presencia de contenidos educativos referidos a experiencias poco relacionadas con su medio y la baja calidad del servicio educativo, despiertan el desinterés por la escuela. En efecto, según los datos para el altiplano boliviano, sólo el 13,6% de la población rural habla únicamente castellano; el 12,4% habla sólo aymara o quechua; y el resto es bilingüe (véase el Cuadro 20).

La educación no formal está en manos de organizaciones no gubernamentales (ONG) y de los organismos públicos peruanos y bolivianos que desarrollan programas en el área, tales como el INADE (responsable del PELT, Perú), el INRENA (Perú), el Ministerio de Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente (Bolivia) y otros. No obstante, se considera que la presencia institucional en el campo de la extensión agropecuaria es muy baja y sus acciones son muy puntuales y específicas.

Cuadro 20: POBLACION RURAL POR IDIOMA EN LOS DEPARTAMENTOS DE LA PAZ Y ORURO (1988, EN %)

Idioma

La Paz

Oruro

Total

Sólo castellano

11,1

2,5

13,6

Sólo quechua

0,6

0,5

1,1

Sólo aymara

10,6

0,7

11,3

Castellano y quechua

1,3

4,5

5,8

Castellano y aymara

57,5

7,0

64,5

Otras combinaciones

1,7

1,9

3,6

Total

82,8

17,1

99,9

Fuente: INE, Encuesta Nacional de Población y Vivienda, 1988.

1.9 Organizaciones no gubernamentales

Por sus características de pobreza, la región del altiplano ha concitado la acción de numerosas organizaciones no gubernamentales, las cuales desarrollan programas de muy diferente naturaleza, pero todos encaminados a mejorar el nivel de vida de la población. En general, las actividades de estas organizaciones están basadas en educación, promoción y suministro de ayuda para el desarrollo de acciones en los campos de su especialidad. Entre las principales organizaciones es posible mencionar las siguientes: en el altiplano peruano, CARE (en agricultura), CARITAS (en desarrollo rural), IIDSA (en investigaciones), GTZ (en desarrollo rural, con fondos de Alemania), CAME (en irrigación, con fondos de Holanda), TECIRA (en agua potable rural, con fondos de Suecia), APECO (en medio ambiente), CEIDAP (en pesca), y PREDICLIMA (en predicción climática); en el altiplano boliviano, CIPCA (en desarrollo rural, con fondos españoles), Misión Internacional Altiplano (en electrificación rural, americana), Misión Alianza Noruega (en desarrollo rural), CARE (en agricultura), SARTAWI (en desarrollo rural, con fondos de la Iglesia luterana), SEMTA (en agricultura, con fondos de los Jesuitas), ADESU (en vicuña y totorales, boliviana), SATAWI (en desarrollo rural, con fondos holandeses).

2. Actividades productivas

2.1 Producción global

El sector primario sigue siendo el principal sector de la economía de Perú y Bolivia. El Cuadro 21 muestra la composición general del producto interno bruto (PIB) en los dos países. Se observa que en Bolivia el sector primario representó en 1993 el 24,7%, mientras que el sector secundario (incluidas la construcción y las obras públicas) representó el 21.1 % y el sector terciario o de los servicios el 54,2%. En Perú la estructura del PBI muestra un sector primario menos importante (10,9%), un sector secundario más fuerte (39%) y un sector terciario menos fuerte que el boliviano, pero muy importante (50,1%).

En ambos países se observa un desequilibrio de la economía, con un sector terciario (comercio y servicios) muy fuerte y un sector secundario débil (especialmente en Bolivia), patrón que se replica en la zona del TDPS, con un sector secundario aún más débil.

No obstante, las políticas macroeconómicas puestas en vigor en los últimos años en los dos países han producido un crecimiento sostenido del PIB en 1993 y 1994, del 2,7% y 3,2% en Bolivia y del 6,5% y 12,7% en Perú respectivamente. Estas políticas también han logrado mantener unos niveles de inflación bajos, utilizando entre otros instrumentos la restricción del crédito y en general al medio circulante y las tasas de interés altas en el sistema financiero.

De otro lado, en diciembre de 1993 la deuda externa total boliviana ascendía a US$4.335 millones, equivalente al 58,8% del PIB y la peruana era de US$21.963 millones (58,5% del PIB). Como consecuencia, el servicio de la deuda es alto: 44,5% en Bolivia y 55,9% en Perú.

Estos altos niveles de endeudamiento y de servicio de la deuda tienen repercusiones evidentes sobre los niveles de ahorro y sobre la inversión social. Las regiones más deprimidas de los dos países, entre las cuales se encuentra la zona del TDPS, tienen las menores opciones de recibir inversión pública, dado que ella debe concentrarse en los sectores y áreas donde genere una mayor plusvalía. Estas prioridades nacionales limitan las posibilidades del las regiones pobres de resolver sus crónicos problemas de subdesarrollo, pobreza y deterioro ambiental.

Cuadro 21: COMPOSICION PRODUCTO INTERNO BRUTO 1993 (en millones de US$ de 1988)

Sector

Bolivia

Perú

$

%

$

%

Bienes

Agricultura, forestal, pesca

1.218

17,0

2.651

8,6

Minas y canteras

554

7,7

699

2,3

Manufacturas

1.148

16,0

8.847

28,6

Construcción

368

5,1

3.225

10,4

Servicios Básicos

Electricidad, gas, agua

93

1,3

177

0,6

Transporte y comunicaciones

806

11,2

1.631

5,3

Otros Servicios

Comercio

723

10,1

5.737

18,5

Del gobierno

611

8,5

1.840

5,9

Otros servicios (a)

1.656

23,1

6.133

19,8

Total

7.177

100,0

30.940

100,0

(a) Otros servicios incluye servicios financieros.

Fuente: BID, Progreso económico y social en América Latina, 1994.

2.2 Agricultura, ganadería y pesca

El sector agropecuario tiene una gran preponderancia en la economía de la región. No obstante, la distribución de las actividades vana notablemente. En el sector peruano predomina la actividad ganadera y en el sector boliviano la agricultura.

2.2.1 Agricultura

Se estima que en el área peruana la extensión dedicada sólo a cultivos agrícolas es de 242.000 ha, de las cuales en los últimos 12 años se ha cosechado un promedio anual de 117.000 (107.000 en secano y 10.000 bajo riego). En el sector boliviano, dicha extensión se estima en 385.000 ha, de las cuales en los últimos 12 años se ha cosechado un promedio de 165.000 (150.000 en secano y 15.000 bajo riego).

Cuadro 22: VALOR BRUTO DE LA PRODUCCION AGRICOLA EN EL SISTEMA TDPS (Promedio anual 1979-90. Millones de dólares de 1991)

Cultivo

Perú

Bolivia

Total

$

%

$

%

$

%

Trigo

0,04

0,1

0,27

0,4

0,31

0,3

Cebada grano

1,94

5,5

4,26

5,8

6,20

5.7

Maíz blanco

-

-

0,08

0,1

0,08

0,1

Quina

1,52

4,3

4,90

6,6

6,42

5,9

Avena grano

0,13

0,4

0,23

0,3

0,36

0,3

Cañahua

0,28

0,8

0,17

0,2

0,45

0,4

Papa

19,92

56,5

43,25

58,7

63,17

58,0

Oca

1,67

4,7

2,05

2,8

3,72

3,4

Mashua

0,16

0,5

-

-

0,16

0,1

Papaliza

-

-

0,40

0,5

0,40

0,4

Haba verde

-

-

1,87

2,5

1,87

1,7

Haba seca

0,64

1,8

-

-

0,64

0,6

Arveja verde

-

-

0,22

0,3

0,22

0,2

Cebolla

-

-

0,85

1,2

0,85

0,8

Cebada berza

-

-

11,02

15,0

11,02

10,1

Cebada forrajera

3,96

11,2

-

-

3,96

3,6

Avena forrajera

4,99

14,2

-

-

4,99

4,6

Alfalfa

-

-

4,10

5,6

4,10

3,8

TOTAL

35,25

100,0

73,59

100,0

108,92

100,0

Fuentes: MACA (Bolivia), Ministerio de Agricultura (Perú) y elaboraciones propias.

El principal cultivo en todo el altiplano es la papa, la cual representa el 58% del ingreso bruto agrícola. Le siguen en importancia los cultivos forrajeros (cebada berza, cebada forrajera, avena forrajera y alfalfa), los cuales representan en conjunto el 22.1% de la producción bruta. Otros cultivos relativamente importantes son la quinia (5.9%), la cebada grano (5.7%) y la oca (3.4%). El Cuadro 22 presenta la importancia absoluta y relativa de los principales 18 cultivos del altiplano. La proporción de los diferentes grupos de cultivos es similar en los dos sectores nacionales, si bien los granos y las hortalizas tienen una ligera ventaja en el sector boliviano y los cultivos forrajeros en el sector peruano.

El valor promedio anual de la producción agrícola bruta durante el período 1979-1990 fue de US$108,9 millones, de los cuales US$73,67 millones (el 67,6%) correspondieron al sector boliviano y US$35,25 millones (el 35,25%) al peruano. No obstante, el valor de la producción varía mucho de un año a otro. Así, por ejemplo, en el sector boliviano fluctó entre US$91,5 millones en el año agrícola 1987-1988 y US$29,25 millones en 1982-1983. Igualmente, en el sector peruano la producción varió entre US$44,1 millones en los años 1978-1979 y 1987-1988 y US$9,2 millones en 1982-1983.

Los niveles tecnológicos de producción son bajos, caracterizados por una sobrecarga en el uso de la tierra, especialmente en la zona circumlacustre; una escasa utilización de maquinaria, fertilizantes, pesticidas y semillas mejoradas; y una deficiente administración. Esta situación está relacionada con el bajo nivel cultural, la falta o insuficiencia de servicios y de asistencia técnica, la inadecuada comercialización de la producción y la lejanía de los mercados potenciales. Como consecuencia, los rendimientos agrícolas son bajos. El Cuadro 23 ilustra el promedio de los rendimientos de los principales cultivos del altiplano.

La tierra está fragmentada en pequeñas parcelas o microfundios, especialmente en el área circumlacustre.

Las condiciones climáticas son adversas, con heladas muy frecuentes y sequías de periodicidad anual (véase sección 1 del Capítulo I).

Cuadro 23: RENDIMIENTOS MEDIOS DE LOS PRINCIPALES CULTIVOS DEL ALTIPLANO, 1979-1990 (en t/ha)

Cultivo

Subregión Puno

Altiplano Boliviano

Norte

Central

Oruro

Trigo

0,74

0,49

0,50

0,50

Cebada grano

0,76

0,78

0,69

0,51

Quina

0,57

0,53

0,45

0,55

Avena grano

0,60

1,07

0,90

0,51

Cañahua

0,41

0,49

0,54

0,45

Papa

5,32

5,12

4,17

3,57

Oca

5,01

2,49

2,06

3,31

Haba grano

0,99

1,25

1,41

1,35

Cebada forrajera

11,00 (a)

2,32

2,50

1,87

(a) Materia verde.

Fuentes: MACA, Dirección Nacional de Estadísticas Sectoriales (Bolivia). Ministerio de Agricultura, Oficina de Estadística de Puno (Perú).

2.2.2 Ganadería

Al contrario de la agricultura, la ganadería se encuentra más desarrollada en el sector peruano. Las principales especies explotadas son los vacunos, los ovinos, la alpaca, la llama, los porcinos y las aves. Además, se explotan cuyes, conejos y otras especies menores. Según las investigaciones existentes, el hato promedio de una familia campesina en el sector boliviano consta de 2 cabezas de ganado vacuno, 24 ovinos, un burro, 2-3 cerdos, 3-4 aves, tal vez 6-8 cuyes y alrededor de 10 camélidos (alpacas y llamas). La proporción de camélidos varía en el altiplano boliviano (más alpacas en el norte y más llamas en el sur) y en el altiplano peruano. La población total ganadera según las estadísticas más recientes se muestra en el Cuadro 24. Se observa que en el altiplano peruano predominan netamente las especies más importantes desde el punto de vista económico (vacunos y alpacas), con una proporción muy similar de ovinos. Los porcinos y las llamas predominan en cambio en el altiplano boliviano.

Cuadro 24: POBLACION GANADERA DEL ALTIPLANO (en miles)

Ganado

Perú

Bolivia

Total

Bovinos

346,7

199,3

546,0

Ovinos

3.327,7

3.662,0

6.986,7

Porcinos

64,5

192,6

257,1

Llamas

310,6

894,9

1.205,5

Alpacas

1.589,3

148,0

1.737,3

Aves

621,0



Fuente: Perú, INEI, para 1993; Bolivia, MACA (Dirección de Estadísticas Sectoriales), para 1988.

El valor medio anual de la producción ganadera bruta para el período 1979-1989 se estima en US$66,3 millones de dólares, de los cuales US$51,8 millones (el 78,1%) correspondieron al altiplano peruano y US$14,5 (el 21,9%) al boliviano. Desde el punto de vista económico los ovinos ocupan el primer lugar, ya que, entre carne y lana, generan el 28,6% de la producción bruta del altiplano, seguidos por los vacunos (25,5% entre carne y leche) y la alpaca (21,7% entre carne y fibra) (véase el Cuadro 25).

En el área del Sistema TDPS existen explotaciones ganaderas empresariales (de grandes y medianos productores), así como explotaciones comunales de varios tipos y un gran número de pequeños productores independientes. Gran parte del ganado es de raza criolla (en particular en las explotaciones comunales), en tanto que las explotaciones empresariales cuentan con especies mejoradas. El sistema de explotación es, generalmente, de tipo extensivo. La explotación de camélidos se lleva a cabo generalmente a campo abierto sobre pastos naturales de la puna alta. El nivel tecnológico de la ganadería de la alpaca es mucho más alto en el Perú que en Bolivia, así como el nivel de industrialización de la fibra.

Cuadro 25: VALOR BRUTO DE LA PRODUCCION PECUARIA EN EL SISTEMA TDPS(a) (en millones de US$ dólares de 1991)

Producto

Perú

Bolivia

Total

$

%

$

%

$

%

Carne vacuna

10,4

20,1

5,2

35,9

15,6

23,5

Carne ovina

7,8

15,0

4,5

31,0

12,3

18,5

Carne de alpaca

2,1

4,0

0,2

1,4

2,3

3,5

Carne de llama

0,6

1,2

0,9

6,2

1,5

2,3

Carne porcina

1,8

3,5

3,7

25,5

5,5

8,3

Carne de ave

0,5

1,0

-

-

0,5

0,8

Leche

1,3

2,5

-

-

1,3

2,0

Lana ovino

6,7

12,9

-

-

6,7

10,1

Fibra de alpaca

12,1

23,3

-

-

12,1

18,2

Fibra de llama

0,6

1,2

-

-

0,6

0,9

Huevos

0,3

0,6

-

-

0,3

0,4

Otros

7,6

14,7

-

-

7,6

11,5

Total

51,8

100,0

14,5

100,0

66,3

100,0

(a) Perú, promedio anual 1979-1989; Bolivia, promedio anual 1980-88

Fuente: Bolivia, INEI, 1993, Perú, elaboraciones propias. MACA, Dirección de Estadísticas Sectoriales.

2.2.3 La pesca

La actividad pesquera tiene importancia especialmente en los lagos Titicaca y Poopó. En el Lago Titicaca ella se practica exclusivamente en la zona litoral. En el sector peruano existían en 1988 cerca de 5.454 pescadores, entre permanentes y eventuales, y en la parte boliviana, entre el Lago Titicaca y el Poopó, se contaban 5.370 (1989). Las principales especies de pesca son el karache entre las nativas y el pejerrey entre las introducidas. Otra especie nativa de importancia es el ispi. La trucha, que llegó a tener una considerable importancia en el decenio pasado, hoy en día representa menos del 0,1 % de la extracción total del Titicaca y su producción se lleva a cabo en jaulas y piscigranjas. La especie de mayor valor comercial es el pejerrey. Entre las especies nativas, la extracción de algunas está decreciente y representa porcentajes muy bajos dentro de la extracción global (mauri y boga especialmente).

La producción pesquera anual en el altiplano parece ser muy variable. Según las estadísticas disponibles, fue de 7.501 t en 1980, 7.267 t en 1985 y 4.600 t en 1990, aunque las estadísticas más recientes dan 6.290 t en 1992 y 4.043 t en 1993 sólo en el lado peruano del Titicaca (véase el Cuadro 26). La disminución de la pesca en 1990 pudo deberse a subregistro en las estadísticas peruanas. En el sector boliviano, es de notar que la alta producción del Lago Poopó en 1985 y 1990 correspondió a los altos niveles del lago, situación temporal y atípica.

En general, las técnicas de extracción son artesanales, siendo la malla agallera la más utilizada. La comercialización, bastante ineficiente, está a cargo del pescador o de su esposa o de los intermediarios. No existen sistemas adecuados de desembarque, acopio, transporte y conservación del pescado, por lo cual las pérdidas son muy grandes (hasta de un 70%). La transformación es pequeña y está a cargo de empresas privadas, en especial con la trucha, aunque no sobrepasa las 5 t anuales en los dos países. La venta del producto en los mercados populares no ofrece las mínimas condiciones de higiene.

Cuadro 26: DISTRIBUCION DE LA PRODUCCION PESQUERA


1980

1985

1990

1993

Especies o Lugar

t

%

t

%

t

%

t

Perú

6.326,1

99,9

5.612,0

100,0

504,4

100,0

4.043,8

Especies nativas

4.469,1

70,6

2.525,4

45,0

9,6

1.9

2.627,4

Trucha

888,5

14,0

168,4

3,0

83,5

16,6

2,5

Pejerrey

168,5

15,3

2.918,2

52,0

411,3

81,5

1.413,9

Bolivia

1.175,0

100,0

1.655,0

100,0

4.095,9

100,0


Titicaca

594,0

50,6

750,0

45,3

987,4

24,1


Poopó

581,0

49,4

905,0

54,7

3.108,5

75,9


Total General

7.501,1


7.267,0


4.600,3



Fuentes: Bolivia, Centro de Desarrollo Pesquero y Misión Británica; Perú, INEI, 1993, y Treviño (Potencial ictiológico), 1990.

La acuicultura se desarrolla principalmente en la producción de trucha, con un volumen estimado de 200 t para 1990 en toda la cuenca, si bien las estadísticas del INEI para el sector peruano dan apenas una cifra de 15 t en 1993.

2.2.4 Producción forestal y de recursos vegetales acuáticos

La producción forestal actual es de muy reducida importancia económica, aunque ofrece un potencial de ampliación a base de vegetación arbórea y arbustiva. No obstante, existe un uso intensivo de la vegetación arbustiva de la cuenca para la producción de leña con destino a los hogares domésticos y a las panaderías de los pueblos. Para este fin se aprovechan especialmente los tolares Baccharis tricuneata y Parastrephia lepidophilla. Los queñoales Polylepis incana y P. tomentella, así como los matorrales de colli Buddleia sp. y de kiswara Chuquiraga sp., son utilizados especialmente como material de construcción y refacción de las viviendas.

En cuanto a los recursos vegetales acuáticos, hay dos formaciones de especial interés económico: el "llachu", formado por tres especies: Elodea potamogetum (yana o chancco llachu), Myriophyllum elatinoides (hinojo o waca llachu) y Potamogetum strictus (huichi huichi o chilka llachu), y los totorales, conformados por Schoenoplectus totora (totora verde o tierna).

Estas especies son la base de la alimentación del ganado en la zona circumlacustre y en pequeña magnitud se emplea para la alimentación humana, como material de construcción (casas y embarcaciones) y como abono orgánico en la agricultura. El llachu se caracteriza por tener del 7 al 10% de materia seca, de la cual el 15 a 29% son proteinas. La totora verde es bastante digestible para el ganado y su contenido de proteínas es del 9 al 15% de la materia seca.

Se estima que la extracción de totora amarilla en la Bahía de Puno, la zona de totorales más importante del Titicaca, está entre 1.200 y 2.000 t/año, y que la extracción de totora verde es de 50.000 t/año, fundamentalmente para la alimentación del ganado. No se dispone de datos sobre el aprovechamiento del llachu.

2.3 Minería e industria

2.3.1 Minería

La actividad minera en el sector peruano se caracteriza por un nivel de tecnificación y de equipamiento mediano, con volúmenes de producción relativamente importantes. Se lleva a cabo a través de explotaciones de diferente tamaño. Algunas son medianas y grandes, como San Rafael, Santa Bárbara y Minero Perú (ésta última en receso); otras son pequeñas empresas mineras con equipamiento menor y altamente vulnerables a la variación de los precios internacionales; y, finalmente, hay un volumen importante de microempresarios o mineros individuales que emplean tecnología artesanal. Los principales productos mineros son el estaño, la plata, el cobre, el plomo, el zinc y el oro. Esta actividad decayó fuertemente a partir de 1990 como consecuencia de la crisis minera peruana. Además de la minería metálica, existen explotaciones de minerales no metálicos, especialmente de calizas para la industria del cemento (Juliaca), carbón, sal y yeso. También se cuenta con un potencial de producción a corto plazo del yacimiento petrolífero de Pirim.

En el altiplano boliviano, la minería ha hecho y hace una significativa contribución a la producción nacional. Antes de 1980, la producción minero-metalúrgica boliviana llegó a representar entre el 12 y el 15% del PIB y hasta el 70% de las exportaciones; no obstante, la caida de los precios internacionales del estaño hizo que desde 1980 la importancia de la minería decayera hasta llegar a apenas el 7,7% del PIB en 1993. A nivel nacional, los principales productos minerales son actualmente (datos de 1994) el zinc (100 751 t), el plomo (19 674 t), el estaño (16 1691), el oro (13 381 kilos finos) y la plata (360 t) (INEI, 1995). La casi totalidad de esta producción se lleva a cabo en los departamentos de Oruro y Potosí. En Oruro, al interior del TDPS, la minería está dedicada principalmente a la explotación de los ricos yacimientos polimetálicos de esta región, especialmente de oro (mina de Inti Raymi), y estaño (minas de San José, Huanuni, Santa Fe, Bolívar) y el complejo de fundiciones de Vinto (estaño de baja, media y alta ley, antimonio), EMO y Pero, las cuales generan importantes problemas de contaminación.

También hay industrias procesadoras de metales de pequeño tamaño, con tecnología muy primitiva, y pequeñas minas, especialmente en el área de Huanuni y en las minas abandonadas de las áreas de Santa Fe y Bolívar. Además, en el altiplano de La Paz también existen explotaciones de minerales no metálicos, especialmente de calizas (Cementos Viacha), fosfatos, sal y yeso. Hacia el futuro, se espera que la zona altiplánica de Bolivia continúe siendo el mayor centro de la minería del país.

Un dato que sirve para apreciar la importancia social de la actividad minera es la PEA vinculada a la misma. En el sector peruano, la PEA minera en 1989 era de 2,47%, mientras que en el altiplano boliviano era de 3% en el Departamento de La Paz y de 11,4% en Oruro, con un promedio de 4.3%. Por otra parte, la producción minera representó en 1992 el 11,4% del PIB del Departamento de Puno y el 4,5% y 23,4% de los PIB de los departamentos de La Paz y Oruro respectivamente. En este último departamento la minería representa el principal motor de la actividad económica.

2.3.2 Industria manufacturera

La actividad industrial, particularmente la agroindutrial, es muy reducida en el área del TDPS. En el sector peruano, la industria manufacturera generó en 1989 apenas el 8.7% del PIB subregional y ocupó al 7,8% de la población económicamente activa. En 1992, representó el 10,3% del 11 de mayo de 1996 PIB departamental. Además, según las estadísticas, la participación de la industria puneña en los indicadores nacionales es muy baja (menos del 1%). El mayor número de establecimientos industriales se encuentra localizado en la ciudad de Juliaca (1.159), la cual constituye el centro industrial regional. La rama más importante es la textil. Los tejidos de punto, las bebidas (gaseosas) y las industrias de minerales no metálicos conforman las líneas de producción más importantes, y absorben en conjunto cerca del 90% de la fuerza laboral industrial, retribuyen el 94% de las remuneraciones y generan el 96,4% del valor agregado total industrial. La fábrica de cementos "Rumi" es la más importante de la región. Además, existe un conjunto de pequeños establecimientos, próximos a formas artesanales de producción, sobre los cuales no existe información.

La actividad artesanal ocupa más de 30.000 personas, en su gran mayoría dedicadas a la textilería, especialmente la derivada de la fibra de alpaca, la cual constituye un importante renglón dentro de las exportaciones no tradicionales. La producción artesanal de la región está orientada al mercado intraregional y externo, siendo la principal proveedora de vestuario, calzado y utensilios domésticos de arcilla para el poblador rural.

En el sector boliviano, la industria ocupó apenas al 3.4% de la población econósmicamente activa en 1988. En 1992, representó el 16,3% del PIB en el Departamento de La Paz y el 11,9% en el Departamento de Oruro. No obstante, es de advertir que la mayor parte de la producción industrial del Departamento de La Paz proviene de fuera del ámbito territorial del Sistema TDPS. No hay datos recientes sobre esta actividad, si bien en 1983 se censaron en el Departamento de Oruro 1.052 establecimientos industriales, el 90% de los cuales ocupaba de 1 a 4 trabajadores, con el 40% de la fuerza laboral industrial. En el otro extremo, las unidades con más de 50 trabajadores representaban el 0,5% de los establecimientos y ocupaban el 28% de la fuerza laboral. En el sector de Viacha existe una importante fábrica de cementos que abastece gran parte de la demanda nacional.

2.4 Energía

Los principales tipos de energía utilizados en el altiplano son la electricidad y la biomasa. Otras fuentes de energía menos utilizados son la solar y la eólica.

2.4.1 Energía eléctrica

La energía eléctrica es usada principalmente en los centros urbanos, en tanto que su utilización es muy limitada en el medio rural debido a la alta dispersión de su población, lo que hace muy costosas las redes de distribución.

La capacidad instalada en la subregión de Puno (sector peruano) no es suficiente para atender las necesidades. Alcanza en la actualidad (datos de 1992) 48,1 MW, de los cuales 28,4 están suministrados por el servicio público y 19,7 por productores particulares, estos últimos principalmente mineros e industriales. La cobertura actual del servicio se estima en un 17,7% (41.400 viviendas sobre un total de 234.300), correspondiente en su casi totalidad a las zonas urbanas.

En el sector boliviano, la energía se suministra a través del sector interconectado nacional. La cobertura alcanza el 29,8% de las viviendas rurales, con una leve diferencia para los departamentos de La Paz (30,3%) y Oruro (26,9%). La electricidad es usada como combustible para cocinar por el 5% de los hogares rurales (5,9% en la zona de La Paz y 0,5 % en la de Oruro).

2.4.2 Biomasa

El uso de biomasa (leña y estiércol, entre otros) se encuentra muy difundido en las zonas rurales del altiplano, como combustible doméstico y de las panaderías. En el altiplano boliviano, se estima que el 58,1 % de las viviendas rurales utilizan leña como combustible doméstico (55,9% en la zona de La Paz y 70,3% en Oruro), y un 13,7% usa guano o estiércol animal (15,6% en el Departamento de La Paz y 3,9% en el de Oruro). En total, entonces, el 71,8% de las viviendas rurales utilizan biomasa como fuente energética principal.

2.4.3 Otras fuentes de energía

Los combustibles fósiles tienen un limitado uso debido a los bajos ingresos de la población rural, a la deficiencia de las vías de comunicación y a la dispersión de las viviendas. Así, por ejemplo, en el sector boliviano el gas es utilizado por el 18,5% de los hogares (17,6% en la zona de La Paz y 23,3% en Oruro) y el kerosene por el 2,9% (3,3% en La Paz y 1 % en Oruro).

La energía solar es usada en forma muy limitada, a pesar de registrarse en el altiplano elevados niveles de insolación (entre 400 a 725 calorías/cm2, con 2.360 a 3.320 horas de sol al año). Se encuentra en desarrollo un programa de instalación de sistemas familiares de energía solar, con el apoyo del gobierno español (Instituto de Colaboración Iberoamericana) en el sector boliviano, y del gobierno alemán (GTZ) en el sector peruano.

La energía eólica es muy poco utilizada, pues las experiencias en la utilización de molinos de viento en el altiplano para bombeo de agua del subsuelo no han sido muy exitosas por la baja velocidad de los vientos, sus cambios bruscos de dirección y su limitada persistencia.

2.5 Transporte y comunicaciones

2.5.1 Transporte

Los principales modos de transporte existentes al interior del Sistema TDPS son el carretero, el férreo, el lacustre y el aéreo.

· Transporte por carretera

En el sector peruano se contaba en 1993 con 4.957 km de carreteras, de los cuales 236 son asfaltados, 1.195 con afirmado, 928 sin afirmar y 2.598 en trochas carrozables. Desde el punto de vista funcional, esta red se distribuye en tres sistemas: un sistema troncal (1.132 km), que establecen los nexos extraregionales e internacionales; un sistema secundario (1.227 km), que conecta los distritos y otras áreas productivas a la red troncal; y un sistema terciario (2.598). Esta red vial no consigue la articulación adecuada del espacio subregional y tiene serias deficiencias en cuanto a condiciones de transitabilidad, como consecuencia de su bajo nivel de mantenimiento y de la falta de obras de arte suficientes (puentes sobre todo).

En el sector boliviano, el sistema vial principal está dotado de dos carreteras pavimentadas (La Paz-Oruro y La Paz-Tiquina) y una carretera principal en afirmado que une a La Paz con El Desaguadero (en la frontera con Perú), en proceso de asfaltada. Este sistema se ramifica en caminos vecinales que integra en forma más o menos permanente poblaciones y zonas secundarias. En el Departamento de La Paz, en 1989 el 5% de estos caminos estaban asfaltados, el 36% ripiados y los demás en tierra; su transitabilidad anual se evaluaba en 74%. En el caso de Oruro, los caminos asfaltados incluyen, además de la carretera hacia La Paz, los tramos hasta Machacamarca (34 km), Caracollo (39 km) y Vinto (7 km); los demás caminos son ripiados (60%) y en tierra y transitables sólo en época seca.

· Transporte férreo

En el sector peruano se cuenta con una red ferroviaria de 445 km, 121 correspondientes a la línea Juliaca-Arequipa y 324 a la línea Puno-Juliaca-Cuzco. Este servicio, a cargo de Enafer-Perú, no alcanza a cubrir las necesidades de carga y especialmente de pasajeros.

En el sector boliviano, el sistema ferroviario consta de una trocha angosta de 547 km que conecta el puerto de Guaqui (al norte) con La Paz (104 km) y por Viacha (42 km de La Paz) a la frontera con Chile (Charaña, 207 km) y Oruro (194 km). Desde Oruro hay conexiones a Cochabamba, Potosí, Sucre, Villazón y otras poblaciones menores.

· Transporte lacustre

El servicio de transporte lacustre interconecta las diferentes islas y algunos centros poblados, así como los puertos peruanos y bolivianos. En el sector peruano, este servicio cuenta con un puerto de atraque directo en Puno y otros menores entre los que se destacan Chucuito y Juli. El puerto de Puno, catalogado como puerto mayor, posibilita la actividad pesquera, así como la exportación y comercialización, y es frecuentemente utilizado como medio de transporte con el puerto boliviano de Guaqui, por el cual se moviliza parte de la producción minera (zinc, estaño, plomo) de dicho país, que posteriormente es trasladada vía ferrocarril a Matarani. La flota lacustre peruana está constituida por tres embarcaciones (Coya, Inca y Mariscal Andrés de Santa Cruz) con capacidad de 1.845 t y un carguero "ferry boat" (Manco Capac) con capacidad de 920 t, aunque en la actualidad sólo opera este último.

En el sector boliviano el principal puerto es Guaqui, aunque también hay atracaderos menores en otros pueblos ribereños como Copacabana y Tiquina. Una flotilla de cargueros particulares transportan los vehículos entre Copacabana y a La Paz.

· Transporte aéreo

El transporte aéreo cuenta en el sector peruano con el aeropuerto de Juliaca, a través del cual la subregión se comunica con Arequipa, Cuzco, Lima y Madre de Dios. En 1989 este aeropuerto movilizó 30.856 pasajeros de entrada y 27.492 de salida, 267,6 t de carga de entrada y 47,4 t de salida, 18,1 t de correo de entrada y 5,8 t de correo de salida. En el sector boliviano existe el aeropuerto internacional de El Alto (La Paz) y un aeropuerto regional en Oruro. También existen pistas en Copacabana y Laja.

2.5.2 Comunicaciones

Los servicios de comunicaciones se encuentran concentrados en los centros urbanos de mayor nivel, mientras que los centros poblados menores, en el mejor de los casos, sólo cuentan con postas y centros comunitarios telefónicos. En el sector peruano se cuenta con 121 oficinas postales. En 90 de los 94 distritos se tiene servicio de correo pero sólo en 25 hay oficinas telegráficas. El servicio telefónico sólo sirve a 26 distritos. En el sector boliviano, la situación es similar y el servicio de telecomunicaciones se presta a las principales poblaciones del altiplano mediante el sistema HF radioeléctrico de alta frecuencia y LF telegrafía por línea física.

2.6 Turismo

Aun cuando la región cuenta con un marco geográfico, sociocultural y floclórico atrayente, la actividad turística está poco desarrollada.

En el sector peruano, los centros turísticos más importantes están localizados en las ciudades de Puno y Juliaca, las cuales cuentan con la mejor infraestructura hotelera de la región, y a partir de los cuales se canalizan los flujos turísticos a otros sectores como Juli, Lampa, Huancané, Ayaviri y Azángaro. La ciudad de Puno es el centro de mayor atracción turística regional y es, sin lugar a dudas, el segundo en importancia a nivel nacional, después de Cuzco. En efecto, el Departamento de Puno recibió en 1988 293.500 visitantes, de los cuales 50.800 fueron extranjeros y el resto nacionales. Aunque esta actividad se contrajo a comienzos de los 90 por los problemas de orden público, en la actualidad parece estar en vías de recuperación (130.688 visitantes en 1991 y 150.955 en 1992).

En el sector boliviano, el centro turístico más importante es la ciudad de La Paz, la cual dispone de una amplia u diversa infraestructura hotelera. Desde ella se dirigen los flujos hacia otros centros turísticos menores, tales como Copacabana, Tiwanacu y Oruro. Tiwanacu es famoso por sus templos y ruinas arqueológicas y Oruro por sus carnavales.

En conjunto, toda la región del Titicaca forma parte de un circuito turístico mayor que engloba el sureste peruano (Cuzco-Puno) y el centro-oeste boliviano. En consecuencia, el desarrollo turístico debe mirarse también a una escala binacional.

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